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La Tecnodemocracia que viene

Armando Ríos Piter

Excelsior

15.02.2021

Por una #SociedadHorizontal

Gran revuelo provocó la visita del Presidente López Obrador, acompañado por algunos miembros de su gabinete y gobernadores, a lo que es el nuevo aeropuerto Felipe Ángeles. Juntos supervisaron el aterrizaje de un par de aviones comerciales sin pasajeros y oficialmente abrieron la primera pista en lo que pretende ser un aeropuerto internacional, aunque aún no cuente con torre de control.

Ante estas imágenes, los detractores del gobierno federal arreciaron sus críticas contra el mandatario recordándole las múltiples polémicas que en torno a sus decisiones se han presentado a lo largo del sexenio. Durante más de 26 meses, el Nuevo Aeropuerto, al igual que el Tren Maya y la Refinería en Dos Bocas han sido duramente criticados por sus costos y cuestionados por la viabilidad que puedan tener como proyectos de inversión.

Importantes sectores del país han planteado que sería mejor destinar los recursos que hoy se canalizan a estas obras, en las medicinas para niños con cáncer o mejorar el equipamiento del personal médico que hoy atiende la pandemia. Lo cierto es que la decisión de llevar a cabo estos proyectos, ha dependido prácticamente más de una decisión individual -la de AMLO- que de una mayoría popular que las haya tomado.

Aún cuando la representación popular en la Cámara de Diputados es la que define si estos proyectos se fondean o no con presupuesto público, la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones, es prácticamente nula. Sin embargo, todo indica que esta dinámica debe y puede cambiar muy pronto. 

Jason M. Hanania, autor de “Architecture of a Technodemocracy”, nos orienta sobre cómo la tecnología y la democracia pueden retroalimentarse para revolucionar los gobiernos, empoderar al 100% de los habitantes de un país y terminar con el sistema en el que sólo el 1% de las personas -los representantes populares- toman las decisiones por encima de los demás. La República “Tecno-Democrática” implica que mediante el uso de las nuevas herramientas que hoy provee la tecnología, todos los integrantes de la sociedad -incluidos los representantes electos- tienen la oportunidad de comunicarse entre ellos, más como “pares” que como “impares”.

En este modelo de gobierno, todos los integrantes de una sociedad tienen la posibilidad de proponer opciones y priorizar entre las propuestas de todos para elegir la que más les guste. A manera de ejemplo ¿queremos que se invierta en este aeropuerto o en el que estaba en Texcoco? De esta forma, cuando todos los integrantes de la sociedad -no solo unos cuantos- tienen la posibilidad de votar y decidir por la opción que más les interesa, la decisión se alinea con el interés de la mayoría y se maximiza el bienestar social.

Así, todos los integrantes de un grupo, se comunicarán unos con otros en las mismas circunstancias, propondrán opciones y decidirán por la que más les convence. La comunicación se dará en una plataforma que será un bien público, donde cada miembro del grupo es dueño y puede controlar su participación, sin el sesgo de un tercero. La labor del representante será únicamente, cumplir con el mandato de la mayoría y rendir cuentas de una manera transparente.

El autor propone desarrollar, con la maximización del uso tecnológico, cuatro derechos universales: 1) El derecho a comunicarse; 2) El derecho a proponer para tener opciones; 3) El derecho a decidir sobre las elecciones; 4) El derecho a la rendición de cuentas. Hoy que el país atraviesa por un momento de cambio, donde la sociedad se informa, comunica y organiza cada día más de una forma descentralizada, la evolución institucional debe apuntar hacia un modelo de esta naturaleza.

Parecería que nuestro sistema político vive sus últimos días; como cuando una estrella va a morir, crece y alcanza su máxima dimensión, para después achicarse en grados absolutos hasta volverse una estrella enana, que eventualmente muere. Sirva la analogía para describir lo que estoy convencido, le ocurre al presidencialismo mexicano.

Al darle ruta institucional a lo que hoy ya ocurre de manera incipiente, la #SociedadHorizontal crecerá con el fortalecimiento de estos derechos. La verdadera transformación, la transformación participativa, será viable con las herramientas que hoy puede aportar la “tecno-democracia”. Con ello, lograremos construir un México mas fuerte.

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