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Editorial

¿Y la bandera?

Persas y birmanos se discuten la invención de la bandera como un signo de identificación tanto en la paz como en la guerra. Su valor práctico y emblemático muy pronto universalizó su uso no sólo por mimetismo sino porque pueblos y sociedades de diversas latitudes, sin haber tenido contacto, las produjeron igualmente. En su trasfondo subyace la raíz totémica del clan o de la tribu.

Se trata pues de la creación de símbolos cuya finalidad es representar al grupo, congregarlo, conducirlo, proyectarlo y también salvaguardar su identidad y origen. En la historia contemporánea la bandera principal es la que representa a una nación determinada, y hoy día, todos los países del mundo la tienen, si bien, el uso que se haga de ella es muy variado, a tenor de la evolución cultural de los últimos años, así sucede que en Estados Unidos es común ver su bandera lo mismo en un asta que en las bermudas de algún jubilado; por otra parte esa bandera es quizás la que más se ha quemado en el mundo en medio de manifestaciones y protestas de todo tipo.

En México la ley protege tanto a la bandera como a los demás símbolos nacionales, como sería el escudo y el himno, sancionando a quienes bajo el pretexto que sea, se atrevan a desfigurarla o mancillarla. Cabe suponer que una semejante legislación no protege un trozo de tela, sino lo que ese trozo de tela significa de por sí, una abstracción mental que muchos grupos protestantes estarían imposibilitados de hacer, dado su integrismo religioso, incluso algunos de éstos se niegan a rendir honores a la bandera, por considerarlo un acto de idolatría que podría condenarlos a las inapagables llamas del averno.

Al margen de estas rarezas lo cierto es que la bandera es un símbolo de alto significado, lo cual explica y da la razón a las leyes que la salvaguardan, leyes cuyo valor sería todavía más evidente si procedieran con igual cuidado a la hora de enfrentar muchos otros símbolos que por el valor que reciben de la sociedad merecen igualmente respeto y atención. En efecto, si la función de las leyes que protegen los símbolos patrios es conservar su forma, luego la forma es importante, toda vez que transmite un mensaje y ese mensaje funciona en la medida que conserva su gramática original. Toda alteración, manipulación, añadido o deformación traería la consecuencia de modificar el mensaje y afectar la identidad que simbólicamente expresa, así como la idea que tenemos de nosotros mismos.

Defender la bandera es defender la identidad, avalar lo que significa, y si lo que nuestra bandera significa es nuestra nacionalidad, quisiéramos estar orgullosos de ella, y lo estamos, aunque más de su pasado que de su caótico presente, gravemente marcado por una sociedad que de pronto pareciera estar decidida a violar toda ley y precepto, para imponer su individual interés, gentes como esas personas que le dijeron al actual Presidente, en una de sus giras, “déjanos seguir robando”, en referencia, claro, al huachicol.

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