Editorial

Más multimillonarios

El presidente López Obrador ha llamado en varias ocasiones a Carlos Salinas de Gortari “el padre de la desigualdad moderna”. El 21 de enero declaró: “En el sexenio en que más crecen las diferencias, se ahondan las diferencias, es en el sexenio de Salinas, al grado de que cuando llega Salinas aparecía en la revista Forbes, especializada en finanzas, solo un multimillonario en la lista de los hombres más ricos del mundo, una familia, la familia Garza Sada. Al término del sexenio de Salinas ya aparecían 24 en la lista de los hombres más ricos del mundo. De ese tamaño fue la transferencia de recursos por la entrega de bienes nacionales a particulares. Por eso yo llamó a Salinas el padre de la desigualdad moderna.”

         El diagnóstico, sin embargo, está equivocado. No he podido verificar que en 1988 haya habido, efectivamente, solo una familia mexicana en la lista de Forbes y para 1994 el número haya subido a 24, pero la información no parece correcta. Lo que sí es cierto es que el número de multimillonarios mexicanos hoy en Forbes es de apenas 17. Aun si el presidente tuviera razón, el aumento sería probablemente resultado de una mayor transparencia por la colocación en bolsa de las acciones de empresas familiares.

         Las listas de Forbes, sin embargo, no miden la desigualdad. El índice de concentración de Gini (creado por el italiano Corrado Gini) es el indicador más certero. La igualdad perfecta, cuando todos tienen exactamente lo mismo, equivale a 0 y la desigualdad total, cuando una sola persona concentra todo, es 1. La información disponible sugiere que las variaciones tienen que ver con los vaivenes de la economía y no con las acciones del villano favorito o las políticas liberales.

         El Banco Mundial publica registros del índice Gini para México desde 1984, en el sexenio de Miguel de la Madrid, cuando estaba en 48.9. La desigualdad aumentó a 50.3 en 1994, al final del sexenio de Salinas, pero después cayó fuertemente a 48.2 en 1996. No bajó entonces porque Ernesto Zedillo haya abandonado las políticas liberales y privatizadoras, sino porque la crisis de 1995 aumentó la pobreza y redujo -sí, redujo-la desigualdad.

         Cuando se reanudó el crecimiento, la desigualdad volvió a crecer hasta alcanzar un máximo de 51.4 en el 2000; bajó entonces a 44.6 en 2008, repuntó a 45.8 en 2014 y bajó drásticamente a 43.4 en 2016, mucho menos que al concluir el sexenio de Salinas,

         Muchos factores inciden en la desigualdad. Pese a lo que muchos piensan, cuando crece la economía baja la pobreza, pero aumenta la desigualdad. Lo ha señalado Angus Deaton, Premio Nobel de economía, en su clásico The Great Escape: “La desigualdad es con frecuencia una consecuencia del progreso.” Por eso no sorprende que en México la desigualdad haya sido relativamente baja en 1984, en la década perdida, y haya vuelto a descender tras la crisis de 1995. Los bajos niveles de desigualdad de los últimos años, y en particular de 2016, pueden ser en parte consecuencia del bajo crecimiento, aunque quizá también de la aplicación de los hoy tan vilipendiados programas sociales de la etapa liberal, como Solidaridad, Progresa y Prospera.

         El número de ricos de Forbes no tiene nada que ver con la desigualdad. México solo tiene 17 en la lista, muy abajo de los 607 de Estados Unidos, 324 de China, 114 de Alemania, 106 de la India, 98 de Rusia, 58 de Brasil, 41 de Francia o 33 de la igualitaria Suecia. Para crecer y bajar la pobreza, que importa más que la desigualdad, nos convendría tener más multimillonarios.

Editorial

La crisis que viene

Por septiembre/octubre el Gobierno descubrirá que las cuentas no les salen: la recaudación no va a dar el kilo, la economía se va a estancar y los ahorros no serán suficientes para financiar el gasto social. Mercados y calificadoras tocarán entonces la puerta”.

Así me dijo hace poco un amigo que precisamente trabajó décadas en una de esas “calificadoras conservadoras fifís neoliberales” y que ahora es banquero de inversión y miembro del Consejo de varias empresas e instituciones financieras.

Alguien que sabe, pues, de lo que está hablando. Es obvia la respuesta del régimen ante estas advertencias: en el mejor de los casos un “les vamos a demostrar que sí se puede”, o más bien insultos y ataques.

Sorry, pero así no es. La economía responde a señales precisas y no a rollos genéricos. La realidad sí tocará a la puerta.

Desde el año pasado pronostiqué que si las políticas económicas eran irracionales, la crisis económica se cocinaría “a fuego lento”. Que llevaría un par de años mínimo. Ya no estoy tan seguro.

Hay demasiados nubarrones que pronostican truenos y relámpagos. Vamos a repasarlos.

LA TORMENTA INTERNA

1. Muchas ideas de Andrés son malas (el Tren Maya, cancelar el aeropuerto, enfocarse a CFE y Pemex cancelando alianzas con sector privado y competencia, tirar la reforma educativa, los precios de garantía, la refinería, etc.). Y en muchas otras la estrategia o ejecución son equivocadas, como en el combate al huachicol o el improvisado programa de aprendices.

2. El margen de maniobra del Gobierno es precario. Imagine, el 28% del presupuesto se destina a deuda y pensiones. En eso sí tiene razón Andrés: administraciones pasadas dilapidaron la bonanza en estupideces y corruptelas. Habría que castigar, no tumbar todo.

3. Los ingresos petroleros ya no son fuente de financiamiento. La producción está en franco desplome y si hubiese solución, sería de largo plazo (algo dudoso por la estrategia energética).

EL TEMPORAL EXTERNO

4. La aprobación del T-MEC no será fácil. Y si Trump se desespera y tumba al TLC o pone aranceles del 25% al sector automotriz, se nos vendrá el mundo encima.

5. La desaceleración de Estados Unidos es franca. El crecimiento de su PIB pasará de 2.9% en 2018 a 2.3% este año y entre 1.8 y 2% en 2020, en el mejor de los casos.

Este coctel traerá desaceleración económica, presión presupuestal, reacciones de mercados (aunque no le guste a ya sabes quién) y turbulencia. Por cierto, otros aspectos a considerar:

a) La inversión extranjera en cartera (fija y variable) se ubicó a fines de 2018 en $255,000 millones de dólares (mmDls) y las reservas internacionales en $175,000 mmDls.

b) La deuda pública externa (incluyendo a Pemex) a septiembre de 2018 fue de $202,000 mmDls (subió 61% con EPN) y la privada fue de $121,300 mmDls, 41% más en el sexenio.

c) Las deudas en tarjetas y créditos personales crecieron 74% en 6 años y la de vivienda subió 81%.

Los defensores de la 4ª transformación dirán: “Pero las variables económicas están controladas”. Es cierto… por ahora. Yo no sé si como dice mi amigo la crisis llegará en la segunda mitad de este año. Podría ser también como dice Ernesto O’Farrill, en el 2020.

Pero ahí viene.

¿Qué hacer? Para los que están en el Gobierno: no responder con etiquetas y ataques. La opción madura es analizar y ajustar. Si el objetivo es transformar, que sea para bien.

Y para usted, 5 típicos consejos para tiempos turbulentos:

1. Cuidado con la deuda, sobre todo en dólares. Tómela sólo si tiene ingresos en dólares.

2. Contemple escenarios malos y asegúrese que pueda sobrevivirlos. ¿Está expuesto? Evalúe coberturas, alianzas, etc.

3. Sea prudente en gastos. La austeridad siempre es buena compañera, pero más ante la incertidumbre.

4. No entre en pánico. El temor irracional siempre empeora las cosas. Analice, anticipe señales y tenga planes específicos para actuar si la cosa pinta mal.

5. Apueste por México. Si los buenos se rajan, el País se hunde.

Ni modo, aunque me tachen de fatalista: las señales ahí están. Hombre o mujer precavida vale por dos.

Editorial…

Santa Lucía o una tercera vía

Entre las muchas polémicas detonadas en un año, transcurrido desde que Andrés Manuel López Obrador obtuvo el triunfo electoral, ninguna ha resultado tan polarizadora como la decisión de cancelar el proyecto aeroportuario del sexenio pasado y el planteamiento de construir dos pistas en la base aérea de Santa Lucía.

Característica de la llamada “Cuarta Transformación”, la politización del asunto se concretó mediante una consulta no vinculante que, ofertada como ejercicio democrático, sirvió para buscar un poco de legitimidad ante la decisión de cancelar las obras de Texcoco.

Más allá de dicha consulta y el bombardeo declarativo tanto del mandatario y sus colaboradores involucrados en el nuevo proyecto como de sus opositores partidistas o empresariales, otro hecho destacable, también característico de la “Cuarta Transformación”, es el descuido de normas y el desdén por los procedimientos, que por lo pronto obligó a la activación de sus equipos legales.

En tanto el plan se judicializa, López Obrador ha optado por polemizar hasta el amago de exhibir a jueces en materia constitucional. Prejuzgando, el Ejecutivo se ha lanzado la idea de que los juzgadores son cómplices de los grupos de interés en torno al cancelado Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM).

Todo está ampliamente documentado: el NAIM, como estaba diseñado, representaba amenaza ambiental, problemas técnicos, especulación inmobiliaria y contratos onerosos para quienes fueron los principales contratistas de obra del sexenio.

Del otro lado, además de las maniobras políticas del presidente López Obrador, prevalece una insuficiente explicación sobre los costos de la cancelación del NAIM y diferentes aspectos técnicos.

En este contexto, una propuesta surgió como tercera vía: se trata de la propuesta que el empresario Jaime Sada Salinas presentó en una conferencia el pasado 11 de junio, ofreciendo su plan al gobierno a un precio de un dólar.

Jaime Sada jamás ha sido contratista gubernamental y, aunque es inversionista en distintos negocios, se ha familiarizado ampliamente con el sector aeronáutico desde joven. Hoy, piloto de múltiples licencias, tiene tres patentes aeronáuticas en Estados Unidos, otras tantas por drones de alta capacidad, y fue quien formó la ya extinta Aviacsa para Humberto Lobo y suele pasar sus fines de semana volando aviones ultraligeros.

En la conferencia donde presentó su plan, explicó mejor que cualquier vocero de la 4T por qué el NAIM representaba problemas técnicos serios, económicos, hidrológicos y ambientales. Y, aunque asegura que Santa Lucía es una buena opción, “la mejor que pudo tomar el presidente con la información que tenía”, afirma que hay otra.

La opción, sostiene, es retomar el proyecto del tren México-Querétaro, conectar Toluca, como ya lo plantea el mandatario, con el Internacional Benito Juárez, y construir un aeropuerto en el semi desierto ubicado entre Querétaro y la capital potosina, creando un sistema nodal que además sería relevante para la zona industrial con mayor potencial de desarrollo del país.

La propuesta de Jaime Sada va envuelta en datos y precisamente apela a la técnica descalificando la polarización:

“En México hay una guerra de dos facciones a un nivel muy alto, un encono con mucho dinero destinado a publicidad, a comprar conciencias, a intelectuales para que digan cosas que no saben o que saben, y mienten… porque los engañan o porque su trabajo es engañar a la gente”.

En medio de tanto ruido y polarización, quizás sea tiempo de explorar vías alternas si, como se percibe, para frenar Santa Lucía la oposición se propone ser eficaz.

Editorial

Derecho vuestro

Las Naciones Unidas declaró en 1993 al 3 de mayo como el Día Mundial de la Libertad de Prensa.

Por lo que nos pareció, valorados lectores, una excelente oportunidad para, dialogando, aclarar con ustedes que este derecho universalmente reconocido -aunque no en todas partes respetado- es uno que los atañe a ustedes, y no exclusivamente a nosotros los miembros de la prensa.

La libertad de prensa, íntimamente ligada a la libertad de expresión, es una garantía con la que los ciudadanos cuentan. Es la garantía de contar con una prensa libre, esto es, diseminadores de información que responden exclusivamente a la sociedad que sirven y no al gobierno.

Como está conceptuada la democracia, y esto desde los tiempos griegos en los que en el Ágora de cualquier centro poblacional se podía hablar con libertad absoluta, es que en toda democracia debe existir una tensión integral en la relación medios de información-Gobierno.

Sólo en dictaduras, como la de los Castro en Cuba, Maduro en Venezuela o Hitler en Alemania, históricamente pueden encontrarse medios de información al servicio del estado. En una democracia los medios no pueden ni deben estar jamás exclusivamente para alabar al gobernante, o formar parte de su cajón de herramientas para impulsar su programa o poder político.

Esto no quiere decir que no haya coincidencias, sino que meramente en las democracias se deben no sólo tolerar, sino esperar, las diferencias de opinión, las críticas y los puntos de vista diversos, y hasta contrarios, a los oficiales gubernamentales. Los medios que sirven al Estado son órganos de propaganda y no medios de información.

Lo que Naciones Unidas propone, pues, y que la mayoría de los países del mundo han firmado y pactado, es que toda sociedad cuente con la garantía de que no será presa de la propaganda, algo sumamente diferente a la información, y que usualmente en los regímenes totalitarios se hace pasar por información.

Así como en el derecho la justicia es la verdad y la verdad es la justicia, así también en las sociedades democráticas deben soplar libremente los vientos de la controversia: nadie debe temer a que ésta se dé, ya que al final del día la verdad saldrá triunfante. Y con el triunfo de la verdad, ganará siempre la sociedad.

Observen ustedes cómo están entrelazadas las libertades: libertad de expresión, de pensamiento, de prensa, de profesar la religión que cada quien quiera, de escoger la profesión por ejercer, de acceso a los mercados, de competir y de emprender.

Todas y cada una de estas libertades están concatenadas y son a la vez interdependientes, formando juntas la piedra angular de todo sistema democrático. Mucho nos entristece observar, amigos, cómo en nuestra sociedad en ocasiones nos falta valorar en toda su dimensión uno de los axiomas principales de la libertad: cuando se vulnera la libertad de uno, se vulnera la libertad de todos.

Estarán de acuerdo con que un México sin libertades es un México que pronto valdría queso: resulta inconcebible pensar en un México sin libertades, pero si no las defendemos día a día de pequeñas y grandes amenazas, una mañana podríamos despertar en un país totalitario constituido no por ciudadanos libres, sino por hombres y mujeres esclavizados por la tiranía. Ha sucedido: sucedió en Cuba, sucedió en Venezuela, sucedió en Alemania y en muchos otros países.

Nuestras libertades son como un músculo social: esto es, se deben ejercitar con regularidad para mantenerlas fuertes, resistentes, vigentes. No se piense, pues, que cuando la ONU celebra hoy el Día de la Libertad de Prensa festeja un derecho ajeno, que atañe sólo a quienes ejercen la profesión de periodistas: NO, es una libertad que protege a la sociedad y está consagrada para SU BENEFICIO.

Defendamos pues, les proponemos, amigos, ésta y todas las libertades, porque ¡Sin una no hay ninguna!

Editorial…

Igualdad y crecimiento

Insisto en comunicarme directamente con usted con la esperanza de que un milagro ocurra y me escuche. Empieza a ser evidente que nuestro crecimiento difícilmente llegará a 1% este año. En 2020 podríamos crecer aún menos, o incluso decrecer si no hacemos cambios pronto.

Mientras nos distraemos con la “mañanera”, parecemos ignorar que la economía mundial enfrentará fuerte viento en contra, proveniente de cuatro “D’s”: cambios Demográficos, la abultada Deuda que el mundo ha acumulado, y la Desglobalización que empezamos a sufrir por la Demagogia de gobiernos nacionalistas y populistas, cuyo beneficio político de corto plazo generará costos económicos exponencialmente crecientes.

Creo que es sincero su deseo de crecer a tasas de 4%. Será un gran reto lograrlo en el entorno mundial que se aproxima. Nuestra economía sigue ligada a la de Estados Unidos. El crecimiento de nuestros vecinos será quizá 1.3% este año, menos de la mitad que el año pasado. Démonos de santos de seguir ligados a ellos porque las principales economías europeas crecerán entre 0% y 1%, al igual que Japón; incluso China verá su menor crecimiento en décadas.

Sin crecer, difícilmente seremos un país más incluyente. Para incrementar el gasto social, sin afectar nuestro balance fiscal, no queda más que promover la inversión privada. Le tengo una buena noticia, en medio del marasmo que viene. El conflicto comercial de Estados Unidos con China nos hace atractivos para empresas estadounidenses que por años habían provisto sus cadenas de valor desde China; ahora buscan proveedores en México.

Pero el ambiente laboral de paros ilegales y trenes bloqueados mata la posibilidad de aprovechar la oportunidad, pues interrumpimos largas cadenas de abasto que dependen vitalmente de entregar producto terminado a tiempo. Decisiones económicamente irracionales, como cancelar el NAIM, implican privar a México de infraestructura indispensable, provocando la pérdida de decenas de miles de empleos.

México ha padecido por décadas de un sindicalismo anacrónico y corrupto que ha hecho poco por los trabajadores, mientras sus líderes se enriquecen. Muchos sindicatos se dedican a extorsionar más que a promover un entorno que invite a que la inversión aumente, la productividad crezca, los ingresos de los trabajadores se eleven y sus oportunidades de desarrollo abunden. El “nuevo” sindicalismo que usted impulsa entraña tolerar los mismos problemas, ahora en manos de líderes más ideológicos y menos representativos, que le son leales. Replica usted el modelo priista que impidió mayores niveles de empleo, promovió informalidad y generó una cultura clientelar que fomentó dependencia, y preservó pobreza y atraso.

Si quiere que crezcamos más, si quiere más recursos para su proyecto, hoy hay un solo detonador posible: reconsidere la cancelación del aeropuerto. No hay decisión que tenga mayor impacto positivo en la economía en menos tiempo. Posponga también la “inversión” en Dos Bocas. El exhaustivo análisis del IMCO concluye que hay 98% de probabilidad de que ésta le genere más costo que beneficio a Pemex.

La propuesta de incrementar el tamaño de la Suprema Corte para controlarla es una receta para asustar a los inversionistas, alarmar a las calificadoras y convencer al mundo de que su gobierno es una dictadura en potencia. Lo es también su insistencia en un mando militar en la Guardia Nacional, a pesar de la amplia negociación previa en el Legislativo. Lo es la enorme falta de respeto al Senado, y particularmente al pueblo de México al que los senadores representan, cuando sus candidatos a la Comisión Reguladora de Energía fueron ratificados a pesar de incluso negarse a responder las preguntas de senadores que hacían su trabajo.

Créame, su “santísima trinidad” reuniendo los tres poderes -Ejecutivo, Legislativo y Judicial- en su persona, es una victoria pírrica, un error grave cuyo costo hoy no valora. Recuerde que nunca un proyecto unipersonal, como el que hoy protagoniza, ha acabado bien en la historia de México.

AMLO y los bueyes

Triple contra sencillo a que tras leer el título pensó que le iba a contar sobre la capacidad intelectual de ciertos personajes. Pues no, literalmente hoy hablaremos de vacas, cerdos, pollos… y bueyes.

Andrés Manuel busca la autosuficiencia alimentaria (producir lo que se consume) particularmente en cuatro productos: maíz, frijol, arroz y trigo. Metámosle la lupa al mexicanísimo maíz donde, para empezar, AMLO tiene razón.

México importa poco más del 40% del consumo nacional de maíz. En números redondos, cada año se utilizan alrededor de 38 millones de toneladas (mmT). Como la producción doméstica es de 20-22 mmT, entonces se importan unas 16-18 mmT anuales.

Pero el diablo -y los bueyes- siempre están en los detalles. Resulta que hay dos tipos de maíz con balanzas comerciales y usos muuuy distintos.

El maíz blanco es para uso humano, para hacer masa y obtener harina y sus derivados, por ejemplo tortillas. Y en este tipo México es autosuficiente. Se producen unas 21 mmT anuales y hasta se exporta un poquitito.

El maíz amarillo, en cambio, se utiliza para la producción industrial de almidón, frituras y hojuelas, y también para la alimentación de animales (cerdos, aves y ganado). De hecho, el uso principal -como 60%- es precisamente para alimentar a vacas y bueyes.

Es en este maíz donde tenemos un déficit comercial. Apenas se producen unas 3 mmT para un consumo anual de 16-17 mmT. La diferencia se importa, principalmente de Estados Unidos (EU).

Ya vio para dónde voy, ¿verdad? En el maíz, la autosuficiencia de la 4ª Transformación en todo caso serviría para que nuestras vacas y bueyes tengan el privilegio de no consumir maíz importado.

¿Cómo lo piensan lograr? Con la política setentera de dar precios de garantía. Le cuento que un precio internacional competitivo de una tonelada de maíz ya puesta en México es de unos $4,200 pesos. Bueno, pues AMLO la pagaría a $5,610 pesos a pequeños productores con plantíos menores a 5 hectáreas.

Un subsidio directo para agricultores no muy competitivos que digamos. La productividad media para el maíz en México es de 3.5 toneladas por hectárea. Y la de un ejidatario pequeño de Chiapas puede ser mucho menor, de 1 tonelada o menos.

¿Sabe cuánto es en Iowa o algún estado productor en EU? 10-12 toneladas por hectárea. ¡3 o 4 veces más que en México!

No es casualidad que el agricultor estadounidense tenga esta ventaja: sus plantaciones son mucho más grandes y están más tecnificadas.

Ah, y que no se me olvide: todo el maíz amarillo que importamos de EU es transgénico. Allá sí aprovechan los enormes beneficios en productividad y resistencia a plagas que da esa tecnología a la que aquí AMLO ya le cerró irracionalmente la puerta.

Aun si el límite a pequeños agricultores en los precios de garantía se implementase bien, es fácilmente sujeto a corruptelas. Como me dijo un empresario del ramo: “Dividirán parcelas entre familiares para recibir el subsidio”. Pues sí, es probable.

De una vez lo aclaro: estoy 100% de acuerdo en apoyar a los agricultores pequeños, particularmente los del sur. Pero habría que hacerlo inteligentemente.

¿Y sabe quién sí sabe cómo hacerlo? Poncho Romo. A mi me tocó hace más de 20 años visitar sus coinversiones con ejidatarios en Chiapas y Nayarit para plantar tabaco, cuando tenía Cigarrera la Moderna. Juntaba pequeñas parcelas para lograr escala, las tecnificaba y les compraba a sus socios un cultivo muy rentable. Y no sólo eso, Romo tenía Seminis, empresa líder en transgénicos. Entiende que a la tecnología no se le cierra la puerta, se le aprovecha.

AMLO sólo tiene que preguntarle a su jefe de Gabinete.

Lo más irónico es que en la parte agroalimentaria México no ha hecho tan mal la tarea. Basta decir que desde el 2015 el sector tiene un gran superávit comercial… y creciente. Hay buenas historias de éxito, como el tomate, aguacate, pimiento o los berries.

¿No sería mejor apoyar a agricultores pequeños para que se asocien y produzcan ese tipo de cultivos? Así ganarían muy buena plata. Ah, y sus utilidades no saldrían de su bolsillo o el mío (por los subsidios), sino del de algún consumidor internacional. Mejor que paguen allá, ¿no?

Editorial…

De estrategia y biología

El ecosistema empresarial tiene fascinantes similitudes con la biología. Plantas y animales buscan adueñarse de un nicho que les permita sobrevivir y, si es posible, crecerlo. Mientras los dinosaurios habitaron la Tierra durante unos 180 millones de años, las cucarachas llevan en el planeta más de 350 millones de años.

Los dinosaurios son el ejemplo clásico de obsoletización y anacronismo: una especie frente un sistema dinámico al que no puede adaptarse evolutivamente. Las cucarachas, por el contrario, parece que nada puede contra ellas y su secreto tiene que ser la adaptación.

Viene al caso recordar el experimento realizado por el profesor G. Gause de la Universidad de Moscú: en una botella de cristal metió dos pequeños animales (protozoa) y les dejó una dosis adecuada de alimentos. Tras diferentes variaciones concluyó: si los animales eran de diferente especie, subsistían juntos; pero si eran de la misma especie, se morían.

Esta idea en estrategia de negocios se conoce como el Principio Gause de Exclusión Competitiva: dos empresas no pueden coexistir si ganan dinero de manera idéntica. 

Un organismo necesita apoderarse de un espacio especifico que le permita sobrevivir y ser competitivo; si no lo hace, muere. Esto implica concentración, enfoque, una clara asignación de recursos y sobretodo la unicidad (uniqueness): es mejor ser único y relevante que ser mejor.

El panda, por ejemplo, está a punto de extinguirse; no tiene los recursos suficientes ni se ha adaptado al entorno. Su principal alimento es el bambú que tiene una floración cíclica y limitada, lo cual complica su alimentación. Su proceso de reproducción y gestación hace que difícilmente sobreviva alguno de los cachorros.

Y el panda no es el único, la ONU alertó que se extinguen 150 especies animales al día, lo que se considera la mayor ola de pérdida biológica desde que desaparecieron los dinosaurios. Paralelamente, la desaparición de empresas se ha acelerado y los ciclos de vida se han acortado. Los grandes caen por rigidez e inercia, mientras los chicos ganan por flexibilidad y velocidad.

En los últimos años, gracias al pensamiento sistémico, la empresa también puede analizarse bajo la óptica orgánica y biológica.

La dinámica es parecida: se adueña de un nicho (la empresa encuentra un ángulo competitivo), se definen los principales métodos de alimentación (puntos de realimentación, restricción y crecimiento), al tiempo que la competencia reacciona y se enfrenta. El desenlace depende de la flexibilidad e innovación de la empresa para sintonizarse con las necesidades del mercado.

Cada ecosistema requiere de configuraciones particulares. Un oso polar, un camello o un caimán son especies y sistemas distintos, cada uno frente a su entorno. De la misma manera, ciertas organizaciones están mejor equipadas que otras para determinadas formas de competir.

No sólo se trata de la sobrevivencia de la empresa; este concepto puede aplicarse al portafolio de negocios, líneas de producto o segmentos de negocio. Se puede ser único en algo pero no puedes ser único en todo. Los recursos siempre son son limitados, y no hablo solamente de dinero.

Y ya entrados en el tema, esto se extrapola a los líderes que tienen que ser renovados o reemplazados. Los líderes tienen vigencia y los hay para diferentes etapas: unos que funcionan mejor en la parte del crecimiento, otros que son mejores en la consolidación. Difícilmente hay líderes para todos los escenarios que se presentan a través del tiempo.

Seguir vigente significa adaptarse y en ocasiones esto requiere que se vuelva a empezar. Si no hay exploración, aventura y audacia, se incurre en el riesgo de que el negocio quede eventualmente desincronizado del entorno y los líderes confundidos respecto a dónde perdieron su camino.

Editorial

El Poder Judicial ante el régimen de López Obrador

El ministro Eduardo Medina Mora ha de estar arrepentido de haber apoyado a su colega Arturo Zaldívar para ser el representante del Poder Judicial de la Federación (PJF) durante el régimen de Andrés Manuel López Obrador.

Si su apuesta fue que al votar por el favorito del lopezobradorismo para presidir la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y el Consejo de la Judicatura Federal (CJF) estaría protegido de su propia historia, quedó claro que calculó mal y ahora está sometido a una investigación gubernamental por sus millonarias cuentas bancarias.

El pleno de ministros sabe que, en general, no es bien visto por el presidente López Obrador y seguramente más de uno ya habrá puesto sus barbas a remojar. El próximo podría ser el ministro Luis María Aguilar Morales, cuya gestión como presidente de la Corte y del CJF, ese poderoso y oscuro órgano de gobierno judicial, está bajo escrutinio. Aguilar Morales, no sería el único.

La duda es si se trata de ejercicios de transparencia propios de un régimen democrático o una manera de ablandar a quienes desde el máximo tribunal del país y de los juzgados y tribunales federales tendrán que resolver juicios en asuntos que son vitales para el régimen.

Los inmediatos, pero no los únicos, son los proyectos de infraestructura: el aeropuerto de Santa Lucía, en el Estado de México; el tren maya, en cinco estados del sur y sureste del país, y la refinería de Dos Bocas, en Tabasco.

El presidente y sus controvertidas propuestas acabarán en tribunales. Hay una estrategia legal en marcha para oponerse y, en última instancia, detener esos proyectos. Ya por intereses políticos o económicos y de franca oposición, el colectivo #NoMasDerroches ha emprendido un largo camino que, por lo menos, dilatará los deseos presidenciales.

Al margen de lo que su gobierno haga o pueda hacer para actuar en contra de quienes promovieron los juicios de amparo, López Obrador ya anticipó en el caso Medina Mora que está dispuesto a apretar a los jueces, a cuya estigmatización de corruptos y privilegiados ha contribuido de manera decisiva, con más y menores razones.

El presidente tiene ahora la mayoría legislativa para reformar al Poder Judicial, como amagó desde un inicio el coordinador de Morena en el Senado, Ricardo Monreal.

Cualquier reforma al PJF tendría que ser con la consideración de jueces, magistrados y sociedad, no al gusto del régimen, como la extraviada idea de crear una sala anticorrupción en la Corte, como lo propuso Monreal.

El presidente de la Corte salió al paso al rechazar, esa propuesta. Cierto que no se trata de entrar en una confrontación de poderes, pero tampoco de la simulación para terminar siendo obsequiosos.

La manera en que el máximo tribunal resolvió los juicios constitucionales por la Ley de Remuneraciones, para que nadie gane más que el presidente, fue en el tradicional estilo salomónico de la Corte: un poco para las dos partes. Y en ese caso, el ministro Zaldívar abogó claramente y, desde el inicio, a favor del oficialismo y evitar lo que habría sido una derrota política, la primera, del lopezobradorismo.

En la llamada Cuarta Transformación, el Poder Judicial se enfrenta al reto de consolidarse como tercer poder o regresar a lo que fue durante el régimen del PRI: un poder de tercera al gusto del Ejecutivo.

Editorial

Influencias

Bienvenido a “El Sistema”. Ése que te regula, que te dicta costumbres, que te dice cómo vestir, cómo vivir, cuánto trabajar y cuándo retirarte; entre otras cosas.

El sistema se esconde a plena vista pero te engulle hasta el final de tus días, te atrapa y no te suelta. Para el sistema eres, soy, somos, un insumo enfocado a la producción especializada, se alimentará de la fuerza de tu juventud hasta que envejezcas, para luego reemplazarte. Te pedirá que trabajes de lunes a viernes,  de 9 am a 7 pm, durante 50 semanas al año y descansarás 2; te retirarás a los 65 años y más vale que te alcance para el retiro.

Apabullados por el sistema, pareciera que las personas traemos perdida nuestra vocación, la buscamos a diestra y siniestra pero nada. Vocatio en latín significa “llamado, voz”, pero el bullicio, los roles predeterminados y el acelere urbano nos impiden escucharlo.

La mejor herramienta que tiene el sistema es la ilusión de control que nos proporciona y la supuesta autodeterminación. ¿Somos, nos definen, o nos autodefinimos? ¿Existe el libre albedrío?

Podría decirse que existe el libre albedrío siempre y cuando sea dentro de un marco preestablecido, como si fuera el guión de una película que espera desdoblarse.

Se requiere de audacia y sobre todo de valor para romper con el guión, con la existencia no cuestionada.

Lo primero es reconocer las fuerzas que están sobreimpuestas a nuestra voluntad, de manera consciente o inconsciente. En el mejor de los casos nos influyen, en el peor nos dominan.

Se podría empezar hablando del ambiente de una era, también conocido como Zeitegeist: espíritu (Geist) del tiempo (Zeit), el cual se refiere al clima intelectual y cultural de cierto tiempo.

Por otro lado, Jung hablaba de un inconsciente colectivo. Así como existe el subconsciente personal, existe uno colectivo que se trasmina y se asienta en la sociedad.

También están los arquetipos, que podrían definirse como instintos psíquicos que nos predisponen o condicionan alrededor de las experiencias humanas típicas.

Luego viene el meme; pero no de los que circulan por las redes sociales de manera temporal y superficial. Según R. Dawkins el meme es la unidad teórica de información cultural transmisible de un individuo a otro y de una generación a la siguiente. Los memes también se replican, como si fueran una especie y tuvieran vida propia.

Está también la corriente psicológica donde Freud resalta las influencias desde la infancia, Adler se enfoca en la compensación y búsqueda de poder, Frankl en la búsqueda de sentido, Skinner en los reforzamientos positivos y negativos.

La influencia más controversial tiene que ser la neurobiológica. Esta corriente afirma que nuestros genes son destino. Pinker, psicólogo de Harvard, afirma que “es una falacia pensar que el hambre, la sed y el deseo sexual son biológicos, pero que la capacidad de raciocinio, la toma de decisiones y el aprendizaje no son biológicos”. En este caso el guión está determinado por la genética.

En medio de la confusión que podría generar esta amalgama de influencias, considero que el conocerlas obliga al final a tomar una actitud o postura ante ellas. Independientemente de corriente en la que creamos o no, el caso es que, dependiendo de la variable y su grado de influencia, se verá impactada nuestra percepción de la realidad.

Se convierte entonces en un tema existencial: entre más mi vida se pueda explicar por los cromosomas, por lo que mis padres hicieron o dejaron de hacer, por las vivencias de la infancia; más mi biografía será la historia de una víctima.

Saber el camino no es lo mismo que andar el camino; mejor andar y, con suerte, lo entenderemos.

Editorial

Emprender

Emprender es un acto de rebeldía, un desafío que se hace al sistema y que demanda persistencia, por no decir terquedad. Un emprendedor tiene que plantarse en su posición y seguir poniendo presión hacia lo que quiere porque el mundo le dirá que “no” de múltiples formas.

El mundo gira ensimismado en su propia inercia y está regulado por las trayectorias actuales. En este mega sistema, el emprendedor no figura y, por el momento, no hace falta porque todo parece funcionar.

Es que cuando las cosas están establecidas, la conexión oferta-demanda está fija y anclada. Los productos están asentados en el mercado y  los clientes están acostumbrados a comprar lo mismo, donde siempre.

Un emprendedor es, por definición, un disruptor que se atreve a agredir al status quo y atentar contra el establishment demandando una oportunidad.

La etapa más crítica es al principio, cuando el emprendedor va contra todo y no es tomado en serio. Su círculo cercano opina: “no va a funcionar” o “estás loco”. Es entonces cuando está más vulnerable e inseguro porque no puede comprobar sus ideas con hechos y por lo mismo, el flujo de efectivo es más escaso.

El entorno tiende a desacreditar al emprendedor por su entusiasmo “excesivo”, su inocencia, su lucha sin remedio. Por si fuera poco, la estadística lo ratifica: la probabilidad de éxito en emprendimientos, dependiendo la fuente, ronda entre 5 y 20 por ciento.

Pero quizás la verdadera tragedia no son los fracasos de emprendimiento sino la abrumadora cantidad de personas que ni siquiera lo intentan, o que se dan por vencidos a la mitad del camino.

No aventarse quizás es más duro que fallar. Fallar una vez, dos, tres o más no es fallar si finalmente le pegas.

¿Hasta cuándo se le sigue o hasta cuándo se tira la toalla?

¿Cuánto tiempo insistir para conquistar una meta? ¿Cuántos intentos fallidos, obstáculos vencidos y golpes superados tenemos que pasar?

Ante los embates y la dificultad de cambiar la inercia, la mayoría de la gente tira la toalla antes de tiempo y eso deja el espacio abierto para los que se vuelven a poner de pie y siguen avanzando. Caen los competidores como si fuera un fenómeno de selección natural, donde al final quedan los más fuertes, adaptables y sobre todo persistentes.

Cuando hay constancia, pasión y adaptación constante, el sistema, reconoce esa energía y responde. De repente se reorganizan los factores productivos y se acomodan alrededor de esa nueva energía.

Y luego, si hay suerte, se llega al punto donde se activa una cascada de eventos que se catalizan en sintonía con esa propuesta. Entonces lo que acaba por ocurrir es que se activa una nueva inercia en el sistema y empieza a alcanzar momentum (un crecimiento orgánico excepcional que se alimenta a sí mismo).

Si la suerte continúa, el momentum agarra gravitas. Genera su propia gravedad y “atrapa” en su propia órbita lo que anda por ahí rondando.

La metamorfosis ocurre cuando del rechazo inicial, la iniciativa pasa a consolidarse y se convierte en un polo de atracción que ya es parte del sistema.

El negocio ya establecido se suma a la trayectoria actual del sistema y en cierta manera se protege de los nuevos emprendedores. El problema es que por esta misma razón puede caer en complacencia.

Por eso es tan crítico que el emprendedor preserve, nutra e incluso acrecente su entusiasmo; esto es un bálsamo contra los constantes “no”. El entusiasmo es la materia prima del emprendedor; su etimología (en + theos) lo dice todo: del griego que significa “estar lleno de dios” o “de inspiración divina”.

Bajo esta perspectiva no puede haber algo mejor que emprender y vivir con entusiasmo.

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