(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
El delegado para programas sociales del gobierno federal en Guerrero, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, confirmó ayer que presentó su renuncia al cargo, en atención a la orden que dio el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien en una de sus conferencias mañaneras dijo que todo miembro de su gabinete que desee competir para la elección de 2021, debía renunciar a su puesto, a más tardar en octubre.
La noche del miércoles 30 trascendió que Pablo Amílcar ya había presentado su renuncia a sus superiores, y este jueves por la mañana, lo confirmó en conferencia de prensa.
¿Qué significa esto? Primero, que con esto se confirma que el ahora ex delegado sí peleará por la candidatura de Morena al gobierno del estado, para competir por este cargo por segunda ocasión. De hecho, ayer dijo que esperará los tiempos para comenzar a moverse, y eso es a partir del 10 de noviembre próximo, y hasta principios de enero, que es el periodo establecido para la precampaña de aspirantes a gobernador de todos los partidos.
Con la renuncia de Pablo Amílcar y la licencia definitiva del senador Félix Salgado Macedonio, ya se puede decir que hay “piso parejo” en Morena, y que los aspirantes tendrán que moverse, ahora sí, a ras de suelo, sin los reflectores que dan los cargos públicos.
Pablo Amílcar Sandoval es el primer delegado federal que renuncia a su cargo, pero también el secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, anunció que dejará este cargo para buscar la gubernatura de su natal Sonora; por lo tanto, su renuncia está sobre la mesa y corresponderá al presidente AMLO definir los tiempos de esta separación, en cuanto tenga al relevo.
Ahora bien, ¿quién relevará al delegado de programas federales en Guerrero? Por el momento no se dijo, hay una encargada de despacho y esa decisión le corresponde al presidente de manera directa, pues no olvidemos que los programas sociales son parte de la columna vertebral de su gobierno, y deben ser sumamente cuidados y atendidos.
Además, no olvidar que estando ya en pleno proceso electoral, los programas sociales se convertirán en la manzana de la discordia, estarán los ojos de todos los adversarios de los candidatos de Morena sobre los servidores de la nación.
Por lo tanto, aquel que sea el nuevo delegado tendrá que cuidar que los programas se entreguen de la manera más transparente posible, y que los servidores de la nación, así como los coordinadores regionales -quienes por cierto, también tendrán que renunciar si aspiran a candidaturas municipales o distritales-, no confundan la amnesia con la magnesia, pues pueden ser denunciados por delitos electorales.
Así es. La elección de 2021 tendrá muchas trabas, y el uso de recursos públicos, tiempos públicos, espacios públicos, están prohibidos. Se configura un delito electoral y el presidente de la República ya dijo que no va a defender a nadie si incurre en este tipo de faltas.
El primer acto de Pablo Amílcar Sandoval, ya como ex delegado de programas sociales, fue un homenaje a los luchadores sociales de Guerrero, en el busto de su padre, Pablo Sandoval Ramírez, en Acapulco.
Ahí puso énfasis en que es la tercera generación de una familia que ha luchado porque en Guerrero se dieran cambios, terminara el cacicazgo político y hubiera mejores condiciones de vida para todos.
En resumen, podemos decir que hay un antes y un después para Pablo Amílcar. Esto no para aquí, esto apenas comienza. Su paso por la delegación federal le permitió recorrer el estado y, sobre todo, conocer sus necesidades. Asimismo, codearse con la clase política gobernante, hablarse de tú a tú con el gobernador y los secretarios de despacho, recibir a los secretarios federales, participar en la mesa de seguridad, donde también últimamente se trata los asuntos de salud.
Una escuela política y un aprendizaje maratónico, que esperemos que le haya servido para madurar un proyecto de desarrollo real para Guerrero, sobre todo considerando que después de la pandemia, ya no seremos la misma sociedad. Al contrario, los aspirantes al gobierno tendrán que estar a la altura de las nuevas circunstancias, en donde habrá austeridad oficial, pobreza y mucha mayor marginación.