La pesadilla de Urzúa

Dolia Estévez

El Secretario de Hacienda y Crédito Público Carlos Urzúa confesó que su “peor pesadilla” es que Donald Trump saque a Estados Unidos del convenio comercial con México y Canadá. “Estamos muy preocupados. Sería desastroso obviamente para nosotros no tener TLCAN o T-MEC”, respondió cuando Michael Shifter, Presidente del Dialogo Interamericano le preguntó sobre la incertidumbre que genera para la economía mexicana la no definición en torno al tratado comercial renegociado en 2018. “[Trump] Puede impulsar el nuevo acuerdo con simplemente decir si no tenemos esto, no tenemos nada. Eso, obviamente, sería muy peligroso para nosotros. Un minuto después estaríamos en problemas”.

Urzúa teme que cuando Trump envíe el anteproyecto de ley sobre el T-MEC al Congreso de su país vaya acompañado de una carta advirtiendo que si no es aprobado sacará a Estados Unidos del TLCAN, el pacto original de hace 25 años. “Pero creo es sólo una pesadilla. Es el caso extremo”, dijo a manera de auto consuelo. Explicó que también está la posibilidad de que sea ratificado “más pronto que tarde” en los tres países. Señaló que México se está encargando del “tema más delicado” que es la reforma laboral. “Sería muy importante para los trabajadores de Estados Unidos”, declaró durante su primer foro público en esta capital patrocinado por el Dialogo el viernes pasado.

El dictamen de la Reforma Laboral–que ambiciona acabar con el corrupto sistema de prebendas que históricamente ha dominado el sindicalismo en México–fue aprobado por la Cámara de Diputados la semana pasada. Un paso importante, sin duda, en el camino hacia la ratificación del T-MEC. La mayoría demócrata en la Cámara Baja ha condicionado su voto a que México haga cambios sustanciales en materia laboral. Temen que sin ellos los trabajadores estadounidenses quedarían en desventaja cuando entrara en vigor el T-MEC. Por su parte, México y Canadá quieren que Estados Unidos levante las tarifas arancelarias al acero y aluminio antes de aprobar el convenio. No está claro si eso va a ocurrir pronto. Trump no parece tener prisa.

La pesadilla de Urzúa, quien estuvo en Washington la semana pasada para asistir a la reunión de primavera del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, no es infundada. Transmite un sentimiento de pánico, que se antoja extensivo al resto del equipo económico del gobierno, ante el carácter impredecible de Trump. Es entendible. Trump usa al T-MEC como moneda de cambio para presionar a AMLO. En un tuit el 5 de abril, dijo que si México deja de aprehender y deportar a los centroamericanos que intentan ingresar a Estados Unidos y, encima de eso, no frena el flujo de narcóticos, va a imponer una tarifa de importación del 25% a los automóviles hechos en México y cerrar la frontera. Todo eso, amenazó, será en lugar del T-MEC.

Antonio Ortiz Mena, Vicepresidente sénior del despacho de consultoría Albright Stonebridge, me dijo que mezclar temas es perjudicial para la relación con México. “Es volver al pasado. Hace que se trabe la relación bilateral. Es muy importante reencausar cada tema independientemente de lo que suceda en otros caminos. Cuando hemos mezclado no funciona”.

Ortiz Mena, quien es reconocido como uno de los especialistas que mejor conoce la economía mexicana y el tema comercial, cree que no hay mucho que pueda hacer México ante la incertidumbre económica que genera el T-MEC. “México no puede controlar lo que Estados Unidos haga o no con el T-MEC. Es una negociación entre el ejecutivo y el Congreso”, me dijo. Con todo, estimó que México puede ayudar generando condiciones de absoluta certidumbre económica y jurídica para la inversión nacional y extranjera a mediano y largo plazo independientemente de lo que suceda con el T-MEC. “Hay mucho por hacer todavía en el ámbito de la economía nacional para atraer a la inversión extranjera”.

Ortiz Mena sostiene que el destino del T-MEC está en una sola persona: Nancy Pelosi, Presidente de la Cámara Baja y tercera en la jerarquía de poder después de Trump y el Vicepresidente. “Tiene un enorme poder para controlar la agenda y para controlar los tiempos”. ¿Habrá T-MEC? “Por intereses económicos de Estados Unidos, nada que ver con México, el Congreso estadounidense va a ratificarlo. Al final del día eso es lo que va a hacer que el T-MEC salga.” Estados Unidos depende de México como fuente de producción compartida y como mercado de destino. Los costos económicos que enfrentaría son enormes. Se interrumpirían las cadenas de suministro del sector automotriz entre otros. “Washington no tiene un Plan B. Por interés propio acabará ratificándolo”.

Sin embargo, con Trump nunca se sabe. Como es patente en sus tuits no tiene la menor idea de la importancia económica, social, cultural e histórica de México. Conviene a México concentrar esfuerzos en organizaciones y personas que sí entienden que somos dos países interdependientes y que tanto pierde uno como el otro si el T-MEC llegara a fracasar o si se cerrara la frontera. Trump no tiene la capacidad de entender el impacto económico que eso tendría para Estados Unidos. Cree que sólo México saldría perdiendo. Esperemos que no tenga que hacerlo para darse cuenta que también para su país sería un desastre.

Fórmula infalible para ser un buen Presidente

Jorge Zepeda Patterson

No existe un manual del usuario para dirigir un país, que yo sepa; ni una escuela en donde se aprenda a ser un buen Presidente. Los mandatarios terminan descubriendo en qué consiste pilotear esa enorme nave que es la nación cuando están por terminar su sexenio y a veces ni entonces. Conducir desde Palacio Nacional (y antes Los Pinos) se asemeja a sentarse al volante de una gigante excavadora mecánica y descubrir a fuerza de intentos el impacto de cada una de las palancas y botones que aparecen en el tablero. No solo se trata de una cabina compleja, distinta a la de los autos que hasta ahora hemos manejado; el problema también es de perspectiva. Resulta difícil maniobrar cuando nos encontramos a tres metros de altura.

Me parece que Andrés Manuel López Obrador se encuentra justo en esa tesitura. Buena parte de su larga experiencia como líder opositor no solo no le está ayudando, sino en ocasiones me parece que le está perjudicando para convertirse en jefe de Estado. Las palancas de velocidades que aprendió manejar en su vida anterior no se parecen en nada a las que ahora manipula. En lo personal creo que es un hombre bien intencionado, sus objetivos (un país más justo y menos pobre) son atendibles y su austeridad y capacidad de trabajo constituyen una novedad en la galería de presidentes frívolos, corruptos o mediocres que nos han tocado en suerte. Solo espero que la curva de aprendizaje termine pronto y en el proceso no cometa más errores de los imprescindibles.

Mientras tanto, en lo que descubre en qué consiste convertirse en un buen Presidente, hay un recurso infalible del que podría echar mano: hacer lo contrario de lo que haga Donald Trump. Alguna vez tuve una compañera que era tan desorientada que bastaba preguntarle en qué dirección había que comenzar a caminar para descubrir cuál era la mejor ruta: invariablemente la dirección contraria. Algo similar sucede con Trump. Es tan ostensible mal Presidente, que intuitivamente sabremos que estamos en la zona correcta si procuramos no hacer lo que él.

Trump se ha enzarzado en un pleito personal con CNN, un medio de comunicación que lo crítica sistemáticamente. Trump ignora la estadística que no apoya sus opiniones y genera las suyas propias, por ejemplo sobre economía o violencia. Trump está rompiendo las reglas de civilidad con su Congreso, abusando de prerrogativas que por lo general el ejecutivo no solía esgrimir en contra del poder legislativo; por ejemplo el llamado a declarar una emergencia nacional sin que existan las razones.

Resulta poco tranquilizador constatar que en algunas acciones de López Obrador encontramos paralelismos con su colega del norte. Nuestro Presidente tampoco esconde la urticaria que le provoca un medio de comunicación, en su caso el diario Reforma, al que reiteradamente llama fifí y lo declara enemigo personal. De igual forma, parece manejar su propia estadística cuando la que ofrecen los organismos internacionales, los bancos o las calificadoras difieren de las que él desearía. Y su relación con el Congreso no es mucho mejor que la de Trump. Designar a un general que apenas está solicitando el retiro para hacerse cargo de la Guardia Nacional y pretender cumplir así el acuerdo que Morena había hecho con la oposición (un mando civil) a cambio de la aprobación de la ley, es una jugarreta de mal gusto. Más cercana a las tácticas abusivas de Trump que a las del Jefe de Estado que nos prometió en su discurso inaugural. Tampoco ayuda que Trump haya tenido una desavenencia con Jorge Ramos en una conferencia de prensa.

Desde luego que la discusión del periodista de Univisión con el Presidente mexicano no alcanzó la hostilidad que caracterizó a la que sostuvo con el equipo de la Casa Blanca. Pero lo que llama la atención es lo gratuito de esa fricción, en la mañanera de Palacio Nacional. Como político López Obrador siempre se caracterizó por su mano izquierda para navegar por encima de los detalles. Ante el reclamo de Ramos de que la estadística de asesinatos era preocupante y a ese ritmo terminaríamos peor, bastaba con que el Presidente hubiera dicho que ninguna cifra de muertos resulta menor, que mientras los haya su Gobierno no descansará y que justo ese día presentaba un equipo en el que confiaba para comenzar a resolver el problema. En lugar de eso se enfrascó en una discusión absurda de números que terminó perdiendo porque su propio secretario de Seguridad horas más tarde la dio la razón al periodista.

En suma, los errores son inevitables en el difícil proceso de aprender a ser Presidente. Pero muchos de ellos podrían obviarse si AMLO observa a Trump detenidamente y decide hacer lo contrario. Por desgracia hasta ahora, en más de un sentido, parece estarlo imitando.

Editorial

Una larga batalla entre policías y militares

Hace 20 años, el gobierno de Ernesto Zedillo creó la Policía Federal Preventiva (PFP), un cuerpo formalmente civil pero integrado por efectivos del Ejército y de la Marina.

Su primer comisionado fue un civil: Omar Fayad, ahora gobernador de Hidalgo. Como para entonces la experiencia de Fayad en la materia era solo su paso por la comisión de seguridad en la Cámara de Diputados, no duró más que unos meses ante su falta de mando y ascendencia entre los militares. Lo reemplazó el almirante de Marina, Wilfrido Robledo Madrid.

La actuación más conocida de la PFP fue en febrero del 2000, cuando tomó Ciudad Universitaria para poner fin a diez meses de huelga. Fue una operación planeada por los mandos de la PFP en la Secretaría de Gobernación, que entonces estaba a cargo del tema de seguridad. Vestidos de policías federales, los militares salieron de madrugada del campo militar de San Miguel de los Jagüeyes, en Huehuetoca, Estado de México, para hacerse del control de la UNAM y detener a los líderes huelguistas.

Cuando llegó Vicente Fox a la Presidencia, el mando de la PFP volvió a ser civil: Alejandro Gertz Manero. Además de ser el primer titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), el ahora también primer fiscal General de la República asumió directamente el mando policial, después de una intensa confrontación con el almirante Robledo.

La PFP era aún un cuerpo militarizado, con más de cinco mil efectivos. La SSP mantenía sus convenios de préstamo con el Ejército y la Marina. A la salida de Gertz, otro almirante ocupó por unos meses la comandancia de la PFP, José Luis Figueroa.

Después volvió el mando civil. Ardelio Vargas Fosado, quien entonces era jefe de Estado Mayor quedó como comisionado encargado. Fueron los hombres a cargo de quien después sería el director del Instituto Nacional de Migración (INM), los que protagonizaron, en 2006, al final del gobierno de Fox, la represión contra los pobladores de San Miguel Atenco opuestos a la construcción del aeropuerto en Texcoco.

Felipe Calderón inició su gobierno con una PFP militarizada y desprestigiada. En su declaración de “guerra a las drogas”, les quitó a los militares los uniformes de policías civiles y los mandó a la confrontación directa con los narcotraficantes. Tarea a la que se sumaron otros 40 mil soldados y marinos.

El titular de la SSP, Genaro García Luna, rebautizó al cuerpo policial y la dejó solo como Policía Federal (PF). Sacó a los militares para crear un cuerpo civil. En 2009, Calderón volvió a poner de uniforme de policía a militares para la ocupación de las instalaciones de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, en su objetivo de desaparecerla.

Calderón le dio a García Luna cuanto quiso para la PF: dinero, infraestructura, equipo y hombres. De cinco mil pasó a más de 35 mil efectivos al final de su sexenio.

El conflicto entre civiles y militares se mantuvo en medio de acusaciones mutuas de colaboración con la delincuencia organizada. Ambos llevaban parte de razón.

El gobierno de Peña Nieto desapreció la SSP, regresó las funciones de seguridad a la Secretaría de Gobernación e intentó transformar la PF en una Gendarmería Nacional.

La Gendarmería naufragó entre la incapacidad del entonces comisionado de la PF, Manuel Mondragón, y los conflictos entre el Ejército y la Marina con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio -ahora senador- por el control del nuevo cuerpo.

Ni Calderón ni Peña pudieron en 12 años lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador en unos cuantos meses: reformar la Constitución para darles a las Fuerzas Armadas el marco legal de su participación en tareas seguridad pública.

Más aún, les entregó de plano esa función y les creó la Guardia Nacional en la que los militares serán los mandos operativos y tendrán como subordinados a más de 20 mil efectivos civiles de la Policía Federal.

Aunque López Obrador insistió en que la PF no servía, la Guardia Nacional se organizará sobre la base de ésta. Todas sus instalaciones, equipos y activos estarán a disposición de los jefes militares. Por lo menos, hasta el fin de este sexenio, cuando por mandato constitucional se revise si la Guardia Nacional se mantiene con el control y composición militar o soldados y marinos regresan a sus cuarteles.

Entonces, se podría abrir una nueva disputa entre civiles y militares. Dependerá de los resultados que entreguen los mandos castrenses de la Guardia Nacional.

Dos décadas de una batalla burocrática en la que los grandes ganadores han sido la corrupción y la delincuencia organizada, con su gran cauda de violencia.

SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Tras darse a conocer que los estados y municipios que necesiten de la Guardia Nacional tendrán que pagar una parte proporcional de los gastos de operación de los agentes, así como también los municipios, se armó un sainete entre los senadores, sobre todo del PRI, como Manuel Añorve Baños, quien vino a decir a Guerrero que no estaba de acuerdo con eso, y que votarían en contra de la Ley de la Guardia Nacional.

Antes, durante la discusión de la reforma, los miembros de la oposición habían pedido que se especificara que el gobierno federal no tendría atribuciones para revisar a las policías estatales, dejando a los gobernadores prácticamente a sus anchas, pese a que los recursos de seguridad pública que se manejan en estados y municipios son de la Federación, no se trata de recursos propios, sino de participaciones federales.

Ahora que la creación de la Guardia Nacional entró a su fase final en el Senado, Morena empuja las leyes secundarias que deberán discutirse y aprobarse en las próximas semanas, con los cambios que plantearon los mismos senadores en la reforma constitucional.

Pero ahora la sorpresa es la de la movilización de los contingentes de la Guardia Nacional, y la disposición para la que las entidades federativas absorban una parte proporcional del costo. Y eso fue algo que no les gustó a los senadores de la oposición, pues consideran que eso lesiona las finanzas estatales.

De ese tamaño es el compromiso que tienen por la seguridad de sus estados, los flamantes senadores, así como la disposición que tienen para trabajar de manera coordinada con el gobierno federal para abatir los índices de violencia en estados y municipios.

Sus discursillos politiqueros, en los que siempre hablan de unidad, coordinación, trabajo conjunto y esas bellezas con que se adornan, son sólo frases engaña-bobos, porque en la realidad no les gusta para nada eso de compartir, y mucho menos si se trata de una pantalla política, pues quieren para sí mismos los reflectores.

Y es que tal vez pensaron que la Federación se haría cargo de todo, para pacificar las regiones del país actualmente violentadas, y que a los gobernadores, que son los que constitucionalmente los responsables de la vida pública en sus estados, se echarían a la hamaca, viendo como el presidente de la República se desgasta tratando de traer un poco de paz al país.

Afortunadamente, el gobernador Héctor Astudillo Flores dijo ayer que está dispuesto a asumir el costo que le corresponda en el despliegue de la Guardia Nacional.

También dijo el gobernador que no era algo desconocido para él, o alguna sorpresa desagradable, porque en las reuniones que han tenido con el presidente y el secretario de Seguridad Pública. Por lo tanto, si el senador Manuel Añorve quiso venir a congraciarse con Astudillo, resolviéndole el entuerto del dinero, se equivocó. Nada más sano que las entidades y los municipios sean corresponsables de la estrategia de seguridad, ya no como un tema de apoyo al gobierno federal, sino como el cumplimiento de una obligación para brindar seguridad a sus gobernados.

No olvidemos que una de las principales críticas que se ha hecho a los gobiernos estatales es que han dejado pasar el tiempo y nunca prepararon ni capacitaron policías capaces de enfrentar el crimen organizado. En una reunión nacional el ex presidente Felipe Calderón hizo este tipo de reclamos, argumentando que por eso falló su estrategia de seguridad. El senador de Morena, Ricardo Monreal, criticó que distintas autoridades como presidentes municipales e incluso gobernadores, que solicitaban apoyo a través del gobierno federal, de las Fuerzas Armadas, no contribuían con ningún recurso para combatir la criminalidad de su estado.

El gobernador dijo ayer algo importante: que el estado apoya con combustible la actividad de la Policía Federal, y que podrá hacer lo mismo con la Guardia Nacional.

Por fortuna, Astudillo ha demostrado prudencia y decoro en muchos aspectos en donde sus antecesores fallaron. Con razón el presidente de la República lo ve con buenos ojos, porque no tiene que estar batallando con un vivales que lo único que quiere es ahorrarse dinero a costa de la seguridad del pueblo.

Palabra de Mujer

Ruth Tamayo Hernández

China, el sueño guajiro del titular de SECTUR

Mis estimados, les tengo dos noticias, una buena y una mala. Iniciamos con la primera, les cuento que siguen llegando turistas a los destinos del estado de Guerrero; Acapulco e Ixtapa-Zihuatanejo, son puertos que los vacacionistas eligen para deleitarse en sus playas, pero también son los puertos más criticados por el flagelo de la criminalidad y abusos diversos por los prestadores de servicios turísticos. Siempre hay prietos en el arroz, y nunca salen a la perfección las cosas; no obstante, las autoridades han trabajado en la seguridad de las siete regiones del estado de Guerrero. Incluso, el gobernador Héctor Astudillo Flores se reunió con el General Juan Manuel Rico Gómez, comandante de la IX Región Militar, y autoridades de los tres órdenes de gobierno, con quienes llevaron a cabo la sesión de la Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz en la Zona Norte. El mandatario anunció que la Semana Santa representa la mejor temporada turística para Taxco de Alarcón, pero nosotros, agregamos, que la Semana Santa es la mejor temporada para todos los destinos del estado de Guerrero, y vaya que son 44 los municipios con vocación turística en la entidad suriana.

Sin embargo, el mandatario eligió a Taxco de Alarcón por el turismo religioso que en estas fechas llega al Pueblo Mágico, por tradiciones. Hasta 30 mil visitantes arriban a Taxco en estos días para celebrar la Semana Santa.

El gobernador indicó que la mesa de coordinación de seguridad para los turistas y demás personas, revisó el operativo que será coordinado por fuerzas federales, estatales y municipales, que serán los responsables de brindar seguridad a los visitantes y ciudadanía.

Ahora bien, aclaremos que la Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz, también está al tanto de la Zona Centro, Acapulco, Costa Chica, Costa Grande, Tierra Caliente y Sierras, y no sólo de la Zona Norte. Sólo se eligió Taxco como sede de la reunión.

El mandatario estatal sabe cómo masca la iguana en cada región y municipio del estado suriano. Conoce a cada lugar y se da cuenta que se cuecen bien aparte los guerrerenses. Y hoy más que nunca deben incluir a todos los destinos a un control de seguridad muy riguroso, pues no pueden tapar el sol con un dedo, o negar que hay violencia en las regiones.

Para muestras un botón: A Ixtapa-Zihuatanejo siguen llegando turistas nacionales de diferentes estados del país; sin embargo, también hay malas noticias, pues algunos vacacionistas revelan que hay delincuentes en la vía asaltando, aunque no ubican el lugar para saber si los robaron en zona guerrerense o en territorio michoacano.

Es muy lamentable escuchar esos hechos, porque si bien es cierto que los turistas minimizan la agresión, pues dijeron que no sufrieron golpes ni les quitaron su auto, sólo dinero y celulares, señalaron que tienen miedo de regresar por la misma carretera. ¡Me lleva la que me trajo!

¿Pero qué nos pasa, señores? En serio que estos sucesos dan coraje e impotencia. El gobierno tiene ubicados esos focos rojos, en donde estos criminales se colocan para asaltar a los visitantes. Esto sucede en cada ciclo vacacional y no hay manera de corregir estos hechos delictivos que dañan al puerto turístico.

Pero aun con todos esos negativos, los turistas siguen llegando a Ixtapa-Zihuatanejo. Pedimos que las autoridades de los tres órdenes de gobierno tomen cartas en este asunto.

En otro tema mis estimados, les cuento que el secretario de Turismo federal, Miguel Torruco Marqués, de plano no da pie con bola en la SECTUR. Y la mera verdad, al paso que va, dudo que enderece el barco; al contrario, éste continuará chueco, a la deriva, sin rumbo fijo, pues.

Resulta que el secretario de Turismo pondrá en marcha en China la estrategia turística “Toca Puertas”, como parte de los nuevos planes de promoción al sector. Torruco Marqués insiste en que la idea de su estrategia de promoción en China, es porque en esa nación existe un elevado número de turistas con buen poder adquisitivo, a los que van a buscar para acercarlos a México.

China -repitió Miguel Torruco, cuenta con un potencial de 124 millones de turistas, de los cuales 22 millones son de muy alto poder adquisitivo, y agregó: “De acuerdo a cifras oficiales más recientes, México recibió 135 mil turistas de China en 2018”.

Entonces se alegró el secretario de Turismo, diciendo que podemos recibir hasta 44.8 millones de turistas en general, en 2019.

Buena la actitud, don Miguel Torruco, lástima que con buenos deseos no se alcanzan las metas.

Siguió soñando sueños guajiros el titular de SECTUR y mencionó que se dio cuenta del potencial de los chinos en los últimos meses que trabajaron con operadores de viajes de ese país. Y fue en el Tianguis Turístico donde conocieron los funcionarios del ramo a los asiáticos y se dieron cuenta del potencial financiero de esa nación en turismo; sin embargo, a los millonarios chinos les gusta, lo bueno, bonito y barato. Y no vienen ni invierten en un destino que tiene problemas de inseguridad, son miedosos; de hecho, por eso se fueron del estado de Guerrero, había muchos de ellos invirtiendo en varias regiones del estado, pero se fueron.

También es cierto que a los chinos les interesan varias franjas del estado suriano. Hace años que andan tras las minas del estado de Guerrero, pero en este caso hablamos de turistas chinos que quieren venir a vacacionar, a gastar su dinero, a traernos yenes, no a llevarse dólares.

Ellos nunca visitan un destino de playa, sin llevarse arena a su país, y después vuelven y compran. A ellos les encantan las zonas arqueológicas del país, no duden que al rato sea de ellos. También les encantan las playas de la entidad suriana, sobre todo las que conservan áreas naturales, zonas de montañas, bosques. A ellos les gusta ese ambiente y la entidad suriana afortunadamente cuenta con esos requisitos que les encanta a los asiáticos. Y sean turistas o inversionistas, bien pronto los vamos a ver por estos rumbos con sus ojitos rasgados, abriéndolos de más de pura emoción al ver el bello océano en esta región de Costa Grande.

Sin duda que son buenas noticias que regresen los asiáticos al estado de Guerrero. Es cierto que su poder adquisitivo es muy alto, hasta para comprar Ixtapa-Zihuatanejo con todo y zihuatanejenses. Jejeje. Nomás que no están en venta. ¡Es broma, mis estimados!

Pero sin el afán de echar a perder la motivación del titular de la SECTUR, Miguel Torruco, nuestro México lindo y querido sigue siendo inseguro, violentado y a los chinos no los va a engañar, pues ellos conocen bien cómo masca la iguana por estos rumbos, pues están al tanto del estado Guerrero y los problemas que arrastra; y tal vez regresaron porque tienen cariño a los guerrerenses, ya que les gusta la entidad suriana. Como sea, bienvenidos chinitos.

Y ¿qué creen mis estimados? Me voy de vacaciones y bien merecidas, ¿eh? Jejeje. Deseo que disfruten sus días de asueto, pues esta escribidora disfrutará al máximo los días de descanso. Si Dios permite nos leemos el lunes. Diviértanse mucho pero sin excesos, por favor, y coman frutas y verduras. Jojojo. ¡Ah!, cuiden a los turistas y a los niños. ¡Sean felices, en familia!

Descifrando a AMLO, el político

Agustín Basave

El mundo de la política es habitado por una legión de fulleros y un puñado de soñadores. Pero esta minoría no puede darse el lujo de mantener sus sueños a salvo del pragmatismo, porque sin sagacidad y sin afán de mando jamás podría hacerlos realidad. ¿Qué distingue entonces a unos de otros? Que mientras unos persiguen prioritaria e inescrupulosamente su propio beneficio otros procuran el platónico bien común. Pero le pongan o no bridas a su astucia, todos aquellos que llegan a gobernar han de hacer gala de ella, so pena de incumplir sus anhelos y anular sus designios.

Andrés Manuel López Obrador es, además de idealista, maquiavélico. Si no fuera un habilidoso hombre de poder no se habría embarcado exitosamente en una tercera candidatura presidencial. Yo prefiero al AMLO que contendió en 2006 al que lo hizo en 2018 –porque aquel fue más selectivo en sus alianzas, porque estoy cierto de que con la misma selectividad habría ganado el año pasado, cuando el viento social sopló a su favor, y porque pienso que habría sido un mejor presidente sin el encono que incubó hace trece años, tras de ser víctima de un sucio proceso electoral– pero mi preferencia es irrelevante. Lo que ningún analista objetivo puede soslayar es el hecho de que AMLO es un pícaro jugador de carambola que juega siempre a dos o tres bandas, una en aras de sus principios y las demás –a menudo marcadas por interpósitas personas– perpetuadoras de su dominio político.

Veamos. La mayoría de sus decisiones esconden, bajo el propósito declarado, un cálculo electoral. Van tes ejemplos: 1) crear la figura de los “superdelegados” pretende combatir el burocratismo y la corrupción, pero también maniatar a los mandatarios estatales y perfilar a sus sucesores; 2) imponer la austeridad a los órganos autónomos, a la sociedad civil y a los partidos busca destinar más recursos a los programas sociales, pero también remover escollos a la 4T, por cierto mediante una singular innovación respecto del pasado inmediato: si Peña Nieto enriquecía a sus contrapesos para cooptarlos, AMLO los empobrece para debilitarlos; 3) impulsar la revocación de mandato tiene el propósito de apuntalar la democracia participativa, pero también poner a AMLO en la boleta del 2021 para darle más votos a sus candidatos. Rechazar todo esto sería tan ingenuo –o tramposo– como negar que los abucheos a los gobernadores son parte de una estratagema para socavar a las autoridades locales y propiciar la imagen de un primer mandatario magnánimo sin el cual no puede haber gobernabilidad.

La clave para entender el proyecto alternativo de nación de AMLO es su visión alternativa de la cosa pública. Para él, los equilibrios creados por el federalismo, los otros Poderes de la Unión y las autonomías tenían sentido cuando el Palacio Nacional era usurpado por tecnócratas, en medio de la corrupción rampante del periodo neoliberal, pero hoy constituyen un estorbo. Más aún, tengo para mí que AMLO no cree estar reeditando las artimañas que en el siglo pasado construyeron la hegemonía del PRI porque en el fondo no concibe a Morena como un partido sino como un entero, a la usanza callista, o mejor, como el movimiento y la correa de transmisión de quienes quieren cambiar a México (dicho sea de paso, yo no preveo la reelección de AMLO, pero sí vislumbro la tentación de un maximato). Privilegiar al morenismo, pues, no es para él desnivelar la cancha: es aplanar el terreno en el que se edificará la 4T. Los adalides que poseen la certeza de que la verdad y la historia están de su lado no tienen que mentir para faltar a la verdad.

Cuando el idealismo se hace gobierno y se mide en términos de redención los ardides truecan en deberes. Y cuando muchos de los diques contra una presidencia caudalosa son cotos de corrupción, la misión hace encarnar el autoritarismo. Todos los líderes desean obediencia, pero solo los autoritarios parten maniqueamente las aguas, estigmatizan al disidente y arrojan al opositor a la hoguera de las redes sociales (por eso, porque en las conferencias mañaneras el Poder Ejecutivo se erige también en judicial, AMLO prefiere sentenciar a “los conservadores” ahí y no seguir el cauce legal que desemboca en los juzgados). Así, la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción de que hablaba Weber se confunden. Nada ha de detener la epopeya; dudar o reconsiderar son flaquezas imperdonables. He aquí el riesgo que enfrentamos. No es tanto que el poder excesivo corrompa –doy por bueno que AMLO es incorruptible– cuanto que en ausencia de límites democráticos el desacierto del poderoso que libra una justa épica puede causar males épicos. Y es que la ambición de AMLO no es vulgar pero sí es enorme.

Concluyo con el factor temperamental: al idealista y al pragmático hay que sumar al luchador. AMLO se forjó en la lucha social, y son el choque y la polarización los que lo llevaron a donde está, no el diálogo ni la conciliación. Aunque su razón le exija prudencia ante su nueva circunstancia, su pasión le dicta la actitud que lo encumbró (véase su pulsión polarizadora en la pifia diplomática del video en que pide a España que se disculpe, una chispa sobre el pasto social secado por el racismo mexicano). ¿Cómo se conjura el peligro? Con la comprensión de que el imperativo es dividir el poder, no el país, y que lo único que conviene acopiar es la conciencia de que también un presidente honesto y bienintencionado, y astuto y sagaz, puede equivocarse y dañar a México si no hay algo que lo obligue a pensar bien o incluso a enmendar sus decisiones. Sí, como hizo el Senado en el caso de la Guardia Nacional.  

Editorial

Atrapados entre dos fronteras

Los últimos días han sido de extrema complejidad para las relaciones exteriores de México. Las presiones contradictorias ejercidas desde la frontera norte y la frontrea sur colocan al gobierno de López Obrador en una situación complicada. Atrapado entre dos fronteras contrastantes, en las que se juegan intereses imposibles de conciliar, el momento que se vive obliga al gobierno a tomar conciencia del margen tan estrecho de maniobra que se tiene cuando circunstancias internas en nuestros países vecinos ameritan tomar decisiones que, muy probablemente, serán erráticas y poco dignas, a más de dejar abierta una situación de alto riesgo en la frontera sur. 

El ultimátum que presenta Trump en relación con la contención de los migrantes centroamericanos que atraviesan el territorio mexicano para llegar a los Estados Unidos tiene sus raíces en la campaña electoral para el 2020 que ya se ha iniciado. Parte de dicha campaña es el empeño de Trump en consolidar el apoyo de las bases que le dieron el triunfo en 2016. A ellas va dirigida la insistencia en la construcción del muro que los separe de México y las alertas sobre une emergencia nacional imaginaria que, según él, provoca la llegada de cientos de miles de refugiados centroamericanos al territorio de su país. 

Las armas para presionar a México a fin de contener a los centroamericanos, o recibirlos cuando se les niega asilo, son muchas. Pueden ser cerrar la frontera, detener la ratificación del T-MEC o, por qué no, denunciar el TLCAN. Tales amenazas producen, con razón, enorme inquietud en México. Es evidente que su efecto sobre la economía puede ser devastador.  No se necesita el cierre total de la frontera; la demora para cruzar la aduana en Ciudad Juárez-El Paso produce ya pérdidas de millones de pesos. 

El reto para el gobierno de López Obrador es grande; las posibilidades de enfrentarlo, limitadas. Nueve meses después de su elección, AMLO sigue en campaña. Al preguntar a los asistentes a un mitin que respondan a mano alzada si debe tener una política prudente ante las provocaciones de Trump, recibe apoyo y genera simpatías. Pero con ello no avanza un ápice en la construcción de una política que, por una parte, debe mantener buenas relaciones con quien puede ahogar a la economía mexicana y, por la otra, impedir que la frontera sur se convierta en zona de hostilidad y enfrentamientos. 

Para lograr lo anterior se requiere de una gran habilidad diplomática, de un equipo profesional conocedor de las situaciones prevalecientes tanto en Estados Unidos como en Centroamérica; asimismo con experiencia en el diseño de estrategias para manejar situaciones de crisis y alcanzar objetivos de largo plazo. Ese equipo no existe. Los instrumentos para conducir la política exterior no están afinados; por el contrario, desentonan y hacen evidente que no hay quién lleve la batuta. Podrían contribuir a una estrategia de política exterior las opiniones de “expertos y think tanks” que, por lo visto, AMLO tiene en muy baja estima. 

SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Hay ecos importantes del Tianguis Turístico de Acapulco 2019. Uno de ellos habla del infructuoso esfuerzo de los empresarios del ramo turístico, así como de los gobernadores, para arrancarle al presidente Andrés Manuel López Obrador y al secretario del ramo turístico, Miguel Torruco, una millonaria cantidad para la promoción nacional e internacional de las bellezas naturales, históricas, religiosas y etnográficas del país, para garantizar un continuo flujo de visitantes. Y es que no olvidemos que a su llegada, Torruco decretó la desaparición del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM), organismo que se encargaba de la publicidad y promoción de los destinos del país, aunque cabe decir que lo hacía con criterios muy poco equitativos, pues a es obvio que a Guerrero lo dejaron solo durante mucho tiempo, y se enfocaban más en la Riviera Maya, Riviera Nayarit, Los Cabos, y otros destinos pudientes. Por ser Guerreo uno de los estados más violentados, el CPTM estaba obligado a buscar estrategias para conservar el flujo turístico, en lugar de abandonarnos y permitir que perdiéramos a los spring brakers o al turismo de cruceros, que se redujo al mínimo.

En cambio, nos mandaron puro turismo de circuito cerrado, como el turismo de convenciones y reuniones que generalmente se va a ciudades de mayor actividad empresarial y ejecutiva, dejándole al estado cargas fuertes para facilitar seguridad y hasta servicios adicionales de hospedaje.

Ningún puerto sobrevive así, y la gran crisis la pasamos solos, cosa que todavía no se resuelve, de hecho. Los guerrerenses siempre nos quejamos del abandono de la Federación en materia turística, sobre todo desde que durante el gobierno de Felipe Calderón nos quitaron el Tianguis Turístico, para hacerlo itinerante, aprovechándose del nombre que ya tenía, en lugar de crear otro concepto. El gobernador Héctor Astudillo ha defendido mucho a Guerrero, y siempre ha dicho que si no nos dan, pues no nos quiten. Eso hizo Felipe Calderón con Guerrero, y los gobernadores anteriores se dejaron vencer, no defendieron lo que era nuestro, y el CPTM tampoco sirvió de muro de contención para este atraco, como era su obligación.

¿Por qué quitarle a Guerrero lo que él mismo había construido por tantos años? Nos encueraron, de hecho. Y escribo esto como evidencia de que no es a partir de la llegada de AMLO que nos va mal a los guerrerenses. Al contrario, la historia de ninguneos es vieja. Yo creo que hay más esperanza de sacar algo ahora, que antes, porque ya de por sí se tenía una red de intereses que los gobernadores no podían traspasar, y como ejemplo tenemos el Tianguis Turístico.

Volviendo al tema, se dice que los gobernadores están realmente preocupados por la falta de divulgación, sobre todo los que carecen de sol, playa y arena, y que más bien dependen de la divulgación de sus acervos históricos y culturales, como Zacatecas, Puebla, Aguascalientes, Guanajuato y Querétaro, entre otros, que vienen empujando al seno de la Comisión Nacional de Gobernadores (Conago), para que se reconozca el programa de Pueblos Mágicos y se mantenga el apoyo que se les daba.

Pero no sólo ellos. La verdad es que también los gobernadores de las entidades donde hay desarrollos turísticos, Guerrero entre ellos, están siendo presionados porque sus mayores ingresos provienen del turismo, y sin una adecuada difusión, es obvio que habrá un impacto negativo, al menos de momento, en lo que se reactivan otros canales de difusión. Luego entonces,  los turisteros tienen que hacer su parte, sobre todo los grandes consorcios –que dicho sea de paso se han acostumbrado a que los gobiernos les resuelvan muchas cosas.

Pero no olvidar por favor que el turismo no es sólo cosa de ricos, sino también cosa de pobres. Hay una gran diferencia entre un palapero, que vive de sus magros ingresos anuales, que un consorcio inversionista que puede gastar miles de millones de dólares en la construcción de algún hotel, o de algún edificio de condominios, y que dice necesitar para llenarlos del apoyo gubernamental. No es lo mismo Chana que Juana.

Yo creo que el gobierno debe hacer esa diferencia, y meter a los inversionistas al ajo de la difusión, en una especie de dúo dinámico, mientras que el esfuerzo estatal se enfoca en las playas emergentes, donde los turisteros pobres viven con su propio esfuerzo y casi sin apoyo.

Lo que está haciendo ahora el gobernador con el binomino Playa Ventura-Playa Azul, en Copala, es ejemplar, pues por primera vez se está planificando un desarrollo turístico, en una región que ha crecido por el esfuerzo de los pobladores, porque dicen que los gobiernos municipales ni siquiera les garantizan el servicio de recolección de basura.

En Guerrero, se tienen muchos otros municipios en el litoral Pacífico que viven de flujos periódicos de visitantes, y que tienen muchos años en las “pipirrias” (Costa Chica dixit), pues el impacto de la violencia en Acapulco también los reventó. Pero lo más grave es que el gobierno, por tratar de levantar a Acapulco, ha abandonado a otros destinos y ha cancelado los planes de desarrollo para las regiones, léase Costa Chica y Costa Grande.

Creo que es cosa de que las cosas cambien.

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