SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Según el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, lo peor para México ya pasó. Una vez que la curva se estabilizó en el Valle de México, donde se concentra el grueso de la población del país, y aunque los contagios continúen en estados y municipios de provincia, el mandatario afirma que será cosa de algunas semanas para que la curva comience a bajar.

Ya este fin de semana, una docena de estados cambió a naranja en el semáforo epidemiológico nacional, lo que indica que podrán abrir paulatinamente y con precauciones algunos sectores económicos.

En cambio, mientras las ciudades y pueblos del Valle de México (donde se incluye la Ciudad de México, Toluca, Hidalgo, Querétaro, Cuernavaca, Puebla y otras urbes), se estabilizan, la emergencia se extiende en Guerrero hasta fin de este mes.

Tentativamente, el estado estará reabriendo sus actividades económicas y sociales hasta el 1 de julio, pero si -y sólo si- la pandemia logra ser domada. No hay de otra. O actuamos, o el cierre se prolonga.

De por sí la gente ya anda a la quinta pregunta, y prefieren arriesgarse al contagio que perder sus negocios. Prolongar el cierre por dos semanas más no parece tan exagerado; pero si por suplir nuestras necesidades los casos aumentan, entonces el semáforo no cambiará y no se nos permitirá abrir el sector turístico, que es el que sostiene la economía del estado.

Es cierto que los gobernadores tienen facultades para reabrir sus entidades en cualquier momento. Lo hicieron ya destinos como Cancún y Los Cabos, pero en Guerrero por el número de casos y la pandemia en auge no podemos hacer eso, so riesgo de prolongarla. Además, porque el gobierno estatal ha preferido seguir las recomendaciones del gobierno federal en este tenor y no arriesgarse a que haya más decesos.

Y tienen razón. Lo de menos es que la gente se enferme, sino cómo se les va a atender. En algunas regiones los hospitales están saturados, aunque se diga lo contrario. Hay camas Covid disponibles, pero no en todos lados se tienen esa disponibilidad; y, lo más importante, no todas tienen ventiladores mecánicos, que se requieren para intubar a los enfermos cuyos pulmones colapsan. Además, también se carece de los recursos humanos suficientes y entrenados.

Pero lo más importante a tomar en cuenta es que no todos van a resistir el contagio, aunque reciban la mejor atención. Guerrero tiene una población pobre y enferma. Se tienen muchos casos de diabetes, hipertensión y obesidad, que son las principales comorbilidades que agravan la infección por Covid-19.

Pero no sólo eso: también hay un importante número de fumadores y alcohólicos, que pese a la pandemia no han dejado el vicio. Incluso se han registrado muertes por consumir alcohol adulterado.

Basta ver a nuestro alrededor para entender que, pese a que la muerte nos ronda, la gente no deja de estar en fiestas. Una vez que las cantinas y bares fueron cerradas, entonces los hogares son el terreno ideal para que se junten familiares y amigos a departir, en ruidosas fiestas en donde no falta el alcohol.

Y uno se pregunta ¿cómo le hacen? No hay dinero, no hay empleos, pero la gente sigue gastando en alcohol, cervezas, cigarros y refrescos.

No olvidemos que, aunque hay muchos muertos, el asunto puede ser peor, si no se nos hubieran impuesto medidas como la sana distancia y el quédate en casa. Aún así, el pronóstico de mortalidad para todo el país, desde que comenzó la pandemia, hasta su control total allá por el mes de octubre, asciende a 35 mil defunciones, de las cuales no se tienen ni siquiera la mitad.

Esto significa que aunque abran las actividades económicas, la pandemia seguirá ahí afuera, acechando y cobrando vidas.

Afortunadamente, son más los que sanan que los que se agravan, y de estos son menos los que mueren. Pero si aún con este porcentaje de mortalidad nos escandalizamos, imaginemos cómo sería si no tomáramos ninguna precaución.

Pues bueno, en resumen, aunque el presidente esté diciendo que ya vamos de salida de la pandemia, que se logró domar, en Guerrero eso todavía no sucede. Y no se vale hacerle al confundido, porque ya mucho se ha explicado que cada pueblo, cada núcleo poblacional, tendrá que vivir su propio nivel de contagios.

Bien por los municipios que ya están avanzados. Mal por lo que todavía no inician.

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

La pandemia se extiende hasta octubre, ratificó ayer López Gatell. Esto es algo que ya había dicho, por cierto, pero no sabemos leer los temas epidemiológicos. Y si a esto le agregamos que los gobiernos locales tampoco supieron informar en sus respectivas jurisdicciones acerca del comportamiento de la pandemia, entonces se entiende que los mexicanos estemos confundidos, desalentados e incrédulos.

Por ejemplo, Gatell siempre dijo que no había una sola pandemia, sino que son varias, tantas como pueblos haya en este país. Y para nuestro conocimiento, en México existen casi 2,500 municipios, algunos de los cuales en realidad son mega-urbes.

Por lo tanto, cuando el gobierno federal estuvo informando de la pandemia, desde que comenzó a finales de febrero, siempre partió de la realidad de la Ciudad de México y su zona conurbada, así como otras urbes del Valle de México.

Pero, en realidad, conforme el Covid-19 fue dispersándose por estados y municipios, entonces cada núcleo poblacional comenzó a vivir su propia pandemia.

En Acapulco, por ejemplo, se está a punto de alcanzar el máximo de contagios, y de ahí comenzará a bajar la curva. Pero epidemiológicamente hablando, el descenso de la curva tomará el mismo tiempo que el ascenso. Es decir, otros tres meses, lo que se cumple en septiembre.

La realidad en los municipios también es distinta, pues aunque Acapulco alcance su punto máximo, eso no significa que el resto de los municipios el comportamiento de la pandemia será igual. Cada núcleo poblacional, decíamos, tiene su propia lógica, dependiendo del número de habitantes, de sus actividades y de cómo la gente se comporte.

Una cosa es segura; la pandemia no se detiene. El confinamiento no es para detenerla, es para regular los contagios, a fin de que el sistema de salud esté en condiciones de atender a los enfermos.

Pero, la buena noticia es que también es seguro que la pandemia alcance un punto máximo de contagios, y comience su descenso, para quedar finalmente en modo de prevalencia, hasta que se halle una vacuna o una cura para la neumonía atípica que provoca el Covid-19.

Algunos expertos señalan que eso podría tomar 2 años. Otros, que puede ser hasta 3 años, de modo que hay que prepararnos mental y anímicamente para entender que tendremos que aprender a convivir con ese agente infeccioso.

Para ello, el gobierno está comenzando a capacitar a los prestadores de servicios turísticos, porque para reabrir el sector, se tendrán que adoptar nuevas medidas de protección para clientes y empleados, tanto en restaurantes como en hoteles.

Revisando las nuevas disposiciones, pues son extremas y lamentablemente no todos los establecimientos podrán cumplirlas, pues van desde el lavado mecánico de la loza (lavado en máquina), a temperaturas mayores a los 60 grados centígrados. Además, una vez lavados, los cubiertos se tendrán que embolsar individualmente, y entregarlos sellados a los clientes. Las mesas tendrán que sanitizarse cada que haya un servicio, y tendrán que estar separadas a metro y medio de distancia, o bien divididas con mamparas acrílicas, para que no haya contacto entre comensales.

Los empleados tendrán que portar cubrebocas, careta y googles, y cambiarlos cada 4 horas. Y los clientes tendrán que dejarse tomar la temperatura, entre otras medidas, como uso de gel, limpieza de calzado, etcétera.

Aparentemente, esto será fácil de cumplir, pero no es así. Primero, se necesitará de una disciplina estricta de parte del personal. Segundo, eso implicará un mayor costo en el servicio, y eso se reflejará en el precio de los alimentos y bebidas que se consuman en algún establecimiento público.

Todos los negocios que vendan comida o den hospedaje, tendrán que obtener su certificado “Punto limpio”, y eso implica la supervisión estricta de autoridades de salud, de reglamentos y de la propia Sectur.

Lo más grave es que salvo Acapulco y Zihuatanejo, el resto de los municipios con vocación turística en Guerrero carecen de las condiciones necesarias para cumplir todas las medidas de protección. ¿Cómo harán los enramaderos para cumplir con todas las disposiciones?

Además, se tendrá que usar plástico al por mayor, y eso echa por tierra la ley que prohíbe el uso de plásticos de un solo uso. Quizás la solución sea que cada quien lleve sus cubiertos al restaurante. O, como dicen los costeños: ¿Cómo más?

De verdad que no será fácil adaptarnos a la nueva normalidad. Ni siquiera tenemos idea de cómo volverán nuestros hijos a la escuela. Tal vez muchos ya no vuelvan, por miedo de sus padres a que se enfermen, o a que lleven los contagios a casa.

Y las autoridades, por su parte, tendrán que diseñar un estricto modelo de detección y control de casos. De lo contrario, volveremos a vivir la pandemia cada vez que nos descuidemos.

¿Quién está detrás de los anarquistas provocadores?

Jorge Zepeda Patterson

El perro es bravo y encima le patean la reja, dice el refrán. Cada vez se advierten más señales de que la crispación que vive el país va en camino a transformarse en algo más preocupante. Una crispación que en parte es natural, considerando que dos visiones opuestas se disputan la hegemonía (el Gobierno de AMLO, por un lado, y el estatus quo, por llamarlo de alguna manera, por el otro). Que los mexicanos estemos divididos es explicable e incluso válido: el México de los pobres tan largamente ignorado intenta cambiar las cosas, encabezado por un líder excéntrico y rijoso (también por llamarlo de alguna manera). Que el otro México, el beneficiado por el modelo anterior, cuestione los términos y los alcances de los cambios propuestos, también es natural. Que  los ánimos estén caldeados como resultado de esta confrontación no debe sorprender a nadie. El perro está bravo, y eso se entiende (y ojo, con esta referencia canina no describo a ninguna de las dos partes, sino al ambiente resultante); lo que no se entiende es quién y por qué está pateando la reja para intensificar la rabia.

¿O de veras creemos que los enfurecidos comandos anarquistas que aparecen en las manifestaciones son un producto espontáneo? ¿Qué la discriminación a las mujeres o al asesinato de George Floyd en Minneapolis les provoca tal indignación que están dispuestos a romperse la cara contra granaderos? ¿Qué la enjundiosa y deliberada destrucción de negocios y mobiliario urbano es resultado de la represión policiaca?

En esta polarización no hay inocentes. Basta ver las últimas noticias para anticipar lo que nos espera. La policía municipal de Ixtlahuacán detiene a Giovanni López por no usar el cubrebocas y, todo indica, lo asesina. Literalmente le cargan el muertito al Gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, quien si bien es cierto no se ha caracterizado por su mano blanda, también es cierto que no era el responsable directo del desaguisado. La protesta en contra del Gobierno estatal y los desmanes resultantes, a su vez, son utilizados por el Gobernador para decir que fueron orquestados por Morena y culpar a López Obrador de acoso político. No es un secreto que Alfaro busca convertirse en líder de facto de la resistencia en contra del Gobierno federal, con miras a una posible candidatura presidencial en 2024. Pero las reacciones en redes sociales lo obligaron a difundir una suerte de disculpa y deslindó al Presidente. AMLO no aceptó la rectificación y lo encaró a asumir sus dichos y demostrarlos. Al día siguiente siete gobernadores de oposición cerraron filas en torno a Alfaro. Tampoco es casual: harán lo imposible por evitar el triunfo de Morena en las elecciones intermedias del año que entra, cuando se cambian los congresos estatales y varias de las gubernaturas. De aquí en adelante apoyarán todo lo que suponga un desgaste del partido en el poder. En resumen, la brutalidad de dos psicópatas vestidos de policías municipales se convirtió en 72 horas en una telenovela política que bien podría llevar por nombre “llevando agua a tu molino”. Redes sociales, espacios supuestamente informativos, columnas de opinión terminaron convirtiéndose en una arena de batalla en el que las descalificaciones y la información distorsionada sustituyó a los hechos puntuales.

¿El impacto ambiental del Tren Maya justifica detener su construcción? Imposible saberlo a estas alturas; toda nota periodística y cada dictamen técnico parecen estar contaminados de un virus partisano. A los que antes no les importaban las objeciones ambientales en la construcción de un aeropuerto en el lago de Texcoco hoy son conversos de Greenpeace; y viceversa, a los que les provocaba insomnio el daño a las aves lacustres y el hundimiento del valle, no encuentran problema en el percance a selvas y manglares en nombre del desarrollo de la Península.

¿Es un acierto o un desacierto la estrategia de López-Gatell contra la pandemia? ¿Cómo saberlo cuando los diarios nos escandalizan con una cifra de muertos récord ocultando el hecho de que sumaba varios días? Y, del otro lado, ¿cómo tomar en serio el señalamiento del Presidente que pone de ejemplo la estrategia seguida por México, a partir de estadísticas que el propio López-Gatell acepta que son inexactas?

¿Cómo entender lo que está pasando cuando intelectuales como Héctor Aguilar Camín recurren a epítetos como “pendejo y petulante” para referirse al Presidente o, del otro lado, la Secretaria de la Función Pública se burla de los artistas preocupados por los recortes con un “serénense”? Hemos dejado atrás los argumentos para centrarnos en la descalificación, hemos sustituido cualquier intento de análisis de la realidad para remitirnos a extraer el dato que apuntala nuestra posición, seguida de un adjetivo descalificativo hacia el rival.

La verdad ha sido la principal víctima de esta polarización y, en esa medida, la comunidad y su incapacidad para saber lo que está pasando realmente y poder hacerse de una opinión sensata. Pero las cosas podrían ir a peor. Hay manos interesadas en quemar intencionalmente la pradera mientras todos nosotros (redes sociales, periodistas, medios de comunicación, actores políticos, Presidencia), les estamos ofreciendo la leña seca y la gasolina ideal para sus propósitos. ¿Quién está detrás de los anarquistas desestabilizadores? Habrá que hacer las investigaciones correspondiente sin sesgos partidistas. Lo que está claro es que, sin desearlo, les estamos ayudando.

El costo de no escuchar

Dolia Estévez

Las protestas masivas de los últimos días son las voces de los no escuchados. Las detonaron el brutal homicidio del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco captado en video. La sociedad explotó contra el racismo y la violencia policial como no lo hacía desde el asesinato de Martin Luther King. También tronó contra un presidente que incita la división.

Mientras las autoridades decidían si lo acusaban o no, manifestantes de todas las razas y edades se volcaban como cascadas sobre las avenidas de las principales ciudades para clamar justicia y el fin de la represión racista. El perpetrador fue acusado de asfixiarlo con la rodilla presionada en el cuello en el tercer minuto de los 8 y 46 segundos que duró el funesto episodio. “No puedo respirar”, balbuceaba el hombre de 46 años, mientras llamaba a su difunta madre. Le tomó el pulso uno de los policías cómplices. Estaba muerto.

La rodilla en el cuello del indefenso afroamericano fue tan real como ha sido simbólica a lo largo de la historia. Estados Unidos nunca se ha reconciliado con un pasado que abolió la esclavitud, pero no el racismo. El estallido social también es la respuesta a la frustración acumulada por la severa crisis de salud que hasta ahora ha cobrado la vida de 108 mil personas. Los más afectados han sido las minorías, los afroamericanos en las entrañas del Bronx, no el 1 por ciento en los rascacielos de Manhattan de donde salió Trump. Miles estuvieran vivos de no haber Trump subestimado la epidemia.

El primer día de protestas, fue trasladado al bunker subterráneos en la Casa Blanca, que data de la Guerra Fría, porque temía que los manifestantes predominantemente pacíficos irrumpieran en la icónica mansión. Las luces externas fueron apagadas para dificultar un ataque que nunca llegó.

Construido durante la segunda guerra mundial para proteger a Roosevelt en la eventualidad de bombardeos aéreos, el búnker fue modernizado posteriormente con un avanzado sistema de comunicación. Se usó por última vez en 2001 para proteger al vicepresidente durante los ataques del 9/11. George W. Bush estaba en Florida.

Indignado por la imagen que proyectó escondido en un sótano asustado como ratón, él, el admirador de tiranos, él, el defensor la fuerza, tuiteó: “cuando el saqueo empieza, empiezan los balazos”. Fue reprendido por Twitter por “glorificar la violencia”. Desencajado, amenazó con invocar una represiva ley de 1807 para que tropas en activo “dominaran” el “campo de batalla” contra los “terroristas” en los estados, si los gobernadores “débiles” no pueden con ellos.

Bajo las órdenes del procurador general William Barr, abogado de Trump no del pueblo, la policía metropolitana y la Guardia Nacional desalojaron a punta de golpes y gas lacrimógeno a manifestantes pacíficos y reporteros en la Plaza Lafayette frente a la Casa Blanca. Sin más presencia que la de un impresionante dispositivo de seguridad, Trump y su séquito marcharon hasta llegar a la iglesia St. John. Alzando torpemente una Biblia que Ivanka Trump sacó de su bolso Max Mara de mil 540 dólares, Trump posó tieso ante las cámaras. Lo acompañaron Barr, el secretario de la Defensa Mark Espe y el jefe del estado mayor conjunto, general Mark Milley. Desplante teátrico digno de emperadores.

El despropósito de usar a las fuerzas armadas para avanzar su agenda electorera fue rechazado por el Pentágono. Los militares se negaron a librar una guerra fratricida no vista desde la Guerra Civil hace siglo y medio. En inusual señal de disidencia, el secretario de la defensa dijo que las circunstancias no ameritan invocar la ley de 1807 para militarizar al país. Un puñado de generales jubilados, dos de los cuales trabajaron bajo Trump, lo acusaron abiertamente de dividir al país y de violar su juramento de respetar la Constitución.

Un triple cerco metálico de dos metros y medio de altura fue construido en tiempo récord en el perímetro externo de la Casa Blanca. No hay que viajar a Irak para ver la zona verde. Un presidente que necesita acantonarse detrás de cercos y barreras porque se siente amenazado por los ciudadanos que gobierna, no es líder, es prisionero de sus propios demonios. La otrora llamada casa del pueblo reducida a un castillo medieval dentro de una fortaleza.

La doble crisis—COVID-19 y movilización social contra el racismo y contra Trump—pone en entredicho una reelección que muchos erróneamente daban por hecho. La ventaja del virtual candidato demócrata Joe Biden en estados decisivos que Trump ganó en 2016 sigue creciendo. En el último promedio nacional de las principales encuestas que realiza RealClearPolitics, Biden le ganaría a Trump con 14 por ciento del voto nacional de realizarse las elecciones hoy.

Derrotarlo en las urnas no será fácil. Ha superado otras crisis. Mostrado su inmunidad a la destrucción político. ¿Es diferente esta vez? ¿El principio del fin? No apostaría. Los autócratas se aferran al poder. Imposible saber qué va a pasar el 3 de noviembre. Quedan 147 días. Pronosticar que el país no resiste cuatro años más de caos, desintegración y odio es menos arriesgado.

Jalisco: conspiración y violencia estatal

Rubén Martín

Jalisco vive días aciagos. Días de asesinatos a manos de policías, represión, desapariciones forzadas, infiltración del crimen organizado, y un movimiento social que resiste y cuestiona a un Gobierno autoritario. 

El actual estado de movilización social, que ha sido reprimido por el Gobierno que encabeza Enrique Alfaro Ramírez, hizo explosión la semana pasada tras que la reportera Tania Rosas diera a conocer que Giovanni López Ramírez, un albañil de 30 años, fuera entregado muerto el 5 de mayo tras ser detenido en la víspera por la policía municipal de Ixtlahuacán de los Membrillos por no traer cubrebocas (LatinUs, 3 junio 2020). 

La noticia se extendió como reguero de pólvora en medios de Guadalajara y en redes sociales. Ese mismo día se convocó a la primera manifestación para el jueves 4 de junio.

La manifestación se convocó en el Parque Rojo, al este del centro histórico tapatío y de ahí partió hacia Palacio de Gobierno. La indignación que causó el asesinato de Giovanni López se manifestó en ira y rabia con pintas, consignas y pronto derivaron en daños al edificio de Palacio, la quema de dos patrullas, enfrentamientos con la policía y el lamentable hecho de que una persona prendió fuego en la espalda de un agente municipal. La manifestación y la trifulca se tradujo en la detención de 28 personas, siete de ellos menores de edad. 

El mismo jueves se citó a otra manifestación. Inicialmente se convocó afuera de Casa Jalisco, que es el inmueble que sirve de residencia oficial al Gobernador en turno. Pero en demanda de liberación de los detenidos se cambió la sede de la protesta a las oficinas centrales de la Fiscalía General del Estado (FGE), en la Zona Industrial al sur de Guadalajara. 

Pero ocurrió algo atroz. Alguien desde el Gobierno ordenó un dispositivo represivo que apenas es comparable a otros episodios negros de los derechos humanos en Jalisco y en México. Mediante este operativo represivo se detuvo a decenas de personas de manera ilegal por parte de presuntos policías (iban vestidos de civil y sin identificar) armados con maderas, bates de beisbol, palos de golf, tubos y maderos grandes con los que se intimidó a todos y se golpeó a varios de los que pretendían asistir a la manifestación frente a la sede de la FGE.

Decenas de jóvenes (mujeres y hombres) fueron privados de la libertad ilegalmente, llevados a “perreras” que son las celdas de la Fiscalía, pero otros testimonios de detenidos hablan de otros lugares de confinamiento, lo cual podría ser indicio de la existencia de cárceles clandestinas. Muchos de los detenidos fueron liberados después de ser amenazados, golpeados y despojados de pertenencias en zonas alejadas de donde fueron levantados. Fueron al menos 28 personas a las que se les detuvo ilegalmente por parte de elementos de la Fiscalía. Un día después de los hechos, la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ) calificó estas acciones como desapariciones forzadas. 

El operativo represivo duró alrededor de cuatro horas. Desde las 18:00 horas, hasta las 22 horas del viernes 5 de junio. Y fue antes de la 23 horas del mismo día que apenas se pronunció el Gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez. 

A las 22:46 subió un mensaje en sus redes sociales para alegar que estaba enojado y frustrado por el operativo de elementos de la Fiscalía la que, recalcó, no depende de él. Según Alfaro, el dio la instrucción de “actuar con sensatez, con prudencia”, instrucción que fue desacatada por un grupo de personas de la Fiscalía estatal, quien “actuó de una manera irresponsable y brutal que no va a ser perdonada”.

En la mañana del sábado 6 de junio, el Gobernador de Jalisco publicó un mensaje más amplio donde ofreció disculpas a la población por los hechos represivos del viernes, dijo que sería prioritario encontrar a las personas reportadas como desaparecidas, y anunció que se liberaría a todos los detenidos de las protestas del jueves y viernes.

Pero luego introdujo un elemento muy inquietante: dijo que el grupo de la Fiscalía que actuó en las detenciones sin el consentimiento del Gobernador y del Fiscal, aparentemente pudo hacerlo “por instrucciones de otra fuente”, y mencionó al crimen organizado. 

Pero independientemente de estas disputas políticas y del deslinde de responsabilidades por los hechos represivos, el movimiento social que exige justicia para Giovanni, se mantiene activo. La tarde del sábado volvieron a marchar desde la Glorieta de la Minerva hasta Palacio de Gobierno, en el centro de la ciudad. 

El reclamo de justicia por la muerte de Giovanni López sigue presente, al igual que la exigencia de poner fin a las arbitrariedades cometidas por las fuerzas policiacas de Jalisco. 

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Estamos entrando a un tiempo crítico en el control del Covid-19. Con la llegada de las lluvias, comenzarán a multiplicarse los casos de dengue, que en Guerrero es una enfermedad endémica desde que apareció en los años 80, y de la cual se conocen unos 4 serotipos, así como también puede ser mortal cuando bajan las plaquetas, fase que se conoce como “dengue hemorrágico”.

La gente, por lo tanto, debe estar alerta y comenzar desde ya a limpiar sus casas de cacharros, a tapar sus depósitos de agua, a evitar que el agua de lluvia se acumule y, en resumen, a convertirnos en autogestores de nuestra salud.

Es común que en las costas abunden los zancudos, así como en los sitios donde las temperaturas son elevadas. Pero la verdad es que debido al cambio climático, ahora hay zancudos hasta en las zonas frías, y eso aumenta el riesgo a contraer cualquiera de las fiebres tropicales vigentes, como el dengue, la chikunguña y la zika, que también llegaron para quedarse entre nosotros, desde su aparición en 2015.

En este momento, el dengue comienza a expandirse, merced a que los trabajos de abatización y fumigación están retrasados, precisamente porque el personal de Vectores de la Secretaría de Salud ha estado ocupado en el control de la pandemia por Covid-19, ayudando con las fumigaciones y sanitizaciones de espacios públicos.

¿Cuál es la preocupación? Principalmente porque los síntomas iniciales de Covid 19 y dengue, así como zika y chikunguña, son parecidos. Y la gente no sabrá si está ante un caso de Covid, o de un caso de las tres fiebres transmisibles por vector descritas, hasta que quizás sea demasiado tarde.

Lo otro que puede suceder es que la gente se apanique, cuando comience por fiebre y abarrote los hospitales y centros de salud.

Entonces, los especialistas señalan que en el caso del Covid-19, principalmente se deben atender por lo menos 2 diferencias: La principal, es tos seca. La más grave, dificultad para respirar. Si una persona presenta estas dos manifestaciones clínicas, aunque tenga fiebre elevada y dolor de cabeza, entonces es muy probable que se trate de Covid.

Los síntomas comunes entre Covid, dengue, zika y chikunguña es la fiebre. Incluso el dolor de cabeza y dolor de ojos es común (no así el dolor de huesos). Pero hay diferencias que debemos aprender para nosotros mismos saber a qué nos estamos enfrentando, como la tos seca, y la dificultad para respirar, las cuales no afectan en el caso del dengue, zika o chikunguña, porque los virus que transmite el zancudo aedes aegipty no atacan el pulmón. En cambio, el coronavirus de Wuhan (Covid-19), sí es una infección viral de vías respiratorias, y puede llegar a colapsar el pulmón, con lo cual las personas necesitarán ventilación mecánica, a través de un ventilador.

Desafortunadamente, las autoridades se enfocaron en el combate al Covid-19 y llegamos a la época de lluvias destapados en el caso del dengue, zika y chikunguña. Falta limpiar de basura y cacharros los lugares por donde escurre el agua para evitar encharcamientos e inundaciones, y también monitorear la presencia de larvas en pueblos y colonias.

Por lo tanto, somos los ciudadanos los que tenemos que hacer nuestra parte, siguiendo las recomendaciones de agua limpia, patio limpio, que desde hace años aplica la Secretaría de Salud. También procuremos colocar mosquiteros en puertas y ventanas para evitar la entrada de zancudos, en lugar de usar insecticidas o raidolitos, que son tóxicos y dañan nuestra salud.

Ninguna enfermedad es responsabilidad exclusiva de las autoridades, y menos en este tiempo de pandemia, tiempos en donde aplica la máxima de quien se cuida a sí mismo, cuida a los demás.

No olvidemos también que los espacios en los hospitales están limitados y que mientras la pandemia no ceda, tenemos prohibido enfermarnos.

Evitemos que las enfermedades que son prevenibles cobren más muertes en la entidad. Hagamos lo que esté a nuestro alcance, controlando los criaderos de zancudos en nuestros hogares. Porque, de lo contrario, corremos el riesgo de que el que no enferme por Covid, enferme por los otros tres tipos de fiebres, que -como ya expusimos-, también son mortales si se descuida su atención.

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Ya comenzaron a repartirse los alimentos a los más afectados por la pandemia de Covid-19, en el estado de Guerrero. Estos comedores comunitarios, uno de los cuales se instaló en Zihuatanejo, estarán siendo operados por personal de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Marina.

En total, hasta ayer funcionaban 7 comedores, en puntos estratégicos de la entidad, donde se ha detectado mayor cantidad de personas vulnerables, a saber: 2 en Zihuatanejo, 2 en Acapulco, 2 en Chilpancingo y uno en Tlapa de Comonfort.

Claro que no son los únicos sitios donde se necesita un comedor comunitario, pero sí los que tienen mayor densidad de población, y que por la pandemia de Covid están desempleados y no tienen ingresos.

Para mitigar esta necesidad, se diseñaron los comedores comunitarios, a los que el gobierno de la entidad estará dotando de víveres e insumos, y el personal militar los estará operando, como parte del plan de apoyo a la sociedad civil que tanto la Sedena como la Semar mantienen para épocas de crisis.

El trabajo de los soldados y marinos será decisivo para Guerrero en esta época, en que lo que se necesitan son manos para ayudar, pero también recursos.

Lamentablemente, nos llegó el pico de la pandemia en momentos en que la mayoría de la gente está tocando piso, ya no tiene para dar, ya los que daban, ahora también necesitan.

Recordemos que, al inicio de la pandemia, cuando se cerraron las playas, lo cual sucedió el 1 de abril (ya más de 60 días), hubo muchos intentos de apoyo de parte de los que tenían para dar.

Algunos lo hicieron por su cuenta, otros se coordinaron con los gobiernos municipales, aunque hay que decir que no en todos se diseñaron políticas de asistencia social, para cubrir las necesidades alimentarias de la población.

La clase política sacó sus dineritos y comenzó también a ayudar, pero les llovieron críticas, los acusaron de ayudar por interés. Y al margen de que así sea, hay un refrán que reza que a caballo dado no se le ve colmillo.

Por lo tanto, todo esfuerzo debió ser aceptado y hasta apoyado, independientemente de sus orígenes y finalidades, porque finalmente nadie da paso sin huarache en esta vida.

Hubo gente de Morena, incluso, que amenazó con denunciar a quienes estuvieran distribuyendo alimentos, y que a la vez aspiraran a algún cargo de representación social, en un acto demasiado mezquino de su parte. En cambio, estos acusadores han sido incapaces de dar la cara a las multitudes hambrientas, a las que representan tanto a nivel local como nacional, y a las que el Covid-19 las encontró de por sí pobres, dependientes de empleos mal pagados, o como vendedores ambulantes, o con negocios propios que son tan débiles que no soportan ni una semana cerrados, mucho menos 65 días.

Se cumple el adagio que reza: no comes ni dejas comer. O el que no ayuda, estorba. Pero como ellos gozan de cabal salud, viviendo de megasueldos -que aunque sean menores a los que percibe el presidente de la República, siguen siendo tan altos como inalcanzables para cualquier pobre de este país-, entonces lo que les ocupa es cuidar rancho, no ayudar a los necesitados.

De verdad que hicieron falta iniciativas para ayudar a la gente. No pidiéndole al gobierno, sino para hacer un trabajo de autogestión, de auto-organización para al menos orientar los esfuerzos individuales, para hacerlos más efectivos, porque veíamos gente yendo a las mismas colonias, mientras que otras estaban abandonadas. Si se hubieran conjuntado esfuerzos, en lugar de actuar de manera celosa, todo esto se habría encauzado mejor.

A estas alturas, sin embargo, ya todos estamos en el piso. Los que tenemos un negocio, a duras penas mantenemos los sueldos. Y es que dicen que el dinero no vale nada; ahora nos damos cuenta de que estamos en una sociedad monetizada, y que sin dinero nada se mueve. Con dinero baila el perro y sin dinero bailamos como perro, dijo alguien por ahí.

Bien por la iniciativa de los comedores comunitarios, que sirvan para dar de comer al hambriento. Sin embargo, como dijo el gobernador, el Covid-19 es una responsabilidad de todos. Que cada quien haga su parte.

Sobernia y malos modales

Dolia Estévez

Felipe Calderón Hinojosa se estrena en el exclusivo club de “autobiografías” a modo de expresidentes de México. México, un paso difícil a la modernidad, de Carlos Salinas de Gortari; Cambio de Rumbo, de Miguel de la Madrid; Mis Tiempos, de José López Portillo y, ahora, Decisiones Difíciles, de Calderón. Libros marcados por omisiones y realidades discrecionales. Brochazos sin matices ni sombras. Retratos monocromáticos y simples.

No es mi intención reseñar el libro de Calderón, otros más versados en las intrigas del PAN y en la sórdida carrera pública del autor lo han hecho. Álvaro Delgado en Proceso. Me limitaré a destacar las omisiones y exageraciones sobre la relación con Estados Unidos, que pese a calificarla como la “más compleja” de México, le dedica menos de diez páginas de un total de 584.

Felipe Calderón se pone la medalla por haber logrado que Estados Unidos, “por primera vez en la historia de la relación”, asumiera su responsabilidad y colaborara con la militarización de la guerra contra las “bandas criminales” mediante la polémica Iniciativa Mérida. Estados Unidos contribuyó con 1.4 mil millones de dólares para entrenamiento, equipo, inteligencia y apoyo tecnológico a través de la Iniciativa Mérida. Pero no asumió el compromiso de reducir el consumo de drogas y el tráfico de armas de fuego a cambio de que Calderón declarara la guerra a los carteles.

Los fondos de la Iniciativa Mérida fueron condicionados a que México se volviera satélite de las agencias de procuración de justicia y del Pentágono. En materia de seguridad, el país dejó de ser soberano.

Se vanagloria de haber sido el único con el que Barack Obama se reunió antes de asumir la Presidencia. Al parecer no sabe que las reuniones con presidentes electos mexicanos es una tradición que empezó con Díaz Ordaz y Johnson en 1964, y concluyó con Peña Nieto y Obama, en 2012.

Calderón no se arrepiente de haber entregado la seguridad nacional del país y la formación de la Policía Federal a un presunto colaborador de los carteles, “quizá uno de los legados institucionales más importantes que fueron creados durante mi Gobierno”. Corrupción y tácticas gansteriles de los altos mandos, tráfico de puestos de confianza, desalojo de policías de carrera para poner a ineptos en las oficinas de inteligencia y coordinación regionales, trato indigno al personal de campo y encarcelamiento de los que se atrevían a denunciar las tropelías, ese fue el legado de la Policía Federal de Genaro García Luna y Calderón.

Simultáneamente García Luna construyó y destruyó la Policía Federal. A través de la Unidad de Investigaciones Sensibles (SIU), que dirigía Iván Reyes Arzate, preso en Nueva York acusado de nexos con los narcos, los policías federales se convirtieron en lacayos de la DEA. Órdenes de allanamiento, cateo de inmuebles y seguimiento de pistas in situ, por lo general falsas, venían de la DEA. García Luna, con la anuencia de Calderón delegó el mando operacional a la DEA.

Calderón critica la falta de voluntad política de Vicente Fox para extraditar capos a Estados Unidos prefiriendo pasarle el costo político a él. No dice que los cientos de extraditados en su sexenio fueron principalmente los enemigos de “El Chapo” Guzmán, a quien García Luna presuntamente protegía.

Paradójicamente, Calderón extraditó a Osiel Cárdenas Guillén en 2010 sin investigarlo por planear asesinarlo, según alega. Osiel saldrá libre en 2024, luego de cumplir dos tercios de una generosa sentencia de 25 años. Quizá creyó Calderón que le darían cadena perpetua, sin saber que la justicia estadounidense es benévola con los que colaboran.

Tampoco aborda la misteriosa emboscada realizada por elementos de la Policía Federal de García Luna contra dos agentes de la CIA en Santa María en 2012, el episodio que el Embajador Tony Wayne califica como el más tenso de su gestión. Wayne pidió una reunión de urgencia con el Presidente. Duró más de una hora. Calderón echaba chispas. El cable “secreto” que el segundo emisario de Obama envió a Washington, describiendo a Calderón como “muy perturbado”, sigue clasificado 90 por ciento.

Calderón usa más tinta que la necesaria en detallar sus presuntas presiones para que el Gobierno de Obama aceptara discutir formalmente el “espinoso tema del régimen legal de drogas” en Estados Unidos. Narra que lo trajo a colación en un almuerzo en la Casa Blanca con Obama y Hillary Clinton, quienes respondieron que una medida de legalización unilateral puede llevar a sanciones comerciales. “Interrumpí y les dije que si habíamos llevado adelante una relación de tanta confianza no había lugar a deslizar semejantes amenazas”. Pese a las “presiones e insinuaciones” que se dieron de un lado y del otro, “nunca tensaron a reventar ninguna cuerda”.

Aprovechando su viaje pagado por los mexicanos para asistir a la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2012 en Nueva York, Calderón se entrevistó secretamente con Ginna Angelopoulos, una acaudalada filántropa griega que había fundado la Beca para Líderes Públicos Globales en la Kennedy. En una cena privada en el Hotel Palace, Angelopoulos aceptó pagar por el exilio dorado de Calderón y su familia en las orillas del Rio Charles.

Ni una línea de agradecimiento le dispensó a la generosa griega, como sí hizo con el empresario Bernardo Gómez por haber patrocinado su primer pase por la Kennedy en 2000. Tal vez no quiso revelar que su nueva etapa como ciudadano privado la negoció mientras seguía en funciones, con fondos del erario.

Decisiones Difíciles no es un texto que contribuya al atendimiento de la relación con Estados Unidos. O al esclarecimiento de hechos clave aún latentes. Tampoco creo que haya sido el propósito. Rebasa su capacidad. Entender al país con el que se tiene la relación “más compleja” no se aprende con becas de oropel en la Kennedy.

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Ya hay fecha para que el 27 de junio se reactiven los vuelos internacionales en Acapulco, con lo que podemos determinar que para esa fecha las playas estarán ya abiertas. Y aunque no lo estuvieran, sí se permitirá el hospedaje y la apertura de algunos giros para tomar alimentos y diversión, siguiendo siempre las medidas de protección de la “nueva normalidad”.

En este momento, 2 de junio, se ve realmente difícil que logremos esta meta. Ayer, por ejemplo, las cifras de muertos y contagios por Covid-19 demostraron que estamos con la pandemia en todo su apogeo, con casi 500 decesos en un solo día, para sumar 10 mil 637.

De ellos, 271 decesos pertenecen a personal médico, lamentablemente, con lo cual se demuestra que son los empleados del sector salud los más expuestos a los contagios y a la muerte por Covid-19.

Es tremendo lo que está sucediendo. Parece que los esfuerzos de los epidemiólogos no han servido de mucho, si acaso para alargar el tiempo del paso de la pandemia. Esa es una noticia buena y mala. Buena, porque se nos dice que sin la sana distancia y el quédate en casa, estaríamos con más contagios y muertos. Mala, porque eso implica que aunque la curva de contagios no ha resultado inmanejable, sí se prolonga.

Para México, siendo un país de los llamados emergentes, no es bueno que los sectores económicos sigan cerrados, porque los que no mueran por Covid-19, morirán por hambre, y por enfermedades relacionadas con la ansiedad, la mala alimentación, la preocupación, etcétera. Y nadie puede negar que así están millones de mexicanos, pues superficialmente se habla de 1 millón de empleos perdidos.

Quizás para los que tienen de qué vivir, para los que no han tenido necesidad de parar actividades, para los que fueron previsores y ahorraron, esto no signifique mucho. Pero es algo duro para la gente que vive al día, que no tiene ahorros, que tampoco tiene acceso a créditos, o que depende de un empleo que ya perdió.

Toda esta gente está pugnando porque se reabran las actividades económicas, y que de una vez por todas entremos a la “nueva normalidad”, porque al fin y al cabo algún día tendremos que hacerlo. Y, además, que tendremos que volver con todos los cambios que implica esa “nueva normalidad”, porque ya nada será igual, hasta que se encuentre una cura para el contagio por Covid-19, o bien una vacuna, lo cual podría tardar de 2 a 4 años, tiempo suficiente para que las estructuras económicas y de poder político colapsen o cambien.

Entonces, si de todos modos tendremos que volver con todos los cuidados, ¿por qué no volver ahora?

Ya lo dijo el gobernador en su conferencia de ayer: que si bien es urgente abrir ya las actividades económicas, es más importante cuidar la vida de los guerrerenses. No es lo mismo abrir ahorita, cuando la pandemia está en su máximo pico no sólo en Guerrero, si no a nivel nacional, que dos o tres semanas más adelante, cuando ya ese pico haya pasado.

No es lo mismo volver al trabajo cuando ya el nivel de contagios haya bajado, que ahora.

Con todo, no podemos fijarnos solamente en lo malo si queremos sobrevivir. Está demostrado que los sobrevivientes de todas las crisis, son los que logran mantenerse optimistas. ¿Y quiénes son estos? Los que logran desapegarse. La resiliencia social implica una alta capacidad de adaptación. Saber que, si algo se acaba hoy, habrá algo nuevo mañana.

Mi padre decía que mientras hay vida, hay esperanza. Entonces, lo más importante es cuidar la vida, es el máximo derecho humano, nada puede pagar una vida. Mejor dicho, una vida no puede pagarse con ningún tesoro del mundo, simplemente porque ante la muerte no hay nada que hacer, no hay nada que pueda resarcir el daño.

Ánimo. Sigamos el ejemplo del presidente de la República, del gobernador, que aunque los tiempos son malos y desafiantes para ellos, no paran, no se detienen, siguen contra viento y marea. Mañana nos acordaremos de todo esto, y será como un sueño. Ánimo.

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Los diputados locales resolvieron ayer en su primera sesión, tras el receso por la pandemia de Covid-19, dos asuntos cruciales en el plano electoral.

Reunidos en los patios del Palacio Legislativo, los diputados de todos los partidos se enfocaron a las reformas Ley 483 de Instituciones y Procedimientos Electorales y a la Ley 456 del Sistema de Medios de Impugnación en Material Electoral.

Con ello, lograron un cambio definitivo para garantizar la participación política de la mujer en la vida partidista, así como para empoderar a los indígenas y afromexicanos.

Podemos decir que ya la participación política de las mujeres estaba definida, porque los partidos están obligados a garantizar que 50 por ciento de sus candidaturas sean para mujeres, pero para nadie es un secreto que los institutos políticos, todavía dominados por grupos de hombres, simulaban esta obligación. O, lo que es peor, sometían a sus congéneres a una especie de ácido bulying político, obstáculos, presiones, traiciones…y como en botica.

Por lo tanto, los diputados optaron en esta reforma por imponer duras sanciones a partidos políticos e individuos que osen molestar a sus compañeras mujeres que buscan cargos de elección popular.

Entonces, sí o sí, los hombres tendrán que acostumbrarse a compartir el poder con sus compañeras, ayudarles a llegar al poder y a gobernar.

Dos cambios

Los legisladores aprobaron ayer dos cambios importantes, con lo que profundizan la reforma político-electoral, pues también aprobaron la obligación de los partidos políticos de postular a indígenas y afromexicanos, en 50 por ciento de los cargos en los municipios cuya población será 40 por ciento o mayor de ese origen, con base en los censos del Inegi, así como también en la mitad de los distritos que tengan esa composición poblacional.

Eso cambiará drásticamente el rostro de la clase política de la Montaña y de la Costa Chica, por cierto, donde estos pueblos están asentados, pero donde no necesariamente ellos detentan el poder local y legislativo.

Además, es una reforma debidamente planificada para concederles espacios a municipios como el de Ayutla, donde se rigen por usos y costumbres indígenas, y cuyos consejeros podrán aspirar al Congreso, pue de hecho la reforma indica que se deberá postular a gente que ya haya ocupado cargos de elección popular, o que sean representantes de grupos indígenas y afromexicanos, e incluso que sean líderes de organizaciones encaminadas al mejoramiento de las condiciones sociales y políticas de estos grupos étnicos.

Así que en lo sucesivo veremos multiplicarse a estos grupos, algunos de los cuales ya son famosos, como Tlachinollan, la CRAC-PC, Guerrero Negro, y otros.

Las reformas aplican tanto para ayuntamientos (presidencia, sindicatura, regidores), como en las diputaciones de mayoría relativa, no así en las plurinominales.

En cuanto a la reforma para garantizar la participación política de la mujer, lo novedoso es que se tipifica como delito la violencia política de género, con severas sanciones a quienes infrinjan estos postulados.

¿Qué tipo de sanciones? Podrán enfrentar la reducción del 50 por ciento de sus prerrogativas, si incurren en alguna de las conductas señaladas.

Además, los partidos políticos podrían ser sancionados con la suspensión de su registro si se le comprueban conductas graves de violencia de género.

Entre las sanciones también está la reparación del daño, indemnización, destitución del cargo de quien cometa violencia de género, así como el otorgamiento de medidas cautelares.

Estas reformas se aplicarán en el próximo proceso electoral del 2021, y su aprobación garantiza que el proceso comenzará en tiempo y forma, en el mes de septiembre próximo.

¿Qué tal? No cabe duda que las mujeres ganan y se empoderan, y que a los partidos políticos les pegarán donde más les duele cuando infrinjan estas reglas.

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