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25 años del Congreso Nacional Indígena

Rubén Martín

Acostumbrados y adormecidos por un sistema político de democracia representativa, partidocéntrico, donde se otorga un papel central a la clase gobernante y de paga, en los medios se pone poca atención a los actores políticos que no participan en la política de arriba, sino en la de abajo y con los pueblos. El Congreso Nacional Indígena (CNI) es uno de los actores políticos más relevantes del país y este pasado 12 de octubre cumplió 25 años de fundación en la Ciudad de México, como espacio de articulación de la mayoría de los pueblos originarios de México.

Está compuesto por los siguientes pueblos del territorio que hoy se nombra México: amuzgo, binnizá, chichimeca, chinanteco, chol, chontal de Oaxaca, chontal de Tabasco, coca,  comcac, cuicateco, cucapá, guarijío,  ikoots, kumiai, lacandón, mam, matlazinca, maya, mayo, mazahua, mazateco, mixe, mixteco, nahua, ñahñu/ñajtho/ñuhu, náyeri, popoluca, purépecha, rarámuri, sayulteco, tepehua, tepehuano, tlapaneco, tohono oódham, tojolabal, totonaco, triqui, tzeltal, tzotzil, wixárika,  yaqui, zoque, afromestizo y mestizo.

Su importancia deriva de que el CNI se convirtió en el principal espacio de articulación y organización de la mayoría de los pueblos indígenas del país que siguen padeciendo la guerra de conquista de sus territorios y de sus bienes comunes. Para quienes piensen que esta afirmación es exagerada les invito a leer los “Espejos de la resistencia” en la misma página del CNI donde se presentan, en resumen, las resistencias frente a ataques y despojos que padecen al menos 27 comunidades originarias organizadas en este espacio de articulación indígena.

No hay semana en que un pueblo originario no presente una denuncia por intentos de despojo de sus tierras ancestrales o de ataques o criminalización a miembros de sus comunidades. El CNI se convierte en un espacio de resonancia que permite que esas luchas, a veces aisladas y muchas veces apartadas en la geografía, logren visibilización y así resistir y convocar acciones para defenderse.

El CNI nace como espacio organizativo de los pueblos indígenas, como parte de las resonancias e impactos que generó el alzamiento de las comunidades mayas zapatistas organizadas a través del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Y asume además los siete principios del Mandar obedeciendo zapatista: 1) obedecer y no mandar, 2) representar y no suplantar, 3) servir y no servirse, 4) convencer y no vencer, 5) bajar y no subir, 6) proponer y no imponer, y 7) construir y no destruir. Estos principios llaman a llevar a cabo una política muy distinta a la que lleva a  cabo la clase política profesional que se practica justo en el sentido contrario del mandar obedeciendo: manda, suplanta, se sirve del cargo, siempre busca subir, impone y destruye y divide las comunidades y a la sociedad.  No sin contradicciones, en el CNI se busca que la política del mandar obedeciendo sea un conjunto de principios que eviten caer en los vicios de la política profesional.

Si bien las luchas y las resistencias indígenas son seculares en México, es decir han existido antes y después de la conquista española, a finales del siglo pasado las luchas indígenas estaban aisladas y debilitadas. Tras el alzamiento del EZLN del 1º de enero de 1994, los pueblos originarios iniciaron otro ciclo de organización que concluyó con el Primer Congreso Nacional Indígena en octubre de 1998.

Desde entonces se han celebrado cinco congresos más del CNI: el II en la Ciudad de México, el III en Nurío, Michoacán, como parte de las actividades de la Marcha del Color de la Tierra, que llevaban a cabo junto al EZLN. El IV se celebró en 2006 en San Pedro Atlapulco, Estado de México.

El V CNI se celebró en octubre de 2016, en el marco del vigésimo aniversario de su creación, y donde se conformó el Concejo Indígena de Gobierno (CGI) nombrando a María de Jesús Patricio como su vocera y postulándola como candidata independiente a la presidencia de la república para las elecciones de 2018. Al final no completó las firmas requeridas y no apareció en la boleta, pero la vocera logró hacer un recorrido por todo el país y reforzar los lazos de encuentro al interior del CNI. En estos días María de Jesús Patricio forma parte de la delegación del CNI que hace un recorrido por Europa, junto a la delegación del EZLN, como parte de la iniciativa política que los zapatistas han llamado Travesía por la vida.

A 25 años de su creación, el CNI anuncia la intensificación de sus agresiones a sus territorios, incluso hoy que un supuesto partido de izquierda gobierna desde Palacio Nacional. En su manifiesto por su aniversario, el CNI declaró: “A 25 años de esta lucha de resistencia y rebeldía, decimos claro: queremos nuestros territorios libres de megaproyectos de muerte. No queremos el tren Maya que convierta todo el sur sureste de nuestro país en un eslabón del capital trasnacional, en las vías y sus alrededores, la extracción, contaminación, destrucción, despojo y privatización en toda la región. No queremos el corredor transístmico que convierta en una fábrica de energía eólica, maquilas y explotación de minerales zonas enteras desde el océano Pacífico hasta el golfo de México, ni queremos el Proyecto Integral Morelos que atenta contra el territorio de comunidades de Tlaxcala, Puebla y Morelos en los pueblos del volcán Popocatépetl y que reprime con la muerte a quienes cuestionan o se oponen, como al compañero Samir Flores Soberanes”.

A 25 años de su fundación, el CNI se ha convertido en un espacio de organización importante para los pueblos que sufren las consecuencias del colonialismo moderno que llega con nombres de proyectos mineros, turísticos, eólicos, o inmobiliarios. Por fuera de los partidos y muchas veces enfrentados al gobierno y al capital, los pueblos resisten en esta red de solidaridad y encuentro que es el CNI.

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