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Editorial

Si AMLO hubiera sido presidente…

En términos anímicos, AMLO habría podido ser un mejor presidente entre 2006 y 2012. Habría ejercido el poder sin la acritud que hoy destila, incubada justamente en la guerra sucia de que fue víctima, en la turbiedad de un proceso electoral que en sus conferencias mañaneras evoca con enojo y repudia con razón. Su rencor es comprensible, pero el efecto que provoca socava su capacidad de gobernar para todos. Al final de su periodo como jefe de gobierno del DF, cuyo saldo fue más que positivo, había logrado apaciguar su antiguo instinto de luchador. Meses después, sin embargo, tras de la contienda presidencial, experimentó una regresión temperamental que ahora propicia la polarización del país. El revanchismo es mal consejero.

Por ejemplo, a menudo da la impresión de que, si bien se investiga y enjuicia a corruptos, la lista de prioridades se elabora en función de afrentas o respaldos.

Tres consideraciones más. 1) En 2006 AMLO habría iniciado su administración sin la aplastante mayoría de su partido en el Congreso que actualmente goza, que merma la división de poderes y agudiza sus pulsiones autoritarias. 2) El hecho de haber tenido que llegar a un tercer intento que los suyos vieron como su última oportunidad, y de que alguien le haya aconsejado hacer todo lo necesario para ganar, lo llevó a aceptar aliados tan indefendibles como innecesarios. 3) El PRI no habría triunfado en 2012. Dudo que AMLO hubiera logrado imponer sucesor con un PRD en el que no las tenía todas consigo y, aun si hubiera fundado Morena entonces, probablemente se habría fracturado por el mismo canibalismo que enfrenta ahora; ni los partidos se institucionalizan bajo liderazgos caudillistas ni el carisma se hereda o se transfiere. Pero la idea-fuerza subrepticia que impulsó al priñanietismo hace siete años –corruptos como todos pero eficaces como nadie– no habría capturado el imaginario colectivo. Tal vez algún candidato independiente o panista habría capitalizado el natural desgaste de AMLO.

En suma, habría sido muy benéfico para México que AMLO hubiera sido presidente de la República en el segundo sexenio de este siglo. Quienes coincidan sobre el talante de AMLO antes y después de 2006, y además acepten que no habría la vorágine violenta que desgarra y que no habríamos tenido la cleptocracia que se padeció de 2012 a 2018, arribarán a la misma conclusión: de haber llegado al poder AMLO hace trece años habría hecho un gran trabajo, y en estos momentos estaríamos mejor sin López Obrador, quien seguramente sería un expresidente popular.

Los ejercicios contrafactuales no son estériles. Sirven para profundizar la comprensión del pasado y, sobre todo, para normar el criterio de cara al futuro. No se trata de evadir la realidad; las cosas son como son y lo que no fue no será, como diría José José. AMLO alcanzó la Presidencia en 2018 y no en 2006 y sin duda habrá opiniones en el sentido de que eso fue lo mejor o de que así tenía que ser. Lo importante, pienso yo, es agregar al lugar común de que quienes no conocen la historia están condenados a repetirla un addendum: aquellos que no se plantean cursos históricos alternativos están destinados a tomar decisiones equivocadas en momentos decisivos.

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