(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Mientras que el Economista colocó a Félix Salgado Macedonio como puntero en Guerrero, por Morena, seguido del ex delegado federal Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, por el Partido del Trabajo trasciende, y con mucho, Beatriz Mojica Morga, con 42 puntos de la preferencia electoral.
Es decir, que Bety Mojica supera a Félix y a Amílcar, los dos fuertes de Morena, por lo que en caso de una alianza y de que se decrete candidatura por género para Guerrero, el Partido del Trabajo tiene a la mejor candidata, de las 7 que necesitará el partido lópezobradorista y sus aliados en las elecciones de 2021.
Podemos decir, incluso, que la adhesión de Bety Mojica al Partido del Trabajo en un evento público en Acapulco, vino a catapultar al partido rojo en Guerrero, y comenzó a verse como la puerta alternativa de la alianza lópezobradorista, el único resquicio por el que puede colarse gente que no ha podido superar el cerco de los morenos, que tienen dos años renegando de los “advenedizos”, sin considerar que la política es un acto de sumar, no de restar.
Este mismo fenómeno lo vimos con la elección del dirigente nacional de Morena, donde “los puros” se opusieron fuertemente a “los aliados”, causando una fractura que tal vez el partido no logre superar de aquí a la elección de 2021, simplemente por la nominación de Mario Delgado no es reconocida por aquellos que estaban detrás de la candidatura de Porfirio Muñoz Ledo.
Ya habíamos dicho que visiblemente sólo se tienen 5 mujeres competitivas de Morena y aliados, en igual número de entidades, y una de ellas es Guerrero. Por lo tanto, aún se tiene la disyuntiva de elegir a 2 más que no sólo sumen al partido, sino que garanticen el triunfo en las elecciones de julio de 2021. Lo otro es dejar que la oposición recupere y/o mantenga espacios, y que Morena pierda las oportunidades que en este momento tiene como partido.
Recordemos, además, que una cosa es la popularidad del partido y otra cosa la del candidato que nominen. El partido guinda, como ya sabemos, depende de la popularidad del presidente de la República, y en este momento en Guerrero el partido supera a cualquier candidato, pero conforme pasan los meses esa preferencia se ha ido achicando, mientras aumenta el sector de ciudadanos indecisos en las encuestas. Esto significa que hay gente que en su momento le apostó a Morena, pero que está cambiando de opinión. Este fenómeno aumentará conforme transcurra la campaña y se acerque la elección, por lo que la holgada ventaja que en este momento muestran los candidatos punteros sobre su más cercano competidor del PRI (los otros ni vale la pena mencionarlos por ahora), puede irse reduciendo. Y no olvidemos que los priístas tienen un famoso refrán que dice: Caballo que alcanza, gana.
Finalmente, el tricolor está envalentonado por los triunfos de Coahuila e Hidalgo, así como el PRD sabe que sus bastiones están intactos en municipios y distritos.
Por lo tanto, el candidato a gobernador hará la diferencia, para bien o para mal. No estando ya el Efecto Peje (como se vio en las elecciones locales de Coahuila e Hidalgo), y como tampoco se hará la consulta para enjuiciar a los expresidentes en la misma fecha de la elección, entonces el partido estará solo y su fortaleza estará en los candidatos que se nominen.
Quien no entienda esta premisa, estará apostándole, como señaló ayer Beatriz Mojica Morga, al triunfo de la oposición.
De hecho, ese fenómeno ya lo vimos en la elección de 2018, cuando Morena ganó la presidencia de la República, senadurías y diputaciones federales y locales, pero mordió el polvo en las elecciones municipales, desde donde se promovió abiertamente el voto cruzado. Es decir, de 5 papeletas, se le pedía a la gente cruzar 4 por Morena, pero las de ayuntamientos por PRD, PRI, PAN, PT o cualquier otro. Y así fue que el partido guinda se quedó muy pequeño en las elecciones municipales, con un partido sumamente dividido desde las cúpulas.
La solución es un cambio de dirigencia inmediata, aprovechando que ya se tiene líder nacional. Esto se tiene que hacer a marchas forzadas, porque los dirigentes del partido están tan confrontados, que ya se trata de algo personal e irreconciliable. Eso es obvio cuando vemos lo que dice Marcial Rodríguez Saldaña, secretario general del partido con funciones de presidente, y Luis Enrique Ríos Saucedo, presidente del Consejo Político, un reconocido amilcarista.
O cambia el partido guinda, o lo cambian, parafraseando al ex gobernador priísta, José Francisco Ruiz Massieu.