César Antonio Aguirre Noyola
“El período más caluroso del año”
La palabra canícula proviene del idioma latín canicula que significa “estrella Sirio”. Muchos diccionarios comunes coinciden en definir este concepto, que forma parte de la meteorología, como el “período del año en que arrecia el calor o en el que son más fuertes los calores”. También se le conoce como sequía intraestival (fenómeno de sequía de medio verano). El periodo canicular sucede tanto en el hemisferio Norte (aproximadamente a mediados de julio) como en el hemisferio Sur (desfasados seis meses entre sí).
En el ámbito de la astronomía el vocablo se refiere al “tiempo en que la estrella Sirio sale y se pone con el sol, y que, en la antigüedad, coincidía con el inicio del verano en la latitud de El Cairo”. Los antiguos afirmaban que la locución se relaciona con el nombre de la constelación llamada Canis o Can Mayor (Canícula), la cual comprende a Sirio (La abrasadora) una estrella que se unía con el sol y ello generaba el aumento de los rayos solares.
En inglés se le llama Dogdays, que ya traducido al español equivale a “días de perro”. Mientras que en los idiomas francés se dice canicule, en alemán la mencionan como hochsommer y en italiano la adoptan como canícola.
Respeto con su duración, existen opiniones variables, puesto que suele computarse como ejemplos, dentro de un mismo año, del 23 de julio al 2 de septiembre, del 12 de julio al 20 de agosto, del 15 de julio al 15 de agosto, del 15 de julio al 25 de agosto, del 14 de julio al 24 de agosto, del 15 de julio al 24 de agosto, oscilando la temporalidad de cuatro a siete semanas, etcétera. Lo anterior nos revela que no tiene un lapso unívoco, o sea, no existen fechas de inicio y de conclusión que sean absolutas, definidas o uniformes año tras año.
Fundamental es precisar que desde la óptica científica la presencia de altas temperaturas en esta etapa del año se deriva de la inclinación y traslación que el planeta tierra experimenta y que lo acercan más al sol. Luego entonces, existe básicamente un sobrecalentamiento del mar en la porción tropical del Pacífico oriental, aunque también es menester considerar el desequilibrio ecológico que ocasiona el calentamiento global (lo cual trae consigo la disminución en la frecuencia y cantidad de lluvia).
El término que nos ocupa es añejo, como añeja su utilización. Juan Rulfo, en su producción bibliográfica cumbre, Pedro páramo, hace gala del manejo de un lenguaje propio de las personas que radicaban a principios de la segunda mitad del siglo XX en las zonas rurales del país, sobre todo las que se encontraban marginadas. El desarrollo del relato se centra en la travesía que el protagonista realiza a un lugar llamado Comala en busca de un tal Pedro Páramo —que a decir de su madre moribunda le confesó que era hijo de éste— particularmente en la fase de la canícula, refiriéndose en varios fragmentos a esta etapa del año donde el incremento de la temperatura ambiental es asfixiante, a saber:
…Era ese tiempo de canícula, cuando el aire de agosto sopla caliente, envenenado por el calor podrido de las saponarias…
…Caminábamos cuesta abajo, oyendo el trote rebotado de los burros. Los ojos reventados por el sopor del sueño en la canícula de agosto…
…Salí a la calle para buscar el aire; pero el calor que me perseguía no se despegaba de mí. Y es que no había aire; sólo la noche entorpecida y quieta, acalorada por la canícula de agosto…
En este intervalo de tiempo el clima es más cálido, volviéndose bochornoso e insoportable, de tal manera que incomoda y desespera. Se caracteriza por la ausencia de lluvias (el cielo se nubla, se escuchan truenos que anuncian el descargue de las nubes, incluso relampaguea, pero la precipitación pluvial no se hace presente, a lo más cae una llovizna o una brizna que únicamente empeora el entorno), el viento desaparece (y si hay, éste se percibe caliente), aumenta la humedad, crece la radiación ultravioleta y hay una quietud atípica. Tan intenso es el calor, que éste puede percibirse aun estando bajo la sombra.
Es muy importante conocer —pero sobre todo observar— algunas recomendaciones que emiten las autoridades de salud, tales como ingerir mucha agua (hidratarse constantemente); no caminar por tiempos largos en los espacios donde no haya sombra; protegerse de los rayos del sol con un sombrero de paja, gorra o sombrilla; ponerse ropa de algodón; usar bloqueador solar; no consumir alimentos que expenden en la vía pública porque pueden estar descompuestos; y llevar a cabo la ingesta de alimentos cocidos (no alimentos crudos). Se debe hacer énfasis en la protección de grupos vulnerables, como son infantes menores de un año y personas adultas mayores.
Las consecuencias de la canícula pueden representarse a través de la proliferación de infecciones, golpes de calor, enfermedades diarreicas, entre otros padecimientos. Así mismo, el consumo de energía eléctrica se dispara por el mayor tiempo de activación de ventiladores y de aires acondicionados.
Algunas creencias (mitos) que prevalecen en determinados individuos es que particularmente durante la canícula las heridas no cierran, los críos mueren, las frutas se caen y las flores se secan.
Ubicándonos en nuestra realidad, y a manera de corolario, lo cierto es que estamos enfrentando ahora la canícula y, por ende, habrá que contar con información oportuna y adecuada para aminorar sus rigores.
César Antonio Aguirre Noyola
Investigador en materias política y electoral.