Editorial

Pobres animalitos

Desde el púlpito de la mañanera el presidente Andrés Manuel López Obrador pontifica: Los neoliberales “pusieron de moda una frase: ‘Enseña a pescar, no regales el pez’. ¿Cuántas veces usaron esto? Claro que hay que enseñar a pescar, pero también la justicia es atender a la gente humilde, a la gente pobre. Esa es la función del gobierno. Hasta los animalitos -que tienen sentimientos, ya está demostrado-ni modo que se le diga a una mascota: ‘A ver, vete a buscar tu alimento.’ Se les tiene que dar alimento, sí, pero en la concepción neoliberal todo eso es populismo, paternalismo”.

         En realidad la frase “Si das pescado a un hombre hambriento, lo nutres durante una jornada; si le enseñas a pescar, lo nutrirás toda su vida” es anterior al neoliberalismo. Algunos se la han atribuido a Lao Tse, el legendario filósofo chino de los siglos VI al IV antes de Cristo, pero la primera aparición documentada está en un escrito de Anne Ritchie, la hija de William Thackeray, en la Inglaterra del siglo XIX. De cualquier manera es antes del neoliberalismo.

         La idea, sin embargo, es lo importante. López Obrador sostiene que la función del gobierno es “atender a la gente humilde, a la gente pobre”. Los pobres son como “animalitos” que no pueden alimentarse por sí mismos. La verdad, sin embargo, es que la caridad no acaba con la pobreza, ni siquiera la disminuye. Por lo contrario, la vuelve permanente ya que genera incentivos para su preservación.

En México hemos tenido programas sociales cada vez más amplios y generosos. En 1994 el gobierno federal gastó 15,888 millones de pesos en programas contra la pobreza; para 2012 erogó 310,302 millones (“Informe de gobierno 2013”, apéndice estadístico, p. 69), un aumento de casi 20 veces. La pobreza, sin embargo, apenas bajó de 52.4 a 52.3 por ciento de la población económicamente activa (Coneval).

Dambisa Moyo, una brillante autora originaria de Zambia, ha documentado que la ayuda internacional no solo no genera riqueza sino la inhibe. Las donaciones internacionales impiden la formación de capital privado y solo enriquecen a las élites locales. “¿Han ayudado más de un billón de dólares en ayuda en las últimas décadas a África? No, de hecho. Los receptores de ayuda están peor, mucho peor” (Dead Aid)

         Cuando López Obrador habla de los pobres como animalitos que no pueden cuidarse a sí mismos se refiere a las mascotas, que accostumbradas a vivir sin libertad no tienen efectivamente forma de alimentarse o de sobrevivir por sí mismas. Pero los animales en libertad lo hacen de manera admirable. No necesitan dueños.

         Por eso preocupa la visión de López Obrador, quien no quiere a ciudadanos con libertad y capacidad económica, sino a mascotas dependientes que tengan que permanecer toda la vida bajo la dependencia del ogro filantrópico. “Tratan de resolver el problema de la pobreza. manteniendo vivos a los pobres -escribía Oscar Wilde en El alma del hombre bajo el socialismo–. Pero esta no es una solución; es agravar la dificultad.”

Quizá el propósito político no es eliminar la pobreza sino conservarla. Si a los pobres les das dinero, como animalitos dependientes, siempre estarán agradecidos y votarán por ti. Si los haces independientes, como los animales en la selva, sentirán la libertad de votar por quien se les antoje.

Editorial

Lo bueno de AMLO

¿Nada de lo que hace López Obrador te gusta? La pregunta se la plantean con frecuencia lectores y radioescuchas que consideran que soy demasiado crítico del actual gobierno, aunque lo curioso es que nadie me hacía esta pregunta cuando cuestionaba las políticas de Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón o sus otros predecesores.

         La verdad es que sí encuentro cosas positivas en el actual presidente. La primera, y más notable, es que me parece un hombre honesto. Lo más notable de la controversia en redes sociales sobre sus zapatos sin bolear es que nunca habríamos tenido esta discusión acerca de otros mandatarios. La Presidencia de la República tenía un presupuesto generoso para proveer las necesidades de vestuario del primer mandatario y también, por supuesto, de la primera dama.

         El presidente ha mejorado mucho la forma en que se viste. Ya no repite trajes ni corbatas, mientras que sus guayaberas son mucho más finas que antes, pero siempre me da la impresión de que los sacos le quedan un poco grandes y que sí, a veces, trae los zapatos sin bolear. Quizá está demasiado ocupado en otras cosas y no le gusta pedir a alguien más que los bolee para él.

         En un país en el que muchos políticos llenan los restaurantes de lujo y piden los platillos y los vinos más caros, y en el que adquieren residencias en los barrios más exclusivos o en Houston, López Obrador siempre me ha parecido un hombre moderado en sus gustos y adquisiciones. En ese sentido es una bocanada de aire fresco.

         Es muy claro que López Obrador, a quien he entrevistado desde los tiempos del “cerco informativo”, y yo pensamos de formas muy distintas. Yo soy un liberal en el sentido clásico de la palabra. Creo en “la libertad y la tolerancia en la vida de una sociedad” y suscribo la “doctrina política que postula la libertad individual y social en lo político y la iniciativa privada en lo económico y cultural, limitando en estos terrenos la intervención del Estado y de los poderes públicos”. Son las definiciones del Diccionario de la Real Academia Española. El presidente se dice liberal, pero es más bien estatista, ya que defiende la intervención del Estado en la economía, y conservador, pues considera que el liberalismo ha promovido la desintegración de las familias y que el Estado debe promover una constitución moral para la sociedad.

         Pero López Obrador fue electo presidente en un proceso democrático y le toca, por lo tanto, impulsar un programa político y económico que refleja el sentir de los mexicanos, que como los ciudadanos de tantos otros países del mundo se han mostrado cansados de las políticas liberales. Mucho me gustaría que López Obrador entendiera que ha sido electo presidente de todos los mexicanos, y no de un grupo político en particular, pero es su prerrogativa gobernar como él quiere y la de un periodista de opinión expresar sus puntos de vista con libertad.

         Durante mucho tiempo sufrí presiones en los medios en que trabajo para justificar las entrevistas que le hacía a López Obrador. Hoy él ya no me concede entrevistas y quizá lo entiendo, no es el primer político que reacciona así al llegar al poder. Pero al contrario de lo que muchos suponen, le deseo el mejor de los éxitos. No coincido con muchas de sus políticas, pero el trabajo de un periodista de opinión es cuestionar lo que considera como errores en las estrategias públicas.

Editorial

AMLO, un deslinde necesario

A más de un año de haber acogido en las filas del partido Morena al dirigente minero, Napoleón Gómez Urrutia, el presidente Andrés Manuel López Obrador, clarificó la decisión de convertirlo en senador por lista.

Lo expuso en la conferencia de prensa, coloquialmente llamada “la mañanera”, del 7 de mayo, al declarar su desacuerdo con que estuviera exiliado a consecuencia de una persecución político-empresarial, tanto como para asimilar los costos políticos que, en su alocución, expuso al recordar que lo criticaron por esa inclusión.

Aunque el pasado 24 de abril Gómez Urrutia fue recibido en Palacio Nacional, al calor de las negociaciones por la reforma laboral, no hubo espaldarazo absoluto, pues el mensaje del 7 de mayo fue un deslinde contundente del mandatario hacia un personaje por el que sólo ha expresado solidaridad ante la persecución política, pero nunca respaldo político incondicional.

Una primera señal fue dada el 1 de mayo, cuando al acto de “reconciliación” en Palacio Nacional, la representación obrera recayó en el dirigente de la CTM, Carlos Aceves del Olmo –el sindicalismo oficialista mimetizado y acomodaticio de siempre– por ahora líder del Congreso del Trabajo, así como en Francisco Hernández Juárez, dirigente de los telefonistas y de la Unión Nacional de Trabajadores. Napoleón fue uno más entre muchos.

Ese 1 de mayo, López Obrador anunció el acuerdo para reiniciar el rescate de cuerpos en la mina Pasta de Conchos, asunto en el que empresa y sindicato no fueron incluidos, naturalmente, por tener una responsabilidad directa en lo ocurrido el 19 de febrero de 2006.

Gómez Urrutia ha querido reivindicar la recuperación de cuerpos en Pasta de Conchos, e inclusive, agradeció al mandatario la decisión. Pero el asunto fue un acuerdo entre la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde y los deudos, de la Organización Familia de Pasta de Conchos, resultado de un encuentro celebrado en Barroterán, Coahuila el 30 de abril.

Y eso fue lo que el 7 de mayo confirmó López Obrador, al decir que Grupo México, la empresa propietaria de la mina siniestrada, y el sindicato minero de Gómez Urrutia, no participarían en la mesa ni el eventual procedimiento de recuperación de cuerpos, pero que sería bienvenida su información.

Ahí mismo, López Obrador separó un tema de otro, a contrapelo de lo que ha intentado construir discursivamente Gómez Urrutia: en el pleito del sindicato con el magnate Germán Larrea, llamó a ambos a la reconciliación para reactivar la actividad económica en zonas mineras paradas por el conflicto, como Taxco.

Justo cuando ese conflicto se ubica en el centro de la beligerancia de Gómez Urrutia, el llamado presidencial supone la claudicación de la afrenta por la que debió irse del país durante 12 años.

Y, fue peor cuando López Obrador terminó por poner las cosas en su lugar:

“Si hay denuncias en proceso que se les dé curso. No porque estemos llamando a la reconciliación vamos a detener procesos legales pendientes por responsabilidad de quienes han cometido algún delito. Es buscar la reconciliación sin obstruir el trabajo de las autoridades judiciales. Si hay denuncias adelante. No establecemos relaciones de complicidad con nadie”.

Ese deslinde presidencial, era necesario.

Editorial

TEPJF: la crisis y la sucesión

Se salió con la suya el magistrado José Luis Vargas Valdez, primero promotor y luego grosero cuestionador de la presidencia de Janine Otálora Malassis en la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. El miércoles 23 de enero de 2019, Otálora hizo pública su renuncia, si bien continuará como magistrada.

Con su actual integración, el TEPJF ha perdido buena parte del ya menguado prestigio que le entregaron sus predecesores inmediatos. Sus sentencias absurdas que traicionan sus propios criterios, su protección a los intereses del PRI (cuando estaba en el poder), su sumisión a la “línea” de Los Pinos, frecuentemente por conducto del consejero jurídico de la anterior Presidencia, militan entre las causas de tal pérdida.

¿Cómo olvidar sus lamentables sentencias sobre Coahuila, el Estado de México, el registro de El Bronco, las alcaldías de Monterrey y Coyoacán, la gubernatura de Puebla? ¿Cómo ignorar las versiones sobre el tráfico de sentencias con la participación de despachos de familiares?

Como secuela indeseable del caso Puebla, donde su proyecto que postulaba la nulidad de la elección de gobernadora fue derrotado por cuatro votos contra tres, el magistrado José Luis Vargas Valdez llegó al extremo de anunciar que presentaría denuncias en contra de la presidenta del Tribunal, por presuntas irregularidades, y propuso que en una sesión pública se discutiera su continuidad al frente del órgano de justicia electoral. La confrontación pareció amortiguarse durante algunas semanas, pero al parecer el anuncio sobre la dimisión de Otálora sólo se aplazó.

En su comunicado de renuncia, la magistrada alude al asunto en estos términos: “La reciente crisis en la que se ha visto inmersa la Sala Superior del Tribunal se inscribe en la tensión a la que este órgano se ve sometido al resolver conflictos políticos entre los diversos actores”. Sin duda así ha sido, pero importa revisar procedimientos y conductas, para evitar que las naturales confrontaciones entre partidos incidan negativamente en la vida interna del TEPJF. Una sana práctica, ya ejercida por los magistrados Reyes Rodríguez Mondragón y Felipe de la Mata Pizaña, es que los cabildeos o alegatos de oreja de los partidos no se realicen individualmente, sino siempre transparente y colectivamente.

Si bien no logró controlar por completo la administración interna de la Sala Superior, Janine Otálora fue una presidenta cuyos votos fueron argumentados con solidez, independientemente de que algunos resultaran polémicos. Desde mi perspectiva, deja la presidencia con un balance positivo.

La sucederá el magistrado Felipe Fuentes Barrera, a quien se le percibe como cercano al Partido Revolucionario Institucional, y quien ha sido ponente de casos polémicos (para decir lo menos) como las tarjetas del PRI en Coahuila (RAP 202/2017), nulidad de la elección de la alcaldía de Monterrey (REC 1638/2018) y registro de El Bronco (JDC 186/2018). En los casos de Coahuila y Monterrey resultaron ganadores los candidatos Miguel Riquelme y Adrián de la Garza, ambos postulados por el PRI.

La elección de Fuentes, efectuada por una extraña unanimidad, no es una buena noticia, por sus antecedentes. No obstante, le es exigible una conducta imparcial, genuinamente apegada a la Constitución y las leyes electorales y alejada de los despachos de familiares. Así podrá corresponder a la confianza de sus homólogos y, sobre todo, contribuir al fortalecimiento de la democracia, cuyo avance no puede medirse sólo en los resultados y la alternancia, sino también en la calidad de los procesos comiciales, muy insatisfactoria hasta ahora.

Editorial…

¿Y dónde está Marcelo?

En la diplomacia mexicana causó un gran recibimiento la selección de Marcelo Ebrard para ser el responsable de la política exterior de López Obrador. Después de todo, Ebrard no llegaba a aprender, como su predecesor, sino que el canciller llegaba a reencontrarse con sus compañeros de la licenciatura en Relaciones Internacionales, hoy embajadoras o ministros del Servicio Exterior. Después de todo, como jefe de Gobierno, Ebrard impulsó una vigorosa proyección internacional del entonces DF. Y sin embargo, hoy muchos nos preguntamos ¿y dónde está el canciller?

La pregunta es válida, pero tiene un matiz. Es válida porque la relación bilateral con Estados Unidos está en piloto automático y con turbulencia desde la llegada de Trump al poder. Asuntos fundamentales de la relación como el comercio fueron renegociados por funcionarios de ambos países y se consiguió un rediseño del tratado comercial más importante para México, EU y Canadá, pero ahora en el camino hacia la ratificación solo la embajadora Bárcena está mandando los mensajes optimistas o la certidumbre que el canciller debería estar dando. Nadie sabe cuál es la ruta de la ratificación, si México ya emprendió o no un cabildeo vigoroso en EU y nadie tampoco está diciéndonos cómo enfrentar la turbulencia electoral del 2020 en este tema.

El tráfico de armas de EU a México sigue sin control, en parte debido a la corrupción de nuestras aduanas, pero también por la facilidad en la compraventa de armas en EU. El combate al narco, la absurda guerra contra las drogas, sigue siendo una imposición de un sector militarista y conservador que pesa demasiado en EU y de los sectores que en México se benefician de que sigamos con esta estrategia, en lugar de emprender la misma ruta de casi 40 estados de nuestro vecino, donde ya han regulado el mercado de la mariguana. En México necesitamos romper el paradigma y regular todas las drogas y hasta ahora Ebrard no ha dicho ni pío al respecto.

El otro tema donde no se ve al canciller es el migratorio. Al arranque del sexenio, desde la Secretaría de Gobernación parecía asumirse la rectoría en la materia. Pronto, Sánchez Cordero, Encinas y desde el Instituto Nacional de Migración se mandaba el mensaje de que México no trataría a los inmigrantes que cruzan por nuestro territorio o que desean quedarse en él de la misma manera en la que EU trata a los inmigrantes mexicanos. México dio brazaletes oficiales que permitían a los inmigrantes centroamericanos el libre tránsito por el territorio nacional sin ser detenidos por las autoridades migratorias. Incluso corren rumores de que varios gobernadores pusieron autobuses para transportar a los inmigrantes a Tijuana.

México puso el ejemplo de cómo tratar dignamente a los inmigrantes, pero esto le valió abrir la desconfianza y el enojo del gobierno de Trump. Sin embargo, en estos poco más de tres meses parece que cambiamos la postura y que ahora ya somos un Tercer País Seguro, tal y como quiere Trump, sin haber firmado ningún convenio.

Hasta el momento, lo que parece ser la prioridad de Ebrard es un acuerdo de cooperación para el desarrollo de Centroamérica y esto es loable y necesario. Sin embargo, cuando la relación bilateral con EU pasa por uno de sus peores momentos, cuando el yerno de Trump viene a México, cuando se conoce el contenido de una carta en la que se tensa la relación bilateral con España y cuando en nada de esto el canciller parece protagonista, entonces la pregunta de ¿y dónde está Marcelo? adquiere mayor relevancia.

Editorial…

Un aeropuerto ganso

El presidente López Obrador inició el 29 de abril la construcción del aeropuerto de Santa Lucía. Ya hay, por lo menos, una manifestación de impacto ambiental, elaborada por el Instituto de Ingeniería de la UNAM bajo la responsabilidad del doctor Arturo Palacio Pérez y presentada a la Secretaría del Medio Ambiente por la Secretaría de la Defensa. La manifestación se publicó el 17 de abril en la Gaceta Ecológica y tiene fecha de 15 de abril. Los ciudadanos pueden hacer observaciones hasta el 28 de abril, mientras que la Semarnat dispone de 60 días para autorizar, rechazar o pedir más información.

El presidente, sin embargo, tiene prisa y por eso la construcción empezará antes que se autorice. Hubiera sido igual que pidiera permiso a la Madre Tierra.

No conocemos ni el estudio de factibilidad económica, ni el proyecto ejecutivo, ni el estudio de aeronáutica. Sabemos que este último se ha encargado a Aéroports de Paris, una empresa francesa, para no pasar por MITRE, la firma estadounidense que certificó el aeropuerto de Texcoco y que realiza los estudios de aeronavegabilidad para la mayoría de los aeropuertos de Norteamérica.

         La manifestación de impacto ambiental señala que “uno de los principales problemas detectados en la planeación para la ubicación de las pistas, lo constituye la presencia del cerro de Paula, cuya elevación es de 2,625 msnm, principalmente para la ubicación de la pista sur (04R-22L)”. La solución ha sido reservar esta pista para operaciones militares.

         La actual base militar de Santa Lucía tiene una superficie de 2,331 hectáreas. El nuevo aeropuerto requerirá 3,615, por lo que habrá que comprar o expropiar 1,284 hectáreas, algunas privadas y otras ejidales. El costo ha aumentado 11.6 por ciento antes de empezar, al subir de 70,342 millones a 78,557 millones de pesos. Esto incluye un rubro de 6,275 millones tachado en la manifestación, por lo que no sabemos de qué se trata.

Aun así, el proyecto parece barato frente a los 13,300 millones de dólares (254 mil millones de pesos al tipo de cambio de mayoreo de ayer, 19.10) del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM). Sin embargo, hay grandes diferencias. Dos tercios del presupuesto del NAIM se estaban financiando con recursos privados y con la Tarifa de Uso de Aeropuerto (TUA) del actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México; López Obrador pudo haber dejado el proyecto enteramente en manos privadas, pero prefirió cancelarlo. Los 78 mil millones de pesos de Santa Lucía serán dinero público y se traducirán en un aeropuerto con capacidad para 18 millones de pasajeros anuales. El NAIM movería 55 millones en su primera etapa, pero además podría ser un hub, un centro de conexiones internacionales, cosa que no permite Santa Lucía.

El NAIM dejaría el predio y las instalaciones del actual aeropuerto disponibles, lo cual habría podido generar un valor enorme al erario. Con el proyecto de Santa Lucía se seguirá usando el TUA del AICM, pero solo para saldar las deudas de un aeropuerto que nunca operará. No sabemos cuál será el costo total de saldar los compromisos del NAIM y dejar el terreno en sus condiciones originales, pero rebasará los 100 mil o 150 mil millones de pesos.

Habría sido más barato terminar el aeropuerto, pero para López Obrador el NAIM debe ser cancelado porque es un símbolo del período neoliberal. Es mejor gastar más para tener un aeropuerto ganso. Al fin y al cabo los fifís pagarán el costo.

Editorial…

Terror de Estado

El acoso a Carmen Aristegui por un lapso de cuatro años, ¿fue terrorismo de Estado? De ser el caso, ¿habrá una investigación exhaustiva con castigo a los culpables?

Los periodistas independientes siempre hemos estado en el bando de los indefensos. En 1924, gobernaba Baja California el general Abelardo L. Rodríguez y, un diario de Mexicali, El Monitor, le criticaba su laxitud hacia la delincuencia y que “hombres cercanos” a él manejaran el “negocio de las drogas”. Gobernación envió un agente y su detallado informe permite conocer cómo actuaba el militar ante las críticas.

El agente de Gobernación relató que una noche don Abelardo “con otros funcionarios y policías” seguía en la cantina disfrutando de “frecuentes libaciones”. Se le ocurrió dar audiencia a los periodistas críticos. La policía los encontró “entregados al sueño”. “Levantados de sus lechos” fueron “llevados” ante el gobernador que “tras dirigirle frases injuriosas” a uno de ellos “comenzó a propinarle puñetazos en el rostro”. Lo hizo “caer y ya en tierra le dio de puntapiés en la cara y cuerpo de manera inmisericorde, hasta hacerlo perder el sentido”. Hizo lo mismo con el otro periodista. El gobernador, muy considerado, los mandó primero al hospital para curaciones y después los recluyó en la cárcel. Don Abelardo cerró la faena prohibiendo la circulación de El Monitor por “contra revolucionario”.

Por éste y otros informes sabemos que quienes gobernaban México conocían los modos de don Abelardo. En lugar de reprenderlo y averiguar su posible relación con el crimen organizado, el secretario de Gobernación, Plutarco Elías Calles, le escribió meses después para recomendarle ignorar “los injustificados ataques que […] le ha[bían] dirigido” y felicitarlo por la “digna actitud asum[ida] ante las calumnias que se le infirieron”. Tanto era el aprecio de la Familia Revolucionaria, que don Abelardo terminó de Presidente interino entre 1932 y 1934.

Este patrón se ha repetido miles de veces durante el último siglo y el caso Aristegui lo reconfirma. En 2015 la periodista y su equipo fueron despedidos por la empresa MVS, después de difundir un reportaje sobre la Casa Blanca; la residencia de lujo entregada a la esposa del Presidente por un constructor cercano al mandatario. Hace días Javier Tejado Dondé, aseguró, en El Universal, que después del despido, MVS obtuvo prebendas y beneficios gubernamentales hasta por 6 mil millones de pesos. MVS lo niega.

Aristegui fue sometida a un acoso metódico y sistemático que tal vez podría reunir los requisitos para una variante de “terrorismo de Estado”. Las persecuciones duraron un largo periodo y tal vez fueron sugeridas u ordenadas por Peña Nieto; participaron instituciones del Ejecutivo federal y del Poder Judicial, se involucró activamente al menos una empresa radiofónica y la espiaron e intimidaron metódicamente. Resistió por temple y por la solidaridad nacional e internacional.

Cuando terminaba el sexenio pasado, la ofensiva se debilitó. En 2018, Carmen regresó a la radio comercial y la justicia ha empezado a darle la razón en los múltiples litigios que arrastra. Tal vez ha influido la simpatía y respeto que le ha expresado públicamente el presidente Andrés Manuel López Obrador. Esa buena disposición no ha alcanzado para que su gobierno se interese por establecer si hubo o no “terrorismo de Estado” y a eso podría dedicarse la inofensiva, burocratizada e inútil Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión.

Ese mutismo, esa indiferencia, perpetúan la impunidad. Siguen los ataques a la prensa independiente, que fue protagonista en las batallas por causas y casos que hicieron posible la victoria de Morena y López Obrador. El protagonismo de la prensa independiente podría medirse por el costo en vidas, exilios y calvarios pagados por este gremio.

En el México de la Cuarta Transformación se sigue difamando, demandando o asesinando a los periodistas independientes, porque los perpetradores saben que nada les pasará. Ya basta de excusas y silencios; queremos una transparencia integral que permita reconstruir los casos, como un peldaño hacia la justicia y la rendición de cuentas. Si perduran las evasivas, estaría confirmándose que hay un pacto de impunidad entre Morena y el peñanietismo.

Colaboró Mónica Gabriela Maldonado Díaz.

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@sergioaguayo

Editorial

Víctimas: pasmo y desafío

Reflexionar en la violencia, muerte y dolor que dejaron sexenios anteriores invita a recordar los versos de María Rivera que sintetizan tragedias, una tragedia nacional:

se llaman / secretos de sicarios, / secretos de matanzas, / secretos de policías, … / se llaman personas, se llaman súplicas, se llamaban yo, / se llamaban tú, / se llamaban nosotros, / se llaman vergüenza, / se llaman llanto…

“Se llamaban yo, se llamaban tú, se llamaban nosotros”, dice la poeta y yo infiero un reclamo fundado, un reproche por la ajenidad que, sobre las víctimas fallecidas y vivas, domina en la mayor parte de la sociedad mexicana. Muchos, demasiados, se sienten ajenos porque ni a ellos ni a sus cercanos les ha tocado padecer en directo la violencia. Ha habido y hay una notable insensibilidad social y sólo algunos medios le dan al asunto la relevancia que tiene, mientras la mayoría se limita a la superficialidad.

Y si esa conducta es reprochable, la omisión del Estado en el gobierno de Enrique Peña Nieto no tiene nombre. ¿O cómo llamar a la incapacidad de garantizar la seguridad, razón primigenia de la existencia del Estado? ¿Cómo llamar a la incapacidad de hallar a decenas de miles de desaparecidos? ¿Cómo llamar a la incapacidad de siquiera identificar ¡26 mil cuerpos!? “Gran simulación”, le llamó Alejandro Encinas (Segob).

Esa incapacidad, derivada de la ineptitud y la frivolidad, se manifestó incluso en la carencia de morgues y por eso fuimos testigos del episodio dramático de tráileres errantes y repletos de cuerpos inertes, mientras los familiares buscaban el rastro de sus desaparecidos en fosas colectivas y clandestinas, en hospitales, en terrenos yermos.

Omisión y simulación reflejan el pasmo del Estado, su parálisis en esta materia. Y en este sentido es plausible que el actual jefe del Estado, Andrés Manuel López Obrador, haya anunciado el domingo 24 de marzo de 2019, al reinstalar el Sistema Nacional de Búsqueda de Personas, una serie de decisiones que pueden implicar un golpe de timón: dar todo el presupuesto que se requiera, impulsar el compromiso con los gobernadores de que para septiembre estén integradas todas las comisiones de búsqueda estatales, la creación del Instituto Nacional de Identificación Forense y la evaluación de avances en tres meses, cuando el propio AMLO se reunirá de nuevo con las víctimas.

La nueva directora de la Comisión Nacional de Búsqueda, Karla Irasema Quintana Osuna, ha precisado que, sin descuidar la enorme tarea de identificación, la prioridad es encontrar con vida a los desaparecidos, entre los cuales hay víctimas de trata de personas, delito que implica no sólo el ámbito sexual, sino también el laboral.

El desafío, enorme, implica el diseño de estrategias que exceden el ámbito de la sola búsqueda, pese a la importancia que esta tiene. Jacobo Dayán, especialista en derechos humanos, afirma que la agenda de víctimas es mucho más compleja y amplia y exige ser atendida de manera integral, so pena de que la crisis humanitaria no sea resuelta, sobre todo si el gobierno solamente se centra en casos concretos, algunos de ellos emblemáticos.

“La dimensión del horror ha desbordado a las instituciones ordinarias -escribió recientemente Dayán-. Es necesario emprender medidas extraordinarias en materia de verdad, justicia y reparación. Es urgente un modelo de seguridad que garantice la no repetición. La Guardia Nacional no es esa solución. El gobierno tiene una estrategia de caso a caso. Eso no dará resultados ante la masividad de la violencia” (https://bit.ly/2UWqSCe).

Si tenemos presente la simulación denunciada por Encinas, es posible deducir que el nuevo gobierno recibió escasa o nula información de su predecesor, de modo que las dimensiones de la tarea que aguarda a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y a su equipo son mayúsculas. De ahí que importe escuchar las voces de la sociedad y trabajar conjuntamente con ella. El primer paso, que convendrá dar con pulcritud y rapidez, debería ser el diagnóstico y el diseño de una estrategia integral. Trabajar de la mano con quienes conocen del tema y no están en el gobierno, no implica una cesión de atribuciones, sino el aprovechamiento del talento y la vocación ajenos.

Editorial

Las cantaletas

El presidente López Obrador no cuestionó a José Ángel Gurría, el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, cuando se convirtió en una de las pocas voces que dijo públicamente que la economía nacional sí puede crecer 4 por ciento al año en promedio y 6 por ciento al fin del sexenio. Pero cuando la OCDE dio a conocer sus pronósticos de crecimiento de México, reduciendo de 2 a 1.6 por ciento la previsión de 2019 y de 2.3 a 2 por ciento la de 2020, montó en cólera.

En la mañanera del 3 de mayo declaró: “Sí, es que los tecnócratas, corruptos, conservadores están muy molestos y han agarrado esa cantaleta de que se va a caer el crecimiento, como si ellos hubiesen garantizado mucho crecimiento en seis años”. Si bien no fue Gurría sino el equipo de economistas de la OCDE el que cambió la previsión de crecimiento para México, el presidente arremetió en lo personal contra del ex secretario de hacienda: “Con todo respeto, Gurría no tiene mucha autoridad moral, que digamos. A veces se olvida lo que han hecho los servidores públicos y suele pasar que no pierden, siquiera, su respetabilidad, los que han llevado a la bancarrota al país. ¿Saben ustedes cómo se le conocía a Ángel Gurría? Como el Ángel de la Dependencia”.

¿Quiénes son los tecnócratas corruptos y conservadores que están tan molestos con el impoluto presidente que “han agarrado esa cantaleta de que va a caer el crecimiento”? Son muchos. Están no solo los economistas del FMI y de la OCDE, y los de los bancos privados, sino también los del Banco de México y los de la propia Secretaría de Hacienda de la Cuarta Transformación. Efectivamente, la SHCP bajó su previsión de crecimiento económico de 2 a 1.6 por ciento el pasado 1o. de abril.

Incluso el INEGI, con sus primeras cifras del producto interno bruto de este año, que ya no son previsiones sino mediciones preliminares, se ha unido a la cantaleta. La primera estimación del primer trimestre de 2019 muestra una contracción de 0.2 por ciento frente al último trimestre de 2018. La comparación anual muestra crecimiento, pero solo de 0.2 por ciento. El pronóstico de 1.6 por ciento para todo 2019 parece ya demasiado alto.

Coincido con Gurría en que las cifras disponibles hasta este momento no descartan la posibilidad de alcanzar el 4 por ciento en promedio durante el sexenio ni el 6 por ciento en 2024. Pero el crecimiento no está bajando por una conspiración de los corruptos tecnócratas conservadores/neoliberales/neoporfiristas/fifís sino por una serie de complejas circunstancias nacionales e internacionales entre las que se cuentan algunos medidas del actual gobierno, como la cancelación del aeropuerto de Texcoco, de las nuevas licitaciones de petróleo y de las nuevas plantas de generación de electricidad.

El presidente tiene razón cuando dice que este no es el primer sexenio que empieza mal, pero sí es el peor primer trimestre de un gobierno desde 1995, cuando comenzaba su mandato Ernesto Zedillo. Un trimestre, sin embargo, es demasiado poco tiempo para juzgar un sexenio. Sí es suficiente para lamentar la furia con la que el mandatario arremete contra quienquiera que ofrezca una opinión o cifra que no cuadre con su visión sesgada del mundo o del país. En este caso la cantaleta de descalificaciones e insultos no solo está dirigida a uno de los funcionarios mexicanos más respetados en el exterior, sino contra su propio equipo de economistas.

El periódico español El País publica una nota, con datos del actual régimen, que señala que los medios que más recibieron dinero del gobierno de Peña Nieto por publicidad obtuvieron 1,402 millones de dólares. En la lista no aparece Reforma, que el presidente López Obrador ataca virtualmente todos los días. El monto total de gasto en propaganda de EPN fue de 3 mil millones de dólares.

Editorial

¿Y dónde está Marcelo?

En la diplomacia mexicana causó un gran recibimiento la selección de Marcelo Ebrard para ser el responsable de la política exterior de López Obrador. Después de todo, Ebrard no llegaba a aprender, como su predecesor, sino que el canciller llegaba a reencontrarse con sus compañeros de la licenciatura en Relaciones Internacionales, hoy embajadoras o ministros del Servicio Exterior. Después de todo, como jefe de Gobierno, Ebrard impulsó una vigorosa proyección internacional del entonces DF. Y sin embargo, hoy muchos nos preguntamos ¿y dónde está el canciller?

La pregunta es válida, pero tiene un matiz. Es válida porque la relación bilateral con Estados Unidos está en piloto automático y con turbulencia desde la llegada de Trump al poder. Asuntos fundamentales de la relación como el comercio fueron renegociados por funcionarios de ambos países y se consiguió un rediseño del tratado comercial más importante para México, EU y Canadá, pero ahora en el camino hacia la ratificación solo la embajadora Bárcena está mandando los mensajes optimistas o la certidumbre que el canciller debería estar dando. Nadie sabe cuál es la ruta de la ratificación, si México ya emprendió o no un cabildeo vigoroso en EU y nadie tampoco está diciéndonos cómo enfrentar la turbulencia electoral del 2020 en este tema.

El tráfico de armas de EU a México sigue sin control, en parte debido a la corrupción de nuestras aduanas, pero también por la facilidad en la compraventa de armas en EU. El combate al narco, la absurda guerra contra las drogas, sigue siendo una imposición de un sector militarista y conservador que pesa demasiado en EU y de los sectores que en México se benefician de que sigamos con esta estrategia, en lugar de emprender la misma ruta de casi 40 estados de nuestro vecino, donde ya han regulado el mercado de la mariguana. En México necesitamos romper el paradigma y regular todas las drogas y hasta ahora Ebrard no ha dicho ni pío al respecto.

El otro tema donde no se ve al canciller es el migratorio. Al arranque del sexenio, desde la Secretaría de Gobernación parecía asumirse la rectoría en la materia. Pronto, Sánchez Cordero, Encinas y desde el Instituto Nacional de Migración se mandaba el mensaje de que México no trataría a los inmigrantes que cruzan por nuestro territorio o que desean quedarse en él de la misma manera en la que EU trata a los inmigrantes mexicanos. México dio brazaletes oficiales que permitían a los inmigrantes centroamericanos el libre tránsito por el territorio nacional sin ser detenidos por las autoridades migratorias. Incluso corren rumores de que varios gobernadores pusieron autobuses para transportar a los inmigrantes a Tijuana.

México puso el ejemplo de cómo tratar dignamente a los inmigrantes, pero esto le valió abrir la desconfianza y el enojo del gobierno de Trump. Sin embargo, en estos poco más de tres meses parece que cambiamos la postura y que ahora ya somos un Tercer País Seguro, tal y como quiere Trump, sin haber firmado ningún convenio.

Hasta el momento, lo que parece ser la prioridad de Ebrard es un acuerdo de cooperación para el desarrollo de Centroamérica y esto es loable y necesario. Sin embargo, cuando la relación bilateral con EU pasa por uno de sus peores momentos, cuando el yerno de Trump viene a México, cuando se conoce el contenido de una carta en la que se tensa la relación bilateral con España y cuando en nada de esto el canciller parece protagonista, entonces la pregunta de ¿y dónde está Marcelo? adquiere mayor relevancia.

El matiz está en la comunicación. El monopolio de la comunicación por parte de la Presidencia causa estos vacíos en la información y no deja que quienes dirigen las oficinas de comunicación social y conocen bien los temas hagan su trabajo. Ebrard necesita estar más presente. Hay demasiados temas del devenir internacional donde la 4T debe estar y en donde hoy no se nota quién dirige la política exterior.

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