AMLO y el estilo personal de gobernar

Jorge Zepeda Patterson

Nadie puede reprochar al Presidente Andrés Manuel López Obrador que no esté haciendo el mayor esfuerzo. El ritmo vertiginoso, el horario sacrificado y las semanas sin respiro habrían podido fundir a una persona más joven. Giras incesantes en aviones comerciales y circunstancias fatigosas, largos recorridos por carreteras de todo tipo, un sin número de asuntos que dependen de su intervención personal (porque así lo ha querido). Y pese a la tragedia de la pandemia y la inesperada y devastadora crisis económica, el Presidente parece incombustible en su determinación y optimismo.

Imbuido en sus convicciones, AMLO está intentándolo todo sin ahorrar esfuerzo o energía. Pero si queremos ser honestos, habría que preguntarnos si lo que está haciendo es lo más conveniente para llevar a buen puerto sus propios objetivos. Si su propósito es que su Gobierno sea un antes y un después en beneficio de los más necesitados, habría que valorar todo este esfuerzo no solo en términos de sus intenciones, que son loables, sino en función de sus resultados, que es lo que verdaderamente importa.

Supongo que en más de una ocasión el propio Presidente se habrá planteado esta cuestión. Quizá por ello este jueves, en su discurso para celebrar el tercer aniversario de su victoria, dijo lo siguiente:

“Posiblemente haya quienes imaginaron que sería de otra forma o que han llegado a la conclusión, en ejercicio de su libertad y de su criterio, que no comparten mis ideas y que no les gusta mi estilo de Gobierno, mi estilo de gobernar; pero nadie, en honor a la verdad, podrá decir que no he cumplido con mi compromiso de desterrar la corrupción y destinar mi imaginación, experiencia y trabajo en beneficio del pueblo y de la nación”.

Totalmente de acuerdo. Pero también se vale revisar si este estilo de Gobierno es el más eficaz de cara a los grandes objetivos sociales que se ha planteado. Más aún, habría que asegurarse de que no esté en contradicción con sus propias convicciones.

Para los que estamos convencidos de que el país necesita un cambio en beneficio de los sectores populares y que la llegada a Palacio Nacional de un hombre dispuesto a intentar ese cambio es poco menos que un milagro en una sociedad tan desigual como la nuestra, resulta difícil conformarse con un balance que remite simplemente a las buenas intenciones. Una especie de “se intentó sin desmayo, pero no se pudo”. Desde luego se aplaudirá el esfuerzo y se reconocerá la entereza, pero se lamentará el desperdicio de esta oportunidad histórica.

En particular me parece que la estrategia de polarización a la que se entregó el mandatario debilita enormemente los objetivos a los que se debe. Quizá a eso se refiere con su alusión a los que no gustan de su estilo de Gobierno, un estilo que, si bien tiene sus virtudes, también se ha caracterizado por la rijosidad en contra de aquellos que considera adversarios. Argumentar que este ha sido un país polarizado desde hace siglos y que AMLO no hace sino expresarlo, es absurdo al menos por dos razones: primero, porque acentuarlo un día tras otro y proveerlo de combustible no hace sino profundizar las diferencias lo cual exacerba esa polarización. Una cosa es que exista, y otra que el Presidente lo profundice. La misma actitud que da por bueno el argumento de que tirar basura en la banqueta se vale porque de cualquier manera ya está sucia. Y segundo, porque el líder de la nación está obligado a construir puentes y convocar a los ciudadanos y actores sociales y económicos a sumarse, por encima de las diferencias, a resolver los grandes problemas nacionales.

“A mí me gusta que sea peleonero, que les diga sus verdades a los explotadores y corruptos de siempre”, he escuchado en algunas tertulias de la radio. Sin embargo, me parece que eso equivale simplemente a ceder al impulso inmediato, a sacarse la irritación de cualquier manera. A mí lo que me gustaría es que mantuviese bajo control al personaje cargado de reproches y permitiera aflorar al estadista de largo aliento de su discurso del día de la victoria o de la toma de posesión.

Y tampoco es cierto que el Presidente esté obligado moralmente a denunciar a los que hicieron tanto daño, porque en realidad no lo está haciendo. Con razón o sin ella sataniza a periódicos y periodistas todos los días, pero no son tocados ni con el pétalo de una rosa Televisa o TV Azteca, los grandes cómplices que hicieron posible al viejo sistema, que manipularon la información en defensa de las élites y en contra de las causas populares durante décadas. Los más grandes barones del dinero, los que forman parte de la lista de Forbes, los verdaderos beneficiarios de la desigualdad y en gran medida reproductores de ella, forman parte de su consejo empresarial de asesores. Así que no, el Presidente no lo hace porque haya una deuda histórica o un deber moral de denunciar a los que llevaron al pueblo a esta situación. Porque si lo hiciera serían otros a los que estaría fustigando en las Mañaneras, o por lo menos no solo a estos, que ni siquiera son los más importantes.

Si de deber moral se trata, el Presidente tendría que documentar pruebas y llevar a tribunales a los saqueadores y responsables de los males del país. Pero en nada ayuda este pleito interminable cargado de acusaciones y reproches. Así que no, no hay razones éticas o de conciencia que justifiquen alimentar esta polarización; está claro que el pecho de un estadista sí debe ser bodega cuando está de por medio el beneficio de la nación. Así lo hizo con Trump, cuando tendría que haber hecho un reclamo severo a nombre de los mexicanos pero prefirió evitarlo en interés del país.

Ciertamente un discurso cargado de acusaciones sumarias le otorga al Presidente el apoyo popular y el aplauso fácil de la tribuna pero, más allá de ofrecer un desahogo emotivo a las mayorías, en la práctica produce muy poco para cambiar sus condiciones de vida. Se necesitan empleos atractivos y bien pagados y esos solo pueden surgir de nuevas formas de relación entre el capital y el trabajo, y enormes dosis de inversión. Ninguna de esas dos cosas podrán conseguirse con un ambiente de confrontación.

“Ya no me pertenezco, me debo al pueblo”, ha dicho López Obrador reiteradamente. Si en verdad lo cree, tendría que pensar que su estilo personal de gobernar no debería ser aquél que le acomoda a su talante, sino aquél que mejor responda a las necesidades de producir mejores condiciones de vida y estas van más allá del desahogo y el reclamo. Queda medio sexenio para aún intentarlo.

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Ayer se cumplieron 3 años del triunfo de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República, y su proyecto de Cuarta Transformación del país. El mandatario aprovechó el escenario de su Mañanera para dar un somero informe de los avances y retrocesos, y en tono optimista señaló que “vamos bien”, que hay avances, que se pueden ya palpar, y que los cambios están avalados por cas 90 por ciento de la población del país.

En cuanto a su persona, dijo que lo aprueban casi 7 de cada 10 mexicanos y eso, para un presidente de la República ya es muchito, pues con toda la andanada de críticas que le llueven todos los días, la imagen del presidente de la República estaría en los suelos.

Obviamente, la seguridad sigue siendo un tema pendiente. Con todo, el presidente presumió que bajaron los homicidios dolosos y eso nos consta porque Acapulco pasó de ser la ciudad más violenta a ocupar el décimo lugar a escala nacional en este tipo de delitos.

El presidente aceptó que, lamentablemente, crecieron los feminicidios y eso es una realidad. De pronto la matanza de mujeres se convirtió en la locura de este sexenio y con casos tan escandalosos como los “monstruos” de Acatepec y otros ya famosos.

La oposición, en cambio, sigue señalando que estamos ante un retroceso, que no hay nada de lo que el presidente ni su partido puedan presumir, y que al contrario el país se encamina al abismo de una dictadura, aunque no tan perfecta como la que nos recetó el PRI durante 70 años previos a la alternancia del año 2000.

Tal vez no les parezcan avances que, a pesar de la pandemia, México

sea la sede para que el mayor fabricante de trenes del mundo anuncie planta.

Quizás para ellos nada signifique que la recuperación fiscal histórica del SAT en primer trimestres de este año sea histórica: 385 mil 800 millones de pesos

O que México entre en el top 10 mundial de países con mayor inversión extranjera directa.

Y menos que México mejore 12 lugares en el ranking mundial de percepción de corrupción. Tampoco parece importar que se haya limpiado al sindicato de PEMEX de la lacra de Romero Deschamps. Ni que México invierta 4 veces más que Estados Unidos en reforestación, a través del Programa Sembrando Vida, programa que es el más grande en su tipo en el planeta.

Veamos otras perlas del lópezobradorismo: UIF y FGR inician proceso de recuperación de 600 mdp de cuentas abandonadas del narcotráfico.

Además, nuestro país se consolida como primer socio comercial de Estados Unidos, alcanzando récord de exportaciones en marzo.

¡Ah! Y  qué decir del guachicol. El Combate al robo de combustible evitó pérdidas de 140 mil millones de pesos por año, algo que venía dándose de manera muy descarada en todo el país.

El Banco del Bienestar del Gobierno obtiene la calificación más alta posible por parte de Standard & Poor’s.

El nuevo aeropuerto de Santa Lucía también ha sido catalogado como una magna obra, no sólo por su calidad sino por el tiempo récord de su construcción.

Se baja al 70% gastos de publicidad en medios de comunicación, lo que es el origen de la confrontación con los medios en manos de empresarios de la información en este país.

En materia agropecuaria, México se convierte en el segundo país de América Latina con más apoyos para agricultores.

Avances de ya casi 100% en reconstrucción de obras por sismos de 2017 y 2018 en 778 municipios y 10 entidades, cosa que el gobierno anterior no pudo lograr.

El país pudo renegociar el T-MEX con EEUU en apartado de industria agrícola para beneficiar con muchas ventajas al agro mexicano.

La empresa de la mina Cananea es obligada a pagar 54 millones de dólares a 1,097 trabajadores. Se tienen litigio con  otras mineras que no quieren pagar impuestos.

Twitter, Amazon, Booking, Apple, Adobe, Claro Video, Google y Uber se dan de alta al SAT; ya comienzan a pagar impuestos.

Hasta 75% de descuentos en mensualidades Infonavit: calladitos.

México anuncia nuevo plan para explotación de Litio sin intervención privada y bajo la asesoría de Bolivia, algo que lo está confrontando con una concesionarioa de Reino Unido.

En abril, México registró un crecimiento económico interanual de 20.6%.

Se anuncia construcción de 10 parques industriales en Istmo de Oaxaca, blindados de privatización.

Se consuma la reforma a Infonavit para otorgar el dinero directo a los beneficiarios, sin intermediarios.

Faltan 3 años, en los que el presidente y la nueva Legislatura federal que tomará posesión en septiembre, tratarán de consumar las reformas electoral, eléctrica y de seguridad, esto último con el fin de incorporar la Guardia Nacional a la Sedena.

Claro, la oposición tratará de impedir esos cambios, y de su parte argumentan todo lo que consideran está equivocado. 

En lo personal, insistimos en que debe haber una reforma fiscal de gran calado, para que se garantice que los ricos paguen más impuestos, que la clase media tenga beneficios que le permitan subsistir y no caerse al segmento de los más pobres, por una sola razón: porque hoy por hoy la clase media es la que genera riqueza en este país, y la que más impuestos paga. De ahí se financian los programas sociales. ¿Qué sucederá si la recaudación se cae, como sucedió en los primeros meses de la pandemia? Simplemente no habrá recursos que alcancen para cumplir con todos los compromisos del gobierno.

AMLO, el regente

Adela Navarro Bello

Es evidente que en la querencia del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, la derrota que tuvo su coalición en la Ciudad de México, es lo que más le pesa, y en lo que más se ocupa. Reacio como ha sido a apoyar a los estados, fuera de aquellos en los cuales se concentran sus grandes obras en el sur, a la Ciudad de México no solo le está invirtiendo recurso y tiempo, también esfuerzo y gobierno.

Dos situaciones marcaron la vida de la Ciudad de México en el último año. El distante manejo del gobierno sobre los sectores productivos a raíz de la pandemia por el contagio del nuevo coronavirus, y el colapso de un tramo de la línea 12 del metro de aquella ciudad, justo un mes antes de las elecciones.

Y en los dos casos, el presidente López Obrador ha tomado la batuta de la recuperación de la Ciudad de México. No es de gratis, el antes Distrito Federal había sido el bastión de la izquierda desde 1997 cuando lo ganó el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, y posteriormente el mismo Andrés Manuel López Obrador, pasando por Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera, y en 2018, una de las personas más cercanas al presidente, Claudia Sheinbaum.

Perder la Ciudad México tiene por tanto un significado más allá de una derrota electoral en cualquier otra entidad federativa, el centro del país era el centro de la izquierda, y por tanto de Morena. En 2018, no solo arrasó la jefa del gobierno, sino que la coalición de Morena obtuvo 13 de las 16 alcaldías. En tres años, el cambio fue radical. Si bien sigue siendo una fuerza importante el partido del presidente en la Ciudad de México, ya no es la principal. La derrota en nueve alcaldías, el triunfo en solo 7, ubica a la coalición de Morena en la segunda posición política, frente a la alianza conformada por PRI, PAN y PRD, que obtuvo nueve triunfos en aquella entidad.

El manejo de las catástrofes en la Ciudad de México, al menos de las dos más notorias, como lo son la caída del metro y la crisis económica por la pandemia mundial, no ha sido la más atinada por parte del presidente y su representante en esa entidad federativa. En el caso del metro, por ejemplo, se negaron desde un inicio a deslindar responsabilidades, hacer cambios en el sistema del metro, la estructura del gobierno. Dejaron en la impunidad a quienes durante los últimos tres años se han hecho cargo del mantenimiento de las vías del metro, y a quien hace 9 años la construyó.

Reacio como es a salirse de su agenda, la misma que marca cada mañana en sus conferencias diurnas, el presidente Andrés Manuel López Obrador, a diferencia de cuando era oposición y exigía la renuncia de secretarios de estado, por ejemplo en el caso del socavón del paso exprés, justificó hasta el cansancio a las autoridades del gobierno de la Ciudad de México, y decidió no apersonarse ni en la escena de la tragedia ni a visitar a los hospitalizados o solidarizarse personalmente con los deudos de las 26 personas que perdieron la vida. La indiferencia, finalmente le pasó la factura.

Era marzo de 2020, cuando los presidentes de otras naciones como Estados Unidos, Francia, Alemania, incluso países latinoamericanos como Guatemala, Costa Rica, Perú, Brasil, entre otros, estaban estructurando planes de apoyo al sector económico ante la inminente cuarentena, como reducción o condonación de impuestos, suspensión de cortes por ausencia de pagos en servicios básicos, pago de los mismos, créditos para nóminas, entrega universal de incentivos económicos, e inversión en los grandes sectores industriales, en México el presidente dijo no.

Efectivamente, López Obrador refirió, cuando la iniciativa privada le solicitó un plan de incentivos para que las empresas de todo tipo, sobrevivieran a la cuarentena, que no lo haría, que “los apoyos económicos solo a los pobres, no a las empresas. No habrá rescates al estilo del periodo neoliberal, que le daban a los bancos, a las grandes empresas, si tenemos que rescatar a alguien ¿a quién rescatar? A los pobres”, dijo el 23 de marzo de 2020.

Y en efecto, su plan no incluyó ni a clase media ni a la mediana empresa. Sus incentivos no fueron universales, sino a los sectores específicos que ha beneficiado, entregó de manera adelantada, meses de pensión a adultos mayores, a jóvenes y a sembradores, entre otros. Dijo que no condonaría impuestos, ni los reduciría, que se debían pagar porque de otra manera, no habría dinero para entregar a los más necesitados.

En enero de 2021, la cámara de comercio de la ciudad de México, informó que de no haber un plan de rescate e incentivos para los comercios de esa entidad, se habrían cerrado a esa fecha, unas 40 mil empresas y perdido más de 200 mil empleos. Pero nada hizo cambiar de opinión al jefe del ejecutivo mexicano, y por ende, a la jefa del gobierno…

…Hasta que llegó la derrota.

Entonces, sí se activaron los planes, tanto para reactivar la economía, como para reactivar y reconstruir la colapsada línea 12 del metro de la Ciudad de México, y en ambos casos, quien lleva la batuta no es la jefa del gobierno, es el presidente de la República. De la reconstrucción del metro, el anuncio lo hizo la misma Claudia Sheinbaum, quien aclaró que en adelante el único vocero de la reconstrucción del metro sería el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien ya ha tenido por lo menos una junta a solas con quien se encargará de reparar la línea 12 para activarla de nueva cuenta, precisamente el empresario constructor, Carlos Slim Helú.

En cuanto a la reactivación económica de la Ciudad de México, aunque no lo hizo de manera personal el presidente, sí destinó para la misma, a uno de sus más cercanos colaboradores y de mayor confianza, el secretario de hacienda y crédito público, Arturo Herrera.

La misma semana en que el presidente se reunió con Carlos Slim para ver los detalles de la reconstrucción de la línea 12 del metro, Herrara anunció, ahora sí, junto a Claudia Sheinabum, el programa Nafin-Ciudad de México, para “detonar con mayor velocidad la recuperación económica de la Ciudad de México”, que consiste en otorgar créditos de la banca de desarrollo y la privada, con una inversión total de 2 mil 720 millones de pesos para entregarlos a pequeñas y medianas empresas, con gracia de hasta seis meses para el inicio de los pagos respectivos.

Estas dos decisiones del presidente de la República, para reactivar una obra en un estado como lo es la colapsada línea 12 del metro o reactivar la economía de una entidad, solo han sucedido en la Ciudad de México. En estas fechas no hay otro estado que cuente con la colaboración y la solidaridad del mandatario nacional como la capital que perdió el 6 de junio de 2021, hecho indiscutible que lo lleva a invertir recursos, tiempo y esfuerzo en un electorado que primero le dio el triunfo hace más de 20 años y ahora es el primero que anuncia una caída que se nota, le preocupa al presidente, y mucho.

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

El PRI atraviesa su peor momento a nivel nacional. Nunca había estado tan debilitado y nunca sus dirigentes tan cuestionados. Ni siquiera tras la derrota de 2018 los tricolores se vieron tan pequeños, pues para entonces todavía tenían junto con el PAN la mayoría de las gubernaturas y de los congresos locales.

Pero 2021 fue para el PRI una verdadera catástrofe y de acuerdo con el ex gobernador oaxaqueño Ulises Ruiz Ortiz (llamado URO), esta debacle política sólo tiene un hombre, apellido y hasta un apodo: Alejandro Moreno, alias Alito, ex gobernador de Campeche y dirigente nacional del tricolor, quien fue el artífice de la alianza “Va por México”, junto con el PAN y el PRD.

Para URO, esta alianza artificial, que implica la mezcolanza de ideologías de derecha, centro e izquierda, fue el epitafio para el PRI, que sólo salvó el registro por el esfuerzo de militantes en distritos y municipios en disputa.

Como muchos otros priístas y perredistas, el traspasar las barreras ideológicas que los identifican como partidos frente al electorado, ha sido una locura.

Por lógica, en una nación que se ha desarrollado con un partidocracia bien definida, con partidos colocados por decenios en sus lugares del espectro político electoral, cayó de peso esa alianza que, además, realmente fue impulsada por empresarios, quienes asimismo reciben financiamiento público de los Estados Unidos para mantener una campaña permanente en contra del gobierno en turno, a través de ciertos personajes incrustados en los medios de comunicación o que cuentan ellos con sus propios espacios, aprovechando el auge de las redes sociales.

Es el caso de Latinus, así como de organizaciones de periodistas supuestamente constituidas para investigar y denunciar la corrupción gubernamental, esquema que el propio presidente Andrés Manuel López Obrador ha considerado que son “golpistas”, pues se trata realmente de injerencismo extranjero.

Ya de por sí la relación prensa gobierno está muy contaminada como para que, además, haya periodistas, medios y organizaciones que estén siendo financiadas por el gobierno estadounidense, y que obviamente son parte de una agenda global de control.

Volviendo al tema, el PRI se llevó la peor parte en la reciente elección, y todo indica que para 2022, cuando se realizarán elecciones en otras 6 entidades, también perderá pro lo menos Oaxaca.

El año próximo, irán a elección para gobernador los estados de Oaxaca e Hidalgo, gobernados por el PRI; Tamaulipas, Durango y Aguascalientes, gobernados por el PAN, así como Quintana Roo, que en este momento gobierna el PRD.

En 2023 cambiarán su gobierno estatal los estados de Coahuila y Estado de México, hoy en poder del PRI; y para 2024, empatados con la elección presidencial de ese año, los estados de Jalisco (Movimiento Ciudadano); Guanajuato y Yucatán, dominados por el PAN; Morelos, en poder del PES. Y las entidades morenistas como Ciudad de México, Chiapas, Puebla, Tabasco y Veracruz.

De esta suerte, en los próximos 3 años se renovarán todas las gubernaturas que en este 2021 no tuvieron elecciones, y eso será una prueba de fuego para todos los partidos, pues ya la cuña morenista está muy adentro.

Eso demuestra que la alianza Va por México no fue el contrapeso que se suponía. Al contrario, los partidos aliados tendrán que recapitular y repensar su estrategia, de si continúan aliados, o se mueve cada araña por su hebra.

Claro que tampoco es para rasgarse vestiduras. En Guerrero, por ejemplo, se pensaba que los perredistas se negarían abiertamente a una alianza con el PRI, pero la aceptaron sumamente gustosos, al grado de que podemos decir que aunque en muchos municipios el perredismo representó una dura carga para el tricolor, a nivel general los perredistas apuntalaron muy bien al candidato aliancista, Mario Moreno Arcos. 

Ya antes, en 2018, los perredistas de todo el país consintieron que el PRD fuese en alianza con el PAN, con el fin de detener el avance de Morena y su candidato, López Obrador.

Por lo tanto, tampoco hay que ser tan drásticos en eso de las ideologías partidistas, que a estas alturas están definitivamente borradas. Ya sólo tenemos a Morena, y a sus adversarios de enfrente, todos en bola. Así se lee el escenario político actual. Y aunque eso es una verdadera desgracia política, porque el país se queda sin opciones, a los ciudadanos nos queda una sola alternativa: votar por la persona, no por los partidos. Creo que eso sucedió el 6 de junio y seguirá sucediendo. No importa quién preste la bandera, mientras pueda llegar la persona con mejor aceptación social.

Alito, sin embargo, todavía tiene que enfrentar todos sus fantasmas y los más fuertes son los que están dentro. Con la desventaja de que ya no hay presidente de la República que sirva de muro de contención. Alito tendrá que defenderse solo.

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Los planteamientos de Evelyn Salgado Pineda en lo que es su gira de agradecimiento, son alentadores en muchos aspectos y para varios sectores, sobre todo el turístico.

Dado que ganó por el voto mayoritario de Acapulco y las dos costas, así como la Zona Norte, donde está ubicado Taxco de Alarcón, Evelyn Salgado tiene realmente una deuda con estas zonas, donde la principal fuente de ingresos es el turismo.

Más allá de los grandes proyectos turísticos que involucran la inversión de grupos y empresas nacionales y extranjeras, Evelyn tiene la tarea de impulsar al sector turístico social, el que depende de la inversión de miles de familias, que sostienen sus palapas y negocios de servicios turísticos con su propio esfuerzo, sin pedir nada a nadie, los que asumen sus pérdidas cuando el mal clima los golpea, los que se quedan con su mercancía cuando el flujo turístico se cae, los que llueva, truene o relampaguee están al pie del cañón, sobreviviendo en medio de una galopante crisis económica, donde no sólo se reducen los consumidores sino que aumentan los costos de producción y mantenimiento.

De los salarios ni qué decir. Estos negocios son atendidos por gente dela misma familia, y si acaso les alcanza para contratar a dos o tres empleados pero de manera temporal, pues no tendrían para sostener sueldos regulares durante todo el año.

Entonces, como suele decir Ángel Aguirre Rivero, “amor con amor se paga”. La señora gobernadora electa de Guerrero debe ir considerando el desarrollo del turismo para toda la franja Pacífico de la entidad, y no sólo para Acapulco o Zihuatanejo.

De hecho, consideramos que el famoso Triángulo del Sol se debe eliminar, porque sólo considera a Acapulco, Ixtapa Zihuatanejo y Taxco de Alarcón, cuando se tienen unos 400 kilómetros de playas desde la frontera con Oaxaca hasta la frontera con Michoacán, muy malamente explotadas.

Obviamente no se trata de venir a montar hoteles por todos lados, ni tampoco será algo que se logre en 6 años, pero las bases de un detonante desarrollo turístico ya se pueden ir sentando.

¿Qué le corresponde al gobierno? La infraestructura.  Y en este punto conviene decir que los criterios tienen que variar, porque de acuerdo con lo que tenemos, no se hacen obras donde no hay gente. De modo que primero se tienen que poblar las playas para que hasta entonces se les considere para obras de infraestructura turística, como bulevares, carreteras de acceso, servicios básicos como electricidad, agua potable y alcantarillado, y -algo sumamente importante- la construcción de plantas tratadoras de aguas negras, porque sin ellas las playas vírgenes de Guerrero se han ido convirtiendo en verdaderas cloacas, donde la gente hace pozos para sacar agua para el gasto doméstico a un lado de donde tiran las aguas negras.

De verdad que tiene mucha tarea la gobernadora electa, quien debe rodearse de expertos en la materia, no de cuates o de gente que le ayudó en la campaña. Y es que se estila que los gobiernos se plaguen de amigos y “ayudantes” de campaña, pero que ignoran casi todo de las áreas que manejan.

Luego se les debe apoyar con un staff de asesores técnicos que no dejarán sus despachos privados por ir a ganar un peso, y termina siendo más caro el trapito que el remedio.

Sabemos que hay mucha gente presionando para un empleo a la gobernadora electa, pero sobre aviso no hay engaño. Si algún tino tuvo Zeferino Torreblanca, fue que se quitó a la chusma perredista, gente que llevaba años en la grilla, pero que estaba ansiosa por llegar a manosear el recurso estatal. Malquerido y todo, pero Zeferino pudo sentar las bases del desarrollo estatal en muchas áreas, sobre todo en seguridad, pues desde su gobierno se construyeron los cuarteles regionales de la Policía Estatal, que son áreas integrales donde también están las delegaciones de Protección Civil.

Zeferino modernizó también el Registro Civil Estatal, que era un caos. Modernizó la Ley de Coordinación Fiscal para acelerar la entrega de recursos a los ayuntamientos, y le metió mucho al rescate de recursos naturales con la construcción de numerosas plantas tratadoras de aguas negras, que desafortunadamente en cuanto cambió el gobierno fueron abandonadas.

Si Evelyn trata de quedar bien con todos los zalameros que le están vendiendo el cuento de que promovieron el voto a su favor, se va a equivocar de medio a medio. Hubo muchas traiciones y ella lo sabe. Se están amparando en que no ganaron porque de parte de la oposición hubo mucho dinero tirado, pero es mentira. Todos tiraron dinero, pero la traición pudo más.

Evelyn no se debe tentar el corazón y entender que no gobernará para los morenistas, como querían los perredistas que Zeferino les diera todo. Evelyn gobenará para todos los guerrerenses, quienes llevamos años esperando que los grandes proyectos bajen y se dispersen.

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Tras la estrepitosa derrota de Morena y de la Cuarta Transformación en la Ciudad de México, donde se perdió la mitad de las delegaciones, la Secretaría de Hacienda está tratando de dar opciones al presidente, a fin de que se reconcilie con la llamada “clase media”, que fue la que presumiblemente fue la que dio un voto de castigo en las demarcaciones donde vive en su mayoría la clase media de la megápolis, y donde los candidatos de la alianza PRI-PRD-PAN, ganaron copiosamente.

Por algún lado tendría que meterse la erosión a la Cuarta Transformación. En estas últimas dos semanas, AMLO ha estado hablando de esa clase media manipulable, que a lo largo de la historia ha apoyado los peores proyectos de gobierno, como el fascismo, el nazismo y en América Latina todos los golpes de Estado.

Él pugna, dijo, por una clase media que no tenga aspiraciones de crecimiento “a costa de lo que sea”.

¿De qué exactamente se trata todo este enredo? Pues como lo dijimos harto en este espacio, la pandemia no golpeó a los pobres de entre los pobres -porque a este punto todos los somos. Para ellos hubo becas, adelanto de becas, atenciones de todo tipo, tandas y más.

Para la clase media no hubo nada. Estamos hablando de cientos, miles de ellos despedidos de negocios que cerraron por ley u obligados por la caída de las actividades económicas, sobre todo en las ciudades, donde prácticamente toda la burocracia se fue a casa.

Decenas, cientos, miles de dueños de negocios propios. Gente que estudió y que se manejaba como dueño de micro o pequeñas empresas, que no tuvieron ningún tipo de respaldo, ni en la banca privada, ni de parte del gobierno.

Se les dijo que atendieran a este sector, pues tasaron a todos con el mismo rasero. Metieron a mega ricos, dueños de transnacionales y los que ocupan los primeros lugares en las listas de los más ricos, con los Mipymes, que no son otra cosa que los cientos y miles de empresitas que de región en región van sosteniendo los empleos.

Dijeron que por nada del mundo pedirían préstamos en el extranjero para apoyar a la micro y pequeña empresa, para que pudieran reabrir sus negocios y que no hubiera despido de personas.

No les importó. Quisieron solucionar todo con las becas del Bienestar, mientras que la Ciudad de México sufría por más de un año de un cierre económico prolongado.

Trasciende que el presidente AMLO está preocupado, sobre todo porque el año próximo viene la consulta para revocación de mandato. Jamás imaginó que la cuña de su proyecto se metería por la clase media, que en 2018 y años atrás venía apostándole a un cambio de gobierno, porque para nada se les puede catalogar de “fifís”. Son gente que surgió de la cultura del esfuerzo y que de la noche a la mañana se vieron sin nada en las manos, algunos ya viejos, con sus hijos a medio formar.

Claro que esto tendría algún tipo de efecto, y no es porque la clase media sea inmoral o manipulable, es sólo porque ha sido la más golpeada. Si nos fijamos, los ricos no perdieron gran cosa, ellos siguen siendo ricos, porque además el sistema económico está diseñado para garantizarles grandes ganancias. Podemos hablar de empresarios a los que la pandemia catapultó, en lugar de empobrecer.

A los pobres de entre los pobres, los acurrucó el propio gobierno federal, porque en estados y municipios no hubo nada.

¿Y para los profesionistas, dueños de negocios, restaurantes, estéticas, fabricantes de muy diversos productos, qué hubo? Habladas. Señalamientos de que son corruptos, de que quieren dinero del pueblo para robárselo, acostumbrados por el antiguo régimen, etcétera, etcétera.

Las urnas fueron la voz de esa clase media envilecida por el discurso oficial y partidista. Ahora han de entender que la mayoría de los empleos de este país los sostienen las Mipymes, y que al caerse este sector, muchas familias están todavía sufriendo y sin esperanza, porque se quedaron sin empleos.

¿Cuál es la solución? Que se cambie el rol. Que pague más el que más gane, y que dejen de estar sangrando a lo que se llama “contribuyentes cautivos”, gente que paga “sí o sí” sus impuestos, sea porque son empleados, sea porque son empresas pequeñas que carecen de opciones para evadir impuestos.

Aunque se diga que ya traen cortos a los grandes empresarios con el pago de impuestos, no es así, falta en este sector una reforma fiscal de gran calado, algo con lo que el presidente no se quiere meter por ahora.

Pero la titular de Hacienda dice que urge, que sólo eso conciliaría a AMLO con la clase media, de cuyo lomo salen los dineros para sus programas sociales.

La clase media es la que más sufre en todos los países. En estados Unidos, por ejemplo, más vale ser muy pobre para que te den ayudas y te regresen impuestos, o ser muy rico para que ni te molesten, a ser clasemediero: profesionista, dueño de algún negocito, porque allá también estos son los que más pagan impuestos.

¿Y si AMLO lo sabe, por qué no actúa? Que conste que ya lo dijo Raquel Buenrostro, o modificamos el esquema impositivo para rescatar a la clase media, o veremos caer a la Cuarta Transformación de la misma manera que se alzó. Parece que este sector ya no está dispuesto a que se le siga sangrando y sin esperanza. Como alguien ya escribió por ahí, la clase media no tiene presidente.

Opinión

José Reyes Doria

Se acabó el PRI: ¿extinción natural o éxodo a Morena?

Todo indica que el otrora poderoso PRI vive sus últimas horas en la política mexicana. Desde 2018 su suerte quedó echada. No solo perdió la Presidencia de la República, sino que recibió el repudio abrumador de la sociedad. Pasó a ser un partido marginal en el Congreso de la Unión, además, en 2018 comenzó la sangría de gubernaturas, pues fue arrasado en Jalisco y Yucatán. En las elecciones del 6 de junio se confirmó la caída libre del PRI, ya que perdió ocho gubernaturas y apenas aumentó un puñado de diputados en San Lázaro.

Algunos priistas creen que el partido se puede levantar, como ya lo hizo en el año 2000, cuando perdió la Presidencia por primera vez en 70 años. Muchos dijeron que era el fin del PRI porque no sabía vivir sin el poder presidencial. Pero ese resurgimiento fue posible porque el partido tenía más de 20 gubernaturas y la mayoría relativa en el Congreso, de tal forma que no solo sobrevivió, sino que obligó a los dos Presidentes del PAN, Fox y Calderón, a cogobernar con el bloque priista.

O como en 2006, cuando fue enviado a un lejano tercer lugar en la elección presidencial y en el Congreso de la Unión. En esta ocasión el PRI pudo levantarse por la fuerte base territorial que conservaba y la polarización extrema entre el Presidente Calderón y Andrés Manuel López Obrador permitió a los priistas acomodarse como factor de gobernabilidad para el régimen calderonista. Así, el PRI resurgió por la puerta grande, en las elecciones intermedias recuperó la mayoría relativa en la Cámara de Diputados y buen número de gubernaturas; y con ese impulso ganó holgadamente la Presidencia de la República con Enrique Peña Nieto en 2012.

Pero ahora no hay posibilidades reales para resurgimiento del PRI. Sólo conserva cuatro gubernaturas, que muy probablemente pierda en 2022 y 2023; se trata de Hidalgo, Oaxaca, Estado de México y Coahuila. De hecho, Oaxaca parece ya entregada, pues desde 2018 es gobernada de facto por López Obrador. La probable pérdida del Estado de México, corazón del priismo, implica la debacle anímica y la privación de la mayor fuente de recursos del priismo. Tal vez el PRI conserve Coahuila, pues ahí han derrotado con carro completo a Morena en 2020 y 2021, pero habría que ver por cuánto tiempo.

A lo anterior hay que sumar el PRI y sus liderazgos cargan con un desprestigio descomunal a partir del gobierno de Peña Nieto, que tuvo niveles intolerables de corrupción, impunidad, insensibilidad e ineficiencia. Difícilmente el PRI y sus figuras nacionales podrán superar este estigma. De hecho, los líderes visibles del priismo están en una especie de autoexilio defensivo. Hay que agregar la perpetua amenaza de la 4T de sacar a la luz eventuales expedientes penales por corrupción contra los dirigentes priistas que quieran sobresalir u oponerse al gobierno de López Obrador.

La pregunta es: ¿por qué el PRI pudo sobrevivir a las derrotas de 2000 y 2006, y ahora parece que no se va a levantar? Una hipótesis viable es que, en gran medida, los simpatizantes, líderes regionales, estructuras y hasta ideólogos priistas han emigrado a Morena. Habituados al poder, habrían olfateado que el viejo partido ya no daba para más y que Morena ofrece afinidad, origen compartido, coincidencia ideológica y, sobre todo, garantía de acceso a candidaturas, juego político, cargos, presupuesto y protagonismo.

Así como el célebre axioma de la física dice que la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma, podemos hacer la lectura de que la cuarta fase del PRI se concretó en una transfusión del priismo a Morena. Una parte significativa de las bases y las estructuras del priismo se fueron a Morena. A votantes, bases y cuadros del PRI no les causa ninguna aversión aliarse o unirse a Morena; a diferencia de 2000 y 2006 cuando sí les causaba resquemor irse al PAN que les arrebató el poder presidencial.

Recordemos: en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), se intentó impulsar la cuarta fase del PRI. Los resultados de las elecciones presidenciales de 1988 fueron desastrosos, a pesar de que el gobierno y el PRI recurrieron a todas las trampas y manipulaciones, y explotaron al máximo el hecho de que las elecciones las organizaba una Comisión Federal Electora, adscrita a la Secretaría de Gobernación (presidida Manuel Bartlett), lo cual permitía manipular sin límite los resultados. El triunfo de Salinas fue duramente cuestionado, de ahí el proyecto de la cuarta refundación del PRI, incluyendo cambio de nombre, ideología y estructura, para adaptarlo a las necesidades de un régimen que ya había abandonado los ideales de justicia social de la Revolución Mexicana y promovía la consolidación del neoliberalismo. Nunca se completó tal refundación, de forma que la genealogía del partido oficial (PNR en 1929, PRM en 1938 y PRI en 1946) se agotó en un PRI que, con Salinas, fue expropiado y humillado, obligado a respaldar la implantación de un modelo económico excluyente, antipopular, autoritario, antinacional, concentrador de la riqueza y corrupto.

Así, la fractura priista de 1988 fue inevitable, con el surgimiento de la Corriente Democrática encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, que se oponían al modelo neoliberal y llamaban a un movimiento popular. La Corriente Democrática siguió su propio camino, se transformó en el PRD, mismo que, en inmensa medida, derivó en lo que hoy es Morena. Por su parte, el PRI siguió un camino de pragmatismo absoluto, sin más proyecto que asegurar el dominio neoliberal. El pragmatismo priista incluyó el salto de líderes al PAN y, sobre todo, al PRD y Morena, cuando el PRI les negaba una candidatura. Casi todos los gobernadores de PRD y Morena fueron priistas hasta horas antes de ser postulados; solo Claudia Sheinbaum ha sido electa sin haber sido del PRI, los demás eran priistas o piezas del sistema priista. De ahí la afinidad del priismo con Morena.

Estas y otras razones hacen verosímil la hipótesis de que la cuarta fase del PRI (sería provocador llamarla cuarta transformación), que debió hacerse en 1988, se concreta ahora bajo la forma de una migración, masiva, cuantitativa y cualitativa hacia Morena, a costa de la extinción del PRI que conocimos. El tiempo que siga existiendo el PRI, lo más probable es que sea como pequeño satélite de Morena.

El nuevo orden político surgido en 2018 hace propicia la extinción del PRI clásico. Los equilibrios políticos y la gobernabilidad no lo resentirían significativamente, debido a su escasa presencia parlamentaria y porque la gama de fuerzas e intereses tradicionalmente amalgamados en el PRI han encontrado canales de promoción en otras fuerzas políticas como Morena, y en menor medida PAN y MC. En cuanto a la necesidad de contar con opciones partidistas que representen la diversidad social, la extinción del PRI no afecta grandemente, pues el ala nacionalista popular del priismo puede jalar con Morena sin problemas; a su vez el ala proempresarial y clasemediera jalarían con el PAN. Además, en el clima de extrema polarización política que impulsa el Presidente López Obrador, no hay cabida para un partido de centro como presuntamente es el PRI.

Habrá que ver si el nuevo partido oficial canaliza la vena nacionalista, popular y revolucionaria del priismo para cimentar una hegemonía acorde con el ideario de López Obrador; o si se va imponiendo la vena pragmática, autoritaria y depredadora del priismo hasta devorar por dentro a Morena.

¿4T sin 3R?

Alejandro Calvillo

De acuerdo al discurso oficial, sin juzgarlo positiva o negativamente, no es el motivo de este artículo, el actual Gobierno se propone dejar un legado, darle relevancia histórica a su Gobierno, teniendo como eje principal combatir la pobreza y la corrupción y recuperar el control del Estado sobre áreas estratégicas como lo son la energía y la salud.

En este sentido, la 4T le ha declarado la guerra al neoliberalismo. Estemos de acuerdo o no con el actual Gobierno, el neoliberalismo llegó en México a extremos insospechados. La corrupción entre políticos y corporaciones fue profunda y la punta del iceberg se muestra con los multimillonarios impuestos no pagados por un gran número de corporaciones que en varios casos son equivalentes a un porcentaje importante de sus ganancias. No sólo se sirvieron en lo económico, también en el ámbito regulatorio haciendo las regulaciones y las normas a sus gustos.

Más allá de las filias y fobias frente a la 4T, de evaluar si esos objetivos se están cumpliendo o no, la 4T se encuentra inmersa en un entorno global en que la humanidad se enfrenta al mayor reto de su existencia para poder sobrevivir: realizar un giro profundo en la forma que está produciendo y consumiendo. Y estos giros no pueden ser pausados, deben ser ágiles. Si no actuamos, los niños que están naciendo ahora, cuando lleguen a su tercera edad, estarán enfrentando severas crisis de acceso a alimentos, a agua, inmersos en medio de migraciones masivas de habitantes. Los eventos climáticos se estarán presentando en una espiral ascendente, todo a causa del calentamiento global del planeta. Van a vivir estas catástrofes, pero la dimensión de estas dependerá de lo que hagamos ahora.

La 4T está en medio de este escenario que está empujando a la humanidad a la llamada tercera Revolución Industrial, a un cambio radical en la forma de producir energía, de producir y consumir en general, en la forma de comunicarnos y de transportarnos. La 4T coincide con la 3R en enfrentar al neoliberalismo recuperando el papel fundamental del Estado como regulador y benefactor, sin embargo, no coincide con la 3R que establece la necesidad de descentralizar la producción de la energía con el fin de convertir a los propios consumidores en productores de energía.

La apuesta del Presidente López Obrador por el petróleo y los conflictos con los contratos establecidos con las empresas privadas de renovables, que debe reconocerse que fueron elaborados en una perspectiva de abandono de la CFE, no deberían impedir que el Gobierno se sume a la 3R estableciendo nuevas reglas en el mercado energético que mantenga el papel rector del Estado pero que descentralice la producción y vuelva a los consumidores de energía en productores, impulse la creación de cooperativas energéticas y permita a las empresas privadas producir electricidad bajo esquemas transparentes y bien regulados.

Alemania, una de las naciones más destacadas por sus compromisos frente al cambio climático y el impulso de las renovables, mantiene una significativa producción eléctrica basada en carbón. Alemania plantea ir dejando la electricidad en base al carbón con fuertes inversiones en las regiones dependientes de este mineral, pero será un proceso paulatino y, por lo pronto, el carbón es una fuente importante de energía en Alemania. La proyección actual es que este país abandonará la producción de electricidad en base a carbón hasta el 2038.

Por otro lado, la participación de empresas estatales en la producción de electricidad tiene un papel importante en regular los mercados y no dejarlos únicamente en manos de los privados. Se debe pensar que todo este nuevo sistema eléctrico, más horizontal pero fuertemente integrado a través de las tecnologías de la información, tendrá que operar en medio de catástrofes climáticas. Es decir, la resiliencia debe considerarse no sólo a escala nacional, debe proyectarse a escala regional y local. Ante los eventos climáticos cada vez más recurrentes y severos, cómo se responderá a nivel regional y local.

Un escenario ejemplar de los eventos climáticos severos que veremos cada vez con mayor frecuencia y severidad, se presentó en Texas con la tormenta invernal de febrero pasado en la que 4 millones de clientes, una tercera parte del total, se quedó sin electricidad. El sistema eléctrico texano ya se había desregulado. En ese escenario, las empresas privadas dispararon las facturas por esos cinco días de afectación de la tormenta invernal. Mientras los consumidores enfrentaban las consecuencias de la tormenta invernal comenzaron a recibir facturas de electricidad por miles de dólares. Quien pagaba 200 dólares pasó a pagar más de 3 mil. El Fiscal general de Texas entró a demandar a las compañías de energía que estaban realizando estos cobros.

Texas, en muchos aspectos, es un caso interesante. Siendo el Estado petrolero por excelencia, está desarrollando fuertemente las energías renovables. CPS Energy, que es la mayor empresa eléctrica municipal de los Estados Unidos, ubicada en San Antonio, Texas, la séptima ciudad más poblada de los Estados Unidos, estaba encaminada en la construcción de dos centrales nucleares que abandonó por los sobrecostos y la oposición ciudadana. El giro lo dio para invertir en energía eólica. En 2016 CPS informó que había llegado a cubrir el 45 por ciento de las necesidades diarias de energía de la ciudad de San Antonio con eólica que provenía de siete granjas contratadas. El beneficio económico era compartido con los propietarios de la tierra que mantenían sus actividades ganaderas.

El modelo de cooperativas productoras de energía, así como de la producción de energía en el techo de las casas, es decir, la descentralización en la producción, es parte esencial de la 3R. La 4T debe entrar a la 3R sentando sus bases en la elaboración de un plan de transición que permita la regulación del sistema eléctrico a través de estructuras transparentes y participativas que garanticen los derechos de los pueblos y los consumidores y ponga freno a la interferencia de las corporaciones. La 3R debe encaminarse a darle el poder a la gente y a combatir la profunda desigualdad.

Los riesgos de la militarización

Dolia Estevez

La polémica propuesta de reforma constitucional para que la Guardia Nacional sea absorbida por la Secretaría de la Defensa Nacional, preocupa a quienes consideran un riesgo para los derechos humanos el empoderamiento de los militares. “El riesgo más obvio de una fuerza militar, con el papel de policía interna, es que la sociedad se canse con los abusos de derechos humanos relacionados a las Fuerzas Armadas (que es casi imposible evitar), y disminuya la confianza que se les ha dado”, me dijo Craig A. Deare, catedrático de la Universidad de la Defensa Nacional, ex oficial de Inteligencia del Pentágono, y ex asesor para América Latina en el Consejo Nacional de Seguridad.

Para Craig, la “tragedia” de la propuesta es que México vuelve a postergar una vez más la oportunidad de empezar a construir una policía federal profesional, capacitada y eficaz para atender la delincuencia que debería corresponder a los cuerpos de procuración de justicia civiles y no a los soldados y marinos.

“A México no le hacía falta un Ejército más grande para tratar temas de defensa nacional. Le hacía falta una entidad para tratar temas de crimen organizado o delincuencia organizada. Esta situación ha sido así desde 2007-2008. Tres presidentes consecutivos tuvieron ideas de fortalecer la policía federal–Calderón, Peña Nieto, y ahora AMLO–y ninguno tuvo éxito”, precisó el autor de The Tale of Two Eagles, texto que narra la evolución de la relación militar-militar EEUU-México en las últimas décadas.

Stephanie Brewer, directora para México y migración en la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), fue más directa al rechazar la propuesta de AMLO. “Es el último paso en la militarización de las tareas policiacas”, escribió en Twitter, “a pesar de que ha probado ser un fracaso durante 15 años”.

Lo que México necesita, planteó la especialista, son instituciones policiacas y civiles que garanticen el Estado de derecho y aborden la violencia en lugares donde la basta mayoría de crímenes contra la población permanece impune.

Antes de ganar la presidencia, AMLO prometió que pondría alto a la política de Calderón y Peña Nieto de militarizar las tareas policiacas, regresando al ejército a los cuarteles. Solía decir que su meta era que las corporaciones civiles asumieran todas las tareas de seguridad interna. Pero no sólo no ha cumplido, sino que usa a la Guardia Nacional en una amplia gama de tareas fuera de su competencia.

Integrada por soldados y ex policías federales, la Guardia Nacional se ha vuelto una especie de fuerza mil usos a disposición del Presidente. Su uso y abuso dejó de ser una supuesta medida transitoria para volverse estrategia de largo plazo.

“Son los únicos que me obedecen”, dice en privado AMLO.

Aunque nominalmente está bajo la tutela civil de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, la Sedena tiene el control operacional diario de la Guardia Nacional. Además, las Fuerzas Armadas son responsables de entrenarla y de nombrar a sus comandantes. La reforma para incorporarla de lleno a la Sedena acabaría con la simulación de que son un cuerpo de civiles.

En Latinoamérica, región marcada por sangrientos golpes militares, ceder poder prácticamente ilimitado a las Fuerzas Armadas es motivo de alarma. Sin embargo, los militares mexicanos carecen de tradición golpista.

Craig me dijo que no le preocupa la posibilidad de que las Fuerza Armadas “jueguen un papel más político” que, observó, “no lo buscan y no lo quieren”, Más bien, la preocupación está en “la percepción de legitimidad de la institución”.

WOLA coincide. El peso de las fuerzas armadas mexicanas dentro y fuera del ámbito de la seguridad, señaló en un análisis reciente, “puede significar que no hace falta un golpe de estado para que las instituciones militares ejerzan niveles de poder que, sin constituir un gobierno militar, tampoco hablan de una institucionalidad democrática saludable .

Otro peligro es la corrupción. Paradójicamente, uno de los motivos por los que Calderón acudió a los militares para librar su sangrienta guerra a las drogas fue que eran menos corruptos que la policía civil. Sin embargo, los militares son tan corruptibles y vulnerables a los sobornos millonarios del narco como cualquier otra autoridad.

Michael Hayden, ex director de la CIA y de la Agencia Nacional de Seguridad, me dijo que una de las mayores preocupaciones de los servicios de inteligencia de EEUU es la capacidad de “cooptación por parte del narco” de los altos mandos mexicanos militares y civiles a cargo de la seguridad.

Dos casos recientes muestran que el temor no es infundado. Generado García Luna, secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón, fue acusado de vínculos con el narcotráfico en Nueva York en 2019. Permanece preso en espera de ser juzgado.

Salvador Cienfuegos, ex titular de la Defensa de Peña Nieto, fue detenido y acusado en EEUU por presuntos nexos al narco en 2020. Tras la presión política del gobierno de AMLO, fue regresado a México bajo el entendido de que enfrentaría la justicia en su país. No obstante, AMLO ridiculizó las pruebas que entregó EEUU para que fuera juzgado. La FGR cerró el expediente.

No está claro cómo los cambios propuestos afectarían la deteriorada cooperación antinarcóticos en momentos en que los servicios de inteligencia de EU expresan alarma sobre el papel dominante de México en el tráfico de enervantes.

De acuerdo con la CIA, los sindicatos de la droga mexicanos controlan el tráfico a lo largo y ancho del territorio nacional. México es importante productor y tránsito de éxtasis, centro significativo de lavado de dinero, gran abastecedor de heroína y el más grande proveedor de marihuana y metanfetaminas en el mercado de EEUU. Es el tercer productor de opio en el mundo y 95 por ciento de la cocaína procedente de Sudamérica que ingresa a EEUU pasa por México.

El gobierno de Biden no se ha pronunciado sobre la controvertida propuesta presidencial. Probablemente no lo haga públicamente, sino en conversaciones privadas. Militarizar los órganos de procuración de justicia contraviene su férrea defensa de los derechos humanos y la priorización del combate a la corrupción como eje de su política exterior. Con todo, no dependerá de EEUU prevenir que la seguridad interna quede en manos militares sino del interés que haya en México en preservar la institucionalización civil.

Más pobreza y enfermedades; menos ingresos y alimentos

Rubén Martín

Hace un año, antes del inicio de la pandemia, la gran mayoría de la población mexicana estaba lejos de vivir una vida digna y holgada. Ahora tras más de un año de medidas de confinamiento y de parón de actividades económicas ocasionadas por la pandemia Covid-19, las condiciones de vida se han agravado en el país.

Las tendencias y los atisbos de qué tan grave se pondrían las condiciones de vida para la mayoría de mexicanos ahora ya se pueden ver como tendencias e indicadores a través de la Encuesta de Seguimiento de los Efectos del COVID-19 en el Bienestar de los Hogares Mexicanos (ENCOVID-19) levantada por la Universidad Iberoamericana, a través del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (Equide).

Los resultados de esta encuesta fueron presentados la semana pasada y sus conclusiones no son alentadoras: la pandemia afectó severamente el bienestar de la población al eliminar empleos, disminuir ingresos en la mayoría de los hogares (especialmente de clases bajas), dañar la salud mental de millones y dejar con menos alimentación a franjas importantes de la población. Pero aún se está lejos de tocar fondo y la crisis continuará a lo largo de este año, advierten los investigadores  del Equide.

Para la encuesta se preguntó a los entrevistados sobre los efectos que la pandemia les dejó en empleo e ingresos; salud mental; gastos médicos; y pobreza. Como no podría ser de otra manera, la pandemia no pegó por igual a todas las clases sociales. Siempre los pobres se vieron más afectados.

Por ejemplo, en el tema de empleo 47 por ciento de los entrevistados de nivel socioeconómico bajo, perdieron empleo; 40 por ciento de nivel medio y 35 por ciento nivel socioeconómico alto. Algo semejante ocurrió con pérdida de ingresos: 70 por ciento de nivel socioeconómico bajo perdieron ingresos, contra 66 por ciento sectores medios y 53 por ciento nivel socioeconómico alto. Hasta marzo de 2021, 68 por ciento de sectores bajos ingresos no han recuperado empleo, 62 por ciento de ingresos medios y 56 por ciento de ingresos altos.

Un efecto de la pandemia, el confinamiento y sus consecuencias económicas y sociales es que un porcentaje de población importante manifestó síntomas severos de ansiedad: hasta marzo 2021, 31 por ciento del total de encuestados, 40 por ciento niveles socioeconómicos bajos, 31 de sectores medios y 21 por ciento en sectores altos.

Como puede advertirse, también en los impactos de la salud mental hay desigualdades: afectó casi al doble de sectores bajos (40 por ciento) que a personas de ingresos altos (21 por ciento). La diferencia también es de género: 36 por ciento mujeres y 26 por ciento hombres tuvieron ansiedad a causa de la pandemia. Lo mismo con la depresión: 36 por ciento de ingresos bajos respondió que tuvo síntomas de depresión, 26 por ciento en ingresos medios y 21 por ciento en ingresos altos.

Uno de los efectos sociales más graves ocasionada por el parón mundial por la pandemia es que en México los hogares que declararon tener seguridad alimentaria, es decir los alimentos necesarios para los miembros de hogar, pasó de 45 por ciento en 2018, a 27 por ciento marzo 2021. En julio de 2020 llegó a estar 24 por ciento.  La inseguridad alimentaria es leve 36 en por ciento de encuestados, moderada en 20 por ciento y severa en 17 por ciento. En 2018, 20 por ciento de la población reportaba Carencia de alimentos, en marzo de 2021 la cifra aumentó a 37 por ciento.

La pandemia obligó a muchos hogares a gastar en el cuidado médico de los miembros que se enfermaron por Sars-Cov.2. De las personas contagiadas por Covid, 45 por ciento de hogares gastaron entre mil y 10 mil pesos en atención médica, 28 por ciento entre 10 mil y 50 mil, 6 por ciento entre 50 mil y 100 mil y 2 por ciento más de 100 mil pesos. El 56 por ciento de hogares reportaron gastos médicos.

Y obligó a jefes de hogar a gastar hasta más de 100 por ciento de sus ingresos anuales en cuidarse del Covid-10, indicó la ENCOVID-19. El impacto del gasto en atención médica fue muy alto en sectores bajos: 16 por ciento gasto todo el ingreso de un año en atender los padecimientos, 6 por ciento en medios y 4 por ciento en bajos.

La crisis de salud se convirtió, de un momento a otro, en crisis de ingreso en el hogar. ¿Cómo se enfrentó esta crisis en los hogares mexicanos? 45 por ciento pidió prestado, 32 por ciento vendió algo o buscó otro empleo, 29 por ciento empeñó o vendió propiedades, 28 por ciento dejó de pagar deudas y 28 por ciento dejó de pagar renta o servicios.

Como cabría esperar, esto provocó un aumento significativo de la pobreza: en 2018 41 por ciento vivía en pobreza y 7 por ciento en pobreza extrema. A un año de la pandemia (marzo 2021) los datos son: 54 por ciento vive en pobreza, 15 por ciento en pobreza extrema. Los mexicanos que viven en pobreza extrema se duplicaron en dos años. La pobreza por ingresos pasó de 49 por ciento en 2018 a 63 por ciento en marzo de 2020: 63 por ciento 2021.

Como se aprecian en los datos de la ENCOVID-19 (puede ser consultada en el portal del Equide: https://equide.org/wp-content/uploads/2021/06/PP-ENCOVID19-Marzo-2021.pdf), la pandemia afectó severamente el bienestar de la población mexicana: disminuyendo empleos e ingresos, dañando la salud mental y dejando millones sin seguridad alimentaria. Los impactos, como revelan los datos, no fueron parejos: pegaron más a los hogares más pobres, y también más a las mujeres, reforzando así las desigualdades que produce el capitalismo mexicano.

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