Martín Moreno
Una cadena de errores
diplomáticos, políticos y personales del Gobierno mexicano desataron el
conflicto diplomático más grave de nuestra historia reciente. Los desatinos
tanto de López Obrador como del improvisado y errático “Canciller” Marcelo
Ebrard –marcados por la soberbia en su actuación– llevaron a que Bolivia no
solo expulsara de su territorio a la Embajadora mexicana sino que, de paso,
exhibiera a la mal llamada Cuarta Transformación, ante los ojos del mundo, como
un Gobierno ignorante e incompetente.
Sí, la improvisación –uno de los sellos de la administración de
AMLO que más caros le está saliendo a todos los mexicanos, cuyo reciente
ejemplo fue el desplante populista de querer vender el avión presidencial y por
el cual pagaremos 16 millones de pesos por renta, cuidado y mantenimiento,
mientras que el sexenio pasado prácticamente se pagó lo mismo: 17 millones de
pesos–, desnudó las profundas carencias diplomáticas del Gobierno mexicano, que
se exhibió en el ámbito internacional como un novato con el affaire Evo Morales que, hoy por hoy, generó
prácticamente la ruptura diplomática con Bolivia.
¿Cómo se llegó a esta
situación en la cual hasta el Gobierno español se ha visto involucrado ante la
torpe y desastrosa intervención del Gobierno lopezobradorista tras la renuncia
de Evo y su obligada y vergonzante salida de Bolivia? ¿Cuáles fueron los pasos
fallidos de AMLO y de Ebrard para detonar un conflicto diplomático del cual no
se tiene registro ni memoria, de uno similar, por sus características y
gravedad? ¿Por qué el Presidente de México ha sido exhibido a nivel
internacional como un vulgar “cobarde matoncito” por parte del Gobierno
boliviano? ¿A dónde nos llevará todo esto?
Vale la pena, entonces, echar
un vistazo a los errores evidentes e innegables de AMLO y de Ebrard en la
relación con Bolivia, y que vulneró en tiempo récord la imagen del Presidente
de México en la última semana al grado de obligar tanto al “Canciller” Ebrard
como a la Secretaria de Gobernación a clamar por la “unidad nacional” para
defender a López Obrador, llamado que no encontró eco ni respuesta positiva
debido, principalmente, a la tradicional postura bravucona y grosera de AMLO
durante su primer año para con todos los que han cuestionado sus pésimas
decisiones de Gobierno. Se cosecha lo que se siembra.
Revisemos, pues:
REFUGIADO. El primer error
grave del Gobierno mexicano fue ofrecerle asilo a Evo Morales a su salida de
Bolivia, ya que la figura del asilado –de acuerdo a los especialistas en
derecho internacional– se tiene que solicitar a determinado país por parte del
personaje en conflicto, más no se debe ofrecer por parte de ningún Gobierno
hacia el personaje. Ebrard hizo las cosas al revés: ofreció asilo cuando a
nuestro Gobierno no le correspondía hacerlo, y por tanto, Morales llegó a
México más en calidad de refugiado que de asilado.
GOLPE DE ESTADO. En su soberbia y aldeanismo, tanto AMLO como
Ebrard –de manera precipitada y hasta irresponsable–, calificaron lo sucedido con
Evo Morales como “golpe de Estado”, sin tener más elementos que lo dicho por el
propio Evo, y carentes de reflexión inteligente y análisis a fondo. Error
grave. No solo ofendieron a los millones de bolivianos que votaron en contra de
Evo Morales en las recientes elecciones y que ya estaban hartos de su dictadura
política (14 años), sino que tanto el Presidente como el “Canciller” lo
proclamaron desde Palacio Nacional, lo que elevó el conflicto a un nivel de
Gobierno vs Gobierno, avalado por el primer mandatario mexicano. Lo ideal
hubiera sido fijar la postura desde Relaciones Exteriores y con la presencia
únicamente de Marcelo. Pero la soberbia personal y la ignorancia diplomática
los mató.
CONSPIRACIÓN. Ya en la
capital del país, a Evo Morales se le permitió absolutamente todo: desde
conspirar a la distancia y llamar a sus seguidores en Bolivia a derrocar al
Gobierno emergente de la Presidenta Jeanine Áñez, incitando, inclusive, a
bloquear su frontera para impedir el paso de alimentos. Evo se movía a sus
anchas y no paraba de incitar a la violencia, ante la complacencia de AMLO y de
Ebrard, en flagrante violación a las leyes de Asilo. “Morales incita a la
violencia desde México, lo que atenta contra la estabilidad del Gobierno
constitucional, la paz social y los derechos humanos del pueblo boliviano”,
alertó la Cancillería boliviana, y advirtió que México desconoce la Declaración
sobre el Asilo Territorial de 14 de diciembre de 1967, que establece que los
Estados que concedan asilo no deben permitir que los asilados “se dediquen a
actividades contrarias a los propósitos y principios de las Naciones Unidas”.
El Gobierno de Áñez expresó “su profunda molestia” a López Obrador por “la
violación de los principios que rigen la institución de asilo político”.
PINOCHET. Tras la molestia
del Gobierno de Bolivia, López Obrador respondió de manera errada y confusa
históricamente. Tras denunciar el asedio a la Embajada mexicana en La Paz y
pedir “que se respete el derecho de asilo”, aseguró que “eso no había sucedido ni
en el golpe militar de Chile orquestado por Pinochet”. Mientras, Ebrard
amenazaba al Gobierno de Áñez con presentar un Recurso ante la Corte
Internacional de Justicia “por el asedio a la Embajada mexicana en La Paz”.
COBARDE MATONCITO. La
contrarrespuesta del Gobierno boliviano, fue brutal: el ex Presidente y vocero
actual, Jorge Quiroga, calificó de “cobarde matoncito” a López Obrador ante su
intervencionismo en el conflicto boliviano. No lo bajó de “cobarde, sumiso,
servil y cínico”. ¿No te da vergüenza? Estás arrodillado ante Trump. Tu
servilismo a Maduro deshonra al gran México, le sorrajó Quiroga a AMLO; en
tanto, el Ministro del Interior del Gobierno de Bolivia, Arturo Murillo, le
respondió directamente a Ebrard: “Hoy nos amenazan con llevarnos a la Corte.
Allá nos veremos con mucho gusto y veremos quiénes han violado el Tratado”.
HUÍDA. Ante la furiosa
embestida del Gobierno de Bolivia, López Obrador reculó, se mostró temeroso y
solo atinó a decir que no iba a caer en “dimes y diretes”, y aprovechó para
anunciar que mejor tomaría días de descanso por el fin de año. Ebrard –ante la
felpa diplomática recibida desde La Paz–, se limitó a pedir “unidad nacional”
en torno al Presidente y, junto con Olga Sánchez Cordero, señalaron que se
había ofendido a México. Nadie se tragó la arenga conjunta de Ebrard y de la
Secretaria de Gobernación. Era manifiesto que el enfrentamiento iba
directamente contra el intervencionismo presidencial personal desde Palacio
Nacional y no un problema entre dos naciones. Ninguna respuesta popular tuvo el
llamado de los funcionarios del Gobierno mexicano.
EXPULSADA. AMLO y Ebrard estaban derrotados por la
contraofensiva boliviana ante el affaire Evo
Morales, quien tuvo que salir del país más por exigencia del Gobierno de Donald
Trump que por decisión de López Obrador que, una vez más, se postraba ante los
ordenamientos llegados desde Washington. Y cuando creyeron que el reposo de fin
de año apaciguaría los ánimos, desde La Paz les llegó el tiro de gracia: el
Gobierno boliviano declaraba el lunes pasado “persona non grata” a la
Embajadora María Teresa Mercado y le daba un plazo de 72 horas para abandonar
el país. Mazazo en la nuca a la errática, confundida y soberbia diplomacia
mexicana. La SRE solo respondió que ya tenían listos los aviones que
regresarían a nuestros compatriotas.
***
El Presidente de México está
pagando muy caro haber nombrado “Canciller” a Marcelo Ebrard. A la usanza del
PRI –a final de cuentas, ambos ex priistas–, en lugar de designar para
Relaciones Exteriores a un diplomático de carrera, con prestigio internacional
pero, sobre todo, conocedor de las leyes diplomáticas internacionales, AMLO
prefirió a su amigo y colaborador para el cargo, ante la profunda molestia de
los diplomáticos de carrera que vieron el nombramiento como parte de los viejos
privilegios que el sistema priista daba a sus incondicionales. Más de lo mismo.
Hoy, AMLO paga las
consecuencias funestas de haber enviado a Marcelo a la SRE:
Un Presidente señalado ante
el mundo como “cobarde y matoncito”.
Un “Canciller” de papel
exhibido por su torpeza y soberbia.
Un Gobierno vapuleado en la
escena internacional.
¿Y Evo Morales? Disfrutando
de la vida en Argentina y sin darle las gracias a México.
¡Qué vergüenza!
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