Los amigos
(extorsionadores) de Lozoya
Raymundo Riva
Palacio
En el verano de
2015, Emilio Lozoya, el entonces muy poderoso director de Pemex, me recibió con
la indignación contenida en su oficina. La reunión pactada para hablar de la
empresa se convirtió en un reclamo, al haber puesto en entredicho la integridad
de dos personas muy cercanas a él, que trabajaban en la paraestatal. Lozoya
quería refutar una columna sobre la corrupción en Pemex publicada en julio, en donde se señalaba
a sus amigos, Froylán Gracia, coordinador ejecutivo de la Dirección General, y
Arturo Henríquez Autrey, director de Procura y Abastecimiento de Pemex,
responsable de las adquisiciones. En aquél encuentro incómodo, Lozoya dijo
responder plenamente por la honestidad de los dos. La columna que motivó la
reunión decía:
“Nadie quiere
decir en voz alta lo que para algunos es un escándalo palaciego: la
confrontación entre dos secretarios de Estado, Luis Videgaray de Hacienda, y
Pedro Joaquín Coldwell de Energía, con el director de Pemex, Emilio Lozoya. Los
temas son variados: mala gestión en Pemex y corrupción. Hay incluso una
investigación sobre funcionarios de la empresa por presuntas ilegalidades, como
comisiones multimillonarias por entrar a la licitación petrolera, o pagos para
conseguir citas con Lozoya…
“Varios
inversionistas mexicanos y extranjeros se han quejado en los últimos meses de
abusos por parte de mandos en pemex. Funcionarios federales dijeron que el
secretario de Energía investigó denuncias de que uno de los colaboradores más
cercanos a Lozoya le pidió siete millones de pesos a un empresario petrolero
mexicano para conseguirle una cita con el director de Pemex. Otro caso se dio
el año pasado, cuando representantes de una empresa petrolera texana estuvieron
en Pemex para preguntar detalles sobre la Ronda Uno de la Reforma Energética.
Les pidieron 20 millones de dólares… Los petroleros se negaron y dejaron de interesarse
en los campos que se pondrían a subasta meses después”.
En 2015, la
corrupción ya tocaba los pisos más altos en Pemex. Lozoya lo negaba y decía que
sus colaboradores no tenían ninguna razón para pedir dinero, porque riqueza
tenían de antemano, sobre todo Henríquez Autrey, cuya familia cercana, Autrey
Maza, se habían asociado con Alonso Ancira para quedarse con Altos Hornos de
México, que se privatizó en el gobierno de Carlos Salinas. Ancira se encuentra
en España, perseguido por el gobierno del presidente Andrés Manuel López
Obrador por presunto lavado de dinero en relación a la venta de Agro
Nitrogenados a Pemex, por el cual la Fiscalía General acusa a Lozoya de
corrupción.
Sin embargo,
Henríquez Autrey, de acuerdo con información confirmada -en aquella columna de
2015 apenas se esbozaba-, se dedicaba a actividades que iban más allá de sus
responsabilidades oficiales. El responsable de compras de Pemex extorsionaba a
dueños de empresas que tenían relación con la paraestatal. El amigo de Lozoya pedía
cuatro millones de dólares mensuales a empresarios que, decía, eran en realidad
para el director de Pemex. Gracia, quien era el que cobraba por citas para ver
a Lozoya, formaba parte de este círculo. En una casa en la colonia Nueva
Anzures, no lejos de Pemex, era a donde se entregaba el dinero en efectivo. Esa
casa tenía cámaras escondidas para videograbar a todas las personas que
llegaban a ella. Ahí llegaban a llevar mujeres eslavas para divertimento de
políticos o empresarios, quedando los videos como seguros de vida.
Hernández Autrey
renunció a Pemex en septiembre de 2015, luego que se dio a conocer en los
medios una fotografía tomada en 2013 en Los Cabos, con Amado Yáñez, socio
mayoritario de Oceanografía. La fotografía fue proporcionada por Martín Díaz,
socio de Yáñez, de quien se habia distanciado. Las imágenes mostraban un
ambiente de camaradería lo cual, cuando menos, generaba la percepción de un
conflicto de interés. Era todo lo contrario, la PGR del entonces titular Jesús
Murillo Karam, recibió información que Yáñez era uno de los empresarios a los
cuales estaba extorsionando Henríquez Autrey a nombre de Lozoya, y que ese
encuentro terminó muy mal, pues el empresario petrolero se negó a seguir
pagándole a la extorsión. Meses después de ese choque, Lozoya acusó a Yáñez de
fraude y logró que lo detuvieran. El dueño de Oceanografía recuperó la libertad
en 2017.
Las
investigaciones por la venta de citas para Lozoya no siguieron adelante.
Tampoco se procedió en contra de Gracia ni de Henríquez Autrey. Aunque el
director de Pemex tenía en contra a Videgaray, el alter ego del presidente, la
relación de Lozoya con Enrique Peña Nieto estaba anclada en intereses
económicos superiores que incluían servicios a la familia presidencial. En una
ocasión, la segunda vez que Videgaray le pedía la renuncia de Lozoya, Peña
Nieto le respondió que era la última vez que le permitía hablsar del tema, y
que no lo cesaría. Toda la información que acumuló Murillo Karam contra Lozoya,
se congeló. La que construyó el ex procurador Raúl Cervantes en los temas
relacionados con Odebrecht, también. El caso contra Lozoya fue congelado por el
último encargado de despacho en el gobierno de Peña Nieto, Alberto Elías
Beltrán.