Ruth Tamayo Hernández
Negros pesares viven
centenares de mexicanos
“El rencor genera rencor, el odio provoca odio, y la
amargura provoca a ambos”: Proverbio.
Mis estimados, habíamos vivido tragedias en nuestro México lindo
y querido por explosiones de pipas en plena carretera, donde chocaron y
explotaron provocando la muerte de varias personas. Hemos visto explosiones en
mercados por venta de cohetes, etcétera; sin embargo, nunca como lo que se
vivió el pasado viernes en el estado de Hidalgo (salvo la explosión de la
planta gasera de San Juanico en la Ciudad de México, y las explosiones del 22
de abril de 1992 en Guadalajara).
En cualquier accidente en general, no hay soldados ni
marinos tratando de evitarlo, a diferencia de lo que sucedió en Tlahuelilpan,
Hidalgo, la tarde del pasado viernes 18 de enero, cuando elementos militares ni
siquiera trataron de evitar el paso de los vecinos, quienes se arremolinaron al
lugar al ver el géiser de la gran fuga provocada por grupos delincuenciales en
el ducto.
Hasta ayer, esta tragedia había cobrado la muerte de 85
personas (79 personas al momento de la explosión y 6 más en el hospital), así
como 60 heridos de gravedad, y un puñado de desaparecidos.
Lo más penoso del suceso es que los elementos del Ejército y
Marina que estaban ahí, pudieron evitar la tragedia, pero los soldados se
excusaron diciendo que la gente no hizo caso del peligro, que no entendieron y
por lo contrario corrieron a traer tambos, tinas y cubetas para llenarlas de
gasolina.
Esto es verdad, pues se ve en videos cómo la gente llega con
tambos, bidones y cubetas, y se meten al terreno donde estaba la fuga de
gasolina para llenar los contenedores. Andaban empapaos de gasolina, con gran
algarabía, mientras la muerte les rondaba. Eso muestran los videos que circulan
en redes, algunos bastantes espantosos por cierto.
Es verdad que en otros incidentes un gran número de personas
afrentan a la milicia y los han exhibido en videos burlándose de ellos. Los
bloquean en carreteras hasta que suelten a sus detenidos, o los corren cuando
andan destruyendo plantíos.
Los militares y marinos han vivido tragedias que también
indignan, por eso aclaro mi sentir en esta entrega, pues hubiera deseado que
usaran las armas con firmeza contra la gente, para replegarlas y evitar que
murieran.
Pero el hubiera no existe y entiendo a los soldados, porque
en otros videos se ve cómo los amenazan con quemarlos, y además ellos tienen
órdenes de no enfrentarse con el pueblo. Por lo tanto, en esta ocasión lo que
hicieron fue replegarse hacia la carretera.
Pero no dejo de pensar en que los soldados pudieron evitar
la tragedia. Ante el peligro que significaba esa fuga de hidrocarburo, debieron
acordonar el área y la persona que violara el cerco, detenerla por la fuerza, porque
cuando ellos quieren usan la fuerza, la usan. Y en este caso la milicia sabía
del peligro que una fuga de ese tamaño implicaba.
Al contrario, los soldados se quedaron viendo cómo la
explosión convertía en cenizas a decenas de personas.
Pero más pavoroso de esta explosión, mis estimados, es ver los
memes y fotografías que circulan en redes sociales de las personas calcinadas,
y leer comentarios tan desagradables que da pena que las personas que se
expresen de esa manera de gente muerta de manera cruel.
La tragedia enlutó a casi 200 hogares de personas que viven
en extrema pobreza, que desde hace una década hicieron del robo de combustible
su forma de vida. Son miles de familias en varios estados de la República que
viven de ese fraudulento negocio, como los hay muchos en México de otro tipo; por
ejemplo, las invasiones en las ciudades son propiciadas por una mafia imposible
de erradicar por los alcaldes, y así hay muchas otras irrupciones de las que me
reservo por obvias razones.
En todos esos saqueos fraudulentos hay personas que los
dirigen y se dicen líderes, pero no lo son, porque un verdadero líder no lleva
a sus seguidores al matadero.
Los dirigentes “sociales” son personas vividoras y mañosas
que usan a estas personas pobres para enriquecerse, y les pagan unos cuantos
pesos. El gobierno sabe bien el hilo negro del robo de combustible, y debió -antes
de aplicar la mano dura combatiendo el delito-, enviar programas sociales y
otros apoyos a esas personas, para que ya no siguieran obedeciendo a su jefes y
robando el combustible, pues de ese saqueo recibían un salario era su forma de
vida, y se los quitaron de la noche a la mañana.
Después de la tragedia de Tlahuelimpan, Hidalgo, llevaron apoyos
y programas a los deudos, para consolarlos y que entierren a sus muertos. Sin
duda, que combatir la corrupción e impunidad tendrá sus costos, mis estimados,
pues casi eso sucede en todo. Pero lo grave es que siempre salen perdiendo los
pobres, ellos pagan los platos rotos, como lo vivimos el pasado viernes.
Negros momentos vive el país, mis estimados, no son tiempos
de memes y burlas, unamos esfuerzos pero para evitar que sigan mandando al
matadero a los pobres de este jodido país.
En otro tema, mis estimados, les comento lo siguiente,
porque puede ocurrirnos a nosotros mismos. Decía mi padre que en la vida procuremos
tener un amigo doctor y un profesor, pues el doctor cuando te enfermas siempre
está ahí y aunque no tengas dinero, te atiende; y el profesor es un líder de
opinión y tiene voz hasta en el ámbito político. Los presidentes escuchan más a
un profesor que a un simple ciudadano. Entonces la recomendación de mi padre
era procurar tener estos dos amigos. Bueno, su servidora hizo caso al consejo y
tengo buenos amigos doctores y también profesores. El asunto que voy a tratar
es el de Susy Mendoza, y por favor no quiero lastimar a nadie, pero es una
falta grave la que se cometió con Susy. Penoso que en pleno Siglo XXI una
persona muera porque le reventó la apéndice. La locutora, desde el 31 de
diciembre se sintió mal y fue al doctor, y el doctor seguramente estaba urgido
por irse a pasar Año Nuevo con su familia, así que ordenó que le aplicaran una
inyección para el dolor. Listo, son síntomas de una infección, le dijeron. Pero
como ella continuó con el dolor, recurrió a otro doctor, quien le dio medicamento
para la infección. Así como lo lee. Y siguió con el dolor durante casi ocho
días, pero no había un bendito doctor que le ordenara hacerse los estudios
pertinentes. Ella seguía con el dolor y bien inflamada, hasta que un doctor le
dijo: “Ve pronto a tomarte una tomografía y vienes para verte”. Fue al Hospital
General, y al llegar un individuo le dijo ¿Dónde está tu orden? Ella le dijo
-No traigo, me mandó el doctor, tómame la tomografía me siento muy mal.
El sujeto le contestó: “Pues no, hasta que traigas la
orden”.
Se salieron de ahí y fueron en busca del doctor, quien les
dio la orden. Aun así, por sus talegas, el técnico no le tomó la tomografía.
Esto lo platica su familia y la amiga que asistió en todo
momento a Susy. Entonces, llegó el doctor y le dijo: “Toma la tomografía”. El
tipo le contesto: “No tengo material”. El doctor salió corriendo y consiguió el
material y el angelito contestó: “No me sirve”. Y se sentó en las gradas a
jugar su celular. Dos días perdió ahí la paciente. Ya se iban al puerto de
Lázaro Cárdenas, cuando alguien les habló para informarles que en el laboratorio
Núcleo Diagnóstico del Pacífico (NDP), ubicado en Paseo del Riscal, en Zihuatanejo,
tenían ese servicio. Fueron ahí y bien rápido le tomaron la tomografía. La
atendieron de inmediato y se fue al Hospital de Especialidades, donde encontró dos
ángeles, cuenta su mamá, el doctor Quintero y el doctor Mendoza, quienes después
de Dios salvaron a su hija, pues hacía días que le había reventado la apéndice
y tenía regado el líquido.
El doctor Quintero de inmediato le dijo “Vámonos al Hospital
General, pues es muy grave lo que tienes”.
A Dios gracias poco a poco se recupera Susy. Aún no está del
todo bien, pero los doctores dicen que si sigue evolucionando como hasta ahora,
la pueden mantener aquí en Zihuatanejo; de lo contrario, la van a trasladar a
la Ciudad de México.
Personalmente la vi ayer y esperamos en Dios se recupere
pronto. Susy es una mujer guerrera, fuerte, entusiasta, alegre, y eso está a su
favor para que se recupere pronto.
El relato es, mis estimados, para que no permitamos ningún
deceso más de ninguna persona y menos por negligencia médica en el Hospital
General y en el Instituto del Seguro Social (IMSS). De este último hay
denuncias de derechohabientes por falta de atención.
Todos los empleados del sector salud reciben un salario que
obtienen de los impuestos que pagamos los contribuyentes. El dinero no les cae
del cielo, y la gente tiene derecho a exigir resultados. Que alcen la voz sin
temor a represalias de los doctores, porque a quienes los denuncian lo atienden
de mala manera, por eso nadie los denuncia, y por eso se mueren sus pacientes,
porque no defienden sus derechos.
Ya saben, mis estimados, que hay un laboratorio que hace
tomografías. Tome el dato, para que ya no vaya a lamer las talegas a ese
pedante del Hospital General. ¡Feliz día, mis estimados!