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SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Lo que está en boca de todos, este martes, es la estrepitosa caída de Santiago Nieto, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, ante cuya presencia temblaban los ricos de la tierra, valga la exageración, amable lector, que no lo es tanto. Realmente el zar anticorrución de la Cuarta Transformación es un cerebrito en su área y difícilmente el lugar que dejó vacío, será llenado. Difícilmente.

Y por donde se le vea, éste es un hecho lamentable. No es que se vaya un político y venga otro. En los tecnicismos del poder eso no funciona. Y de que se va a notar su ausencia, claro que se va a notar.

Hay muy poca gente formada en estas áreas. Si las hay, están generalmente en la empresa, que es donde se pagan buenos sueldos, no en el gobierno.

Antenoche, el titular de Gobernación anunció el nombramiento del ex legislador Pablo Gómez como titular de la UIG, organismo que ni siquiera sabíamos que existía, hasta que Santiago Nieto le dio vida y lo sacó del anonimato, imprimiéndole un sello único por su manera de seguir la pista a los capitales públicos y privados, incluso los de la delincuencia organizada, en donde entran los carteles de drogas, los pederastas, los tratantes de blancas, etcétera.

Santiago Nieto nos demostró que el régimen todo lo sabe, que para un gobierno nada es extraño, que nada de lo que se mueve en este país puede suceder sin la venia, la complacencia o complicidad del presidente en turno.

Lo demostró y puso esta agenda en primerísimo lugar….hasta que….sí hasta que se enamoró de una mujer que, de acuerdo con la sabiduría bíblica, es un yugo desigual para él. Bueno, es un decir, porque Santiago Nieto no proviene propiamente de la derecha, pero tampoco de la izquierda. Más bien está emparentado con un grupo de avanzada, hombres y mujeres más formados como técnicos que como políticos, pero que finalmente trabajan para estros grupos y son parte de.

Santiago Nieto no sólo trabajaba en el gobierno lópezobradorista, sino que se había convertido en un ícono de la lucha anticorrupción del régimen morenista, en un apóstol, y era una figura tan prominente que hasta se le mencionaba entre los posible sucesores del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero.

Y es que no sólo conoce la parte técnica de las finanzas públicas y privadas, sino también las leyes que nos rigen y sus alcances en cada área. Por eso Santiago Nieto era tan certero y no se equivocaba, sabía distinguir entre lo público y lo privado, entre lo legal y lo ilegal, entre el delito y lo que se quedaba en lo políticamente incorrecto.

Y, lamentablemente, así sucedió con su boda. El momento que debe ser el más importante en la vida de un hombre se convirtió para él en una pesadilla. Su luna de miel, de hecho, apenas comenzaba cuando le llegó la noticia de su renuncia.

La caída sucedió en medio del escándalo por una boda que se celebró no sólo en el extranjero, sino que además juntó a tirios y troyanos en un mismo lugar, amigos y enemigos, morenos y güeros, donde además surgió el escandalillo de 35 mil dólares que detectó el gobierno guatemalteco y que eran propiedad del dueño del periódico El Universal, Juan Francisco Ealy Ortiz, cuya esposa iba a la boda del año como invitada, y quienes viajaban con otros invitados en un avión privado. El dinero les fue incautado, por cierto, así que si se trató de una trampa o de un acto de lavado de dinero, se quedaron como el perro de las dos tortas.

Ahora mal, que un hombre de poder se case donde quiera y como quiera, no es ilegal, pero tampoco es políticamente correcto. Cada persona debe ajustarse a su realidad y, sobre todo, entender un viejo adagio entre la clase política: La esposa del rey debe parecerlo. Es decir, que la esposa del rey debe parecer reina, aunque no lo sea.

En este caso, el zar anticorrupción, debe parecerlo también.

Lo que nos dejó esta boda fue un mal sabor de boca. Muchos lamentamos la caída de Santiago Nieto. Y más lamentamos que haya caído por el lado del corazón, no de la razón. No había otra manera de tumbarlo, más que del lado que los hombres y mujeres muy poco sabemos manejar.

¿O acaso no dicen que jala más una mujer que una yunta de bueyes?

¿Qué diría Santiago Nieto, por ejemplo, de la lista de invitados de su mujer, Karla Humphrey, consejera electoral, ex mujer de Roberto Gil Zuarth, quien fue nada más y nada menso que secretario particular del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa? ¿Acaso balbuceó: está bien mi amor, lo que tú digas? ¿No se dio cuenta Santiago Nieto de la dicotomía de meter en un mismos costal a los amigos y enemigos del régimen lópezobradorista? Lo peor, que el propio AMLO estuvo invitado a esa boda. ¿Lo imaginamos compartiendo el pan y la sal con la Vázquez Mota, una de las detractoras más recalcitrantes de su gobierno?

Es así que cae un soldado anticorrupción. De los pocos que hay. Llega Pablo Gómez, un ícono de la lucha de izquierda en el país, economista de profesión, ex preso político en Lecumberri, pero quien se ha formado más en el área partidista y legislativa.

No falta el que se va ni sobra el que se queda, decía mi padre. Pero hay ausencias que triunfan, dice la canción. Hay ausencias que sí se notan. Y una de esas es la de Santiago Nieto, un hombre con luz propia que no dependía de AMLO ni de andar de zalamero con él. Al contrario, su brillo hacía relucir a la 4T. Era un hombre que aportaba, no quitaba. Discreto, no vaca sagrada de la política. Uno hombre que supo hacerse imprescindible, que por sí mismo era noticia.

Pero al que la carroza se le convirtió en calabaza justo cuando estaba rehaciendo su vida.

Esto amerita una reflexión acerca de las mujeres “empoderadas”, por cierto. Se las debo debo para mañana.

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