Ruth Tamayo Hernández
Nuevo sistema de salud
desquicia a beneficiarios
“La
burla es el medio que emplea el ignorante acomplejado para sentirse sabio”:
Miguel Gila.
Mis
estimados, probablemente varios de los que lean este espacio no tengan
necesidad de usar la salud pública en sus lugares de origen, porque el cambio
del Seguro Popular a Instituto para el Bienestar (Insabi), a escasos ocho días
de que entró en vigor, duele mucho a los derechohabientes.
No
será nada fácil ni para el gobierno, como tampoco para los doctores en los
hospitales generales y públicos así como para los derechohabientes, aceptar los
cambios decretados, pues al parecer fue muy drástica la idea, ya que no está
cumpliendo las expectativas de gratuidad, oportunidad y profesionalismo, que
tanto se cacaraquearon.
Aunque
es muy pronto para criticar el nuevo plan de salud pública para población
abierta (los que carecen de seguridad social), el Insabi es un programa en el que
el gobierno no puede arriesgar ni aventarse como El Borras, porque con la salud
de la gente no se juega.
Muchos
especialistas están señalando que el recurso etiquetado para el Instituto de
Salud para el Bienestar es muy raquítico; según ellos es una cuarta parte de lo
que en realidad se necesita para un cambio de estos, pues exponen que deben
atender a una población que no tiene seguridad social, una población vulnerable
que alcanza los 75 millones de personas.
Denunciaron
que en el presupuesto de Egresos 2020, los legisladores etiquetaron para el Insabi
40 mil millones de pesos, dinero proveniente del Fondo de Gastos Catastrófico
del Seguro Popular; sin embargo, señalaron los especialistas que esta fuente de
financiamiento no es recurrente, es un fondo que se va a poder usar una vez
solamente.
Y
ellos también alertaron que el CIEP publicó un documento donde señala que el Insabi
podría costar desde 162 mil millones de pesos, en el escenario más conservador,
hasta más de 900 mil millones de pesos, si quieren que sus alcances sean en
beneficio de la mayoría de los mexicanos.
Así
que lo que se está proyectando asignar para 2020, es decir los 40 mil millones
de pesos, será insuficiente. Se necesita cuatro veces ese presupuesto para
llegar a su primer escenario, dijeron especialistas.
Aunque
he dicho que los cambios son buenos, creo que en salud pública el gobierno
federal no debió cambiar el Seguro Popular de esta forma. Debieron ser más
sensibles con los que menos tienen, y hacer un cambio gradual, simplemente
porque el tema de salud pública es muy vulnerable.
Este
sector aglutina a más de 75 millones de mexicanos según datos de los
especialistas en salud pública.
El
método de operación del nuevo programa de salud, tiene con los pelos de punta a
administrativos de hospitales, médicos y enfermeras, pues desconocen el sistema
operativo del nuevo Insabi, ya que ninguna autoridad estatal o federal se ocupó
de asesorarlos, ellos se aventaron como El Borras.
¡Qué
mal plan! Además, es mentira todo lo que presume el gobierno federal en
relación al Insabi, por eso deben ustedes conocer el nuevo plan de salud y
explicarlo a la gente, porque todos tenemos familia que hace uso de este
programa, y debemos alertarlos en el sentido de que todos en casa comiencen hacer
ahorros para atención médica, para acceder a la atención medica en sus
unidades.
¿Por
qué se los digo? Porque está todo escueto y a los derechohabientes les cobran
cuotas de recuperación muy por encima de lo que les cobraba el seguro popular.
Y esta denuncia se está haciendo a nivel nacional.
Por
otra parte, los beneficiarios tendrán que cumplir con tres requisitos: presentar
su credencial del INE o la Clave Única de Registro de Población (CURP) o su
acta de nacimiento; una de estas tres identificaciones necesitas para gozar del
Insabi. Además, es necesario no ser derechohabiente del IMSS e ISSSTE. Ahí
tienen los requisitos.
Lo
bueno de todo que ya no tiene que hacer fila para afiliarse, como en el Seguro
Popular, que pedía una serie de requisitos burocráticos que hacían dar mil
vueltas a los beneficiarios, hasta que por fin quedaban afiliados.
Sin
embargo, les diré que no todo lo que se dice del nuevo programa de salud, es
cierto, pues sin el afán de desdecir al presidente Andrés Manuel López Obrador,
la realidad no hay ni medicinas, ni especialistas como él lo prometió, que
habría doctores especialistas, enfermeras capacitadas y médicos generales, así
como hostales equipados.
Triste
el cuadro: ni una cosa, ni la otra, al menos en Guerrero no hay nada. La
entidad en este rubro está para llorar a grito abierto de pura desilusión. En los
hospitales generales, la gente es atendida en el suelo o sillas, porque no hay
camas, pero ya no sigo porque por lo menos atención médica hay, aunque el
paciente compre todos los medicamentos. Ya con la atención del doctor y prestar
el quirófano es ventaja.
En
otro tema, mis estimados, me apena decirles que varios guerrerenses estamos
sintiendo el temblor y no nos hincamos. En serio que varios no tienen
conciencia. Apenas festejábamos la buena racha del turismo que visitó los
destinos de playa y la buena derrama económica que dejaron, pero poco nos duró
el gusto porque amanecimos con la noticia de que la carretera
Zihuatanejo-Acapulco estaba bloqueada a la altura de Santa Rosa, por un grupo
de personas de la sierra de Petatlán, quienes exigen seguridad para sus
comunidades, pues ellos aseguran que son perseguidos por delincuentes, y piden
al gobierno que envié bases militares a la comunidades serranas de La Soledad
de los Enanos y La Higuera.
Los
serranos decididos cerraron la vía desde las 11:30 am y hasta el cierre de este
espacio seguía bloqueada la carretera federal. Más de siete horas habían
transcurrido con la carretera cerrada al tránsito vehicular. Los serranos
pedían hablar con una autoridad que tenga poder y pueda cumplir sus peticiones,
que no quieren promesas. Sin embargo las horas pasaban y no hubo autoridad que
lograra conciliar con los serranos.
Les
digo que hasta el cierre de este espacio no se había arreglado el conflicto, y
lo peor es no se veía interesados los señores de la sierra en liberar la vía,
aun cuando les pedían encarecidamente los pobladores del lugar que dejarán
pasar a los turistas. “Por lo menos que pasen ellos”, les pedían; pero los
serranos dijeron que no podían, pues había autobuses tapando la carretera.
Increíble,
pero cierto. Esto pasa en nuestro bello estado de Guerrero. ¿Inconciencia o
desidia del gobierno? No sabemos. Lo cierto es que estamos en problemas en la
región y apenas salimos de unos y luego entramos otros, y esto es un cuento de
nunca acabar.
¡Qué
mala puntada! Cientos de miles de automovilistas quedaron atrapados en medio
del bloqueo, hay maestros que vienen de regreso de vacaciones, pues hoy
regresan a clases más de 1 millón de estudiantes de primaria, secundaria, preparatoria
y Tecnológico. Se acabaron las vacaciones a los estudiantes.
Pero
siempre brota agua negra. Todo lo vivido con los turistas y la buena derrama
económica, era demasiado bonito, tenía que salir el prieto en el arroz.
¡Caray!,
qué mala puntada; volvimos a fallar los costagrandeños, pues había turistas
varados en el bloqueo quedaron atrapados cuando también regresaban a sus
lugares de origen.
¡Me
lleva la que me trajo! A ver con qué cara invitamos al turismo otra vez a los
destinos de playa de la Costa Grande.
Y
aunque la noticia de la playa incluyente en Playa Quieta viene a poner en alto
el nombre de Zihuatanejo, esos bloqueos pegan duro al destino de playa. Esperamos
que lleguen a un arreglo pronto en ese conflicto, por el bien del puerto
Ixtapa-Zihuatanejo.
No
se olviden que todos comemos del turismo y si matan a la gallina de los huevos
de oro con estos bloqueos, nos carga el payaso parejo, porque todos comen y
visten del puerto, ninguno traga brisa de mar. ¡Feliz miércoles para todos!