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SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Alta traición. Éste es el delito que se les debe imputar a Genaro García Luna y a sus compinches –comenzando por el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa.

En opinión de expertos politólogos, ese delito cometieron García Luna y Felipe Calderón contra el pueblo mexicano, con su guerra contra el narcotráfico, que ahora sabemos no fue tal cosa, sino una faramalla que ensangrentó al país hasta nuestros días, y que en realidad consistió en debilitar a organizaciones delictivas contrarias al Cartel de Sinaloa, desde que éste formaba parte de la Federación del Pacífico, hasta que esta organización se rompió y comenzó una guerra sin cuartel entre todos sus miembros.

Guerrero, por ejemplo, fue de las entidades más dañadas cuando El Chapo y el Mayo Zambada, líder del Cartel de Sinaloa, rompieron nexos con los Beltrán Leyva, pues estos se quedaron con sus plazas y expulsaron a “Los Pelones” de sus territorios, en lo que fue una sangrientísima batalla.

Y cuando se trató de decidir a quién apoyar, obviamente el gobierno federal, a través de Genaro García Luna, el poderoso secretario de Seguridad Pública en el país, se decidió por El Chapo, fraguando el asesinato de Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, en un edificio de departamentos exclusivos en Cuernavaca, Morelos, junto con la mayoría de sus lugartenientes, con excepción de Edgar Valdez Villarreal, La Barbie.
La ejecución la consumaron elementos de la Marina, quienes incluso vejaron el cadáver del sanguinario capo, cubriendo de billetes su cuerpo ensangrentado, con los pantalones abajo y en calzoncillos, y sobre el que también colocaron sus joyas e imágenes religiosas y esotéricas.

Eso sucedió el 16 de diciembre de 2009, justo cuando comenzaba la puja por la gubernatura de Guerrero, cuya elección se consumó en enero de 2011.

Lo que sucedió después de esto, los guerrerenses lo sabemos. Fue la nada. El puerto de Acapulco, sede del cartel de los Beltrán Leyva se tiñó de sangre, pues el cartel se dividió en mil cabezas y se fragmentó en pandillas que hasta la fecha mantienen asolada a la población.

Se fueron los spring-brakers, se alejaron los cruceros; ante la ausencia de visitantes las compañías aéreas cancelaron sus vuelos directos. Sólo se tenía acceso al puerto a través de la Ciudad de México.

Los grupos que los Beltrán Leyva diseminaron por el territorio guerrerense, con excepción de la Tierra Caliente, de donde nunca pudieron desplazar a la Familia Michoacana, se convirtieron en cárteles por sí solos, como Los Rojos en la zona de la Montaña Baja, y los Guerreros Unidos en Iguala, donde más tarde se registraría la masacre y desaparición de normalistas de Ayotzinapa.

El Cartel Independiente de Acapulco (CIDA) sería uno de los sobrevivientes de esa sangrienta disputa por el territorio que se desató tras la muerte del Barbas, pero no es el único. Muchos han desaparecidos y otros han surgido, y la guerra en el puerto se mantiene.

El caso es que la carnicería en Guerrero fue incesante hasta este año, en que por fin se dice que bajaron los homicidios dolosos, colocando a Acapulco como la tercera ciudad más violenta del país (ya no la primera como antes), y nuestra entidad como la cuarta que más ha avanzado en este rubro.

Todo esto sucedía a nuestro alrededor, mientras el presidente simulaba una guerra contra el Narco que nunca fue tal, sino al contrario: su gobierno, sus funcionarios de seguridad, y no pocos empresarios, formaban parte de esa red que decían combatir. No sólo eran cómplices, sino miembros del cartel más poderoso del mundo, con el que se dividían las ganancias, y al que ayudaban a abatir a sus enemigos.

Calderón debe ser llamado ante la justicia. Dice que no sabía lo que sucedía a su alrededor. Pues eso es ineptitud y también es corrupción y complicidad.

Falta saber qué perlas soltará García Luna en su juicio en Nueva York.

Por lo pronto, los especialistas señalan que vienen por su gente. Y por lo menos 4 de ellos están aún incrustados en los órganos de seguridad nacional. El presidente López Obrador dio ya la orden de echar de la administración federal a los “garcíalunitas”….Pero, ¿y Calderón cuándo? ¿O acaso piensan dejarlo que resurja de sus cenizas impoluto como el ave fénix, piloteando un  nuevo partido político? Eso sería encubrimiento y complicidad de alto nivel.

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