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SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Funcionarios del gobierno de Acapulco advirtieron ayer, durante sus comparecencias ante el Cabildo, que no se tiene dinero en caso de que se decrete otro paro económico y cierre de playas. Lo único que se podría hacer es tomar del ramo de Seguridad Pública, y eso ya sería mucho, pues implicaría dejar en la precariedad un sector tan importante como el de la prevención del delito en el puerto, ya de por sí castigado por hechos violentos de todo tipo.

“No hay recursos para hacer frente a un semáforo rojo en caso de que se regrese. Lo que se tendría que hacer es una reestructuración en el fondo cuatro, el cual sería difícil de realizarlo porque son los fondos que se ocupan para la Secretaría de Seguridad Pública “, expresó René Vargas Pineda.

O sea, señores, sobre aviso no hay engaño. Y si el principal municipio de la entidad carece de recursos para soportar otro nuevo cierre, ni preguntemos cómo andan los demás, pues entre que sí ayudaron a las familias que se quedaron sin sustento,

Los secretarios de Planeación y Desarrollo Económico (Seplade) René Vargas Pineda, y el de Hacienda, Omar Rodolfo Ávila Romero, señalaron que los 50 millones de pesos asignados para enfrentar la pandemia “se han agotado”.

De estos, 8 millones los designaron para el sector pesquero, que se quedó de un día para otro sin sustento, aunque solamente gastaron 6 millones y el resto lo usaron para la colocación de los comedores comunitarios y la compra de insumos para limpieza.

Hay que reconocer que los municipios tuvieron que hacer frente a gastos que no tenían contemplados, por la pandemia de Covid-19. También, decir que Acapulco fue de los pocos municipios que sostuvieron sus propios comedores, y aunque ahí el sector empresarial apoyó mucho con alimentos, no fue suficiente, pues imaginemos a decenas de miles de familias sin sustento, sin trabajo y con hambre.

Es un hecho, porque lo vimos a través de los comunicados de prensa, que des del DIF se manejaron los comedores, mientras que en otros municipios solamente se repartían despensas. Y eso fue en los primeros días. Después, al paso del tiempo, todo mundo se agotó.

Algunos políticos le entraron al quite, pero no aguantaron el trote y también se agotaron, amén de que los comenzaron a criticar por andar dando alimentos a cambio de votos. Bueno, así es la clase política, estimado lector, no come ni deja comer. Claro, hay honrosas excepciones, pero son eso, excepciones.

Ahora que ya comenzaron los procesos electorales, veremos quién tiene cara para plantarse frente a los hambrientos electores, a los que no les echaron ni un kilo de maíz con gorgojo.

Al contrario, los políticos se pertrecharon en sus casas, desde donde subían a sus redes sociales que estaban haciendo ejercicio, o conviviendo en familia, mientras afuera el pueblo  se enfrentaba a la disyuntiva de contagiarse y morir de Covid 19 o morir de hambre, que es peor, porque al menos aquello es bien rápido, mientras que la hambruna deja estragos en la salud que se irán sintiendo con el tiempo, sin contar que también se recrudecieron enfermedades que la gente ya padecía, por el temor y el estrés de los contagios, y por el desempleo y la falta de recursos para lo elemental.

Decíamos que si en este punto está el municipio que más recursos recibe de la Federación, así como también tiene cuantiosos recursos propios, ni imaginar qué harían otros municipios cuyos presupuestos son raquíticos, y ni el agua cobran.

El dinero destinado para la pandemia en Acapulco se agotó, y aún le cuelga un tiempo y un cachito para que esto termine. En lo sucesivo, entonces, todo depende de la apertura económica, pues ya no habrá comedores ni despensas para las familias.

Vamos, ni siquiera el estado tendría esa capacidad de resolver la alimentación de todos los que se queden sin trabajo, o que cierren sus negocios. Lo que se anda entregando ahorita de parte del DIF Estatal, son las despensas de los desayunos escolares, que al no haber clases se están entregando de manera directa a las madres de familia. Esto por un lado. Por otro, sabemos que el DIF redujo el reparto de despensas a las estrictamente necesarias para los ayuntamientos. Antes, por ejemplo, se les daba su dotación para los grupos vulnerables, pero además se les permitía adquirir despenas extras, para que los alcaldes apoyaran a los que estaban fuera de estos listados, pero ya no más, todo se restringió.

En resumen, estimado lector, si le vale protegerse contra el Covd-19 y proteger a otros, piénselo dos veces, porque de volver a cerrar las playas, ya no habrá quién salga a darle un taco.

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