SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Ante la tercera oleada del Covid-19, hay algunos aspectos a tomar en cuenta. El primero, entender que la gente le perdió el miedo a la peste. El Covid-19 está ya asimilado entre la población, ya lo ven como una enfermedad más, algo de cuidado pero hasta ahí.

En estos días, por ejemplo, las escuelas de todos los niveles no suspendieron sus ceremonias de clausura, pese a que la Secretaría de Salud emitió un oficio para cancelarlas.

Los pueblos y comunidades tampoco están suspendiendo sus fiestas patronales, que por estas fechas son abundantes, sobre todo donde se adora a Santiago Apóstol (en Costa Chica ese festejo es general en toda la región, y tiene su culminación el 25 de julio). Es la fiesta por antonomasia de Ometepec, por ejemplo, que se celebra con una misa, una cabalgata y una fiesta masiva. Y aunque el comité organizador de la “fiesta grande” ya aceptó suspenderla, lo que no se suspendieron fueron las actividades previas, que comenzaron desde inicios del mes.

Tampoco están siendo cerradas las playas, como se hizo el año pasado incluso antes de que los casos se generalizaran en la entidad. Está llegando turismo a las playas de Guerrero, y eso nos debe poner ante el compromiso de extremar las medidas de protección.

Las distintas playas de Acapulco superan el 50 por ciento de ocupación, algunas rozando el 60 por ciento. Zihuatanejo registra 40 por ciento y Taxco 49 por ciento.

Tanto los locales como los visitantes deben entender que estamos ante una ola creciente de Covid-19. Que, además, se tienen dos nuevas cepas del virus circulando, que quizás no sean más letales que la original, pero sí está demostrado que tienen mayor capacidad de contagio. Por ejemplo, sin con la cepa Covid original era necesario un contacto prolongado con la persona infectada para adquirir la enfermedad, con las cepas Delta y Delta plus el mínimo contacto es suficiente.

Nos reportan, además, que la sintomatología cambia, pues ahora la gente comienza con dolor de cabeza, dolor de garganta, dolor de huesos, fiebre leve que va incrementándose, y la tos no aparece sino hasta pasado un tiempo, quizás 7 días. Eso hace que la gente se confíe y se piense que está ante un resfriado común.

Otra manifestación de estas variantes de la enfermedad es por diarrea abundante, sin fiebre, pero sí con secuelas de inflamación intestinal, cierto dolor abdominal y náuseas esporádicas.

La gente también está presentando ausencia de sabor y de olor, aunque como sucedió en la primera oleada, eso no es un síntoma generalizado.

En medio de todo este caos, el gobernador anunció que el lunes retrocedemos al semáforo amarillo. Esto ocurre a un mes de que fue declarado el semáforo verde, previo a las elecciones del 6 de junio. Aún estamos bien, comparado con otras entidades, que ya volvieron al rojo; es decir, cierre total de actividades no esenciales. Pareciera que eso no es necesario, pero sí lo es porque tiene una capacidad médica específica, que si los casos se multiplican más allá de lo razonable, los hospitales colapsarían. 

Por lo tanto, el control epidemiológico de la pandemia se debe hacer no para evitar su propagación, sino para hacerla más lenta, reducir su aceleramiento para evitar que haya gente que se quede sin acceso a una atención especializada en caso de que se agrave su condición.

También decir que la mayoría de los casos, como sucedió en la primera y segunda oleada, tendrán tratamiento ambulatorio y están sanando en casa. Los que llegan a los hospitales son únicamente los casos graves, que requieren suministro de oxígeno y, en caso extremo, de intubación.

Y es que no hay otra opción, pues esta oleada se compara con la segunda que sufrió la entidad en enero pasado, cuando nos quedamos sin oxígeno medicinal, porque el poco que había fue acaparado por los hospitales y clínicas del sector salud.

Recordemos que fue un tiempo muy difícil, en el que podemos afirmar que mucha gente murió por falta de capacidad en los hospitales, y también por falta de oxígeno para ayudarles mientras la neumonía afectaba sus pulmones, dejándolos con muy poca capacidad respiratoria.

Ya todos conocemos los estragos del Covid en el cuerpo humano, así como las secuelas de la enfermedad. No es que sanes y puedas hacer una vida normal. En la mayoría de los casos sí, pero hay miles de personas cuya calidad de vida disminuyó, dado que tienen tanto daño pulmonar, que sobreviven con apenas 30, 40 o la mitad de su capacidad pulmonar.

Esta gente automáticamente tiene una menor calidad de vida, pero también se reducirá su tiempo de vida, porque tendrán que sobrevivir con insuficiencia respiratoria.

La pandemia está diseminándose tan rápido, que no tarda y escucharemos noticias de saturación de salas covid. Esa es una realidad que ya aceptó el gobernador y lo que queda hacer de nuestra parte es cuidarnos. Ya sabemos como, sólo se necesita ser consciente y estricto en las medidas de prevención.

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Henrnández, in memóriam)

Con resultados tangibles en todas las áreas, el gobernador Héctor Astudillo Flores rindió ayer su sexto y último informe de gobierno, acompañado de su esposa, la presidenta del DIF, Mercedes Calvo de Astudillo, y del titular de la SADER, Víctor Villalobos Arámbula, como representante del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien por cierto estará desde hoy y hasta el lunes en Guerrero.

Los que vivimos el caótico gobierno interino de Rogelio Ortega Meza, con lo que se cerraron los 10 años de gobiernos perredistas en la entidad, podemos dar fe de que el sexenio 2015-2021 ha sido un periodo de reconstrucción en todos los órdenes de la vida pública.

Primeramente, se recuperó la gobernabilidad en la entidad, y se lograron abatir los índices de inseguridad tan altos que Guerrero registraba.

El gobernador presumió ayer precisamente este apartado de seguridad, puesto que hoy por hoy Guerrero ya no ocupa el deshonroso primer lugar en homicidios dolosos, luego de que por muchos años Acapulco fue la ciudad más violenta del mundo, junto con San Pedro Sula, en Honduras.

Increíble pero así fue, hasta que la llegada al poder del presidente López Obrador permitió un cambio de estrategia integral y global, a la que el gobernador Héctor Astudillo se sumó sin tapujos ni remilgos, contrario a lo que sucedió con otros gobernadores.

Con eso, Astudillo demostró mucha inteligencia y sabiduría, pero sobre todo amor por su pueblo, al actuar por encima de intereses e ideologías partidistas.

Han sido 3 años de intenso trabajo coordinado, y aunque podemos reclamar que faltó mayor inversión para Guerrero de parte del presidente AMLO, del otro lado tenemos que agradecerle que retomó el programa de fertilizante, que el gobernador había prometido que daría de manera gratuita a todos los productores de la entidad. La sensibilidad del presidente y la constante gestión del gobernador, quien además se comportó con mucho decoro y ecuanimidad, sin cajas destempladas ni pataleos innecesarios, permitió que ese programa tan importante para la producción de granos que surgió en la entidad, se rescatara y se llevara a otros estados.

Seguro estoy de que el presidente está consciente de que en Astudillo tuvo un aliado con su gobierno; a un hombre maduro políticamente y  sin dobleces, y que no tuvo que lidiar con un corrupto politiquillo, como sucedió, por ejemplo, en Tamaulipas o en Michoacán, cuyos gobernadores jugaron al tú por tú, en lugar de ponerse a trabajar en coordinación con el nuevo gobierno federal.

Por otro lado, durante este sexenio que está por concluir se impulsaron las inversiones en sectores clave para el desarrollo (Zihuatanejo es ejemplo de ello), y también se consolidaron las obras de combate a la pobreza, como salud, educación, agua potable y alcantarillado, básicamente.

No podemos obviar que a Astudillo le tocó un periodo de grandes retos: La crisis política inicial; el gasolinazo de 2017 luego, que redujo la posibilidad de maniobrar económicamente. Luego la pandemia que estalló en 2020 y que puso literalmente al estado de rodillas, con su sector turístico (el sector económico más importante del estado) cerrado.

Por un lado los enfermos y muertos cayendo, y por otro lado los negocios cerrando y los empleados siendo expulsados a la calle. No podemos imaginar los retos que el mandatario debió enfrentar para mantener a la entidad en cierta paz. La presión de los empresarios fue extrema, pues sus pérdidas eran mayúsculas. Y no sólo del sector turístico, sino también del ámbito minero, comercial y de servicios.

De verdad que el liderazgo de Astudillo fue probado. La última prueba fue el proceso electora que culminó con la elección del 6 de junio. Se le agradece su no injerencia y el respeto a la voluntad popular.

Restan 4 meses más de gobierno, en los que el mandatario tendrá que ocuparse de su proceso de entrega recepción. A mediados de octubre, lo veremos transfiriendo el mando a la primera mujer gobernadora.

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

¿Se adelantó la sucesión presidencial? En realidad el presidente de la República sólo le puso nombre y apellido a un movimiento que ya se  veía al interior de su gobierno y sobre todo al interior de Morena.

A decir verdad, la pasada elección del 6 de junio nos reveló entre líneas que la conquista del poder en los estados implicaba, además, el fortalecimiento o debilitamiento de los presidenciables, y al margen de la tragedia de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México, obra a cargo de Marcelo Ebrard Casaubón, actual secretario de Relaciones Exteriores, el “amigo” del presidente es uno de los favoritos,no sólo hacia dentro del partido lópezobradorista, sino también hacia afuera.

En cuanto a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, lo cierto es que la pandemia no le ha permitido crecer en imagen, e incluso trascendió que el presidente está molesto porque optó por un cierre prolongado de negocios, en el ánimo de controlar los contagios por Covid-19, que impactó severamente la economía de los capitalinos, quienes el 6 de junio se cobraron venganza y le entregaron a la oposición las delegaciones más pudientes.

Claro que eso es sólo un aspecto, porque Dolores Padierna, quien compitió por la delegación Cuauthémoc, sigue señalando que en su caso hubo traición de parte del grupo del senador petista, el zacatecano Ricardo Monreal.

Decíamos que el pasado proceso electoral fue, de hecho, una apuesta de “vencidas” entre los presidenciales. Monreal, por ejemplo, apoyó a Félix Salgado Macedonio. Lo defendió desde el primer momento cuando fue señalado como presunto violador. Fue el zacatecano el que salió a dar la cara por él.

De parte de Marcelo Ebrard se movió el empresario acapulqueño Luis Walton Aburto, y de su equipo salió la especie de que fue Marcelo Ebrard quien lo alentó a no claudicar y reclamar la candidatura incluso en los tribunales, alegando que aunque Félix tuvo mayor calificación en las encuestas, también tenía más negativos.

Siempre criticamos por qué tanta terquedad de parte de Luis Walton Aburto. Pues bueno, visto el rompecabezas ya más completo, ahora entendemos que había mucho de por medio. Marcelo ya se veía con el voto del estado más lópezobradorista en su bolsa.

Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, a su vez, se vendió ante todos como “el hombre del Presidente”, cosa más falsa, porque en realidad era la canica (¿podemos decir corcholatas, AMLO dixit?) de su hermana, la ex secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval Ballesteros, quien dicen también era una aspirante a la presidencia.

¿Y el presidente, acaso no tenía favoritos para Guerrero? Los que le creyeron a Pablo no han entendido que el mandatario federal ha demostrado ser harto pragmático, de modo que no suda calenturas ajenas. AMLO quiere, aprecia a la gente, pero no se desgarra la vestiduras por nadie. Por eso él mismo destapó a los “tapados”, diciendo que ese juego ya se terminó, y que su corcholata para el destape era el pueblo.

Prácticamente el presidente dijo: “Si están tapados, yo los destapo y que se fogueen”. Se negó a seguir con ese jueguillo perverso, tras el que se esconden muchas aberraciones políticas, y que en el pasado dieron lugar a los cacicazgos que aún están vigentes en la entidad.

Así, diciendo que eran los favoritos de presidente en turno, los caciques se fueron empoderando al grado de convertirse en amos y señores de Guerrero. Algunos, como los Figueroa y sus alfiles, lo fueron de horca y cuchillo. Se sabía que Rubén Figueroa Figueroa era tan “distinguido” por los presidenciables, que estos lo visitaban en su casona de la Ciudad de México, estilo que aún conservan nuestros próceres caciques.

¿O acaso no es común que los polítiquillos locales sean mandados a traer al a Ciudad de México, a la casa de algún jefe de tribu?

Entonces, visto lo que sucedió en todos los estados en el proceso electoral que está por concluir, el presidente simplemente desgarró el velo; mejo dicho, el sarape, y le quitó el gabán a los tapados, y los lanzó al ruedo. El que sobreviva en medio de la vorágine político-electoral de aquí al 2024, entonces habrá demostrado que es el bueno para ser el candidato a la presidencia de la República.

Ya sin tabla de salvación, el canciller Marcelo Ebrard se reunió el fin de semana con su grupo cercano y marcó línea para que, a la voz de ya, comenzaran a moverse en pos de una posible postulación, mientras él sigue atendiendo los espinosos asuntos relacionados con su trabajo.

En Guerrero, desde antier alzó la mano Luis Walton Aburto, para anunciar que trabajará por el proyecto de Marcelo Ebrard. Por lo tanto, aunque había dicho que la candidatura por Guerrero sería su último proyecto político, no es así. Walton está de regreso y en los próximos 3 años lo veremos más activo que nunca.

¿Qué hay de los demás? Pablo se irá al destierro político como diputado federal, donde hay poco dinero, cero moches y mucho trabajo. Su equipo queda muy disminuido en Guerrero, máxime ahora que el chilango Ríos Saucedo ya le puso el capote a la Torita y va por rabo y orejas…bueno él piensa eso, pero lo más seguro que salga corneado.

Félix Salgado vuelve al Senado y estará echándole un ojo al gato y otro al garabato…digo, a su hija. Nestora que se dé por bien servida si termina su gris representación como senadora. Adela Román tendrá que busca alguna actividad para no dejarse morir (tiene perfil para un buen cargo en el gobierno de Evelyn).

Y nosotros, amable lector, a cuidarnos de la tercera ola de Covid para poder seguir contando historias, de cara al proceso electoral de 2024.

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Por fin los perredistas están considerando la posibilidad de que se hayan equivocado en la decisión que tomaron de ir en alianza con el PRI en la elección pasada. La pérdida de votos que registraron por no haber llevado un candidato propio a gobernador, realmente les es preocupante. O debiera ser motivo de preocupación para ellos.

Y aunque no lo expresan abiertamente, no pueden negar que están en una encrucijada, siendo que 2024 está a la vuelta de la esquina, sin contar que en los próximos dos años (2022 y 2023), habrá elecciones en otros estados.

¿Cómo quedó el PRD en Guerrero luego de aliarse con el PRI para frenarle el paso a Morena? 

Esta reflexión del diputado Celestino Cesáreo nos ubica: “Los resultados que ratifican a Morena como fuerza emergente, abrió un debate para los próximos meses sobre la conveniencia o no, de mantener la alianza PRD-PRI-PAN”. ¿Qué tal?

Celestino, uno de los principales defensores de la alianza (pese a que su compañero de tribu, Carlos Reyes Torres, promovió su precampaña por la gubernatura con la bandeara de ir solos a la contienda, ganaran o perdieran), ahora está reconociendo que es necesario evaluar la situación para decidir si siguen juntos o se separan.

La pregunta es ¿por qué no lo hicieron antes? Consta que hubo diversas voces al interior del PRD que reclamaron la alianza, pues sin candidato a gobernador serían los verdaderos perdedores, se diluirían.

Lograron rescatar algunos municipios en alianza, pero encabezando el PRI. Sin embargo, en varios municipios lograron triunfar como PRD, pero fue porque los candidatos pelearon con uñas y dientes el competir solos.

Claro que todos los partidos políticos deben entrar en una fase de balances. Es necesario que evalúen los pros y contras de la alianza, y determinar si repiten este esquema en 2024, que yo creo que así será.  A nivel nacional sobre todo se espera que la oposición se aglutine aún más. Que la alianza de Va por México que está siendo auspiciada por los altos empresarios del país, tomando como alfiles a los 3 principales partidos (PRI, PAN y PRD), continuará y con la misma agenda: detener el avance de la Cuarta Transformación.

¿A qué nos referimos? Su objetivo es contener todas las contra-reformas constitucionales que ha venido promoviendo el gobierno federal, para revertir los 25 o 30 años de neoliberalismo, periodo en el que se hicieron más de 400 cambios a la Carga Magna, precisamente para adaptarla a los planes de libre mercado y economía globalizada.

AMLO y Morena saben que el tiempo apremia, pues de no alcanzar a realizar todas las reformas que tienen programadas, tanto en esta legislatura federal que está por concluir, como en la siguiente, en donde todavía se podrán hacer cambios, la elección de 2024 pone en riesgo el avance de la Cuarta Transformación, pues de perder Morena la presidencia simplemente y sin dudarlo la oposición se echaría en reversa para devolverle a los capitales nacionales y extranjeros.

Lo que está en puerta ahorita es la reforma constitucional en materia energética, para lo cual ayer la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, hizo un llamado a cerrar filas para lograr su aprobación.

El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha dicho que esta reforma es necesaria para garantizar la soberanía energética, devolviendo al Estado el control absoluto del sector, por razones de seguridad nacional. 

Y es que pocos países han renunciado a su hegemonía en su sector energético. Por ejemplo, en países desarrollados como Francia, se entiende que esta área es estratégica y la defienden. “Lo hacen todos los países del mundo, nos vendieron la idea de que no era cierto, pero eso es falso”, sentenció Sánchez Cordero.

Volviendo al tema, es mucho lo que estuvo en juego en la pasada elección y más será lo que se juegue en la elección de 2024.

Sería un milagro si el PRD -o mejor dicho los que lo manejan tanto a nivel nacional como estatal- decide retornar a su posición de izquierda. De no ser así, con la pena, pero ya no podrán volver más a ese esquema, y se quedarán diluidos entre la derecha priísta y la extrema derecha panista.

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Como era de esperarse, en respuesta a la bravucona postura de los amilcaristas en Guerrero (por favor, que alguien les diga que ya se acabaron), el secretario general del partido, Marcial Rodríguez Saldaña, convocó a los morenistas de todos sabores y colores a respaldar sin regateos ni condiciones a la gobernadora electa, Evelyn Salgado Pineda.

En el mismo sentido se manifestó ayer la diputada local Yoloczin Domínguez, quien precisó que aquellos que quieren unidad, deben pregonar con el ejemplo.

Y es que en verdad levantó ampolla la posición de los amilcaristas, quienes desde ya, incluso antes de comenzar el gobierno, se posicionan en el flanco de la oposición, en contra de la gobernadora electa, Evelyn Salgado Pineda.

Y como ya lo decíamos en este espacio, es obvio que al interior de Morena hubo traiciones muy marcadas, pues de 12 puntos de preferencia que Evelyn Salgado registraba al final de la campaña, el día de la elección apenas eran 5 puntos.

¿Qué sucedió? No se necesita ser “saurín” (como decía mi abuelo) para entenderlo: desde dentro de Morena se cocinó una campaña de traición y voto cruzado (decían “voto razonado), con el objetivo claro de hacer ganar al candidato de la alianza, Mario Moreno Arcos, de quien incluso se dice que recibieron dinero.

Por eso fue tan extraña la actitud de Mario Moreno el día de la elección, celebrando a media hora de cerradas las casillas, declarándose ganador de la contienda. Era inverosímil que él, como experto en campañas y elecciones, se adelantara a los tiempos oficiales de esa manera.

Algo sabía Mario que el resto de la gente. Incluso los dirigentes del PRI y del PRD, Héctor Apreza Patrón y Alberto Catalán Bastida, lo acompañaron en ese sinsentido.

Conforme avanza el tiempo, todo va quedando en su lugar. Desde el PRI o en alianza con este partido, se promovió una campaña de voto cruzado usando a los mismos morenistas inconformes, sobre todo del grupo de Pablo Amílcar y del externo Luis Walton Aburto, que aunque no se fue del partido, sí maniobró bajo el agua en contra de la candidata a gobernadora.

Y es lógico pensar que si no votaron por Evelyn, entonces votaron por la opción contraria. Los amilcaristas no iban a gastar cartuchos votando por nadie de la chiquinada, así que se enfocaron en Mario Moreno.

Desafortunadamente para ellos, al final no les salieron las cuentas y le quedaron mal al abonero, quien todavía no sabe dónde quedó la bolita, y está esperando el resultado de su impugnación.

Y mientras los amilcaristas se colocan del lado contrario de su propia historia (la verdad es que ese es el lugar que les corresponde), diversos alcaldes perredistas están por adherirse a Morena, sobre todo en Tierra Caliente.

Recordemos que en su gira de agradecimiento por esa región, acompañada de sus padres, quienes son originarios el uno de Pungarabato y la otra de Coyuca de Catalán, precisamente el alcalde de este último municipio, Eusebio Echeverría Tavarez, dijo sin dejar lugar a dudas, que habían elegido a la mejor gobernadora.

Se habla que otro que se sumará próximamente a las filas de Morena es el alcalde de San Miguel Totolapan, donde por cierto Evelyn Salgado ganó la elección sin problemas.

Y así iremos viendo que por convicción o por conveniencia, los alcaldes se irán deslindando de sus partidos y se irán acomodando a la ola del triunfo.

Lo sentimos por los amilcaristas, que no saben ya qué tarria les acomoda, porque de manera increíble están poniéndose en contra de su propia compañera gobernadora, con el argumento de que no es fundadora del partido.

Evelyn Salgado ha dicho que Morena no es propiedad de nadie, sino del pueblo de México, en consonancia también con lo que ha dicho el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Desde el centro del país, lo que queda del grupo de los amilcaristas, su cuñado John Ackerman, criticó ayer que la legalidad en Morena está desarticulada y es necesario un proceso de renovación nacional.

El vocero del Grupo Amílcar-Irma Eréndira cuestiona a Mario Delgado, pero como los de su grupo en Guerrero olvidan de todas las maniobras chuecas que ellos promovieron y lo seguirán haciendo.

Porque una cosa es disentir, lo cual es sano y hasta deseable; pero otra cosa muy distinta  es mentir, robar y traicionar.

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Este fin de semana atestiguamos por diversos medios los festejos por el 7 aniversario de Morena como partido político. Pero lo más notorio no fue la fiesta, sino lo que se escribió entre líneas.

Me explico: el primer festejo fue el viernes, en Chilpancingo, con la presencia de la gobernadora electa Evelyn Salgado Pineda; el senador Félix Salgado Macedonio; la presidenta electa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández Martínez, entre otros personajes del partido lópezobradorista.

Pero ayer, también en Chilpancingo, festejaron los amilcaristas. ¿Cómo aún existen? Pues sí. Ahí estuvo el diputado federal electo por uno de los distritos de Acapulco, con su fiel escudero, el diputado local Luis Enrique Ríos Saucedo, la senadora Nestora Salgado y algunos diputados locales y presidentes municipales electos.

Pero mientras la gobernadora electa festejaba que Morena llegó a sus 7 años de fundación con la gubernatura en la mano, haciendo un llamado a la unidad del partido, etcétera, ayer los amilcaristas nos sorprendieron con el discurso prepotente que los caracteriza.

“No nos someteremos”, dijo Ríos Saucedo, y se refirió al gobierno que ejercerá Evelyn Salgado Pineda como un gobierno bicéfalo (de dos cabezas), en alusión al padre, el senador Félix Salgado Macedonio.

Ya antes, Sergio Montes Carrillo (quien estaba peleado con Pablo Amílcar pero ya volvieron a hacerse compadres), había dicho que Félix no se debe meter en el gobierno de su hija Evelyn, y ella no se debe meter en el partido. ¿Qué tal estos machuchones triacioneros? 

O sea, quieren una gobernadora electa sin respaldo, sola. A alguien que puedan golpear, chantajear a sus anchas. A alguien que no tenga quién la defienda. Y además quieren el partido para ellos, para hacer lo que han venido haciendo desde 2015, cuando los fundadores de Morena en Guerrero cometieron el terrible error de abrirle cancha a Pablo Sandoval Ballesteros, como candidato a gobernador.

Desde entonces, Pablo Amílcar y Luis Enrique Ríos Saucedo, el primero chilango y el segundo vecino del Edomex, que para el caso es lo mismo, vieron a Morena Guerrero como su mina de oro. No sólo se quedaron con la presidencia estatal, sino también con el Consejo Político Estatal.

De ahí salieron bajo negociación económica las candidaturas a diputados federales, locales y alcaldías en 2018, y repitieron el numerito ahora en 2021. Las candidaturas que no estuvieron bajo su visto bueno, simplemente las reventaron colocando a prospectos sin perfil ganador, e incluso a miembros de su propio grupo los castigaron por no acatar sus instrucciones.

¿Alguien les pondrá el cascabel a estos gatos? ¿Alguien les dirá que regresen por donde vinieron estos pervertidos políticos?

Desde ayer, los amilcaristas ya se colocaron a sí mismos como adversarios de la primera gobernadora mujer de Guerrero y de su propio partido, partido del que se dicen fundadores, cuando todos sabemos que son advenedizos. Tal vez trabajaron para Morena -y eso había que probarlo todavía- pero en Guerrero sólo vinieron a servirse.

Como sea, aquí no son más que un grupúsculo de gandallas chilangos que por poco logran que Morena no gane la gubernatura, pues aunque se tenía una buena candidata a gobernadora, al final estuvieron llamando al “voto razonado”. ¿Qué quiere decir eso? Que no votaron por la candidata de su partido, y punto. Y por eso la distancia entre Evelyn Salgado Pineda y Mario Moreno Arcos se acortó a menos de 5 puntos. Esto, aquí y en China, se llama TRAICIÓN.

Hoy por hoy, decir “amilcaristas” en Guerrero equivale a decir traicioneros.

A Dios gracias el trío tenebroso, compuesto por Pablo Amílcar, Luis Enrique Ríos Saucedo y Sergio Montes Carrillo, ya se va. A partir de septiembre, Pablo asume como diputado federal y Luis Enrique se queda sin hueso. Ya no tendrán pasarela dónde lucirse.

Viene, sin embargo, la pelea por la dirigencia del partido y esa es su próxima jugada. Los amilcaristas darán la batalla, no piensan soltar Morena.

La consulta ponzoñosa

Jorge Javier Romero Vadillo

La consulta pública del 1 de agosto tiene la marca típica de López Obrador: un instrumento de democracia participativa o directa con posibilidades virtuosas nace contrahecho, con una fuerte carga demagógica y sin utilidad práctica alguna. La historia de cómo llegamos a este despropósito es bien conocida y no vale la pena ni repasarla. Ni siquiera tiene sentido reproducir el galimatías de la pregunta a responder por la ciudadanía con un sí o un no dentro de tres semanas, un sinsentido que ofende por su estupidez, producto de los malabares de la Suprema Corte para no enfrentarse de lleno con el capricho presidencial de consultar si podía o no aplicar la ley (o si podía abusar de ella para juzgar expresidentes por mandato popular, sin tener que ajustarse a los procedimientos legales de acopio de pruebas y presunción de inocencia).

Los mecanismos de democracia directa, como el referéndum o la consulta popular son controversiales. Pueden ser muy útiles para ampliar la participación ciudadana en las decisiones relevantes para una sociedad y también para ampliar la legitimidad de los ordenamientos jurídicos. En Chile, por ejemplo, la convocatoria a la Asamblea Constituyente que se acaba de instalar fue resultado de un referéndum y la Constitución que se apruebe será también sometida a la ratificación directa de los ciudadanos. Las consultas populares son habituales en los Estados Unidos en el ámbito local y han servido para ampliar derechos, como en el caso de la regulación de la mariguana, pero también para cuestionarlos, como ha ocurrido con las restricciones al aborto en algunos estados o en el sostenimiento de la pena de muerte.

El carácter dicotómico de este tipo de mecanismos –las respuestas suelen reducirse a sí o no– las hace propicias para la polarización y no son pocos los casos en los que los gobernantes autoritarios y los dictadores echan mano de ellas como subterfugio para justificar sus decisiones o para pretender una legitimidad de la que de origen carecen. Pinochet, Fidel Castro o Franco usaron referéndums para ratificar sus decisiones legislativas. Solo en Chile, en 1988, el dictador perdió la consulta, pero lo más frecuente es que los resultados muestren una unanimidad ficticia alrededor de la voluntad del gobernante.

López Obrador ha sido especialmente afecto a las simulaciones de democracia directa. Una y otra vez ha organizados consultas en las que por razones obvias sólo participan sus seguidores y sus propuestas ganan por abrumadora mayoría. Así ocurrió con la última consulta no constitucional, la que sirvió para justificar su despropósito de cancelar el aeropuerto de Texcoco, hecha sin ninguna garantía legal y en la que participó un número ínfimo de ciudadanos, con un claro sesgo partidario. La afición plebiscitaria de López Obrador es parte de su histrionismo: nunca consulta temas que sabe que podría perder ni convoca a los desafectos.

La introducción de figuras de democracia directa en la Constitución mexicana fue producto de la demanda de grupos de la sociedad civil bien intencionados, a la búsqueda de una mayor participación ciudadana en la cosa pública. Personalmente, siempre he sido escéptico respecto al carácter puramente virtuoso de la participación directa, precisamente por la posibilidad de su uso demagógico. Me he inclinado más por fortalecer primero la representación, por mejoras sustanciales al sistema de partidos, por la ampliación de la representación proporcional y por el avance de formas parlamentarias frente al presidencialismo personalista. Con todo, lamento que el primer ejercicio constitucional de consulta confirme mis temores.

La consulta del 1 de agosto está emponzoñada, no sólo por lo absurdo de la pregunta ni por su inutilidad jurídica, sino por el uso malintencionado contra la autoridad electoral que se advierte en los reclamos del inefable presidente de Morena contra el Instituto Nacional Electoral por su supuesta desidia para promover la participación y difundir la pregunta. El encono alimentado por López Obrador contra el INE puede convertir al instituto en el chivo expiatorio del muy probable fracaso del engendro.

El INE está organizando la consulta sin dinero, pues la Secretaría de Hacienda le negó los recursos necesarios para ello y la Suprema Corte de Justicia desestimó la controversia constitucional planteada por el organismo autónomo. La cantaleta sin sustento de que se trata de un cuerpo oneroso, caracterizado por el despilfarro, sirvió de pretexto para obligar al instituto a proceder de manera minimalista: solo se instalarán 50 mil mesas receptoras, menos de la tercera parte de las mas de 163 mil casillas electorales en la que votamos en las elecciones de junio; las papeletas de votación no se imprimirán en papel seguridad y se echará mano de los materiales usados el mes pasado. Los funcionarios de las mesas receptoras serán voluntarios surgidos entre quienes fungieron en las casillas hace unas semanas.

No me cabe duda de que el INE hará muy bien su tarea con recursos mínimos, pues se trata de un cuerpo profesional bien capacitado. Sin embargo, es muy probable que la participación no llegue al 40 por ciento requerido por la Constitución para que la consulta sea válida. Entonces veremos una andanada de descalificaciones contra los organizadores, no contra la tontería de la pregunta. A la voz de su amo, los corifeos del Gobierno y de Morena usarán el pretexto de la baja participación para arremeter contra el INE y clamar por su desaparición.

Por la salud del INE sería bueno que la participación fuera abundante, pero es tal la insensatez de la pregunta que yo no pienso votar y apuesto porque la gran mayoría de los ciudadanos desaire la consulta sin pies ni cabeza. Incluso la visión optimista de convertirla en un clamor por el establecimiento de un mecanismo de justicia transicional para hacer cuentas con el antiguo régimen me parece arriesgada en manos de este Gobierno faccioso y de este Presidente taimado, que propició la consulta, pero dice que votará no. Conmigo no cuenten para avalar la farsa.

A tres años, la fiesta de AMLO

Dolia Estevez

En el balance de los tres años desde la victoria de Andrés Manuel López Obrador, la relación de México con Estados Unidos no se halla en el inicio de una promisoria “nueva era”, como presume Relaciones Exteriores, pero tampoco en crisis. El fin de la luna de miel con Trump no dio lugar al divorcio automático con Biden que algunos pronosticaban. A mitad de sexenio, la relación vuela en piloto automático, sin tempestades visibles en el horizonte.

A López Obrador le hubiera gustado seguir con Donald Trump. Aceptó a regañadientes el triunfo de Joe Biden, con una felicitación tardía y desganada. En redes sociales, sus seguidores se hicieron eco de las más descabelladas calumnias del golpismo trumpista y granjas de bots rusos contra el nuevo presidente. Comentaristas afines al obradorismo lo acusaron de injerencista y auguraron un negro panorama bilateral para México.

Pero Biden llegó sin afán de confrontación. Con una agenda de política exterior que busca resarcir los dañados en la colaboración con aliados y amigos. Llamó primero que a nadie a Justin Trudeau de Canadá y López Obrador. Revivió la tradición interrumpida por su antecesor de reservar las primeras deferencias diplomáticas para los vecinos. Retomó los temas históricos de la agenda bilateral: comercio, inversión, migración, drogas, corrupción y derechos humanos.

Por ser EU el mercado más grande para las exportaciones mexicanas y la principal fuente de inversión extranjera, así como casa de millones de mexicanos que aportan miles de millones de dólares en divisas, ningún presidente mexicano, de izquierda, centro o derecha, tiene mucho margen de maniobra ante el Coloso del Norte. Así lo entiende AMLO.

“Fue un encuentro amistoso y por el bien de nuestros pueblos”, informó en redes sociales tras su primera reunión virtual con Biden en marzo.

En los seis meses de presidencia de Biden, destaca la cooperación para reducir los flujos migratorios, el compromiso mutuo al éxito del tratado neoliberal T-MEC y la entrega de vacunas contra el Covid19. México fue el primer país que recibió vacunas del gobierno estadounidense.

De acuerdo con la Embajada de EU en México, entre marzo y abril llegaron dos embarques por un total de dos millones 720 mil dosis de la vacuna de AstraZeneca. A esto se suma el arribo la semana pasada de 1.3 millones de la unidosis Johnson & Johnson, que se están aplicando principalmente a lo largo de la frontera. En total más de 4 millones.

En junio, viajaron a México por separado la vicepresidenta Kamala Harris y el secretario de Seguridad Interna Alejandro Mayorkas, y esta semana se espera la llegada de la Representante Comercial de la Casa Blanca, Katherine Ta.

La ausencia de crisis no significa que, de haberlas, la burocracia esté preparada para capear el temporal. Tras la desaparición de la Subsecretaría para América del Norte, Marcelo Ebrard delegó sus atribuciones a un inmaduro personaje falto de pericia y ávido de protagonismo.

La marginación del Servicio Exterior Mexicano en cargos de autoridad es la regla no la excepción. La titularidad de la Embajada de México en Washington pasó de una sazonada embajadora del SEM a un priista de la vieja guardia, principiante en la diplomacia.

Ayuda a abrir paso en esta capital, en la que cerca de 200 países se disputan diariamente la atención de los altos gobernantes, cuando el embajador habla en nombre del presidente como era la percepción que proyectaba Martha Bárcena. Esteban Moctezuma, en cambio, no mueve dedo sin el previo palomeo del noviciado en la Cancillería y su interlocución de mayor jerarquía es Ebrard.

La embajada ha perdido acceso. El gobernador electo de Nuevo León tuvo más entrevistas con think tanks y congresistas en un sólo día que Moctezuma desde que llegó.

Tampoco se cumplió la promesa de AMLO de que, como son diferentes, no usarían los cargos diplomáticos para pagar favores políticos y saldar cuotas partidistas. Ebrard tuvo que cancelar varios nombramientos de cónsules en medio de escándalos de corrupción, acoso sexual, estupro y abuso de poder.

En los tres años pasados destacan dos episodios de alta tensión, ambos bajo Trump: la amenaza de imponer aranceles punitivos a las exportaciones mexicanas si México no cedía al despliegue de la Guardia Nacional para frenar migrantes y aceptaba el programa “Quédate en México”. El gobierno obedeció. Y la detención por cargos de narcotráfico de Salvador Cienfuegos. Tras la amenaza de AMLO de expulsar a los agentes de la DEA de México, el ex secretario de la Defensa de Peña Nieto fue repatriado.

Aun así, AMLO se entendió con Trump y llegó a admirarlo. El sentimiento fue mutuo. Hace exactamente un año, entre sonrisas y un clima de camaradería, fue recibido en la Casa Blanca con pompa y circunstancia pese a las restricciones sanitarias de la pandemia. Con sus respectivas rúbricas, marcaron el “inicio de una nueva era” en un texto sin más valor que el precio de la hoja en que está escrito. AMLO pronunció un discurso adulador y omiso que complació a su anfitrión.

En los dos años que coincidió con Trump, AMLO minimizó la construcción del muro, no denunció la imposición del programa “Quédate en México”, ni condenó el racismo de sus políticas anti migrantes. Apenas le reclamó el incumplimiento de la promesa de invertir dos mil millones de dólares en Centroamérica a cambio del despliegue de la Guardia Nacional. Trump ofreció el envío de tropas estadounidenses para combatir a los carteles, que AMLO rechazó. Agradeció el trato “con respeto”.

Incidentes de posible fricción bajo Biden, como la nota diplomática exigiendo el cese al financiamiento estadounidense al grupo Mexicanos contra la Corrupción e Impunidad, acusado de “golpistas” por AMLO, han sido mayormente ignorados. Ebrard no respondió a mi pregunta si después de dos meses ha tenido algún tipo de respuesta.

En suma, Biden y AMLO han llevado la fiesta en paz. No ha habido amenazas ominosas ni ataques racistas, pero tampoco exuberancia e invitaciones a la Casa Blanca. Ha sido respetuoso e institucional el trato. No hay nada que sugiera que los siguientes tres años sean diferentes.

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Retomo hoy algo que el ex alcalde de Coyuca de Catalán, Rafael Higuera Sandoval, divulgó en su página de Facebook:

“Hoy en la reunión con el licenciado Evodio Velázquez, líder moral del PRD, un campesino humilde de la comunidad de Las Salinas, municipio de Zirándaro, quien por cierto será regidor por nuestro partido, en su participación dijo que los políticos después de ganar las elecciones les atacan tres enfermedades: la primera enfermedad les hacía perder la memoria y se les olvida quienes votaron por ellos. La segunda es que pierden la vista y ya no te ven cuándo te encuentran. Y la tercera enfermedad que pudiera ser la más peligrosa, es que pierden la vergüenza”.

¡Wow! Como siempre, el pueblo noble y sabio tiene harta razón y quedó plasmada semejante sabiduría en este breve mensaje, que está que ni mandado a hacer para el proceso poselectoral que estamos viviendo, cuando los que ganaron la elección hace 3 años están por decir adios -excepto los que lograron reelegirse- y los que triunfaron se aprestan a tomar el control de municipios, distritos y, obviamente, la gubernatura del estado.

Si nos atenemos a la tremenda verdad de ese campesino de Zirándaro, tendremos gobernantes que se irán degradando poco a poco. Primero quedarán desmemoriados, les dará Alzheimer; luego irán quedando ciegos, y finalmente serán desvergonzados. ¡Zas!

¿Tanto así? Bueno, creo que el campesino zirandarense se quedó corto, porque habla de 3 enfermedades, pero la realidad es que ese es el carácter de la mayoría de los políticos. Y no es que cambien, más bien siempre fueron así. Porque como dicen los psiquiatras, nadie se vuelve malo, más bien fingían demasiado bien. Y lo que hace el poder y el dinero es que saca todo lo que está dentro a relucir.

Y de eso podemos dar fe los periodistas, porque somos como los nopales; ojo, no lo digo por babosos (sin ofender a los presentes), sino por aquello de que sólo nos visitan cuando nos necesitan, como al nopal, que está solo mientras llega la temporada de tunas.

Después, aquellos que pedían entrevistas, permanente atención de los medios y convocaban a conferencias de prensa a cada rato, se suben a sus camionetas de lujo y polarizadas, para no saludar a nadie, y van por la vida pensando que defecan rosas y ni el sudor les apesta.

Porque así es. Con honrosas excepciones, algo sucede entre los políticos que se creen dioses. Nadie les puede decir nada. Nadie los puede cuestionar. La amistad que decían tener con mucha gente se convierte en mero y vulgar “interés”. No dudan en traicionar a los que anduvieron partiéndose el queso por su triunfo. Pretenden pagarles con migajas. Además les exigen lealtad a muerte. Mientras tanto, todo lo que consiguen económicamente es para ellos en exclusiva. Manejan los recursos de los ayuntamientos como si fueran personales, no como dinero del pueblo.

Y podemos enumerar muchos otros aspectos imputables a la clase política, que además es ignorante en muchos aspectos de su quehacer, lamentablemente.

Las obras que programan (no hacen otra cosa) las venden como si las hicieran con su dinero. El pueblo beneficiarios de las obras y gestiones les debe agradecer de por vida, cuando es su obligación hacerlas, porque además cobran por estar donde están. Cobran y bien, pues no sólo toman un mega sueldo, sino que además -y esto es un secreto a voces- el negocio real de la política estriba en tomar el 10 por ciento del total de los recursos que manejan, vía los diezmos que pactan con constructores y proveedores.

Nadie se escapa de este esquema, nadie. Por eso tanta pugna por los cargos públicos, porque entran pobres y salen millonarios. Lo peor es que aunque sus acciones rayan en lo delincuencial, exigen “honra”. Son delincuentes honrados. Cuidado cuando alguien les llame corruptos.

Vuelvo a repetir: hay honrosas excepciones, pero son eso: una excepción.

¿Cambiará alguna vez algo? No mientras el sistema político se mantenga igual y no haya castigo para nadie. AMLO prometió topar con todo la corrupción. De hecho, es el motivo principal de su gobierno, combatir este cáncer que ha hecho de nuestro país un botín, mientras que los puestos de gobierno son un barril sin fondo.

El mejor ejemplo lo tenemos con el flamante auditor general del estado, Alfonso Damián Peralta, quien anda desatado “castigando” a los ex alcaldes que no le llegaron al precio. O quizás lo hace para mostrar “trabajo”, ahora que se trataba de evaluarlo como auditor para ratificarlo por otros 7 años. El señor se dedicó desde 2014 a la fecha a nadar de a muertito con relación a le extrema corrupción en ayuntamientos, por ejemplo, y sólo decretó la inhabilitación por unos cuantos años para algunos. De ahí en más, no ha hecho nada que se diga digno para acotar la corrupción.

Me pregunto si una inhabilitación sirve de algo. Pues no. Eso sirve para 3 cosas: para nada, para nada y para puritita tiznada. El mejor ejemplo es Héctor Vicario Castrejón, quien estando inhabilitado durante 10 años para ocupar cargos públicos, logró ser candidato de la alianza PRI-PRD de uno de los distritos de la zona Norte.  

¿Y la inhabilitación, apá? Bien, gracias. Todo queda entre cuates.

Prepárese, amable lector, para vivir de nuevo el mismo proceso de cada 3 y 6 años. La transformación incluye: el olvido, la ceguera y la falta de vergüenza. Y todo eso se resume en una sola cosa: Malagradecimiento.

Balance de la 4T

Rubén Martín

Se cumplieron tres años del histórico triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en las elecciones presidenciales del 1 de julio de 2018 y México no se ha convertido en un país comunista, ni tampoco se tiene un sistema de salud comparable a Dinamarca. Menciono estos extremos de los cuestionamientos y promesas que cruzan al Gobierno autodenominado de la Cuarta Transformación.

Como se subrayó en su momento, el arrollador triunfo que logró López Obrador fue histórico por dos razones. Por un lado, el político tabasqueño logró la hazaña de construir su propia organización política, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), en tiempo récord y armar una base electoral que le dio un triunfo contundente hace tres años.

Pero además de los méritos de AMLO, su triunfo fue la expresión de hastío y hartazgo de una mayoría de la población mexicana cansada de la corrupción y malos gobiernos de la partidocracia tradicional: PRI, PAN y PRD, y el resto la chiquillada.

El masivo voto a favor de López Obrador hace tres años es el voto por una esperanza de que la realidad social del país cambie radicalmente con un Gobierno distinto. ¿Ha cumplido AMLO con esa esperanza, ha estado a la altura de lo que la población pedía al votar masivamente por él?

En algunos puntos ha hecho cambios significativos. De hecho, López Obrador tomó decisiones relevantes aún antes de asumir el poder, como fue la cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Uno de los puntos fuertes del actual Gobierno fue cumplir con su promesa de ampliar y garantizar los programas sociales para distintos sectores de la población.

Otro cambio significativo ha ocurrido en la política laboral al modificar tres décadas de pérdida de poder adquisitivo del salario mínimo, pero está lejos todavía de que el salario mínimo alcance para superar los límites de la pobreza. Es evidente que las consecuencias económicas de la pandemia harán más difícil reducir sustancialmente la pobreza en este Gobierno. En el ámbito laboral y fiscal también es significativo la regulación del outsourcing, así como combatir la evasión fiscal de grandes contribuyentes. Junto con estos cambios, el actual Gobierno ha logrado mantener estable tanto la inflación como la paridad del peso frente al dólar, cuando sus críticos auguraban una crisis económica para estas fechas. Además, López Obrador ha mantenido su promesa de no aumentar más la de por sí onerosa deuda pública nacional.

Algo parecido se puede decir la de política financiera, pues ha mantenido una disciplina fiscal que en poco se diferencia de un Gobierno encabezado por Ernesto Zedillo. Relacionado con la política económica, el actual Gobierno no sólo no puso en cuestionamiento el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, sino que incluso lo modificó en los términos que impuso el país del norte. En este sentido, el Gobierno de la Cuarta Transformación sigue bajo la órbita de la geopolítica de Estados Unidos, en el mismo tenor que lo hicieron presidentes del PRI y del PAN.

Otro ámbito que lamentablemente no ha cambiado es la violencia organizada que lacera a la sociedad mexicana, especialmente por los homicidios dolosos y las desapariciones. Y junto con esto, la crisis de identificación forense que este Gobierno no sido capaz de resolver.

Relacionado con la inseguridad, uno de los aspectos más negativos del Gobierno de AMLO es haber cedido tanto poder a los militares encargándoles tareas que corresponden al ámbito civil y al romper su promesa de regresar los soldados a los cuarteles y ceder la seguridad pública a una fuerza civil. Este es uno de los yerros más significativos del Gobierno de la autonombrada Cuarta Transformación.

López Obrador también incumplió su compromiso de investigar y juzgar a los responsables de casos graves de violencia estatal como la masacre de Tlatelolco, el Halconazo, la guerra sucia y los vuelos de la muerte, así como otras masacres que fuerzas estatales han cometido contra poblaciones y organizaciones. El Gobierno de la 4T perdió una oportunidad histórica de hacer justicia a miles de víctimas de la violencia estatal.

Y conforme transcurre el Gobierno de la 4T, Morena se va pareciendo cada vez más a la partidocracia tradicional de la que dice ser distinto. Lo hace al postular a candidato impresentables como Félix Salgado o recibir a políticos impresentables de todos los partidos, así como hacer alianzas indeseables (Elba Esther Gordillo, Manuel Velasco, el PVEM, etcétera).

Lo peor de todo es que el actual Gobierno sigue con las políticas extractivas y los megaproyectos que afectan a miles de pueblos y comunidades del país, especialmente el sur y sureste cuyo territorio se pretende reorganizar mediante el Corredor Transístmico y el Tren Maya. Estas políticas confirman que el proyecto neoliberal está muy lejos de haber sido eliminado en México, como varias veces ha presumido el Presidente.

El México de la Cuarta Transformación sigue apostando por un modelo secundario exportador y extractivista, es decir, que se funda en la explotación de la fuerza de trabajo y el despojo de territorios y bienes comunes. Esto dista del México que esperaban quienes legítimamente votaron por López Obrador esperando un verdadero cambio de régimen.

Contrario a lo que piensan los seguidores y detractores de López Obrador, el México gobernado por la Cuarta Transformación se parece mucho más al México que había antes del 1 de julio de 2018, que lo que quieren hacer sus críticos y  ha cambiado mucho menos de lo que esperaban quienes votaron por esta opción política.

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