Agencia Reforma
CIUDAD DE MÉXICO. El antiguo lugar reservado para los
acarreados del PRI, bajo el balcón presidencial, se llenó con los fanáticos de
López Obrador.
El migrante que regresó de Michigan por primera vez desde
hace 29 años, la mujer de Zapopan que por fin se animó a conocer la Ciudad de
México.
Los hombres lucen falsos bigotes mexicanos; las mujeres,
huipiles oaxaqueños, trajes chiapanecos; una anciana lleva un póster de la
campaña de López Obrador a Jefe de Gobierno, arrugado de tanto empujar para
meterse hasta enfrente.
“Es de 1999, 2000, 2006, ya no sé, es de
siempre”, dice y empuja y empuja, frente a un hombre que con una caja de
chicles y plumón armó su letrero: “Y sí, estamos felices. Familias López
Villaseñor y Acosta Leyva”.
“México ya cambió, ya tenemos un Presidente que va a
hacer a México mejor que Estados Unidos”, dice José Ángel Acosta Leyva, 51
años, 29 en Michigan, los otros 18 sin salir de Tamaulipas. “En el chat de
la familia dijo mi hermano que venía a México y me animé, más que nada por mi
Presidente, ya caminé del Ángel a la Alameda y no me pasó nada, definitivamente
esto ya está cambiando”.
Dos hombres cargan un estandarte con la imagen de López
Obrador entre Jesucristo y la Virgen María y un letrero: “AMLO Nuestro
señor Jesucristo y nuestra madre Virgen María te cuidan y México entero estamos
con usted de parte Miahuatlán”.
La noche del Grito no sólo es mexicana, es obradorista.
“Veníamos de Sonora y acá están otros de Sinaloa y
allá hay otros de Baja California, estamos aquí desde las diez, nada más a ver
al Presidente”, dice Antonio Pizano, una banderita tricolor pintada en la
mejilla.
Sobre el pavimento el reguero de colchas y toallas y
sillas y aguas y refrescos, las banderitas y los sombreros de palma. En el
ambiente, una alegría genuina, un fervor nacionalista, una fe absoluta en el
autonombrado cuarto padre de la Patria.
“Yo creo que Obrador es casi como Juárez, casi como
el Nigromante, casi como Bolívar, Andrés Manuel es un hombre muy diferente, por
fin tenemos un grandioso líder”, dice Socorro Palmira, envuelta en una
bandera mexicana.
Todavía falta para que el Presidente grite veinte vivas
desde el balcón, por primera vez, el sitio que buscó obsesivamente. Socorro, la
vista fija por donde va a aparecer, pronostica algunos: “¡Viva la Cuarta!
¡Viva el 2 de julio! ¡Viva Obrador! ¡Viva Obrador!”.
La noche mexicana también tiene tanquetas de la Guardia
Nacional en pleno Zócalo, camiones de la Marina en la Alameda, camionetas del
Ejército cruzando sobre Madero, soldados vestidos de civil con un escudito,
mezclados en el Zócalo. ¿En qué momento el Estado se volvió tan militar?
“Éramos del Estado Mayor Presidencial, ahora somos
soldados, hacemos casi lo mismo, nada más que vestidos de civil”, dice en
la esquina de 16 de Septiembre un joven con corte militar y el escudito:
“Fuerzas Armadas Mexicanas”.
“Lo que pasa es que antes el Ejército era opresor
porque recibía órdenes, ahora es pueblo uniformado”, dice la profesora
Janette Ramos que, como en 2006, llegó con sus padres y su hija a dar el Grito
con López Obrador.
“Ahora por fin, por fin”, dice y da saltitos
frente a los tres escenarios hacia Catedral, donde hay muestras de música y
danzas mexicanas. Marimbas, orquestas, bailes de los viejitos michoacanos,
tambora y chirimía. Allá, bajo el balcón, por donde el gran líder va a salir,
ya cantan el “Cielito lindo”.
Hay alegría en el Zócalo y vendedores ambulantes en todo
Madero y venta de cervezas en una esquina. Venta de llaveros de López Obrador
con gorritos de Cantinflas y el eslogan presidencial: “Me canso
ganso”, junto a los youtubers propagandistas del régimen.
“¿Quién es? ¿Cómo que quién es? Es uno de los
periodistas de López Obrador”, dice una anciana y va y lo abraza y le
planta un beso la cara.
Entre tanta fe casi religiosa, Jaime Serrano y su hijo
desentonan no sólo por sus sombrerotes de palma, sino porque él, que ha venido
al Grito desde el sexenio de Adolfo López Mateos, dice que ya sabe cómo es
esto.
“Estamos
como con los aguacates, pruebe y pruebe, a ver si sale algo bueno, y luego
siempre se pudren”. La noche avanza, el gran líder ya va a salir.