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Editorial

Semana de pesadilla para la Derecha

Parecía que la Derecha ganaba terreno en contra del Gobierno de AMLO; logró realizar una marcha importante, tenía los datos dramáticos de la violencia en el país y aprovechaba inmoralmente el error de Culiacán, la tragedia de los LeBarón y la economía nacional que, a grandes rasgos, parece no desarrollarse. Aunque a México le iba mal, a ella le iba bien políticamente, y sabemos que sólo le interesa recuperar el poder, aunque el país se hunda.

Pero la semana comenzó en su contra cuando se supo que García Luna, ex Secretario de Seguridad Pública, había sido detenido en Miami y sería enjuiciado en la corte de Nueva York, y las acusaciones no podían ser más graves; fue señalado de proteger al Cártel de Sinaloa, utilizando al Ejército y a la Policía Federal para combatir a sus competidores, buscando además crear un único cártel que controlara el trasiego de enervantes rumbo al país del norte, y hasta le acusan de haberse echado una liebre personal, cruzando algunos kilitos de coca y lavando dinero.

Con esta detención, se revela que la crisis en Culiacán, y el dominio de la zona por parte de los ejércitos particulares de los cárteles de los Zambada y los Guzmán no es cosa nueva, y no surgió de evitar confrontarlos violentamente cuando se tenía detenido a Ovidio Guzmán, sino que el fortalecimiento de estos grupos se dio en los maravillosos años del Gobierno de Calderón, con toda la protección del Estado.

¿Cómo pueden criticar a AMLO de no pelear por Culiacán, cuando ellos, durante 12 años, fueron los encargados de fortalecer, encubrir y perseguir a los adversarios del cártel? Aunque la Derecha sea cínica, por lo menos debería mantener alguna conexión con la realidad, y reconocer que la fuerza del narcotráfico tiene su origen en convenios con el Gobierno panista de Calderón.

Aún así, desde mi punto de vista como derechohumanista, me parece exagerada la reacción de Andrés Manuel al anunciar el despido de todos los que trabajaron en las áreas de seguridad con García Luna y Calderón, porque ante cualquier circunstancia se debe respetar el principio de presunción de inocencia; primero se debe abrir una investigación y no se debe sentenciar a priori, ni siquiera a los que se sospeche pertenezcan a los demonios de la corrupción más perversa.

Respecto a la economía, ciertamente no hay crecimiento, pero también se debe reconocer que se están combatiendo la desigualdad y la polarización social económica, y que en nuestro país, al término de este año, los pobres son un poco menos pobres y los ricos no han visto sus tierras expropiadas ni han sido obligados a pagarle al Gobierno para poder desarrollar sus empresas.

La visión del futuro económico del país mejora con el cierre de la negociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, y esperamos que no sólo impulse a los negociantes y empresarios, sino que también ofrezca mejores condiciones laborales para los trabajadores de los tres países.

Los de derecha en estos días lucen deprimidos, pensativos y tristes, los más honorables simplemente manifiestan su desilusión y se sienten defraudados por quienes les ofrecieron un país honesto, de moralidad cristiana y de respeto al Estado de derecho; han descubierto que debajo de aquel manto de santidad con que se cubrían los gobiernos panistas y el último del PRI existía un fenómeno purulento, corrupto, oportunista e inhumano.

Los que aspiran a la restauración del país que se les fue de las manos en julio de 2018, harían bien en pensar que esta patria generosa, que va buscando transformarse a través de la vida política ciudadana y empresarial en un país libre de corrupción, más igualitario, más equitativo y respetuoso del Estado de derecho, tiene cabida para ellos, aunque quieran regresar el reloj de la historia, pues todos son mexicanos, víctimas de sus ideales santificados, moralizantes y que dan prioridad a las empresas.

Sean quienes sean, son habitantes de este gran país, y si algo se permite en México, es soñar.

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