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AMLO-Ejército: amasiato corrupto

Martín Moreno

Furioso por el reportaje de Latinus (63) mediante el cual se descubrieron y revelaron las corruptelas del Ejército mexicano en la construcción de la Base Militar Aérea de Santa Lucía, López Obrador respondió fiel a su naturaleza: si tienes una uña mala, córtate la mano. AMLO ordena que obras y proyectos de Gobierno se mantengan bajo opacidad, sin transparencia, sin licitación pública y por asignación directa, con el fin de reservar información y evitar así que se siga exhibiendo la corrupción de la 4T. Es un decreto autoritario que nos ubica rumbo a una dictadura política.

De aplicarse el decretazo “por razones de seguridad nacional”, ningún ciudadano podría ampararse ante los atropellos del Gobierno. ¿Cuánto costarán las obras y quiénes las realizarán? Será imposible saberlo. Prohibido preguntar. Prohibido informar. Prohibido rendir cuentas. Prohibido ampararse.

López Obrador se ha percatado que a la mitad del camino, su Gobierno ha fracasado en economía, seguridad, crecimiento, salud, pandemia, medio ambiente, y en prácticamente todos los rubros y mediciones. Y eso nada tiene que ver con la popularidad presidencial: una cosa es la simpatía personal hacia el gobernante y otra, muy diferente, es la evaluación ciudadana respecto a la eficacia a la hora de gobernar. ¿Y cuál es el veredicto? La 4T sale reprobada en su gestión de Gobierno.

Y ante el fracaso, AMLO muestra no sólo autoritarismo, sino también desesperación con el decretazo autoritario. Y ello lo está llevando a cometer locuras dictatoriales que seguramente acabarán en la Corte.

Aún más:

Los armatostes presidenciales: la Base Militar Aérea de Santa Lucía (no es un Aeropuerto), el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas, son proyectos-caprichos caros, inviables e ineficientes. AMLO lo sabe también y de ahí su obsesión de entregárselos al Ejército para que los construyan, vigilen, administren y exploten en lo financiero. Es parte de su estrategia para militarizar al país.

¿Cuál es el miedo de López Obrador?

Que ante el desastre de su régimen, Morena pierda las elecciones presidenciales de 2024 – algo cada vez más posible, probable y viable-, y que el nuevo Presidente (a), cancele sus onerosos proyectos. Por ejemplo: que Santa Lucía solamente se dedique a tareas militares, o aplicar a Dos Bocas una reconversión industrial para que deje de ser refinería, o bien, que el trenecito del sureste sea cancelado o concesionado por inviable. ¿Esto sería posible si la oposición gana la próxima presidencial? Sí, lo es.

¿Y cómo pretende AMLO blindar sus armatostes?

Entregándoselos al Ejército en custodia. Que sean los militares quienes le garanticen, más allá del 2024, que sus obras -es un decir- permanezcan y prevalezcan como legado histórico y que por ellas López Obrador sea recordado en la historia, a pesar de que los tres proyectos están condenados al fracaso.

¿Y cómo convencer a los militares de ser leales a AMLO más allá de su sexenio?

Mediante una vieja pero funcional fórmula: comprándolos con dinero. Sobornando al Ejército. Coptando a los altos mandos castrenses.

Hasta hoy, le ha funcionado.

*****

El honor del actual Secretario de la Defensa Nacional tiene precio.

El General Luis Cresencio Sandoval está a la venta.

El Ejército mexicano puede ser comprado por un político civil.

Sí: se vendió más rápido el General Secretario que el avión presidencial.

Porque cuando Sandoval llama a los mexicanos a ser parte de la autollamada Cuarta Transformación a través de un panfleto oral: “Como mexicanos es necesario estar unidos en el proyecto de nación que está en marcha…”, no sólo se está convirtiendo en mercenario con fusil, sino también, en vulgar matraquero de la 4T al hacer un exhorto público para pertenecer a un movimiento político, violando la Ley de Disciplina del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, que en su Artículo 17, señala en su parte medular:

“Queda estrictamente prohibido al militar en servicio activo, inmiscuirse en asuntos políticos, directa o indirectamente…”.

El General Sandoval habla como militar pero opera como político. ¿Cómo?  Vendiendo lealtades a un partido a cambio de dinero.

A este Ejército encabezado por el soldado Cresencio Sandoval, el Presidente civil lo ha comprado a base de muchos millones de pesos. De miles de millones de pesos. AMLO les regaló a los militares los contratos para construir la Base Militar de Santa Lucía y ordenó que todos los beneficios de administración financiera se vayan a los bolsillos de los militares. Y algo similar ocurre con el Tren Maya. Con dinero, AMLO tiene en la bolsa al indigno Sandoval y a los generales, hoy convertidos en voceros del Gobierno en turno. Vamos, ni en los años dorados del PRI se veía tal abyección del Ejército hacia el Gobierno.

Sobornar al Ejército desde Palacio Nacional -para el Presupuesto 2022 se autorizó que los dineros para los militares crezcan en 22 por ciento-, no sólo ha degradado al propio Ejército y arrodillado a Sandoval y generales a los pies del Presidente. No. Ha ido más allá: ha fomentado la corrupción entre el propio Ejército y los civiles. Como nunca.

Allí está el valioso y revelador reportaje de la colega Isabella González en Latinus, bajo la conducción del periodista Carlos Loret de Mola, mediante el cual se comprueba que tras la revisión de 966 contratos en la construcción de Santa Lucía, se “encontró empresas fantasma, compañías acusadas de desvío de recursos que reciben contratos, proveedores dedicados a rentar juegos infantiles a los que les rentaron tractocamiones, y hasta un señor en una pequeña tlapalería que según los papeles, es el principal contratista del aeropuerto”, según explicó Loret. Es decir: corrupción, corrupción, corrupción.

Eso es precisamente lo que AMLO, el Ejército y la 4T, quieren evitar mediante el decretazo autoritario del lunes pasado: que ya no se sigan descubriendo y documentando los actos de corrupción del régimen y se hagan públicos en algunos medios. Es censura innegable.

¡Únanse a la cuatroté!, es el virtual grito de guerra del soldado Sandoval.

Así, el Secretario de la Defensa Nacional de México vendió su honor a cambio de dinero.

Y todo, por los miedos de López Obrador para 2024.

*****

A México se le está militarizando. Sí, como lo hizo Hugo Chávez en Venezuela o Daniel Ortega en Nicaragua. Militarizar para proteger los excesos de los dictadores y lanzar la amenaza abierta, desnuda, en contra de opositores y ciudadanos: si te metes conmigo, te metes con los soldados.

El decreto de AMLO busca ubicar a nuestro país en la oscuridad financiera pública, en solapar la corrupción y la impunidad dentro del Gobierno, y en despojar a los mexicanos del derecho a la información pública.

México militarizado.

Ejército vendido.

Decretazo autoritario.

Y un Presidente entre delirios y locuras.

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