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Serápio

Jorge Luis

La tarde de hoy es apacible. El abuelo está convencido de la importancia que tiene para cualquier comunidad tener presente el pasado y poder así fortalecer el sentimiento de pertenencia entre sus moradores. Dice que la conciencia colectiva no puede lograrse si se desconoce el pasado de sus habitantes. Muchos nombres y apellidos actuales se anclaron años atrás. ¡Nombres, abuelo, nombres!

Antes de 1940, Zihuatanejo vivió, como casi todo el país, la fiebre agrarista. Se formó el primer comité agrario siendo presidente Hermelindo Lobato Reyes, casado con Santos Palacios, hija de un comerciante y arriero asentado en Pantla. Cuentan que en uno de sus viajes fue despojado de sus pertenencias que en ese momento representaban todo su capital. Fue tanto su vergüenza, tanto su dolor e impotencia ante el abuso de los hombres armados que se ostentaba como revolucionarios, que el señor Alvarado decidió no regresar a Pantla, lugar donde quedó su familia. Fue así como su hija Santos tomó como primer apellido el de su madre. Este matrimonio tuvo seis hijos: José Gregorio, Genaro, Román, Manuel, Alfredo y Ricardo. Todos de apellidos Lobato Palacios. Ten presente que sus verdaderos apellidos deberían ser Lobato Alvarado. Fue en el patio de su casa donde se instaló el cine Janeiro que culminó su vida con el nombre de cinema Paraíso. En un principio esa casa era propiedad de la compañía Inguaran, dueños de la hacienda de Agua de Correa. Esa compañía pertenecía a un grupo de franceses. En la esquina de la actual calle 5 de Mayo y Juan N. Alvárez vivía el administrador de la hacienda, Trinidad Rodríguez, fue él quien le vendió la casa contigua a Lobato Reyes. Ahora te doy un dato interesante, Santos Alvarado, la esposa de Hermelindo cuyo apellido cambió por el de Palacios era parte del mismo clan al que pertenecen los Alvarado de Agua de Correa, unos son periodistas, otro se divierte como árbitro de fútbol. Continuemos con la plática. El mayor de los hijos, José Gregorio, era hombre de mar. En el año de 1954 arribó al puerto de Zihuatanejo el velero de bandera norteamericana llamado Valor. Tenía tres mástiles y dos motores. Su capitán era alemán; el chef de nacionalidad francesa y el maquinista norteamericano. La normatividad vigente exigía que cualquier embarcación extranjera surcando aguas nacionales debería traer un tripulante mexicano. Ese marinero contratado, y quizá el primer zihuatanejense en hacer una travesía internacional fue José Gregorio. El velero zarpó hacia Panamá. Después de una breve estancia el navío regresó a Ensenada donde desembarcó el costeño y de ahí retornó a Zihuatanejo. El linaje de los Lobato Palacios sigue vivo en nuestra ciudad.

Otras familias se afincaron temporalmente en el pueblo, después se fueron y algunos familiares se quedaron definitivamente haciendo de Zihuatanejo definitivamente su hogar. Abraham Pacheco, conocido entre sus amigos como La Vaina, se unió a Alejandrina Gutierrez, hermana de Santiago y de Narciso. Pacheco era de oficio albañil y decidió hacer su vida en Acapulco. Los descendientes de Chago y Chicho Gutierrez han crecido en nuestra comunidad.

En el municipio de La Unión vivían unas familias originarias de Colima. Su apellido, Elisea. Eran dueños de una pequeña (nombre de uso habitual entre los costeños para determinar a propiedades privadas de mediana a grande superficie, menor a una hacienda) ubicada en la playa de las Gatas. Luis Lara era el administrador. Este Luis Lara fue el padre de Teodoro y Abuelo de Adolfo y de Luis de quien por mucho tiempo se habló entre los vecinos de la desafortunada tragedia que vivió maquinada desde las entrañas del poder. Luis el nieto, era zurdo y hombre de valor, querido bien por la gente. El día infausto estaba en su casa, en el centro de la ciudad, contraesquina del que fue el cine Paraiso. De esto platicaremos otro día. Estos señores Elisea tomaron la decisión de donar la propiedad a don Guillermo Adame, aquel que le debió a su mula el ascenso de grado militar por el general Ciruelo.

Tenemos lugares emblemáticos que no han perdido su esencia a pesar del duro embate que representa el crecimiento urbano. En esta circunstancia se encuentra el barrio del Mitote que desde su fundación albergó a pobladores antiguos. Una buena parte de esos terrenos pertenecieron a don Benito Gómez, que años después cambió su residencia a Tierras Prietas, sería del aeropuerto internacional. Barrio bullanguero y de iniciativas económicas. Algunas actividades siguen presente y le otorgan a la ciudad un plus peculiar. Hablaré de algunas familias. Amelia González y Juan Ruíz vivían en el callejón que desembocaba en el antiguo palacio federal , hoy museo arqueológico de la costa grande. Ese callejón pasaba por un costado de la escuela decana de las instituciones de educación primaria de la actual ciudad. Ese matrimonio engendró ocho hijos, siete varones y una mujer: Everardo, Eve, el mayor; Juan, Kid Tabaco ¿Quien no lo recuerda con sus épicos encuentros de box con Tamakún otro famoso? ¡Dos apasionados encuentros y dos salomónicos empates!; Miguel que vive en el extranjero; Sara activa en el barrio; José Luis, otro conocidísimo que rompió la frontera del barrio. Habilidoso y talentoso al jugar fútbol. Él enloqueció a la tribuna al anotar lo que hubiera sido la victoria de su equipo PROPEMEX contra los veteranos del Guadalajara en la actual unidad deportiva. ¡Lástima que Jorge Humberto Rojano , el árbitro lo anulara!. A pesar de los reclamos al abanderado Arturo Brizio; Salvador el Bronco, otra celebridad de las pachangas y Gilberto, trabajador de una fonda de ricos antojitos asentada en el mismo barrio. Por esos ayeres Zihuatanejo contaba con dos fontaneros: Arnulfo Cortés del barrio del Huizache y Agustín Espino del barrio del Mitote. Agustín casado con Bernardina, Nina , Corrales, padres de Agustín el Guati, otro magnífico jugador del equipo de futbol PROPEMEX. El barrio del Mitote conserva la tradición gastronómica local gracias a Antelia Romero y a Arcadia Manríquez y sus descendientes. Tacos enrollados de pollo, enchiladas, atole, tamales ahí los podemos comer, en el centro del barrio del Mitote. Los tacos de Antelia y los tacos de Calla. Antelia unió su vida con Agustín Pineda y Callita con Carlos Martínez. Pero el barrio es pródigo con Zihuatanejo. Le ha dado lustre a la historia deportiva y económica. Ángel Tellechea casado con Aurora Palacios. Chamberina como coloquialmente lo llamaba la población y sus alumnos de la escuela secundaria Eva Sámano de López Mateos, fue junto con don Máximo Merel determinantes en la práctica, crecimiento y arraigo del béisbol en el puerto. Sofía Pineda, madre de Chamberina se cocía aparte. Abundan las anécdotas de sus encuentros verbales con Libo Ramírez de Agua de Correa cuando los equipos de béisbol se enfrentaban en el viejo campo. Hoy sede del hospital general Bernardo Sepúlveda. Naturalmente no puedo replicar aquí la picardía costeña.

En el barrio del Mitote vivió don Agustín Sotelo y doña Nicha; don Pablo Reséndiz y doña Concha, su esposa; Juana Galeana, abuela de Israel Gutiérrez a quien dedicó su vida cuidándolo debido a su incapacidad motriz; Griselda Vargas y Ezequiel Bravo o doña Idalia López y don Alberto Blanco, solo por mencionar algunos residentes del famoso barrio.

Lapo sigue pensando y dice que estos son algunos de tantos nombres que no deberíamos aventar al olvido. Debes saber, me dijo el abuelo, que tuvimos nómadas que ayudaron a Zihuatanejo a darle sabor, haciéndolo peculiar. Marcelino Pan y Vino era el sobrenombre con el que se conocía a un pintor de brocha gorda llegado de no se dónde. Buen bebedor . Frecuentemente se le juntaban la cruda con la borrachera. Reía con facilidad. Siempre con barba y bigote tupido. Era buen pugilista. De Edubiges Martínez se cuentan tantas historias que resulta difícil saber cuáles son adjudicadas y cuales son auténticas. Bige como generalmente lo llamaban, era delgado, con una voz poderosa y un cuerpo esquelético, pelo muy corto y se parecía al enano del tapanco, capaz de asustar al más arrojado al escuchar su voz acompañada de una mirada torva. En el fondo sólo era un ángel convertido en niño travieso. Se cuenta que en una ocasión, bajo la tutela del alcohol y hambriento se le acercó a uno de los taqueros que tenía su puesto en la calle principal, que era la avenida Cuauhtémoc. Le pidió que lo bendijera obsequiándole unos tacos. La clientela era prolífera y sea cual sea la razón, el taquero le negó los tacos y le pidió que se retirara y dejara de ser inoportuno con sus clientes. Antes de retirarse Bige advierte al taquero que lamentaría ser tan miserable. Al otro lado de la calle estaba otro taquero, hacia él se dirigió el hambriento pedigüeño y presentó su petición ante la vista de los escasos clientes. Esta vez su estómago quedó satisfecho. Una vez concluido de digerir los tacos, Bige agradeció la generosidad de su benefactor, y antes de retirarse, señalando al otro taquero profetizó que su bondad sería bien recompensada al grado tal que los comensales de la competencia pronto, muy pronto pasarían a ser sus clientes. El buen hombre solo rió y agradeció tan buenos deseos. Bige desaparece en la oscuridad de la noche en la dirección de Las Salinas, lugar donde cualquier cosa podía suceder. Rato después con el primer taquero atestado de consumidores de la penumbra sale Bige con un bulto al hombro. Sin vacilar avanza y llega al pie de la tabla donde pica la carne el taquero y sin pérdida de tiempo arroja el bulto a la tabla al tiempo que le dice aquí te dejo el segundo, luego paso para que me lo pagues. El taquero monta en cólera y los comensales se retiran escandalizados al ver el perro muerto sobre la tabla para picar la carne. Y sí, sí acabaron los clientes en la taquería del buen samaritano.

 Hubo más nómadas que pintaron de colores al viejo Zihuatanejo.

Algunos lugares se convirtieron en pequeños vaticanos, ciudades chiquitas dentro de una localidad mayor. Había una relación existencial que permitía entenderlos como parte de Zihuatanejo, sin perder su esencia particular. Algunos de esos espacios han sobrevivido al crecimiento urbano. Son los casos del Barrio del Mitote o La Noria, solo por mencionar algunos. Otros no pudieron sobrevivir y fueron absorbidos por la mancha demográfica como sucedió con el barrio de los Hermanos que en la actualidad forma parte de la colonia Lázaro Cárdenas. El barrio de los Hermanos debe su nombre al hecho de haberse establecido ahí los primeros testigos de Jehová, identificados por la población simplemente con el nombre de Hermanos. El barrio se localizaba en lo profundo de la colonia Zapata , en dirección al cerro de los Romanceros, pero en la parte baja.

Nos despedimos con el abuelo deseándonos vernos pronto y continuar nuestras charlas.

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