Fondos buitre contra López Obrador
Raymundo Riva Palacio
A los flancos abiertos que tiene el presidente Andrés Manuel López Obrador,
uno enorme, con potencial devastador, está tomando fuerza. Lo paradójico es que
no fue generado por él ni por sus adversarios. Esa batalla, que se libra en
tribunales de Nueva York, comenzó antes de sentarse en la silla presidencial.
Dos demandas presentadas en los tribunales por más de mil 700 millones de
dólares fueron emprendidas por Gonzalo Gil White y la empresa que dirigía, Oro
Negro. Pero Gil White, miembro de una familia de alcurnia, fue más allá y decidió
jugar con todo. Vendió la demanda mayor a una sociedad secreta con lo que abrió
la puerta para un litigio de fondos buitre, largo, oneroso en extremo, si se
pierde el pleito.
En el mundo binario que tanto le gusta a López Obrador, esta es una batalla
entre el poder viejo y el poder nuevo, que arranca en 1990, cuando Gil White y
su primo José Antonio Cañedo White, fundaron Grupo Axis, el primer escalón de
una red de contactos, apoyados por las relaciones familiares, que les dio
acceso al capital global y les permitió lucrar de las modificaciones en el
Código Fiscal instrumentadas en el último año del gobierno del presidente
Vicente Fox, por el entonces secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, padre
de Gil White, que detonaron su fugaz crecimiento en el sector.
Los conflictos de interés y el respaldo de Gil Díaz a su hijo y su sobrino,
no fueron cuestionados. México era otro México, y en el mundo de los símbolos y
los signos, eso era una combustible que aprovecharon los jóvenes para crear
empresas para créditos corporativos en el sector energético, que obtenían
respaldo de fondos de inversión internacionales. Gil White utilizaba el
efectivo a futuro de los contratos de Pemex, su único cliente, para convencer a
fondos, inversionistas y afores, de inyectarle capital y para endeudarse.
La historia de Gil White y Oro
Negro es un mapa de poder y privilegios, de conflictos de interés y protección
que se extiende durante tres gobiernos. Aunque su primera empresa arrancó en
los 90’s, en la agonía del sexenio de Fox se establecieron los cimientos que
los harían despegar espectacularmente. Su primer director fue Luis Ramírez
Corzo, a quien llevó Gil Díaz en la dirección de Pemex durante el gobierno de
Fox, bajo el cual nació Oro Negro en 2012. En el gobierno de Felipe Calderón,
durante la gestión en Pemex de Juan José Suárez Coppel, uno de los alumnos
preferidos de Gil Díaz en el ITAM, que fue su coordinador de asesores en
Hacienda, la empresa de Gil White obtuvo el registro como proveedor de
plataformas petroleras, y 10 días antes de terminar el sexenio, le asignaron
sus primeros dos contratos. Oro Negro iba a ser una mina de dinero.
Cinco meses después de llegado el gobierno de Enrique Peña Nieto, bajo la dirección
de Emilio Lozoya, Pemex le otorgó a Oro Negro otro contrato de arrendamiento de
otras dos plataformas marinas, en el inicio de una serie de asignaciones
durante los primeros tres años de esa administración que les generó más de mil
millones de dólares. Oro Negro y los primos Gil White y Cañedo White, eran
poderosos y su apellido pesaba. Los tribunales mexicanos les dieron la razón
cuando dos fondos extranjeros los demandaron por la forma unilateral de tomar
decisiones corporativas en detrimento de ellos, y soslayaron las exigencias de
sus accionistas para robustecer el gobierno corporativo de Oro Negro.
Cuando el mercado petrolero se colapsó en 2015-2016, y los precios cayeron de
más de 100 dólares el barril a alrededor de 40, Gil White se negó a renegociar
con Pemex tarifas y contratos, con lo que comenzaron sus problemas con la
empresa y los tenedores de bonos. Oro Negro no pudo pagar los créditos porque
el ciclo de flujo diseñado por Gil White perdió volumen y la burbuja que creó
se reventó. Los bonistas le ganaron un concurso mercantil, obteniendo la
posesión y propiedad de las plataformas, y el 13 de junio pasado declararon en
quiebra a Oro Negro.
Gil White debió verlo venir. Junto con Oro Negro, demandó una semana antes
a acreedores, inversionistas y a personas relacionadas con su defensa, por
daños y perjuicios por mil millones de dólares en el Juzgado Federal del Sur en
Brooklyn, que lleva los casos más importantes de Estados Unidos, acusándolos de
coludirse con Pemex para quitarle Oro Negro. Al mismo tenía la demanda contra
el gobierno mexicano al amparo del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte. Gil White, además, hizo algo que puede resultar una calamidad para México.
El 7 de junio, un día después de demandar en Nueva York, firmó un contrato
con una empresa constituida un mes antes en Delaware, CM Squared ON LLC, para
venderle la demanda de mil millones de dólares, por lo cual recibiría un
anticipo, con lo que abrió la puerta para una demanda tipo fondos buitre, que son aquellos donde prefieren alargar un juicio
que creen ganado, porque más dinero les van a pagar, que fueron el principio de
la debacle financiera Argentina.
El caso está abierto y los primos son prófugos de la justicia desde julio, buscados
por administración fraudulenta y abuso de confianza por la Procuraduría General
de Justicia de la Ciudad de México. Gil White se encuentra en Coconut Grove, al
sur de Miami, moviendo sus piezas y sus relaciones, que confía le alcancen para
ganarle a todos. Mucha soberbia sin duda, pero si las partes en conflicto no
actúan correctamente, les puede ganar la partida. Esto, sin duda, sería un
desastre para México.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
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