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SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Guerrero se ha vuelto el caldero del diablo para las mujeres. Un día sí y otro también leemos o escuchamos de algún atentado contra alguna mujer, de cualquier edad, sea a manos de su esposos, hijos, o de plano en la calle.

Con razón la Gobernadora Evelyn Cecia Salgado Pineda abrió su gobierno el pasado viernes con una fuerte discurso en contra de la violencia de género, y la promesa de que trabajará para erradicar de nuestro entorno la violencia contra las mujeres, sobre todo niñas y adolescentes que están siendo violentadas en sus derechos fundamentales para llevar una vida libre de violencia.

La gobernadora tomó como punto de referencia el vergonzoso caso de la venta de una niña de 11 años, que a la fecha tiene 15, en Cochoapa el Grande, para casarla con un niño de 12 y por la que su suegro pagó 120 mil pesos.

Dado que los gastos de la boda eran extraordinarios, el suegro envió a su hijo a los Estados Unidos como bracero, y se quedó con la nuera, a quien usaban para hacer los trabajos rudos de la casa e incluso la llevaban a otros estados para trabajar. 

Lo peor para Angélica N devino cuando su suegro intentó violarla, aprovechándose de que el esposo (también menor de edad) no estaba en casa. Ella huyó a casa de su abuela, y por ese motivo la encarcelaron los policías comunitarios junto con la anciana, acusada de sustraer a la menor.

Debido a que huyó de los abusos, el suegro pidió la devolución del dinero, al doble. Y para eso utilizó a elementos de la CRAC-PC, quienes también detuvieron al padre para que firmara los documentos que marcaban el compromiso de pago.

De acuerdo con Angélica N, su madre iba a darle de comer a la cárcel comunitaria cuando tuvo un altercado con policías, uno de los cuales la lanzó al suelo, estando ella embarazada de trillizos. Ahí comenzó un duro proceso de aborto que duró algunos días, hasta que finalmente dejaron ir a los padres a buscar ayuda médica, pero manteniendo a la menor presa, junto con otras 3 hermanitas y su abuela.

Desde Cochoapa El Grande, el padre tomó un taxi para bajar a su mujer hacia Ometepec, en la región de la Costa Chica. En el largo y penoso trayecto, antes de llegar al municipio amuzgo de Tlacoachistlahuaca, la mujer ya había abortado al primer bebé. Y los otros dos los expulsó estando en Ometepec, en casa de unos conocidos. Cuando solicitaron una ambulancia, la mujer ya había perdido a sus bebés y la llevaron al hospital sólo para recuperación.

Este caso, sin embargo, sirvió para conocer que en la Montaña alta de Guerrero estaba presa a manos de la Policía Comunitaria de la CRAC una niña que había sido vendida para matrimonio cuando tenía apenas 11 años, junto con 3 de sus hermanitas menores de 10 años.

El doloroso asunto fue ventilado a escala nacional e internacional, y causó el repudio generalizado a la práctica que aún mantienen los pueblos originarios de recibir “dote” cuando sus hijas se casan, basándose en sus usos y costumbres, pero que degeneró en el delito de trata de personas, pues no se trata de noviazgos normales, sino de uniones pactadas por los padres, en los que siempre va de por medio el dinero, bienes o ganado.

Como nunca se había hecho en eta entidad, la clase política comenzó a repudiar los delitos que se cometen con base en los usos y costumbres, al interior de los pueblos indígenas. La gobernadora específicamente dijo que no se pueden tolerar delitos contra mujeres y niñas bajo ninguna circunstancia y se comprometió a erradicar este tipo de violencia del estado de Guerrero.

Pero, lamentablemente, no sólo se vive este tipo de violencia basada en una cultura ancestral, sino que se tienen otros retos mayores, como los feminicidios, porque son asuntos de violencia extrema contra las mujeres, y porque implican muerte para ellas.

En Costa Chica, por ejemplo, este lunes se supo de un caso atroz en el que un hombre agredía a su mujer en Ayutla de los Libres, y como sus dos hijastras de 17 y 19 años de edad intervinieron para defenderla, las mató, dejando también a la mujer herida.

El sujeto está prófugo de la justicia y la Fiscalía General de Justicia del Estado avisó que se le busca por cielo, mar y tierra, para que pague su fechoría.

También en esa región se supo recientemente del secuestro y asesinato de dos hermanas del municipio de Copala, de quienes no se supo nada en meses, hasta que encontraron osamentas que, se presume, pertenecen a ellas, información que la Fiscalía se ha reservado.

En Chilpancingo, el domingo por la noche, fue asesinada Grecia, una jovencita de 20 años que discutió con su padre y salió de su casa a convivir con sus amigos. Estaba con uno de ellos en una plazoleta cercana a su casa cuando fue asesinada a mansalva por otro sujeto que se acercó.

Los municipios de la Costa Grande no se salvan del derramamiento de sangre de mujeres, lo mismo que Iguala y Chilapa. En este último municipio recordaron con una marca el primer aniversario del descuartizamiento de una niña, horrendos hechos ocurridos hace un año, y cuya investigación está atorada.

En medio de este dantesco escenario que parece que avanza sin que nadie haga algo al respecto, la gobernadora Evelyn Salgado Pineda encabezó ayer la instalación de la Mesa para la erradicación de la violencia contra la mujer en Guerrero, que involucrará -ahora sí- a los presidentes de los municipios que tienen alerta de género.

Urge detener este caballo apocalíptico del feminicidio, que ahora ya no respeta edades ni parentezcos.

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