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SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Por fin, después de tanto estira y afloja, y a pesar de tantos desaguisados, marchas, protestas y hartas declaraciones en contra del programa de fertilizante que ahora maneja el gobierno federal; por fin, decíamos, vinieron a Guerrero tanto el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Manuel Villalobos Arámbula, como el responsable del programa, Jorge Gage Francois, para reunirse con el gobernador y los 81 presidentes municipales de Guerrero, para revisar junto con estos los nudos gordianos del plan de distribución del insumo.

En pocas palabras, ambos funcionarios federales terminaron por reconocer que falló la logística, la coordinación, el abasto y en general todo lo relativo al programa.

Por ejemplo, Villalobos reconoció que no se tiene un padrón como tal, porque en efecto nunca lo construyeron; sólo hay listados que nadie quiere dar a conocer, que no se han transparentado, y que los manejan con celo los servidores de la nación, quienes ante los reclamos le echan la bolita a los de la Sader o a los de la empresa Segalmex, la comercializadora del fertilizante.

Villalobos Arámbula dijo que el padrón real del fertilizante comenzará a construirse en cuanto cierre la fase 2019, y estará vigente para 2020. Es decir, que en esta fase se aventaron como El Borras, aunque tuvieron suficiente tiempo para construir un padrón real y confiable.

También es cierto que hubo un grave intervencionismo de gobiernos y partidos, así como de organizaciones de productores con vocación política, que obligaron al gobierno federal a frenar la creación de un padrón real, y al contrario, pidieron que se abrieran las ventanillas para todos, que se ampliara además el tiempo de entrega de documentos, y que se le diera fertilizante aún a aquellos que no podían acreditar la posesión de las parcelas, argumentando que muchos rentan los predios.

Afortunadamente ya hubo este acercamiento y el secretario pidió ayuda del gobierno estatal y los gobiernos municipales –como desde un inicio debió hacerlo-, para conseguir la meta de distribuir todo el fertilizante que falta al 15 de julio.

En parte, Villalobos Arámbula tiene razón: se necesita resolver el problema, no prolongarlo ni mucho menos echarle más leña al fuego. Y sin duda, con una efectiva coordinación, en la que se involucren los ayuntamientos, todo será más rápido.

Pero hay una pequeñísima observación: ¿Quién les dirá a los servidores de la nación que se dejen ayudar? Y es que si no lo saben –o se hacen-, en ellos precisamente se atoró el programa, porque ni siquiera a los empleados de los CADER les entregaron los listados, mucho menos a los alcaldes o a los directores de Desarrollo Rural.

Tampoco permiten ningún tipo de diálogo con nadie. Incluso en algunos municipios exigieron que la policía municipal dejara de cuidar las bodegas, y hay reclamos a lo largo y ancho de la geografía estatal en el sentido de que les recortaron la dotación, mientras que a otros se las aumentaron, pero sobre todo que les están dando fertilizante a campesinos fake, falsos, gente que más bien trabajó como promotores en la campaña de candidatos de Morena en 2018.

Lo cierto es que los servidores trabajan para el delegado de programas de Bienestar en Guerrero, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, a través de las delegaciones regionales, y están siguiendo la instrucción de acaparar el programa. ¿Por qué razón? La respuesta es obvia. Los servidores se están convirtiendo en un ejército electoral, como en su momento lo fue la estructura del Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) en tiempos de Carlos Salinas de Gortari, con el cual éste logró quitarle todo su poder a los grupos de poder del PRI, creando precisamente una estructura paralela, que sólo le rendía cuentas a él.

Recordemos que Pronasol se dedicó a hacer obras en pueblos y comunidades, pero también manejaba otros programas de desarrollo social.

De este programa se crearon después los fondos de inversión para obras sociales en estados y municipios, que ya en tiempos de Fox fueron descentralizados.

Y si el cálculo no nos falla, los servidores de la nación van por este mismo camino y en pos del mismo objetivo. Perdón por la comparación, pero ya se les conoce como “los perros bravos de la nación”, por aquello que hasta los de casa muerden.

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