Editorial

La negación

El Presidente busca que cada mexicano/a tome una postura respecto a él y ha perdido la cabeza. ¿Qué postura además de la exigencia de justicia y verdad puede haber cuando algún familiar ha sido desaparecido o asesinado? ¿De verdad se espera que todas las víctimas fijen una postura política sobre lo que está en su corazón y se les ha arrebatado?

Al Presidente se le ha olvidado que las víctimas en este país llevan exigiendo cambios por más de 50 años, durante los cuáles el Estado les ha negado la identidad, reprimido por salir a las calles y perseguido por alzar su voz. Desde el inicio de la llamada “guerra contra el narcotráfico”, hemos visto cómo el espacio cívico, no solo en la Ciudad de México también en muchas otras ciudades, ha sido ocupado por miles de personas que exigen respuestas a la autoridades respecto a sus familiares, de los cuáles aún no saben su paradero, o bien, respecto la justicia que aún no llega.

Aunque parezca paradójico, decir que quienes marcharon el fin de semana con fotografías de sus hijos/as, esposos/as, hermanos/as, padres o madres, etc., tienen una agenda política conservadora es en sí conservador. El Presidente hace lo mismo que sus antecesores: mantener la negación sobre el sufrimiento y el dolor al que se enfrentan las víctimas, voltear a otro lado donde le aplaudan y esperar a que el tiempo cure algo que no tiene sanación.

Sin embargo, en esta ocasión existe una diferencia, su fijación por hacer que las personas tomemos una postura “con él o contra él” hizo que esas víctimas que, en otro momentos, habían sido acompañadas por una sociedad que empatizaba con su sentir, sufrieran el desdén y el odio de otros integrantes de la sociedad que les acusan de provocar al Gobierno y de atacarlo. Fueron muchas las escenas en las cuales los familiares tuvieron que justificarse por ser víctimas.

En 2011, cuando el Movimiento por la paz, la justicia y dignidad marchó por primera vez, miles de personas salieron a la calle. El miedo de que la violencia tocara a nuestras puertas nos hizo reaccionar. No obstante, aún cuando la violencia se ha intensificado desde entonces, el domingo los opositores a la marcha mostraron la indiferencia. Tal vez la narrativa de que la violencia sólo toca a las malas personas logró su cometido y algunos asumen que están más allá del bien y del mal. Tal vez, la sociedad se cansó de sufrir y de escuchar el sufrimiento. Independientemente de la razón, ¿cuál es la esperanza?

La negación es una forma de mantener la impunidad. Y no aceptar que existe responsabilidad de este Gobierno sobre los hechos del pasado también es impunidad. ¿Hasta cuándo vamos a escuchar que todo es culpa del pasado? ¿Cómo podemos soñar en el futuro si aún no hay nada claro para las víctimas en el presente? ¿Cómo podemos creer en la bondad del Presidente, en su tan aclamada moral, si no puede asumir el dolor de sus hermanos/as?

Los únicos cambios en el mundo se han dado a través de la sociedad. Ningún gobierno ha sido capaz de cambiar a un pueblo, si este no decide cambiarse primero. Por esto, si hay que fijar postura, habría que hacerlo por la justicia, la verdad , la no repetición y la reparación para esos cientos de miles de víctimas que hasta hoy lo único que han recibido es la espalda o el garrote del Estado.

La postura es por la verdad no por la negación, la postura es por la gente no por un político, por los derechos, por la paz y por la libertad.

Editorial

Peligro en la frontera sur

Si quiere impedir el paso de las caravanas procedentes de Honduras y El Salvador que intentan ingresar masiva e ilegalmente en territorio, será acusado por la prensa crítica de ser un Gobierno inhumano y represor; si por el contrario, las deja pasar será criticado por la incapacidad de hacer cumplir la ley y garantizar la integridad de la frontera; poco menos que un primer paso hacia un Estado fallido. Por lo demás, si una de estas caravanas de dos o tres mil integrantes tiene éxito, el efecto no hará sino multiplicar el problema para convertirlo en endémico, dada la situación de violencia y pobreza que experimentan algunos países del Caribe y de Centroamérica.

Las implicaciones geopolíticas serían aún más graves. Podemos estar en desacuerdo con las bravuconerías de Donald Trump, y entender que ni la razón ni la ética le asisten, pero eso no disminuye un ápice la capacidad que tiene la Casa Blanca para dañar la vida de los mexicanos si se lo propone. El modelo de desarrollo adoptado en las últimas décadas al amparo del TLC, nos hizo sumamente vulnerables al mercado estadounidense o a sus cadenas de producción. Las decisiones o represalias que el vecino pueda tomar afectan a millones de trabajadores y miles de empresas, por no hablar de la población de escasos recursos que depende de los envíos de dinero de los paisanos.

La lógica de Trump puede estar equivocada, pero es su lógica. Asume que si deseamos un tratado de libre comercio y, por ende, incorporar el territorio mexicano a una zona llamada Norteamérica, tenemos obligaciones con respecto a factores que amenazan al conjunto, entre ellos la inmigración ilegal. El razonamiento de los republicanos es torpe e injusto pero categórico: si queremos pertenecer al condominio horizontal, en el que se encuentran Estados Unidos y Canadá, y compartir espacios comunes, estamos obligados a limitar quién y cómo pasa por nuestro terreno. Permitir que México se convierta en una coladera de vecinos que no están incluidos en el condominio, por así decirlo, a su juicio invalida las razones para invitarnos. Desalmada y absurda, pero es una realidad, nos guste o no. Es un pensamiento que siempre ha estado allí, solo que ahora domina en la Casa Blanca, para desgracia del Gobierno de la 4T.

No es un flanco abierto por el arribo de López Obrador a la presidencia, por más que sus adversarios intentan pasarle la factura. Se nos ha olvidado muy pronto el desinterés de gobiernos anteriores frente a la tragedia humana que representaba el abuso en contra de ese flujo de migrantes a su paso por nuestro territorio: robos, secuestros, violaciones, trabajos forzados (incluso fosas comunes o el tren de la infamia llamado La Bestia). Lo que no había sucedido es que Washington asumiera el tema prácticamente como una extorsión con cargo a los acuerdos comerciales de los que dependen tantos mexicanos

La situación es un barril de pólvora. Los enfrentamientos entre la Guardia Nacional y los centroamericanos fácilmente pueden derivar en violación de derechos y en imágenes violentas; son personas que se encuentran en situación desesperada y no se descarta, aun cuando sean casos excepcionales, que existan miembros de la delincuencia interesados en provocar incidentes que lleven a la represión y a la consiguiente repulsa contra el operativo de las autoridades. En los últimos días las pedradas y las agresiones en contra de miembros de la Guardia han provocado exabruptos lamentables.

Editorial

CNDH: la perdimos Houston

Para ser distintos se parecen demasiado. Ni los priistas en sus peores épocas, dijo Porfirio Muñoz Ledo que algo sabe de eso, pues fue priista y de las peores épocas, se atrevían a tanto. Morena está sufriendo el mismo proceso de todo partido en el poder, pero lo están haciendo con mayor velocidad y menor rubor. La comparecencia de la presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) Rosario Piedra Ibarra ante la Cámara de Diputados fue mucho más allá de lo imaginado, imponiendo silencio ya no a la oposición sino a sus mismos compañeros que piensan distinto.

Sabíamos que Rosario Piedra no iba a ser una buena presidenta de la Comisión, pues no solo no cumplía con los requisitos de la convocatoria, sino que no tiene el perfil ni la preparación para ello. No es lo mismo ser borracho que cantinero dice el dicho, y tampoco es lo mismo ser víctima de un abuso del Estado que defensora de los derechos frente a los abusos del Estado. Lo que no pensamos (al menos yo) es que resultaría pésima, que su sumisión al poder y su amor declarado al Presidente llegaría al grado de negar la realidad y que preferiría hacer el papel de tonta ante la opinión pública (las imágenes de la señora Piedra saliendo en la camioneta sin contestar a la prensa rayan en lo patético) antes que cuestionar una política del gobierno de López Obrador.

Si lo que buscaban Morena y el Presidente con la imposición de Piedra Ibarra era acabar con la CNDH, lo lograron: para efectos prácticos la institución está perdida. La presidenta está más preocupada por bajarle el sueldo a un chef (y lo peor, presume esta arbitrariedad como un logro de austeridad) que por las violaciones a los derechos de los migrantes, la falta de medicamentos en los hospitales o los abusos de la Guardia Nacional. No hay a estas alturas una sola recomendación ni personal de la Comisión vigilando que estos procesos que independientemente de buenas o malas intenciones son muy delicados en términos de violación de derechos.

La perdimos Houston; la CNDH parece haber entrado en una órbita de la que nunca regresará. Antes de que existiera la Comisión y aún en sus primeros años cuando al ombudsman lo nombraba directamente el Presidente, existió la Academia Mexicana de Derechos Humanos, una institución de la sociedad civil que tenía voz y legitimidad propia para señalar los abusos de poder. Aunque parezca un retroceso, en muchos sentidos lo es, pero ni modo, tenemos que regresar a este tipo de estrategias. Lo que no podemos permitir es que un gobierno, por más legitimidad electoral que tenga, se quede sin un contrapeso en materia de abusos de autoridad.

Editorial

Dos temas, en pocas palabras

Por un lado, la caravana del engaño.

Nuevamente nos estremecen las imágenes de cientos de centroamericanos que tratan de cruzar la frontera de Guatemala con México, y otra vez escuchamos a voces ingenuas, desinformadas o malintencionadas, que condenan al Gobierno por regular la migración de quienes pretenden usar la nación como ruta de paso rumbo a Estados Unidos.

Uno de los principios básicos de los Derechos Humanos consiste en que su defensa no debe derivar en una mayor violación de estos o de otros, ocasionando más daño a la persona; quienes exigen el libre paso de los migrantes deben saber que, de los 16 mil solicitantes de asilo de las caravanas anteriores, sólo lograron el trámite doce individuos y, además, durante todo el proceso estos esperaron meses en corrales de prisión, similares a los campos de concentración de la segunda guerra, sólo para que al final su trámite fuera negado.

Cruzar el país para pedir asilo en Estados Unidos es un calvario inútil, inhumano y no resuelve el problema de los migrantes que lo enfrentan, engañados; promover la caravana rumbo a Estados Unidos en estos momentos es abusar de la ignorancia y las circunstancias de vida de los desfavorecidos, es una gran irresponsabilidad.

Por el otro, la muerte tiene permiso en Juárez, y eligió a Isabel Cabanillas.

En Ciudad Juárez ha ido creciendo un grupo de mujeres jóvenes en torno a la lucha feminista y a la actividad artística; son creadoras que utilizan sus dotes para expresar sus sentimientos, producir obras no panfletarias, pintar murales hermosos en paredes abandonadas al silencio o en ropa de uso cotidiano, y encuadernar libros y textos que trabajan artesanalmente, convirtiéndolos en obras de arte, al mismo tiempo que defienden los derechos de la mujer y luchan por mayor equidad.

Son un gran grupo que se reúne en colectivos muy ingeniosos, algunos de los cuales venden sus obras en el Monumento a Juárez los domingos; todas se defienden y apoyan entre sí, son muy solidarias, y están construyendo una nueva sociedad, con gran esfuerzo y mucha imaginación.

A ese grupo pertenecía Isabel Cabanillas, de 26 años, quien el pasado viernes se reunió con sus amigos y amigas en el bar Eugenio’s, un sitio que frecuentan los jóvenes contestatarios y exigentes de Ciudad Juárez; pasada la medianoche, Isabel se retiró del lugar en su bicicleta, porque además estas mujeres promueven una vida más sana a través del ejemplo personal, avanzó dos cuadras al norte y giró hacia el oriente dos cuadras más, donde fue alcanzada por un asesino, o varios, que le dispararon y asesinaron.

Una mujer más, asesinada de manera cruel y despiadada, otro feminicidio por osarse a viajar sola en su bicicleta después de medianoche; una más, víctima de la vulnerabilidad que le dice a muchos criminales que, en Ciudad Juárez, la muerte tiene permiso.

Editorial

La 4T y la reforma al sistema de justicia penal

Con el riesgo de ser reiterativo, pero empecemos por un recuento de los hechos sin controversia. Primero, nuestro país atraviesa, desde hace más de una década, una crisis de impunidad y violencia de dimensión masiva y sistemática. Aún estamos tratando de entender las causas profundas de esta crisis y la interrelación de los actores que la han propiciado. Vislumbramos la superficie, sabemos por ejemplo que en nuestro país se desató un conflicto violento con motivo del combate a la delincuencia organizada, las consecuencias del conflicto son aún incalculables: cientos de miles de personas asesinadas, más de 61 mil personas desaparecidas y un número aún indeterminado de personas procesadas cuyas condenas son, por decir lo menos, dudosas, en vista de las múltiples irregularidades y violaciones a derechos que se cometieron para su construcción.

Cada una de esas historias de violencia es en sí misma una tragedia y en su conjunto representan el alma quebrada de una nación. La violencia y la impunidad nos han llevado a la parálisis política, nos han convencido de que es mejor callar y no participar. Y he aquí el segundo hecho incontrovertido, la impunidad y la corrupción han roto nuestro sentido de justicia y el sentido de las instituciones. Hoy en día la mayoría de nosotros creemos que todo intento de buscar justicia a través de las instituciones es, en el mejor de los casos, una pérdida de tiempo y, en el peor, un riesgo para nuestra vida, porque nunca se sabe el rumbo que pueda tomar una investigación o si las mismas instituciones de justicia forman parte del entramado criminal (1).

En el conflicto que vivimos la línea divisoria entre “buenos y malos” se desdibujó. Casos como la detención de Genero García Luna en Estados Unidos nos confirman ciertas hipótesis sobre la existencia de un entramado de intereses económicos, políticos y criminales que deliberadamente producen y sostienen el contexto de violencia, impunidad y corrupción estructurales que vivimos. Ante este contexto, llegamos a un tercer hecho incuestionable, debemos tomar medidas radicales. Empero, la radicalidad que aquí se propone es la del sentido original de la palabra: lo relativo a la raíz y la raíz de nuestros problemas de impunidad no está en el hecho de que nuestro sistema no sea capaz de poner a gente en prisión (2). De hecho, una buena parte de la motivación de la reforma constitucional de 2008 que dio pie a la instauración del sistema penal acusatorio en México fue la evidencia contundente de que nuestro sistema había saturado las prisiones con casos de personas que, en varios casos, ni siquiera debieron haber sido procesadas.

Para encontrar el origen profundo de nuestra crisis debemos, cuando menos, respondernos ciertas preguntas previas: ¿quiénes están en prisión actualmente, por qué y cómo llegaron ahí?; y la otra cara de la moneda, ¿quiénes no lo están, pero deberían estarlo, por qué no lo están y cómo han logrado mantener esa situación? Quienes defienden los documentos que se publicaron recientemente como la posible reforma al sistema de justicia penal esgrimen que el marco normativo actual no les da herramientas para investigar y dar resultados. Ante este argumento hay que preguntarnos ¿nuestras fiscalías y procuradurías aprendieron a investigar?

¿A qué vamos a llamar resultados en este contexto?

Editorial

2021: ojo con la elección de diputados federales

Productos de un efecto que propician el desmesurado poder presidencial y el de los gobernadores, es generalizada la atención que provoca la designación de esos altos funcionarios de la federación. Y producto de una nefasta visión, soportada en el secular descrédito de los legisladores, nula la atención que se pone en la elección de los senadores, y en particular la que habrá en 2021 para renovar la Cámara baja del Congreso de la Unión con la que concluirá el gobierno de la llamada Cuatroté.

Siempre será importante una elección del tipo de la que comento, pero la de 2021 será, no tengo duda, fundamental en cualquiera de los resultados que arroje. Por una parte, los diputados actuales podrán optar por reelegirse, aunque poco tengan para presumir, como lo muestra el desempeño de Mario Delgado, el morueco de los morenos.

Hoy, producto de la elección de 2018, el Presidente de la república ha podido hacer y deshacer porque cuenta con una holgada mayoría y una popularidad que fue creciendo y que parece que se estanca, o decae. Se habla mucho, aunque no se definen temas esenciales, de un cambio de régimen, y ese propósito tan caro a López Obrador no navegaría a puerto seguro si no se refrenda la obsequiosa mayoría de la que hoy disfruta.

El solo hecho de que pierda el control, suponiendo que continúe con la mayor porción, obligará a contrapesos, negociaciones, mayores controles y mejor reconocimiento de la mayoría de la pluralidad que inocultablemente está arraigada en la ciudadanía, a pesar de la enorme crisis que se abate sobre los partidos políticos, incluido MORENA, que no define su perfil y compromiso democrático, a la vez que no atina a designar a su dirección y permanece invertebrada en los estados como un aparato partidario a la altura de las circunstancias y de los desafíos y reclamos democráticos en el país.

Nuestra Constitución, carente de una buena sistematización, regula el Congreso de la Unión en cuanto al reparto de sus facultades, las que les corresponden propiamente como Congreso general y las que tiene cada una de las cámaras en exclusividad. De estas últimas no hay que perder de vista la que estipula su artículo 74 que dispone como facultad de los diputados aprobar anualmente el Presupuesto de Egresos de la Federación, la más poderosa herramienta que tiene y ha tenido el presidencialismo imperial, más cuando el modelo de política pública tiene que ver con temas esenciales como el destino que se da a los recursos fiscales, que muchos pensamos están para el desarrollo y no para el clientelismo existencial. La moraleja es inocultable: no hay que dar pescado, hay que enseñar a pescar.

En simetría con lo anterior, está la facultad de los diputados de revisar en exclusividad la cuenta pública, la grande, la que brinda la radiografía de lo que hace el Presidente de la república y su enorme aparato burocrático, que han tendido a centralizarse de manera paquidérmica. Aquí, otra moraleja se asoma: para que haya rendición de cuentas, auditor y auditado han de ser distintos, como se reconoce en todo el mundo donde impere el Estado de derecho y la genuina división de los poderes. Se pensará que hay un órgano autónomo que se encarga de todo esto, pero quien revisa, finalmente, es el cuerpo de los diputados en su cámara. Seguimos en el atraso de la revisión política y sesgada de un asunto nodal.

Por esto y muchas cosas más, debemos pararnos a observar la elección del diputado en cada uno de los distritos. Cuando no sea así, aplaudidores como Mario Delgado continuarán como aquellos fisiócratas que proponían, sin rubor alguno, dejar hacer y dejar pasar.

Editorial

Un avión cargado de infamia

El anuncio por parte de López Obrador de las opciones para enajenar el avión presidencial tuvo más kilometraje en la blogosfera que los recorridos que llegó a hacer Enrique Peña Nieto en este Boing 747, un verdadero “palacio en los cielos”, como lo describió el actual presidente.

Hasta la fecha se han pagado 1,833 millones de pesos y faltarían por liquidar 2,724 millones de aquí al 2027, nos guste o no. En total un costo superior a 4,500 millones de pesos, que habrán de salir de los bolsillos de todos por una decisión de Felipe Calderón tomada en los últimos meses de su sexenio, con el propósito de que su sucesor no se molestara en pisar los pasillos de un aeropuerto cuando viajase al extranjero. En aquella ocasión algunos nos preguntamos si esa generosidad del panista para con el priista fue una forma de comprar beneplácitos e impunidades. ¿De qué otra manera se entendería pagar por un lujo de esa magnitud sabiendo que no habrá de recibirse sino hasta después de entregar el poder a su sucesor?

Hoy que el avión se vende prácticamente nuevo pero a mitad de precio no se encuentran compradores; y no se les encuentra porque, en efecto, se trata de una aeronave absurda. Ningún jeque despilfarrador corrió a aprovechar la ganga; ningún soberano de país rico se interesó por el tema. El avión en realidad es incosteable para trayectos menores a cinco horas de vuelo, lo cual significa que estaba destinado a viajes trasatlánticos, algo que un presidente realiza en promedio dos o tres veces al año. Hasta el momento nadie en el mundo ha encontrado sentido en adquirirlo; no obstante, por misteriosas razones, Calderón consideró impostergable hacerlo a costa incluso de endeudar al erario.

Puedo entender que López Obrador, con su política de austeridad, encuentre doloroso el pago de 2,700 millones pesos restantes existiendo tantas asignaturas pendientes. Tras un año de frustrante búsqueda de comprador, parece estar decidido a forzar las circunstancias para que el propio avión pague la deuda pendiente. Cualquier cosa antes que seguir abonando intereses a un monumento a la frivolidad y la corrupción política.

Supongo que algunos que ridiculizan a López Obrador son los mismos que consideraban que el avión presidencial de lujo era una cuestión de imagen para engrandecer el nombre de México. También los mismos, supongo, que asumían como un motivo de orgullo para los mexicanos tener al hombre más rico del mundo, en los años en que Slim encabezaba la lista. No parecen darse cuenta de que tener a un millonario por encima de cualquier potentado alemán o francés, o un avión presidencial más lujoso que el equivalente de Japón o de Canadá no hace sino confirmar por qué seguimos siendo subdesarrollados. A los ojos del mundo, que no ignora nuestros terribles niveles de desigualdad o pobreza, tener el avión que ellos no tienen simplemente da cuenta del despilfarro y la corrupción que explican el abandono a la mitad de la población y los privilegios con los que opera la élite empresarial.

De las cinco opciones que el Presidente dio a conocer (venta a un solo comprador, intercambio por equipos y medicinas, venta a doce compradores, renta por horas y sorteo) la última, la rifa entre seis millones, parecería la más compleja de instrumentar. Y sin embargo, creo que es la que más le gustaría al propio López Obrador. Un fuente ovejuna de seis millones de mexicanos estaría subsanando y resolviendo un símbolo de la corrupción del pasado. Y no, no es un Fobaproa, porque no se trata del rescate de un grupo de empresarios cuando se convirtió en deuda pública la deuda privada de los bancos. Acá se trata de un esfuerzo colectivo para neutralizar la infamia absurda de presidentes que operaron a espaldas de ese colectivo y convirtieron en deuda pública un capricho absurdo.

Editorial

La línea recta al autoritarismo

López Obrador es sin duda uno de los personajes de la política más difíciles de encasillar. Se dice de izquierda y progresista, define su gobierno como liberal y constantemente califica a sus enemigos, incluso a los de izquierda, de conservadores. Tiene una capacidad única para imponer el discurso y para nombrar; él decide quién es el bueno y quién es el malo, quién está con el pueblo y quién contra el pueblo, más aún quién es pueblo y quién enemigo del pueblo. Pero una cosa es el discurso y otra muy distinta lo que pasa en los hechos. El presidente es un manojo de contradicciones que a sus fieles seguidores les tiene sin cuidado.

La abortada reforma judicial es el ejemplo más reciente de un gobierno de “izquierda” (las comillas no son de adorno) que propone lo que ni la derecha se animó a hacer cuando estuvo en el poder: anular elementos básicos del sistema de libertades, como la presunción de inocencia y la separación de poderes, para darle un amplio margen de arbitrariedad al gobierno en el combate al crimen. La propuesta fue retirada, por claramente anticonstitucional, pero alguien desde la presidencia la elaboró y ese el extremo desde el que querrán comenzar a negociar.

No se tarta un error, sino de un estilo. Con la Guardia Nacional sucedió exactamente lo mismo. El Presidente pidió una guardia militarizada. Después de arduos debates se aprobó una ley que se establece el mando civil, y el Presidente hizo todo lo contrario sin que nadie pudiera hacer nada para evitarlo. Para rematar se impuso por la vía de una votación nunca aclarada y bajo sospecha de frade como titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos a una militante de Morena y admiradora al Presidente (el último que se animó a hacerlo fue Salinas) quien no ha tocado a la Guardia Nacional militarizada ni con el pétalo de una declaración, a pesar de que ya se acumulan 32 quejas contra de ésta.

De las filas de Morena salió también un proyecto de ley que atenta flagrantemente contra el Estado laico, otra vez una ley que los grupos conservadores vienen empujando en toda América Latina desde hace años pero que ningún partido se había animado a respaldar. Fue este mismo gobierno el que, en aras de un proyecto de salud universal inexistente (ayer ya el Presidente lo volvió a patear hasta el 1 de diciembre) dejó sin seguridad médica a millones. No lo hizo ni Trump.

La semana pasada el diario El País le pidió a un grupo de escritores y filósofos que escogieran su aforismo favorito. El escritor argentino Andrés Neuman citó uno del poeta español Miguel Ángel de Arcas que me parece resume a la perfección la falsa opción de la concentración de poder que pretende este gobierno de izquierda que actúa como de derecha: “De un laberinto se sale. De una línea recta, no”.

La línea recta y su pretendida rectitud sin aristas es el camino más rápido al autoritarismo.

Editorial

Alerta a la vista

Aquí, tras un año de Gobierno, las cifras de las cuales López Obrador no se ocupa en sus homilías mañaneras y que afectan ya a millones de mexicanos:

DESEMPLEO REPUNTA. Diciembre de 2019 fue el mes durante el cual se perdió el mayor número de empleos formales de la historia: ¡382 mil 210! El déficit en la creación de nuevas plazas es alarmante: en 2019 solamente se generaron 342 mil 77, lo que arroja un saldo desfavorable de 58 mil empleos menos desde el arranque del año pasado. Veamos las odiosas, aunque necesarias comparaciones: en 2017 se crearon 801 mil 831 nuevas plazas. 2018: 660 mil 910, es decir, los dos últimos años con Peña Nieto. (Fuente: IMSS). El desplome en este renglón con la mal llamada Cuarta Transformación, ha sido brutal.

EMPLEO INFERIOR. La administración de López Obrador se ubica en el último lugar en cuanto al crecimiento de empleos durante los primeros 13 meses de gestión, si lo comparamos con los tres últimos sexenios. En ese mismo lapso, con Vicente Fox hubo 289 mil 723 nuevas plazas. Con Felipe Calderón, 351 mil 330. Con Peña Nieto, 511 mil 876. Con AMLO, no solo no creció, sino que registra un déficit marcado: 36 mil 484 empleos menos. (Fuente: STPS. Estadística divulgada por el CEEF). Los cuatroteros nada más no saben generar empleos. Allí están las cifras irrebatibles.

CONSTRUCCIÓN ESTANCADA. La industria de la construcción – el parámetro más certero del comportamiento económico del país-, continúa en caída libre: en octubre pasado registró – 1.7 por ciento, con lo que ya se ubica en -8 por ciento por debajo del nivel del mismo mes del 2018. (Fuente: INEGI).

INVERSIÓN ESCASA. La inversión fija bruta sigue en franco desplome. Observó – 8.7 por ciento en el periodo comprendido de octubre 2018 a octubre 2019, es decir, una caída muy marcada durante los once meses de arranque del Gobierno de AMLO. Tan sólo en octubre pasado, la disminución fue del 1.5 por ciento. (Fuente: INEGI).

SALARIO PULVERIZADO. Mientras la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) reportó que el salario contractual aumentó 1.7 por ciento en términos reales en 2019, mientras que en términos nominales fue de 5.4 por ciento (el mayor desde 2002), los aumentos de precios fueron, en promedio, del 10 por ciento que repercutieron directo en los bolsillos de millones de mexicanos; quedarán lejanos, sin duda, de la inflación oficial que será difundida por el Banco de México. En la realidad, los precios siempre han aumentado en mayor proporción que la masa salarial.

La Canacintra alerta sobre un escenario de alto riesgo: la cancelación de rondas petroleras y el cambio de reglas en el sector energético, provocarán un desabasto de energía en la segunda mitad del sexenio. Es un llamado a tiempo que no se debe soslayar.

Editorial

Caminar por la verdad, la justicia y la paz

Muchos de los procesos de cambio han empezado con una larga caminata. De hecho, la caminata es una de las expresiones de la resistencia pacífica más efectivas que los movimientos sociales han aplicado porque convocan a la solidaridad más que a la confrontación.

Así lo hicieron Martin Luther King, Gandhi e incluso el propio Andrés Manuel López Obrador en el arranque de su papel como luchador social en 1991 con el Éxodo por la Democracia.

Esa expresión, aunque es pacífica, no siempre ha sido del agrado de la mayoría que menosprecian a quienes la realizan e incluso desestiman su eficacia.

Tampoco la ha sido del gobierno en turno como ahora lo hace López Obrador ante el anuncio de la Caminata por la Verdad, la Justicia y la Paz que tiene como objetivo que el gobierno retome la agenda de la atención a las moles de víctimas y se construyan y apliquen mecanismos de justicia transicional de manera integral y de la magnitud de la tragedia que se vive en el país.

Una de las marchas o caminatas más efectivas que se hayan realizado recientemente fue la del 2011 cuando el poeta Javier Sicilia caminó desde Cuernavaca, donde mataron a su hijo, a la Ciudad de México.

Luego de esa caminata y de un par de caravanas en todo el país, se hizo visible el grave problema de la desaparición de miles de ciudadanos a manos del crimen organizado.

Ese problema que ya sufrían varios estados del norte no se quería reconocer ni por el gobierno ni por la opinión pública. Hacerlo visible y que se registrara en todo el país fue el logro del Movimiento de Paz con Justicia y Dignidad.

Nueve años después, con una espiral de violencia imparable y, al mismo tiempo normalizada, este movimiento de víctimas ha decidido volver a caminar para exigirle al ahora presidente López Obrador que cumpla con su palabra de dar justicia a las familias de los miles de asesinados, desaparecidos y desplazados por la guerra contra el narcotráfico declarada por Felipe Calderón en 2006.

La decisión de caminar una vez más los 80 kilómetros que separan la capital de Morelos con la Ciudad de México no ha sido del agrado de muchos seguidores del presidente. Califican de entrada a Sicilia de traidor de la democracia y hasta de instrumento de la derecha, sin tomar en cuenta que hay razones de sobra para demandar un alto a la violencia y la atención a los agraviados.

Durante estos nueve años Sicilia no ha parado en pedir que se privilegie en la agenda del gobierno dar justicia a las victimas de la violencia y cambiar la estrategia militar y policiaca de combate al crimen organizado.

La demanda esencial es que se ofrezca a las familias afectadas la justicia transicional, es decir que se investigue a fondo para conocer la verdad de los hechos, aplicar la ley, ofrecer una reparación del daño y al final el perdón o la amnistía. Esto es, en el sentido inverso a lo que propone López Obrador de dar el perdón a los victimarios y borrón y cuenta nueva.

Sin justicia y verdad no hay democracia, es lo que han manifestado Sicilia y un grupo de activistas preocupados ante la falta de interés del presidente López Obrador de atender la demanda de los familiares de miles de muertos y desaparecidos que representa una cuenta pendiente y una sombra que eclipsa cualquier intento de cambio como lo pretende este gobierno que se hace llamar la Cuarta Transformación.

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