El
inefable Napito
Raymundo
Riva Palacio
Los
problemas legales para Napoleón Gómez Urrutia se están incrementando. El
miércoles, una pequeña manifestación en el Ángel de la Independencia precedió a
una acusación formal de fraude en contra de más de dos mil mineros de Cananea
ante la Fiscalía General, y una petición al presidente Andrés Manuel López
Obrador para que interceda y fuerce al líder minero, apodado Napito,
a que aclare qué hizo con esos recursos. La acusación es secuela de un viejo
proceso por no haberlos indemnizado con los 55 millones de dólares de la venta
de las acciones de la minera Mexicana Cananea. Pero lo más probable es que esta
nueva denuncia corra la suerte de las anteriores: será congelada y sobreseída,
mientras Napito acumula poder bajo la protección presidencial.
Napito es el líder
sindical más empoderado de la Cuarta Transformación, que están construyendo un
renovado polo de poder en el cambio de régimen propuesto por el presidente
López Obrador, que podría convertirse en un problema para su proyecto de
nación. Pero no es el único. En poco más de dos meses de gobierno, los
sindicatos que apostaron por López Obrador están canjeando rápidamente sus
respaldos. En Michoacán y en el territorio CNTE, la disidencia magisterial está
respaldándose en el gobierno para cobrar los adeudos que durante meses les
fueron negando. En Tamaulipas, se enfrentaron a las maquiladoras y encontraron
en sus contratos colectivos la manera de incrementar sustancialmente, dentro de
la ley, sus ingresos.
Gómez
Urrutia, sin embargo, se maneja en estadio diferente.
Acusado por el fraude de 55 millones de dólares en
perjuicio de 10 mil mineros en 2005, se fugó de México y adquirió
la ciudadanía canadiense en agosto de 2013, arropado por los
sindicatos minero de Canadá y de la industria del acero de Estados Unidos. No
pudo negociar con los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto su
regreso a México, pero encontró la puerta del entonces candidato Andrés Manuel
López Obrador para su retorno triunfante. Napito fue colocado
en la lista plurinominal de senadores, luego que el líder laborista del Reino
Unido, James Corbyn, se lo recomendara a López Obrador. Con ese apoyo, el
Tribunal Electoral desestimó que el líder minero tuviera la nacionalidad
canadiense, y contra las disposiciones legales, aprovechando un hueco en la
Ley, aprobó su candidatura.
Desde la parte final del sexenio del presidente
Enrique Peña Nieto, ya habìa resuelto la parte penal de la demanda, al
exonerarlo la PGR del fraude a los mineros, quienes no se quedaron quietos.
Este miércoles lo volvieron a demandar. De acuerdo con Eje Central,presentaron cuatro documentos
que la firma de Napito, que se constituye comorepresentante de los
miembros del sindicato minero, cuando “no estaba facultado jurídicamente” para
representar a quienes ya no eran mineros sindicalizados sino en retiro, según
los quejosos. Miembros de la Comisión de Reclamantes han buscado audiencia con
López Obrador desde que era presidente electo para que interceda en el
esclarecimiento del destino de los recursos que “por justicia” deben recibir
los trabajadores, sin éxito hasta ahora.
No se ve tampoco que vayan a fructificar sus
recursos legales. Gómez Urrutia ha ido aprovechando las contradicciones y
conflictos que viven los sindicatos y el descrédito de muchos de sus líderes
para ir tejiendo alianzas que, como lo aprecian quienes observan los
movimientos en ese sector, emerja como el gran líder de todos los sindicatos,
como se apreció en la huelga de maquiladoras en Matamoros, donde el sector
empresarial lo acusó de estar detrás de los sindicatos que se fueron a paro
para presionar por aumento de salarios, prestaciones y bonos extraordinarios. Napito
ha negado esas imputaciones, pese a que varios de quienes encabezaron el
movimiernto fueron vinculados a él.
La turbulencia en los sindicatos ha abierto los
espacios, alimentada por la permisividad del gobierno que no ha sido
intermediario sino verdugo. El caso del dirigente petrolero, Carlos Romero
Deschamps, es un ejemplo. El director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, le
exigió que renunciara, a lo que Romero Deschamps se negó hacerlo en los
términos de capitulación como se le pidió. El resultado fue una operación de
pinzas.
Por un lado, la asociación Petroleros Activos en
Evolución por un México Nuevo, revivió una denuncia penal en la Fiscalía
General, que presentó por los mismos delitos de lavado de dinero,
enriquecimiento ilícito y delincuencia organizada, en 2017. Por el otro, se
empezó a circular en redes sociales nombres de posibles sustitutos e
insinuaciones de investigaciones, lo que puso muy nervioso al dirigente
petrolero al llevarlo a un terreno donde afloran los errores, como pedir un
amparo buscador, como definen a aquellos recursos legales para saber si hay
procesos en contra de uno, que alimentó la percepción de que delinquió.
El cambio de cabezas en los sindicatos, parte de
la política de relevo general de López Obrador, es lo que ha aprovechado Gómez
Urrutia. Tiene como alfil a Pedro Haces, quien fue colocado como senador
sustituto de Germán Martínez, y tomó su lugar en el Senado al pedir licencia
para dirigir el Seguro Social. “Los días de la CTM están contados”, dijo Hacer
al relevar a Martínez. “Se acabó la era de los cacicazgos. Nunca más la
imposición y el dedazo en los sindicatos”. Lo primero que hizo en esa cámara,
fue forjar la relación con quien representa lo contrario, Napito.
La fortaleza de Gómez Urrutia se incrementa cada
vez más. La denuncia presentada en su contra es la continuación de procesos
legales que lo han perseguido por cuatro sexenios, sin que lo alcancen. Ahora,
con López Obrador en la Presidencia, menos. Napito
va corriendo a ser el Fidel Velazquez de la Cuarta Transformación.
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