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SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Nos quedamos a medias con el tema de la CNTE y sus malabarismos para intervenir en el espíritu de la reforma educativa del régimen actual, y su exigencia de que la reforma del sexenio pasado se derogue totalmente. Es decir, que no se tomen en cuenta ni siquiera los puntos que son favorables.

El diálogo final entre la CNTE y el gobierno federal, fue que se tomaría en cuenta al sindicato magisterial, en sus dos vertientes (SNTE-CNTE), en la elaboración de las leyes secundarias, porque la reforma constitucional es estricta y su análisis y aprobación corresponde exclusivamente a los legisladores.

Recordemos que los líderes de la CNTE exigían que se les mostrara el borrador de la reforma antes de siquiera discutirse en comisiones, asunto que es absolutamente ilegal y violatorio del protocolo legislativo.

De acuerdo con los diputados priístas, la propuesta enviada al Congreso federal por el presidente Andrés Manuel López Obrador, es adecuada y votarán a favor, dado que contempla los tres pilares fundamentales de la educación que son: ingreso, promoción y evaluación del magisterio.

Este proceso debe cuidarse en grado sumo, para evitar la crisis que se tiene en este momento en el país, con docentes sin perfil, contratados por amigazgos y compadrazgos, o mediante la compra-venta de plazas, negociazo en el que el sindicato en sus dos falanges participaba hasta en 50 por ciento de los puestos.

Y la evaluación, si bien en el contexto actual se dejará sólo como parte de la capacitación magisterial y ya no como un requisito para mantener la plaza asignada, debe también permanecer, porque de otro modo cómo los profesores van a garantizar su actualización en materia de conocimientos y tecnologías.

La CNTE pide la anulación de la evaluación docente, pero eso es imposible, porque sería dejar al sector a la deriva. Y es que,  quiérase o no, los profesores son los transmisores de los conocimientos, no al revés. Actualmente se evalúa a los estudiantes, para conocer el estado que guarda la educación en el país, pero no se evalúa a los profesores para conocer directamente si dominan los temas que imparten. Y esto, por donde se le vea, es una mera simulación.

La CNTE también pide que se mantenga la política de dar plazas automáticas a normalistas, algo que también ha minado al sector educativo, porque no necesariamente se elige a los mejores. Al contrario, el concurso de plazas por oposición, y mediante la presentación de un examen de ingreso al servicio docente, es lo único que garantiza que se esté contratando a profesores de 10.

Y hay que decir que aún con este esquema se cometen arbitrariedades, porque simplemente no se están publicando los resultados de los exámenes, y se hace una selección en el escritorio de los jefes de la SEG-SEP.

Conozco casos en los que se les dice a los aspirantes que presenten su examen, y una vez que se presente, sin importar el resultado, el resto lo hacen los promotores de plazas, que son los que cobran el favor.

También conozco casos de estudiantes de excelencia, que pese a sus promedios no fueron considerados para una plaza, simplemente porque no pudieron cubrir la cuota que les impusieron.

El sindicato magisterial (bueno, todavía se considera un solo sindicato, aunque en realidad son dos), debiera ser el principal interesado en que todo esto se controle de manera muy estricta, en lugar de pedir mano en el reparto de plazas.

Qué difícil es conciliar intereses políticos y de grupo con las grandes reformas que este país demanda. Lo único malo de la reforma peñista fue, en efecto, que se endosó sobre los profesores todo el peso de sacar adelante al sector, porque el Estado tiene una gran deuda con la educación en México, además de los padres de familia, que parece que no estamos haciendo nuestra parte, al menos en lo que respecta a la formación de los nuevos ciudadanos, con base en el respeto y los nuevos valores universales. Al contrario, el incremento del bullying en escuelas, la obesidad, el abuso de dispositivos móviles y la falta de disciplina en el trabajo, nos reprueba también a nosotros.

Pero la realidad nos alcanza y sólo tendremos una oportunidad a la vez para mejorar. Y lo hacemos, o nos retrasamos otra generación.

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