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SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Trasciende que Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros está pidiendo la candidatura al gobierno de Acapulco por Morena, como condición para retirar su campaña contra Félix Salgado Macedonio y pactar la unidad.

Ese es justamente el camino que siguió el senador priísta Manuel Añorve Baños, quien al ver que no lo eligieron candidato, sino que el partido favoreció a Mario Moreno Arcos, aunque no era el mejor posicionado. Entonces, para pactar la unidad que se dio apenas hace unos días, fue necesario que al menos le prometieran a Añorve la candidatura para su esposa, Julieta Fernández Márquez, candidatura que se dará, claro, cubriendo todos los aspectos formales, entre estos el declarar que por parte de la alianza PRI-PRD, compita una mujer. Con ese solo hecho, quedarían desbancados todos los hombres que aspiran, como Ricardo Taja Ramírez, por el PRI, y de parte del PRD, Víctor Aguirre Alcaide.

La problema, dirían los indígenas, es que las reglas de Morena son específicas y ya se emitieron. Es decir, no hay manera de que haya una candidatura por dedazo, pues para la selección de candidatos a diputados locales y ayuntamientos, se usará también el procedimiento de la encuesta, como ocurrió para definir al candidato a gobernador.

Solamente se podrá obviar la encuesta cuando los aspirantes se pongan de acuerdo y saquen una candidatura de unidad, comprometiéndose, dijo Salomón Jara, el delegado del CEN para Guerrero, a apoyar al elegido.

Pero como Morena es el partido en el poder y el mejor posicionado, hay muchos aspirantes a un mismo cargo y será muy difícil llegar a una candidatura de unidad.

Sin contar que todos hablan y piden unidad, pero para beneficio propio, no para alguien más.

Además, para pactar la unidad los interesados tendrían que ver números, para tomar decisiones atinadamente, así que por lo menos se tendría que hacer un primer sondeo para mostrárselos a los aspirantes y que a partir de ahí le midan el agua a los camotes.

No se descartan las candidaturas de unidad, claro, pero eso será porque alguien tenga el liderazgo suficiente y logre inclinar la balanza a su favor. Habrá también casos en donde alguno de los aspirantes ofrezca más beneficios que otro (por ejemplo, cargos, obras, proveedurías), y eso inclinaría la balanza a su favor, pues de apoyar a alguien que nada ofrece, a alguien que es más generoso, pues mejor a uno que va a repartir el botín y no a uno que se lo quiere comer solo.

El escenario de una eventual candidatura de unidad para Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, es harto difícil, máxime que la alcaldesa Adela Román ya anunció que peleará la reelección.

Claro, también es probable que el partido determine competir en Acapulco con candidato hombre, para darle posibilidades a Amílcar y a muchos otros que pretenden ese cargo, entre ellos el síndico Solorio.

El problema, insisto, sería la unidad. ¿Sería capaz Pablo Amílcar de pactar la unidad con todos los grupos aspirantes? ¿Cómo conciliará su nuevo proyecto con el de los felixistas, que simplemente no lo tragan? ¿O con los waltonistas, que no cejan en su empeño de hacerse de la candidatura a gobernador? ¿O será que ya están apalabrados?

Y la pregunta obligada es: En caso de no resultar electo, ¿hará lo mismo que hizo en la contienda para gobernador? Y no estamos hablando de la ostentosa precampaña, con cientos de anuncios espectaculares diseminados por todo el estado, ni de sus camionetas blindadas, ni nada de eso. Tampoco de las encuestas en noticieros y espacios nacionales, de esos de los caros. Todo esto es lo de menos, aunque fue evidente el derroche y la actitud de quien ya se creía gobernador. 

No, realmente no nos referimos a eso, pues probablemente se conducirá igual. Si no a su reacción ante una eventual derrota en las encuestas: ¿Aasumirá que perdió,? O asumirá que es el único que merece ser el candidato por ser el heredero de la lucha social de su abuelo y padre, aunque no sea su lucha, claro; o porque afirma que él fue el fundador de Morena, cuando realmente acá ni se le conocía, cuando los morenistas en torno a César Núñez Ramos se gastaron la suela de los zapatos recorriendo el estado para darle forma al partido.

Recuerdo que les decían que estos pejistas estaban loquitos, y justamente esos que despreciaban a Morena, hoy se asumen como auténticos seguidores de AMLO, admiradores desde siempre y convencidos de que la Cuarta Transformación debe llegar a todos los rincones de la patria, sobre todo a los ayuntamientos. 

Y, claro, la 4T no llegará nunca a estos olvidados municipios sin el trabajo de los paladines de la izquierda, aunque ni sean morenistas, ni sean lópezobradoristas. Aunque vengan directo del PRI, como la candidata a goberandora en Nuevo León, y como varios de los que ahora buscan acomodo en el partido guinda.

Una eventual candidatura de Amílcar por Acapulco abre la puerta a un pacto de unidad, pero aún eso no es garantía de nada. Pablo ha demostrado que no es nada confiable y que junto con su ideólogo, Luis Enrique Ríos Saucedo, lo mismo dicen una cosa que dicen otra.

Por ejemplo, Ríos Saucedo acusó que los que fueron a respaldar a Félix Salgado a la reunión de consejeros del domingo, era una horda de petistas, priístas y perredistas. Jojojo. Y lo dice el que ha andado por todo el estado recogiendo precisamente a esas hordas de perredistas, priístas y petistas. 

Ese, por donde se le vea, es el discurso de la Chimoltrufia, que como dice una cosa, dice otra.

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