Editorial

A 100 años del Partido Comunista Mexicano

Al cumplirse cien años de la fundación del Partido Comunista Mexicano (1919), hoy inexistente, algunos ecos de aquella filosofía y aspiraciones políticas encuentran hoy débil resonancia en algunas expresiones y figuras del partido en el Gobierno: MORENA (Movimiento de Renovación Nacional). Un siglo ha pasado y el comunismo como sistema triunfador en Rusia, luego China y varios más (Cuba aquí en América Latina) se ha derrumbado o ha adquirido una distinta fisonomía. Fue un desastre social y una tragedia totalitaria. ¿Qué podemos o debemos recordar y/o celebrar? Muchas cosas sin duda y no pocas de múltiples ilusiones, afanes, esfuerzos por impulsar sus objetivos igualitarios y redentores. Hubo heroísmos notables y sacrificios encomiables, pero también desilusiones enormes. Fue el PCM por muchos años la organización emblemática de la izquierda mexicana.

Aquí interesa destacar solamente un aspecto que bien puede auxiliarnos en entender mejor qué proceso estamos atravesando en México. ¿Qué significa hoy, qué es la izquierda en México? Conceptos como “izquierda” o “derecha” están muy manoseados y con frecuencia ilustran poco, aunque son útiles para la diatriba y la clasificación del oponente. Pero aún así, veamos una o dos de sus características centrales.

Por decenios, la izquierda condensada en el PCM estuvo condicionada por al menos dos referentes: por la Revolución rusa de 1917 y las ideas de Marx-Lenin y la obligada consecuencia era la defensa de aquella gesta con la búsqueda de hacer lo mismo en el propio país. Por otro lado, el peso y trayectoria de la Revolución mexicana de 1910 que originó una ideología absorbente: el nacionalismo revolucionario que tuvo con el General Lázaro Cárdenas momentos de expresiones populares singulares –reparto agrario, por ejemplo– y momentos de antiimperialismo emblematizada por la expropiación petrolera. Tuvimos, pues, una izquierda geminada, dividida en dos cuerpos existenciales (nacionalismo y antiimperialismo).

Por años la izquierda transitó por esas dos sendas y cuando el socialismo soviético se derrumbó (1989, fecha convencional) los derroteros de lucha quedaron sin brújula pues por decenios el PCM había girado en torno a los dictados de la política exterior de la Unión Soviética, en tanto que otros giraron en torno al maoísmo o al castrismo.

Y esa izquierda se fue diluyendo para reacomodarse a los tiempos de apertura político-electoral en México. El PCM desapareció al ceder su registro a lo que sería luego el Partido de la Revolución Democrática, pero nunca esa izquierda hizo una revisión crítica de su trayectoria política e ideológica, y cómodamente se deslizó por las competencias electorales, conservando, eso sí, una postura antiimperialista, de denuncia, y combate a las políticas norteamericanas y neoliberales de predominio internacional.

Justamente por haberse desparramado en múltiples acciones de partidos competitivos, esa izquierda se desdibujó sin ajustar cuentas incluso con el sistema político y social que por años añoró impulsar en México. La arquitectura de su personalidad política, pues, quedó maltrecha y sin concluir para pervivir en contiendas con el régimen político dominante, el priísta.

Editorial

Presidente pugilista

No pasa un día sin que el presidente de México se pelee con alguien, descalifique a alguien, reproche a alguien, critique a alguien. No pasan ni 24 horas antes de que adopte un tono altisonante o recurra a un adjetivo agresivo. Andrés Manuel López Obrador dice ser pacifista y humanista, pero más bien parece peleonero y pugilista. Siempre al ataque, pocas veces conciliador, rara vez unificador. Mañanera tras mañanera abre grietas entre los mexicanos, ahondando sus diferencias, exacerbando sus desacuerdos. Y sí, México padece una polarización social, étnica, de clase, de raza desde su fundación como República. Pero ahora al frente de ella está un hombre al que le gusta gobernar enfrentando, construyendo hombres y mujeres de paja para después quemarlos en la hoguera de la ostensible superioridad moral.

Como hizo en estos días con Alberto Athié, el valiente activista que denunció la pederastia clerical y ayudó a encararla. Como hizo en esta semana con Javier Sicilia, quien perdió un hijo a manos de la violencia criminal y ha promovido la paz, la justicia y la dignidad toda su vida. Ambos, criticados injustamente. Ambos, denostados deshonestamente. Ambos, víctimas de un estilo personal de gobernar basado en la creación diaria de supuestos enemigos del cambio, supuestos derechistas responsables de “golpes blandos” en puerta, supuestos privilegiados ahora resentidos. Los nuevos enemigos del pueblo contra quienes se vuelve necesario volcar la enjundia presidencial y el enojo de sus acólitos. Y así, pasamos a un escenario perverso, en el que la 4T agrede a quienes encabezaron luchas sociales y democráticas que le permitieron a la izquierda llegar al poder.

Que triste paradoja que la 4T defienda a Manuel Bartlett mientras arremete contra Alberto Athié. Que justifique a Jaime Bonilla mientras caricaturiza a Javier Sicilia. Que guarde silencio sobre Ricardo Salinas Pliego mientras grita en contra de las feministas que denuncian la violencia con pintas. Que descalifique a periodistas críticos mientras ensalza a periodistas domesticados. La incongruencia es el signo de estos tiempos, donde se impone la visión moral de un solo hombre al que sus seguidores consideran infalible, irreprochable, por encima de quienes fueron sus compañeros de lucha y le ayudaron –causa tras causa– a llegar a donde está. México visto y juzgado a través del cristal lopezobradorista, y en ese país el pueblo se contrapone a quienes son clasificados como corruptos o, de alguna manera, moralmente inferiores.

Ante la crítica, AMLO no debate; denuesta. Tantos años de vivir a la intemperie, sujeto al peso inmisericorde del aparato del Estado sobre él, han dejado huella. Sus reflejos y reacciones no son las de un estadista que promueve la paz; son las de un luchador social que ya no sabe cómo dejar de serlo. No ha logrado transitar de la oposición beligerante al poder responsable. Conserva el talante de un rebelde permanente; despliega el temperamento de un indignado invariable. No comprende la crítica como un ejercicio para impulsar la rectificación; la percibe como un intento destructivo.

Cada mes que transcurre es más violento que el anterior y –de seguir así– 2019 será el año más terrorífico de nuestra historia posrevolucionaria. Y en lugar de la deliberación y el debate propios de cualquier democracia que se precia de serlo, tenemos a un presidente enconado con todos, siempre. Resta y aliena, en lugar de sumar y escuchar, como se espera de él. Parafraseando a Nietzsche, AMLO lleva tanto tiempo peleando contra monstruos, que no se da cuenta cuando empieza a parecerse a ellos.

Editorial

La derecha toma las calles contra López Obrador

Es buena noticia que los ciudadanos tomen las calles para manifestar su rechazo al gobierno. Siempre es un ejercicio positivo (siempre y cuando se haga de manera pacífica). Lo estamos viendo en América Latina. En México es un derecho constitucional ejercido tantas veces por la izquierda y ahora lo hace la derecha.

La protesta del domingo es contra el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ese día cumple su primer año de un gobierno que la derecha, y residuos de izquierda, detestan. El PAN por fin se animó a salir a la calle y marchará de la mano de México Libre, el proyecto de partido de Felipe Calderón que le disputará el mercado electoral de la derecha.

Como el principal partido de oposición, el PAN se había mantenido al margen de las marchas organizadas por un grupo de membretes sin base social y cuya más reciente movilización, el 30 de junio, fue un fracaso por la escasa asistencia y la riña pública en el templete.

Ahora el propio Marko Cortés, presidente del PAN, es un animador de la marcha cuyos organizadores aseguran que también participa Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, un negocio de Claudio X. González, financiado por la élite económica de la que es ideólogo su padre del mismo nombre.

Aunque este membrete supuestamente filantrópico niega participación, los organizadores lo incluyen en la convocatoria.

Claro, los oligarcas no marchan. Mandan a sus empleados. También se sumarán a la marcha Futuro 21, el embrión de partido que sustituirá al PRD, y organizaciones como Causa en Común, que respaldó la estrategia de guerra de Calderón, así como personalidades de la talla de la priista Beatriz Pagés, el locutor Pedro Ferriz y el expresidente Vicente Fox.

Es previsible que la marcha del domingo convoque a una mayor cantidad de personas que las previas. Aspira a exhibir músculo opositor ante López Obrador. Es necesario, luego de que la oposición lleva un año totalmente desangelada, sin directriz ni figuras que se encaminen a congregar multitudes.

Todo gobierno, de izquierda o derecha, requiere de contrapesos legítimos, que amplíen el espectro político para que la sociedad ejerza su derecho a la información, a la crítica y al disenso. Pero eso no ha existido en el gobierno de López Obrador.

El del domingo puede ser el parteaguas para que los opositores se reagrupen y reconfiguren un contrapeso tan necesario para los tiempos que corren. De lograrlo, el escenario cultural daría un giro no visto desde el día en que el tabasqueño se alzó con el triunfo de la elección presidencial.

Ya veremos cuántos asisten a la marcha convocada, justo el día en que los simpatizantes del presidente de México se concentrarán en el Zócalo.

Qué bueno que la derecha marche. En una de esas aparecen los fantasmales “anarquistas” que suelen reventar toda protesta legítima.

La UNAM, autonomía y violencia

Antes de reelegirse, Enrique Graue consideró que quedarse en la UNAM como rector otros cuatro años era como sacarse un tigre y así ha sido desde hace unas semanas en que la institución emblemática de la educación superior del país ha sido objeto de una serie de ataques violentos por grupos que aprovechan manifestaciones pacíficas para dañar instalaciones y agredir a periodistas.

La violencia, inseguridad, drogas y hasta el comercio informal han hecho propias las instalaciones universitarias desde hace tiempo creando un ambiente adverso para la vida de 400 mil estudiantes y académicos que habitan la máxima casa de estudios.

Grupos de jóvenes supuestamente anarquistas han realizado una serie de desmanes que poco o nada han tenido que ver con las demandas de seguridad por parte de los estudiantes que viven robos, atracos, hostigamiento sexual y hasta feminicidios dentro de las áreas universitarias.

Visto a través de estos males sociales, la UNAM es un espejo en micro de lo que pasa en el país y los ataques que ha sufrido la rectoría últimamente por grupos de jóvenes que se disfrazan de negro y se cubren la cara, con estrategias bien definidas, acusan un perfil de profesionales de la violencia que usan armas, bombas molotov e instrumentos específicos para causar daño material y humano.

La bandera del anarquismo como una forma de autogobierno y una doctrina política que pretende la desaparición de la autoridad como se manifestó hace un siglo, no embona con las formas de expresión violentas y sin sentido que un grupo de jóvenes ha expresado en la UNAM y en algunas marchas de protesta contra el feminicidio, la inseguridad o mejores condiciones de educación.

El rostro oculto con que actúan los grupos de jóvenes vestidos de negro no coincide con los pasamontañas de los indígenas del EZLN que en Chiapas lanzaron una declaración de guerra contra el Estado mexicano exigiendo un cambio en el modelo económico, sino con grupos que atienden intereses de desestabilización de las autoridades universitarias en turno.

Estos grupos pequeños nunca hacen protestas por si solos, sino que aprovechan otras marchas, en su mayoría pacíficas de maestros, estudiantes, de defensores de derechos humanos y de algunos grupos sociales para infiltrarse, atacar a periodistas y dañar comercios y edificios de instituciones.

Una vez que actúan se quitan el uniforme negro y se descubren el rostro para confundirse con el resto de los manifestantes.

En el caso de la UNAM estos grupos de supuestos anarquistas ha actuado siempre en la retaguardia de las manifestaciones de estudiantes que protestan contra los feminicidios, la inseguridad o demandan mayores espacios en la matricula.

Seguramente las autoridades universitarias ya tienen información de quienes integran estos grupos que al terminar sus actos vandálicos se dirigen a las facultades donde ocupan auditorios o salones. Pero no han actuado quizá por temor a caer en la trampa de detener a los responsables y generar un movimiento de protesta social que trascienda las instalaciones universitarias.

Es por ello que cobra sentido la expresión del rector Graue en la entrevista publicada en Proceso recientemente. Hay que tener en calma a la universidad porque un tigre o un puma que puede despertar en cualquier momento y provocar actos de represión incensarios.

Editorial

Amenaza de plástico

Es una mañana cualquiera de noviembre en el Caribe. Las olas, de un legendario azul turquesa, bañan una playa de arena tan blanca y fina que parece talco. Tras la playa, un macizo de vegetación, que incluye palmeras y manglares endémicos, cierra el acceso a tierra.

No hay ni un atisbo de presencia humana. Sólo hay chorlitos, garzas, cormoranes y pelícanos, una variedad de aves que da muestra de una biodiversidad especial, la de un área natural protegida, la de un paraíso. El paraíso se llama Sian Ka’an.

Sin embargo, junto a los chorlitos, garzas, cormoranes y pelícanos hay otra diversidad: botellas de refresco, envoltorios de frituras, bolsas de supermercado, tampones, cepillos de dientes, líneas de pesca, cubetas, tapas de retretes, zapatos, tuberías industriales… y un largo etcétera.

Es la diversidad de la contaminación plástica invadiendo el paraíso de Sian Ka’an, desde sus playas y manglares hasta sus arrecifes de coral y pastos marinos.

Sian Ka’an es sólo un botón de muestra de cómo los lugares más silvestres e inhóspitos del mundo han sido alcanzados por los plásticos que irresponsablemente desechamos como sociedad. Si esta contaminación ha llegado a estos lugares remotos y protegidos, cabe preguntarse qué podemos esperar en lugares del país aledaños o que albergan asentamientos humanos importantes.

El plástico encontrado en el Sian Ka’an, una Reserva de la Biósfera y Patrimonio de la Humanidad, tiene el potencial de afectar no sólo a aves, peces, colonias coralinas y demás poblaciones de este paraíso, sino de alcanzar la salud y la economía de las mexicanas y los mexicanos de distintas maneras. ¿Un ejemplo?

Al menos 1 de cada 5 peces mexicanos contienen microplásticos en las vísceras, según un estudio publicado hace pocas semanas por Greenpeace, en alianza con investigadores de distintas instituciones del país. Y ese “al menos” significa que podrían ser hasta la mitad de los peces mexicanos en cuyas tripas se identificó visualmente algún material producido por el hombre, ya que sólo una fracción de eso pudo ser comprobada con una prueba de laboratorio.

Mientras la evidencia científica internacional continúa hallando plásticos en la sal, el polen o el agua de lluvia, las principales empresas productoras de plásticos sólo se involucran con soluciones falsas (como la falacia del reciclaje o la promesa de los bioplásticos) dirigidas más a lavarse la cara que a solucionar el problema.

Desafortunadamente, el greenwashing ocurre en complicidad con líderes políticos, empresariales y demás tomadores de decisiones. Por eso, es el poder de la gente es el único que puede cambiar el balance de este juego con soluciones de fondo: prohibir los plásticos de un solo uso y adoptar enfoques de reducción y reuso de botellas, contenedores y utensilios.

Actualmente el Congreso de la Unión analiza distintas iniciativas de reforma a las leyes que gestionan los residuos sólidos en México, con el fin de encontrar una solución al problema de los plásticos. Es necesario que los legisladores prioricen las demandas ciudadanas sobre los intereses de las empresas plastiqueras, y adopten un marco regulatorio que proteja la salud y la economía de las y los mexicanos antes que las acciones de un puñado de empresarios.

El desastre plástico en Sian Ka’an es sólo un recordatorio del futuro que le espera a México si seguimos sin considerar los costos ocultos de esos envases supuestamente baratos en los que se ha vertido toda nuestra vida como consumidores.

Editorial

El Antes, el Ahora y el Después de la 4ta transformación

El acto conmemorativo del 109 Aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, celebrado en el Zócalo de la Ciudad de México el pasado jueves 20 de noviembre, fue inédito y relevante.

Inédito porque — como es del conocimiento publico—los gobiernos neoliberales banalizaron la trascendencia de este acontecimiento histórico, a tal grado, que lo celebraban con un frívolo desfile deportivo y/o festejo folclórico, como todavía se acostumbra en la mayoría de las entidades federativas, entre ellas, Chihuahua, como fue evidenciado nuevamente por el Gobernador del Estado, que se la pasó comiendo burritos en la tribuna.

Relevante ya que por primera vez se presentó al público asistente una extraordinaria narrativa histórica y una representación cívica profesional en la que se concatenaron las tres primeras transformaciones de la historia de México a las que el Presidente de la República hace constante alusión en sus conferencias mañaneras.

Es obvio que ese proceso de los tres episodios históricos referidos en esta conmemoración es, además de un ejercicio de pedagogía cívica, una buena plataforma política para socializar y consolidar el programa de la 4ta transformación.

Y aunque sus adversarios mediáticamente se burlen de la constante narrativa cívica histórica y de moralidad a la que el Presidente recurre en todos los ámbitos del quehacer público, en su interior, están profundamente molestos y enojados de que AMLO exhiba día a día, los orígenes del nefasto pasado y corrupción del conservadurismo y neoliberalismo del que forman parte y tanto añoran.

El Presidente de la República lo tiene muy en claro. Por eso exhibe día a día, la herencia nefasta y trágica que le dejaron los anteriores presidentes de la República, lo que está documentado y comprobado. Esto es, hasta ahora, su mejor blindaje a los cuestionamientos, críticas e incluso amenazas de sus adversarios partidistas y políticos; financieros y empresariales.

Si no se construyen esa arquitectura sólida, la 4ta Transformación se derrumbará tarde o temprano, o en el mejor de los caso, no será mas que una simple remodelación.

Para no incurrir en esa falsa construcción de la 4ta transformación, se requiere atender políticas de Estado fundamentales y hondo calado:

Que entregue un aporte presupuestal austero, pero sólido y transparente a Estados y municipios de la República, sin ningún sesgo partidista y como ya se está haciendo, se comparta la inversión pública con la privada.

Se fortalezcan las instituciones de educación y salud públicas y no a las privadas.

No dar “balazos, pero tampoco abrazos” al crimen organizado, sino pegarles donde mas les duele: S les incaute sus cuentas bancarias ilícitas, empresas ficticias y lavado de dinero.

Barrer la corrupción y la impunidad, no de abajo hacia arriba, sino al contrario, de arriba hacia a bajo.

Reestructurar la Comisión Nacional de Derechos Humanos no con académicos que teorizan pero no resuelven, sino con la participación de las víctimas.

Castigar jurídica y socialmente todo acto de discriminación racial y de género.

No aceptar que México se convierta en un “tercer país seguro” como pretende el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el cual no solamente insiste en poner un muro con la frontera con México, sino que además ha detenido y extraditado a mas de 70 mil niños inmigrantes de familias centroamericanas y mexicanas.

En este aberrante escenario social, económico, financiero, político y racial en boga, no solo en México, sino en toda América Latina , Asia y Europa, la oligarquía financiera neoliberal ha puesto el futuro de la humanidad está en un grave riesgo. Veremos y diremos que es lo que nos depara el destino.

Editorial

De Cortés y los usos de la historia

Los 500 años de la llegada de Hernán Cortés al territorio que hoy es México se ha convertido en una excusa perfecta para el uso político de la historia. Cortés es sin duda el personaje más odiado de la historia del libro de texto; es el antihéroe necesario para que los otros brillen, el malo de la película que hace lucir al protagonista.

De aquí al 2021, que se conmemore la caída de Tenochtitlan, la figura de Cortés será recordada, novelada, discutida, vapuleada por unos y ensalzada por otros. Libros, miniseries, películas, pero sobre todo discursos políticos nos llegarán a raudales para recordar al militar extremeño. Unos privilegiarán la figura del invasor, el conquistador sanguinario, el hombre voraz, traidor y falto de escrúpulos. Otros rescatarán al estratega militar, al político capaz de entender las contradicciones y las luchas políticas al interior de un imperio no menos sanguinario que tenía sojuzgados a los pueblos vecinos para imponerse con muy pocos hombres (y unos cuantos virus) a un pueblo de guerreros. Entre unos y otros vamos sin duda a aprender mucho de Cortés, y vamos a escuchar enormes barrabasadas de sus aplaudidores y sus detractores.

Pero si de algo podemos estar ciertos es que Cortés estará en la boleta electoral del 2021. En su gran capacidad para polarizar y manejar elecciones que tiene Andrés Manuel López Obrador, la figura del conquistador está ni mandada a hacer para dividir a los que están con él, del lado de indígenas, de los pueblos originarios, de los que fueron vencidos, despojados y orillados desde hace 500 años a la pobreza, pero que ahora tienen la oportunidad de reivindicarse, frente a los otros invasores, los que representan los intereses extranjeros, la imposición, los que vencieron a la mala y condenaron a los habitantes originales a ser extranjeros en su s propias tierras.

Algunos conservadores de oposición (es importante hacer la distinción porque hay también muchos conservadores en el gobierno) ya mordieron el anzuelo y han entrado a debatir la figura de Hernán Cortés. Independientemente de que tengan o no razón histórica es una batalla perdida de antemano, cada vez que intenten matizar o contradecir la versión del presidente (como la falacia genial de esta semana de que Cortés hizo el primer fraude electoral del país) se van a colocar solitos del lado de los malos, pues no están luchando contra una simple versión de la historia sino contra la religión de la Patria, esa historia escrita en mármol, que solo tiene blancos y negros, generada después de la revolución como una estrategia de unidad y exaltación del nacionalismo.

Lo Cortés no quitará al debate lo estridente.

Editorial

¿Resoluciones de papel o de impacto monumental?

En próximos días, la Primera Sala de nuestra Suprema Corte de Justicia decidirá un caso de máxima trascendencia, pero que curiosamente podría tener escasa cobertura mediática. Se trata del amparo en revisión 327/2017, el cual brindará la oportunidad para que se avance en la delimitación de los actos de particulares que por su equivalencia con los actos de autoridad, resultan justiciables vía el amparo.

No tengo duda de que, si el respeto por los derechos humanos de todas las personas guiara nuestra convivencia social, ello contribuiría a erradicar nuestros graves problemas. Si a la par de exigir que las autoridades cumplan sus labores, lográramos asumir nuestras propias responsabilidades y comportarnos del modo que queremos que se nos trate, estaríamos en una situación muy distinta y mejor. Pero lo cierto es que la congruencia es una virtud que se nos escapa demasiado.

En todo caso, me da esperanza que en ciertos casos los actos de particulares que tengan por consecuencia la violación de algún derecho humano, puedan juzgarse a través de nuestro juicio de amparo. En concreto, el asunto por resolver en la Primera Sala de la Corte tiene que ver con que las autoridades de una escuela privada, luego de expulsar a un estudiante del quinto grado de educación primaria por falta de pago de las colegiaturas, le retuvieron sus evaluaciones y exámenes.

Vale la pena aclarar que la expulsión por falta de pago no se considera un acto cuestionable por medio del amparo en el proyecto de sentencia que para este asunto preparó la ponencia del ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Solamente el hecho de que la escuela, como una especie de represalia, retuviera aquellas evaluaciones y exámenes, con lo cual, seguramente dificultó que el niño afectado pudiera cambiarse de institución educativa sin perder continuidad en sus estudios.

Preciso lo anterior, primero, para evitar que alguien reaccione de mala manera, y sin empatía alguna y sin sentido, vocifere sobre lo terrible que sería obligar a las pobres escuelas privadas a continuar con su servicio a pesar de la falta de pago. Nada tiene que ver este caso con eso, así que por ese lado no debería politizarse este asunto. Al contrario, pienso que mucha gente hoy por hoy, por muy distintas causas, enfrenta dificultades económicas que no obedecen a su irresponsabilidad, por lo que un mínimo trato humano sería no agravar más su apremiante situación.

El niño involucrado en esta historia, pasados casi cinco años de los hechos que se juzgan, probablemente esté cursando ya la preparatoria, así que es mi deseo que él y su familia, cuyas identidades desconozco, estén mejor, mucho mejor. Espero también que lo lento de nuestro sistema de justicia y la decisión que se proyecta para su caso, no les haya desilusionado, ni les vaya a desilusionar. Qué más quisiera que pudieran apreciar que su caso implica una causa de vital importancia.

Ojalá también no les haya afectado demasiado este evento, porque la verdad es que de forma alguna la sentencia de amparo les va a proporcionar una reparación integral. Si prospera la propuesta, se ordenará a la escuela únicamente que ponga a su disposición inmediata las evaluaciones y exámenes retenidos, junto con una invitación para que se abstenga de reiterar esa conducta en lo futuro y adaptar sus prácticas internas al criterio adoptado por la Primera Sala, con el cual pretende que se entienda que el cumplimiento de las obligaciones legales de tal escuela no puede condicionarlo al cumplimiento de los contratos que celebra con sus clientes.

En esos términos, más allá de las lecciones que queden para la escuela juzgada, si el resto de integrantes de la Sala comparte la propuesta presentada, quedarán desarrollados algunos elementos para avanzar en la justiciabilidad de los actos de particulares que violan derechos humanos. Habrá ocasión de escribir, cuando esta sentencia sea dictada, en torno a la importancia de que particulares lleven a cabo funciones de relevancia pública, a partir de una responsabilidad estatal delegada, bajo un principio de intervención pública, a la luz de una norma que establezca el proceder de tales particulares como parte de una función estatal o servicio público. Hasta entonces, se conocerá si este precedente apunta en la dirección adecuada.

Editorial

Atender a las víctimas de la violencia, “da flojera eso”

Desde 1991 Andrés Manuel López Obrador empezó a realizar marchas exigiendo un cambio democrático en el país. Luego, a partir del 2005 hizo giras electorales como candidato presidencial. Hoy que ya es presidente recuerda esos pasajes como medallas y ante el anuncio de Javier Sicilia de que habrá de realizar una nueva marcha para exigir un cambio en la estrategia de seguridad pública y detener la ola de violencia, la compara con las suyas y la desdeña con una expresión de soberbia inusitada.

El distanciamiento de López Obrador con los familiares de las víctimas de la violencia viene desde la campaña presidencial del 2012 cuando el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad pidió a todos los aspirantes se comprometieran para atender este grave problema.

En aquella reunión celebrada en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, Andrés Manuel no estuvo cómodo y rechazó el polémico beso en la mejilla que Sicilia daba emulando el saludo antiguo de los cristianos. Escuchó las cuitas de las familias de muertos y desaparecidos, pero siempre con un gesto duro y hasta de apatía en la mesa de diálogo en la que se comprometió a atenderlos de llegar a la Presidencia de la república.

En agosto y septiembre del año pasado y luego en enero del presente, ya como presidente en funciones, López Obrador tuvo una nueva reunión con familiares de víctimas de la violencia que le demandaron a gritos cambiar su posición de ofrecer perdón a los victimarios sin atender la exigencia de justicia de quienes perdieron a sus seres queridos. La demanda, sin embargo, no fue escuchada.

Todo parece indicar que a López Obrador le molesta e incomoda atender los reclamos de quienes han sido afectados por la violencia generada por la guerra contra el narcotráfico. El rechazo a la decisión de Sicilia de salir nuevamente a las calles a protestar por la violencia que en este año de gobierno alcanza los 30 mil muertos, expresa ahora no solo enojo sino la imposibilidad de su gobierno para resolver la demanda más sentida de la población.

López Obrador ve a Sicilia y a los familiares de las víctimas de la violencia como adversarios a su gobierno. También los mira como si fueran sus competidores.

 “Yo vengo de la oposición, nosotros hacíamos marchas, éxodos, manifestaciones. Imagínense cuántas veces estuvimos en el Zócalo, muchísimas y vamos a seguir estando para no perder la costumbre. Entonces, adelante la protesta, no podemos impedirla; desde luego no compartimos puntos de vista, pero esto es también normal en un sistema democrático, siempre lo hemos dicho” dijo el lunes pasado en su conferencia mañanera, pero de inmediato acotó.

“Hay una oposición. Ahora se quiere que se cambie la estrategia en materia de seguridad. Nosotros decimos: No vamos a regresar a lo mismo, no es con el uso de la fuerza, no es con la violencia, no se puede enfrentar al mal con el mal, al mal hay que enfrentarlo haciendo el bien. La paz y la tranquilidad son frutos de la justicia y esa es esta estrategia”.

El presidente se equivoca en pensar que Sicilia en tanto víctima -le asesinaron a su hijo Juan en 2011 miembros del crimen organizado— quiere que se tome el camino de las armas para combatir la inseguridad. Es todo lo contrario, pero en su afán de ver como enemigo a todo aquel que no está de acuerdo con sus propuestas, no escucha el reclamo de Sicilia y muchos de los familiares afectados de no usar al Ejército, disfrazado de Guardia Nacional, para   combatir al crimen organizado.

No se trata de reprimir, torturar, perseguir, desaparecer a personas o de masacrar, pero tampoco de perdonar a los victimarios para acelerar un proceso de paz con fines políticos. Sino de aplicar la justicia.

Por cierto… Horas después de rechazar un encuentro con Sicilia, López Obrador se reunió con Carlos Slim y con el comisionado de la Liga Nacional de Futbol Americano, Roger Goodell, con quienes habló de negocios y de beisbol.

Editorial

Una semana intensa

La semana pasada estuvo marcada por momentos críticos que aumentaron el estrés de la nación; los conservadores encontraron muchos argumentos que, desde su óptica, descalifican al Gobierno electo, como el nombramiento de Rosario Piedra a la presidencia de la CNDH y el asilo otorgado al Presidente de Bolivia, Evo Morales, que añadieron tensión a la que viene creciendo desde los hechos de Culiacán y la tragedia de la familia LeBarón.

La Derecha rápido se lanzó a la batalla digital y, como los malos ejemplos rápido encuentran repetidores, la reacción se sintió inspirada y alcanzó niveles de histeria en contra de la Cuarta Transformación, llegando a sembrar dudas en muchos simpatizantes del nuevo Gobierno.

Pero tratemos de reflexionar sobre algunas de estas actitudes reaccionarias; estos son hechos de distintas categorías, que deben mirarse con diferentes lentes; los referidos a la Seguridad Pública no aceptan racionalmente la contaminación partidista, porque el enemigo es la delincuencia y descalificar sólo al Gobierno Federal, sin evaluar los gobiernos locales o estatales, envía un mensaje a la delincuencia que los anima y los fortalece.

Todos los que de alguna manera tenemos que ver con el sistema de Gobierno, estamos obligados a identificar y confrontar unidos al enemigo común, claro, usando las armas de la crítica para consolidar el frente necesario contra los adversarios de la ciudadanía, que es la que sufre los embates de los malvivientes. Y también es necesario que el régimen sea autocrítico y dé resultados concretos y creíbles ante el alud de acontecimientos que impactan al país.

Estamos en guerra y se debe apoyar críticamente a quien encabeza las responsabilidades de confrontar al adversario común, mientras quien dirige la batalla debe generar unidad, abriendo los canales eficaces para ello.

Es tiempo de que los mexicanos aprendamos a vivir una guerra, independientemente de nuestras filias o fobias y de quién la empezó o quién la continua; a veces da la impresión de que los adversarios del Gobierno celebran los avances de las fuerzas enemigas, y eso, en otras circunstancias, equivale a traición.

Todo esto a contrapelo de políticos que, de cuando en cuando, suelen creerse los salvadores de la patria, cuando sólo son representantes de intereses económicos de las élites financieras que promueven su fortalecimiento sin importar los costos humanos y sociales.

Ciertamente, debiéramos estar unidos en este conflicto, pero los argumentos ideológicos y el deseo insaciable de retomar el poder al final han terminado por dividirnos, y eso no nos ayuda a salir del atolladero.

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