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Editorial

La derecha toma las calles contra López Obrador

Es buena noticia que los ciudadanos tomen las calles para manifestar su rechazo al gobierno. Siempre es un ejercicio positivo (siempre y cuando se haga de manera pacífica). Lo estamos viendo en América Latina. En México es un derecho constitucional ejercido tantas veces por la izquierda y ahora lo hace la derecha.

La protesta del domingo es contra el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ese día cumple su primer año de un gobierno que la derecha, y residuos de izquierda, detestan. El PAN por fin se animó a salir a la calle y marchará de la mano de México Libre, el proyecto de partido de Felipe Calderón que le disputará el mercado electoral de la derecha.

Como el principal partido de oposición, el PAN se había mantenido al margen de las marchas organizadas por un grupo de membretes sin base social y cuya más reciente movilización, el 30 de junio, fue un fracaso por la escasa asistencia y la riña pública en el templete.

Ahora el propio Marko Cortés, presidente del PAN, es un animador de la marcha cuyos organizadores aseguran que también participa Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, un negocio de Claudio X. González, financiado por la élite económica de la que es ideólogo su padre del mismo nombre.

Aunque este membrete supuestamente filantrópico niega participación, los organizadores lo incluyen en la convocatoria.

Claro, los oligarcas no marchan. Mandan a sus empleados. También se sumarán a la marcha Futuro 21, el embrión de partido que sustituirá al PRD, y organizaciones como Causa en Común, que respaldó la estrategia de guerra de Calderón, así como personalidades de la talla de la priista Beatriz Pagés, el locutor Pedro Ferriz y el expresidente Vicente Fox.

Es previsible que la marcha del domingo convoque a una mayor cantidad de personas que las previas. Aspira a exhibir músculo opositor ante López Obrador. Es necesario, luego de que la oposición lleva un año totalmente desangelada, sin directriz ni figuras que se encaminen a congregar multitudes.

Todo gobierno, de izquierda o derecha, requiere de contrapesos legítimos, que amplíen el espectro político para que la sociedad ejerza su derecho a la información, a la crítica y al disenso. Pero eso no ha existido en el gobierno de López Obrador.

El del domingo puede ser el parteaguas para que los opositores se reagrupen y reconfiguren un contrapeso tan necesario para los tiempos que corren. De lograrlo, el escenario cultural daría un giro no visto desde el día en que el tabasqueño se alzó con el triunfo de la elección presidencial.

Ya veremos cuántos asisten a la marcha convocada, justo el día en que los simpatizantes del presidente de México se concentrarán en el Zócalo.

Qué bueno que la derecha marche. En una de esas aparecen los fantasmales “anarquistas” que suelen reventar toda protesta legítima.

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