(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
A propósito de que ya se marcó el arranque formal del programa de Fertilizante para los productores de granos básicos en Guerrero -el cual adoptó el gobierno federal como una concesión a esta entidad-, cabe decir que el coordinador del programa, Jorge Gage, ya anunció que se tiene el insumo en bodegas, para comenzar a distribuirlo en el mes de marzo, pero no se tienen todavía las reglas de operación.
Tal cual, los alcaldes fueron citados el pasado jueves a una reunión con el gobernador Héctor Astudillo Flores y Jorge Gage, junto con el delegado federal para los programas sociales, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, para darles a conocer los lineamientos del programa.
Raro, porque se supone que los presidentes municipales ya no tienen nada que ver con el programa de Fertilizante. Ya no pondrán recursos para la compra y distribución del insumo, por lo que se espera que ahora sí hagan obras sociales en sus municipios, sin excusa ni pretextos.
Sin embargo, Jorge Gage, en lugar de convocar a comisarios y comisariados ejidales, así como a presidentes de bienes comunales, convocó a los presidentes municipales, para pedirles su apoyo en la distribución del insumo, y a fin de que éste llegue hasta los lugares más apartados.
Luego entonces, los alcaldes sí están convidados al programa, de una u otra forma, pero se está dejando fuera a los beneficiarios directos.
Esto es grave, de verdad. Jorge Gage se está comportando como un líder campesino naylon, de los muchos que hay hoy en día, como buen ex cenecista que es, y en lugar de venirse a recorrer las regiones, a conocer y a empaparse de la problemática que enfrentan el día a día los campesinos guerrerenses, prefirió hacer una reunión de besa manos en la ciudad capital, con el gobernador y los alcaldes, y hasta ahora los hombres del campo ni han oído hablar de él, pese a que era un alto líder de la Confederación Nacional Campesina, filial del PRI, desde donde avaló todas las reformas federales que afectaron el campo, como el fracking y la desincorporación de las tierras de playas y las fronterizas, entre otras muchas leyes que pasaron a encuerar al campo aún más de lo que ya estaba.
Claro, él puede reunirse cuantas veces sea necesario con quienes gobiernan esta entidad, sobre todo porque se habla de que hay una clara coordinación institucional, pero definitivamente no pueden dejar de lado a los campesinos, porque son ellos los que deben actuar como contraloría social en un programa que ha estado plagado de escándalos.
Es sumamente preocupante, por ejemplo, que los padrones no se estén purgando. La transferencia del programa al gobierno federal; o, mejor dicho, la adopción por parte del gobierno federal de este programa de fertilizante que estaba condenado a desaparecer, al no existir un techo financiero específico para ello, era la oportunidad de oro que se tenía para sanearlo y transparentarlo, luego de que soportamos 25 años de opacidad administrativa, en la que se iba mínimo la mitad del presupuesto de los ayuntamientos etiquetada para obras sociales. Y al final todo resultó peor: los pueblos y sus comunidades están con rezagos graves en materia de obras básicas, y los campesinos nunca vieron el desarrollo que les prometieron al darles miles y miles de toneladas de un solo fertilizante –si acaso dos-, cuando los suelos requieren de abonos específicos, según la zona en que se ubiquen. De paso, ellos recibían fertilizantes químicos, la mayoría de las veces de mala calidad, mientras en sus pueblos se atrasaban las obras de combate a la pobreza, como aulas educativas, casas de salud, carreteras, sistemas de agua potable y drenaje, etcétera.
Por ejemplo, la discusión previa a la nominación de Jorge Gaje, en lugar del ex secretario de Desarrollo Rural, Héctor Manuel Popoca Bone (cuando éste ya había comenzado la creación de nuevos listados de beneficiarios, dejando esa atribución en las asambleas de productores) fue en el sentido de que el recurso asignado era insuficiente, pues en lugar de los 1,200 millones que se gastaban ayuntamientos y el gobierno del estado, el gobierno federal había programado 600 millones.
Ambas cosas eran necesarias: que se purgaran los padrones para que el recurso se le entregara a los verdaderos productores; y, desde luego, que se purgara la corrupción, para reducir los costos de inversión.
De un día para otro, el delegado Pablo Sandoval Ballesteros anunció que no sería Popoca el encargado, y que se estaba nombrando a Jorge Gaje, un foráneo de Guerrero, que seguramente sabe hacer política pero nada de los procesos productivos, y menos de una entidad como Guerrero, conde se cultiva más para autoconsumo que una agricultura extensiva.
Todos los planes de sanear el programa de fertilizante se fueron por la puerta de la política. Aunque el delegado del gobierno Federal, Pablo Sandoval, afirma que los que no sean productores no recibirán el fertilizante y serán sacados de los padrones, no hay seguridad de que así sea. De algún modo, en algún momento todo se torció, y una oportunidad de oro se perdió.