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SOS COTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

En Guerrero se ha creado un cacicazgo en el sindicato de Salud, con Beatriz Vélez, ex diputada federal por el PRI y también la malograda candidata del tricolor a la presidencia municipal de Chilpancingo, en la pasada elección.

Pese a todos los problemas del sector, de los cuales el sindicato es parte y jamás la solución; no obstante todas las quejas contra Bety Vélez y su equipo sindical, la mujer se mueve para su cuarto periodo al frente de la Sección 36, del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud.

El 14 de marzo comenzaron las campañas con el registro de los aspirantes, entre ellos Bety Vélez.

A Bety ya se le acusa de tener todo el respaldo del titular de la Secretaría de Salud y del gobierno estatal, pues incluso a través de redes sociales se han estado divulgando fotografías de sus colaboradores usando vehículos oficiales para promover el voto a su favor.

El pasado jueves, Bety Vélez se registró y mandó a traer a Chilpancingo a personal de Salud de las 7 regiones, al más puro estilo del PRI, ante quienes se registró como la candidata de la Planilla Oro, para seguir representando a casi 18 mil empleados de la Secretaría de Salud en Guerrero.

Al igual que ocurre con los líderes de otros sindicatos, estos institutos son únicamente trampolines para ellos ocupar cargos públicos, con la diferencia de que la mayoría renuncia al cargo y deja el sindicato en manos de interinos, no así Bety Vélez, quien ya ha competido en dos elecciones e incluso tres años como diputada federal, pero sin soltar el hueso sindical en Guerrero, porque es precisamente el que le ayuda a mantener su presencia en el PRI. ¿Y es que, qué sería de doña Bety Vélez sin el hipotético respaldo de casi 18 mil almas del sindicato?

Todos los líderes sindicales usan a su membresía para capitalizarla por cargos de elección popular. Por ejemplo, Carlos Romero Deschamps no salía del Congreso de la Unión, ya como senador, ya como diputado federal, pero siempre gozando de las mieles del poder que le daba ser el representante del sindicato petrolero, de donde desviaba recursos para favorecer a los candidatos presidenciales priístas, como sucedió en el año 2000, en que surgió el escándalo del Pemexgate, con la denuncia del desvío de mil millones de pesos a la campaña del priísta Francisco Labastida Ochoa, delito por el que el líder petrolero nunca pagó; al contrario, lo volvieron a premiar con escaños plurinominales.

A lo largo de estos años, los escándalos los han protagonizado sus hijos, quienes como “mirreyes” viven como hijos de jeques árabes, viajando y gastando los millones de papi por el mundo.

Sólo en México sucede que un humilde trabajador, que llega a ser líder sindical, se convierte en un multimillonario más.

Ha sido tanto el poder de Romero Deschamps, a lo largo de 26 años, que también Vicente Fox y Felipe Calderón le hacieron ¡Wana! En una ocasión, Fox le confesaría a una periodista que Romero Deschamps tenía la capacidad de paralizar a todo el sector petrolero, y de ahí la complacencia que se merecía.

¿Tendrá el mismo poder la doña Beatriz Vélez, de paralizar al sector salud en Guerrero? Vale la pregunta al ver tanta preferencia por la señora.

A Dios gracias, ayer por primera vez desde 1993, año en que asumió el control del sindicato petrolero, se festejó el día de la expropiación petrolera sin la presencia de Carlos Romero Deschamps. Ni siquiera fue invitado por la Presidencia de la República. Al contrario, la base trabajadora de Pemex se dio el lujo de usar su rostro en sus mantas de repudio, pero con cuerpo de rata.

Romero Deschamps terminará como todos los corruptos de su calaña. Actualmente acumula más de una denuncia penal ante la Fiscalía por presunto enriquecimiento ilícito y participación en el robo de combustibles, hace unos días le envió una carta para aplaudir las medidas de rescate de Pemex. El Primer Mandatario, por su parte, ha reiterado que brinda libertad sindical y no tiene dirigentes favoritos.

Sería bueno que doña Bety Vélez se mire en este espejo, y regrese a su base sindical. Porque mientras más alto suba, más fuerte será su caída.

Y a propósito, ¿cómo hará campaña? ¿Qué prometerá después de 3 fallidos periodos de representación? ¿Estará prometiendo que “ahora sí”, se ocupará de su trabajo y gestionará que en los hospitales y centros de salud la base trabajadora tenga los insumos y medicinas necesarias para dar un buen servicio? O hará lo que sabe hacer, aplicar la política del ciclista, que consiste en agacharse frente al patrón, pero pedalear sobre los trabajadores.

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