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Editorial…

El negocio fifí

         No es la primera vez que Andrés Manuel López Obrador acude a la Convención Nacional Bancaria. En alguna ocasión, como candidato, se abstuvo, pero el año pasado lo hizo con una presentación que fue importante para proyectar certeza. Hoy lo hace por primera vez como presidente.

         No hay negocio más fifí que la banca. Tampoco hay una actividad cuyas características y necesidades sean tan poco comprendidas por los políticos.

         López Obrador ha mostrado más cautela en su trato con la banca de lo que muchos esperaban, pero otros miembros de Morena no han tenido esa inteligencia. Ricardo Monreal, coordinador de los senadores del partido, propuso prohibir el cobro de varios tipos de comisiones, lo que produjo un desplome de las acciones de los bancos en la bolsa. El presidente, en cambio, se ha negado a seguir el camino populista. En repetidas ocasiones ha declarado que no aceptará la propuesta de Monreal ni ninguna parecida. “Vamos a ir viendo que pasa con las comisiones -declaró este 19 de marzo–. Que sea a través de la competencia y que no enviemos ninguna iniciativa con ese propósito. No queremos inestabilidad.”

         Parte del problema es que los políticos no entienden el delicado negocio de la banca. Según Monreal, “son un abuso cercano a la usura las comisiones bancarias y los intereses que se cobran a usuarios en México”. La afirmación es muestra de ignorancia. La comisión que más se cuestiona a los bancos es la de retiro de dinero de cajeros automáticos, pero el costo promedio en México es de 25 a 30 pesos mientras que en Estados Unidos o Europa se eleva a tres dólares o tres euros, alrededor de 60 pesos.

         ¿Por qué piensa Monreal que son más altas las comisiones en México? En sus argumentos citó un estudio de la Condusef que señala que el porcentaje de las utilidades bancarias que procede de comisiones es mayor en México que en otros países. Pero esto es consecuencia de que el negocio bancario tradicional, tanto en captación como en crédito, es muy superior en otros países por lo que un menor porcentaje de los beneficios de los bancos proceden de las comisiones. La solución no es prohibir o limitar las comisiones bancarias, sino promover una mayor bancarización en México.

         La prohibición o limitación de las comisiones afectaría más a los más pobres. Un cajero automático puede costar entre 2,200 y 15,200 dólares en Estados Unidos (priceithere.com). A esto hay que añadir los costos de instalación y mantenimiento, que en México se elevan por el vandalismo. Los bancos van a mantener siempre cajeros automáticos en zonas prósperas, pero dejarán de tenerlos en los lugares más pobres si no tienen forma de volverlos rentables. La principal consecuencia de la iniciativa de Monreal sería dejar a los pobres sin cajeros y quizá sin otros servicios bancarios. Lo mismo ocurriría si se aplican controles gubernamentales a las tasas de interés: los créditos más riesgosos y más pequeños desaparecerían.

         El presidente ha entendido el problema y ha anunciado que no va a intervenir en la operación de los bancos. Necesita una banca vigorosa y rentable para cumplir con su compromiso de impulsar un crecimiento económico de 4 por ciento anual. Lo peor para eso sería que la banca redujera créditos por una política gubernamental que castigara sus ingresos.

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