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Palabra de Mujer

Ruth Tamayo Hernández

Senado aprueba Ley que prohíbe castigo corporal a menores y adolescentes

“El que no aplica el castigo aborrece a su hijo; el que lo ama, lo corrige a tiempo.” Prov 13:24

Mis estimados, en serio que nuestro México lindo y querido está de cabeza. El país se cae a pedazos y lo grave del cuadro es que ningún grupo opositor al gobierno en turno dice esta boca es mía. Lástima que los partidos no saben ser oposición, pues siguen pazguatos, dejando que el país se inunde en ríos de sangre.

Mientras, los diputados y senadores están matando el tiempo y distrayendo al respetable público con la aprobación de leyes de risa loca, iniciativas de locura, más deschavetadas que ellos, pues los legisladores conocen la descomposición que hay en el país, por la inseguridad y violencia que es provocada en su mayoría por jóvenes y menores; pese a ello, el Senado aprobó una reforma a la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes en México, para agregar un párrafo al artículo 44 Que se lee: “Queda prohibido el uso del castigo corporal en todos los ámbitos, como método correctivo o disciplinario a niñas, niños o adolescentes en México”. ¡Uff! Se acabó el chanclazo, señoras y señores. Ese tan socorrido método de disciplina de nuestras madres. O el pellizco, o el coscorrón. Y ya no se digan unos buenos reatazos o cintarazos a los que se pasan de la raya.

Nada de eso, porque ya es considerado un delito contra los derechos humanos de los lindos “aborrecentes”, o de los malcriados escuincles….como dicen en mi tierra, “guaches”, o acá en la costa “chamacos”.

Los legisladores dieron muestras con esto que les vale un comino podrido que el país se caiga a pedazos. Ellos legislando leyes de locura, quitándole a los padres lo poco que les queda para controlarlos. Decía mi madre, que según el niño, la vara. Ahora ¡quién carajos va a venir a gobernar a los hijos!

Digo, porque el que se porta bien, no necesita correctivos. Y, ojo, no estoy hablando de golpizas ni de asuntos de tortura, sino de correctivos, de unas buenas nalgaditas a los caprichosos guaches que hacen ver a los padres las de Juan Diego en el Tepeyac.

Hace mucho se acabaron los reglazos en las escuelas. Tan socorridos que eran. Los estudiantes les teníamos más miedo a los profesores que a nuestros padres. Y así fue como la escuela se pudrió y los maestros pasaron a ser el hazmerreír de generaciones cada vez más violentas y descaradas, que han llevado la violencia a las aulas y también los vicios, sin que nadie les diga nada, porque enseguida acuden los padres a defender a sus angelitos.

Y ya cuando a esos angelitos se los destripan en la calle los enemigos, corren a llorar como magdalenas sobre sus cadáveres. Todo por no corregirlos ellos, y por no dejar que otros los corrijan. Entonces se los corrige la vida.

Volviendo al tema, cuidadito que a partir de ahora use usted cualquier tipo de correctivos sobre sus hijos. De por sí los chamacos no entienden, no obedecen a sus padres, son rebeldes, groseros, y luego con estas leyes que aprueban estos senadores hipócritas, pájaros nalgones…de veras que estamos jodidos en México.

Al chamaco lo tienen que reprender, darle sus cintos bien puestos para que se corrijan. Salomón, siendo el hombre más sabio que ha pisado la tierra, decía en su libro de Proverbios que el que ama a su hijo, lo corrige a tiempo; luego entonces, quien no lo ama, lo deja hacer lo que quiera.

Tristemente en nuestro país los padres olvidaron los básicos del hogar, por eso estamos hundidos en ríos de sangren con una gravísima inseguridad y violencia que amenaza en general a los mexicanos.

Los legisladores que debieron defender el Presupuesto de Egresos 2020 para la seguridad en los estados y municipios del país, pero se hicieron ojo de hormiga roja, tanto los diputados como los senadores, y sumisos aceptaron todo lo que ordenó el rey del Palacio Nacional, mandando al carajo a los municipios, que es donde se genera la violencia y donde han ocurrido miles de homicidios a familias mexicanas.

Realidad que se niegan a ver diputados y senadores, pues qué les importa, no son su familia, ellos siguen nadando de a muertito, sordos, ciegos y mudos. Y así seguirán, mientras a ellos no les toque la de malas, que les maten un hijo.

De todos modos es tan intensa la inseguridad y violencia que azota a estados y municipios con furia, que sin recursos suficientes para combatirla, y con la nueva ley de dejar a los menores y adolescentes que hagan lo que quieran en su vida, pues lo padres no podrán corregirlos, bien rápido les va a llegar esa lumbre hasta el Senado y Congreso. Serán imparables los ríos de sangre.

Para nadie es secreto que menores y adolescentes están cometiendo homicidios en México, que los grupos del crimen los enlistan para esos trabajos; y los legisladores, en vez de fortalecer las leyes que ya están, para poner correctivos a los menores, prohíben que sus padres los reprendan. ¿Dónde canijos han visto esto? ¡No jodan, pue!

Bueno, ¿no ven, cómo estamos en México en inseguridad y violencia? Revisen los datos recientes de la Secretaría de Seguridad para que vean de qué edad son los chamacos detenidos por autoridades en operativos: ¡Son niños!, son menores de edad que deberían estar en la escuela, pero andan delinquiendo, cometiendo homicidios espantosos. Y no lo digo yo, lo revelan encuestas.

Quiero relatar una historia verídica, a propósito, por cierto, de la nueva ley de no pegarles a los chamacos: ¿Una madre soltera con cuatro hijos, el caballero los abandonó? Ella hace el papel de padre y madre. Dos de sus hijos ya no estudian, los puso a trabajar. Sin embargo, su historia es muy triste, ella llora desconsolada porque su hijo de 15 años la odia, se lo dice a gritos para que escuche la gente, pues la culpa a ella por el abandonó del padre.

Un día ella le dio una cachetada porque ya era muchas las ofensas y el chamaco le tomó las manos y la golpeó horrible; y le dijo: “Si le dices al DIF me voy a ir con los chicos, al cabo que me están ofreciendo trabajo y mero me voy de una vez”.

Ella dejó de llorar porque le dijo “sigue llorando y me voy”.

Cuando escuché a esta madre me sentí muy triste, porque ella no paraba de llorar. Le dije: ¿Qué hiciste, dónde está tu hijo?

Me contestó: “Le conté esa noche a mi mamá y se lo llevó, nosotros somos de un rancho y allá lo trae trabajando de sol a sol, le pagan 60 pesos. Y él no me hablaba, pues dice que ahora me odia más. Pero lo escuchó un vecino y le dijo: ‘Yo sé que tratas muy mal a tu madre, yo no pude disfrutar a mi madre y vieras cómo la extraño, veo a mis amigos que salen a pasear con sus mamás y yo siento feo; cuando ya no la tengas, te vas a arrepentir de todo lo que le has hecho; no seas pendejo, chamaco, valora a tu madre’. Mi hijo no le dijo nada, entró por su mochila, y fue la primera vez que me dijo: ‘Ya me voy, amá, luego vengo’. Nunca me decía nada, se salía y regresaba bien noche.

“Yo lo único malo que he hecho es trabajar como burra para darles escuela y comida, pero él reprobó todas las materias y lo saqué de la escuela, y eso lo enojó más y se me salió del guacal.

“Dice mi madre que le contó mi hijo que había fumado mariguana por primera vez, y se enloqueció”.

¡Horrible! Les cuento esta historia tan triste, mis estimados, porque el gobierno ha dejado de promover la educación. A muchos nos tocó un programa que decía, ¿Sabes dónde están tus hijos a esta hora? ¿Ya viste quiénes son los amigos de tu hijo? Pero todo lo quitaron para ingresar narcoseries, y los chamacos se pasan horas enteras viéndolas y hasta se visten, comen, beben alcohol, se drogan y sueñan con mujeres, trocas, violencia y un largo etcétera. Son sus héroes esos actores. Los chamacos hasta caminan y se peinan como ellos. Después de la promoción de esos narcoseries, la violencia se fue a índices altísimos en México.

Y Gobernación, dormida en sus laureles, que vengan más series de esas para que pueda tener a los chamacos idiotizados, soñando con tener una camioneta blindada y muchas mujeres a su lado.

Si bien es cierto que la educación viene del hogar, también es cierto que las autoridades en los tres órdenes de gobierno tienen la obligación de brindar seguridad a sus gobernados, y lo tienen que hacer por ley, no porque tengan ganas.

Para la buena convivencia familiar, la educación es obligatoria desde la infancia, siguiendo por el sistema educativo en los colegios, y el gobierno debe proveerla. Además de proporcionar fuentes de trabajo para los jóvenes que logran buena educación y obtienen una profesión. Es el Estado el responsable de proporcionar educación, salud, empleo y seguridad. No deben escatimar recursos para estos rubros indispensables para combatir la violencia en el país.

Por piedad, señores padres de familia, no hagan caso a la prohibición del castigo corporal a sus hijos. Si desobedecen, denles sus guamazos bien puestos.

Sirven las correcciones, máxime cuando te golpea la vida, entonces agradeces que tus padres te hayan hecho una persona de bien.

Por eso deben corregir y poner límites a sus hijos, corten una vara de tamarindo y téngala lista, y dígale: “Mira, hijo, si desobedeces te voy aponer dos varazos bien puestos. Y no amenace, cúmplalo si el retoño falla, y le prometo que no vuelve a desobedecer. Hágalo, la obediencia y disciplina son un don que necesitamos para vivir en armonía en la sociedad, sin hacerle mal a nadie. 

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