EDITORIAL

Siete acciones para asegurar la identificación de las personas desaparecidas en México

El pasado 6 de marzo más de 64 colectivos de familiares de personas desaparecidas, organizadas en el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México (MNDM), presentaron ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) un conjunto de propuestas para lograr, lo antes posible, la puesta en marcha del Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense (MEIF). El MEIF fue creado el 4 de diciembre de 2019 mediante el Acuerdo SNBP/001/2019 del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas (SNBP). El MEIF es una forma de ayudar a que miles de personas desaparecidas regresen a casa, mediante la identificación de los cuerpos y/o restos de personas fallecidas sin identificar que se han acumulado a lo largo de más de una década de violencia en nuestro país. Para cumplir con este cometido, el MEIF tendrá la función de realizar peritajes sobre cadáveres o restos de personas que se encuentran en rezago de identificación, cuya identidad se desconozca o no hayan sido reclamados y que, a la fecha se encuentran en resguardo de las Autoridades competentes.

La creación de este mecanismo es resultado directo de la exigencia de los familiares de personas desaparecidas, en colaboración con organizaciones de la sociedad civil y organizaciones internacionales. Reconocemos el impulso y la participación activa que han tenido la SEGOB y la Comisión Nacional de Búsqueda para aprobar el Acuerdo que ordena la creación del MEIF; sin embargo, es importante decir que desde el primer momento el MNDM apostó porque el MEIF tuviera una estructura fuerte para lograr cumplir con su objetivo, que es identificar a las más de 37 mil personas en resguardo de los servicios forenses ordinarios y la intervención en las mas de 3 mil 600 fosas clandestinas ubicadas hasta ahora.

La primera propuesta del MNDM fue la firma de un acuerdo internacional que vinculará la voluntad del Estado mexicano con la cooperación internacional a fin de crear el MEIF y terminar con la crisis humanitaria y forense. Desde la perspectiva del MNDM ésta era la vía que garantizaba mayor independencia del Mecanismo. Posteriormente, el Gobierno mexicano sugirió la adopción de una ley, que vinculará jurídica y legalmente al MEIF con el trabajo de las fiscalías y asegurar con ello, la plena colaboración en lo procesos de identificación forense; sin embargo, después se señaló que no se podría crear una ley de esta naturaleza pues implicaría modificar otros marcos normativos. De nueva cuenta, a sugerencia del Gobierno federal y en aras de agilizar el proceso de creación del MEIF, se pactó que el Sistema Nacional de Búsqueda de Personas emitiera un acuerdo que ordenará la creación del MEIF, situación que finalmente ocurrió.

El SNB es un espacio de vinculación interinstitucional de las autoridades encargadas de buscar e investigar casos de desaparición de personas. Y si bien durante la construcción de dicho acuerdo hubo participación de las autoridades de procuración de justicia que conforman el SNB, tales como la Fiscalía General de la República y la Conferencia Nacional de Procuración Justicia, (CNPJ) en representación de las fiscalías de todo el país, en el acuerdo no se logró que quedara una obligación expresa de las fiscalías de colaborar de manera plena y efectiva con este mecanismo para el cumplimiento inmediato de sus funciones.

Por ello, es sumamente importante, como siguientes pasos, que la FGR y la CNPJ den muestras reales de su compromiso y adopten lo más pronto posible todos los convenios y/o acuerdos de colaboración que aseguren el funcionamiento del MEIF, una vez que esté integrado su grupo coordinador.

EDITORIAL

Dos fuentes de agitación

El discurso populista del Presidente López Obrador apela a dos casi inagotables fuentes de inspiración que han mostrado consistentes impactos en la población. Me refiero a la lucha contra la corrupción y al nacionalismo mexicano. Explico en breve.

Sobre lo primero, ha sido constante este tema en la política nacional e internacional. Combatir la corrupción es tarea de largo plazo y de inmediato el amplio público necesita algunos resultados. La exhibición ha comenzado. El caso de Emilio Lozoya Austin (exdirector de PEMEX) es la primera gran pócima de alivio. Tiene López Obrador a su alcance una buena lista de personajes para irlos incorporando al elenco de iniciados en investigaciones y eventualmente juicios penales en su contra. Aquí el escenario nacional vivirá muchos momentos que distraerán la atención y harán sentir que la justicia está llegando. En un pequeño libro, El Verdadero Creyente, sobre el fanatismo y los movimientos sociales dice su autor, Eric Hoffer, que “los movimientos de masas pueden surgir y extenderse sin creer en un Dios, pero nunca sin creer en un demonio”. Por años el hoy Presidente estuvo diciendo a su audiencia que los demonios del país eran y son la “mafia en el poder”, los “neoliberales”, los “conservadores”, los “corruptos”, señalando a Carlos Salinas de Gortari como su demonio preferido, aunque en 2020 haya menguado su “diabólica” figura. Y le generó resultados el machacar y machacar. No sabemos hasta cuándo le durará el hechizo de ese canto.

Sobre lo segundo, envolverse en la bandera de la defensa de la nación mexicana es otro recurso que tiene el discurso de López Obrador. Su mejor aliado en esto es la actitud torpe y agresiva de Donald Trump, quien no cesa de ofender a los mexicanos y que en ocasiones amenaza con imponer aranceles a las importaciones de México a cambio de “favores” en la política migratoria del sur, amago diluido por la sumisión obradorista al pedido del “insolente gringo”. Además de las presiones groseras de Trump, la historia oficial de México que se imparte en la educación básica, genera por sí misma en los mexicanos un sentimiento antinorteamericano. Con poco tenemos para despertar esa animadversión y Trump ayuda mucho a ello.

Por eso el mismo Hoffer dice con acierto que para todo movimiento “el demonio ideal es un extranjero”. De aquí entonces la oportunidad para AMLO –con razón justificada y llegado el caso– de agitar el sentimiento nacionalista para apuntar a Trump. Hace meses llegó a enviarle una carta invitando al diálogo, una carta, por cierto, con innecesarias expresiones de machismo (“no soy cobarde…”, dice por ejemplo). Pero, en fin, el banderín nacionalista proporciona al Presidente la ocasión para presentarse como paladín del “pueblo bueno y sabio”. La torpeza de uno (Trump) favorece la astucia del otro (AMLO).

En el futuro, este tema aportará al Presidente mexicano varias oportunidades más de invocar la unidad nacional ante el demonio extranjero. Y mientras esto ocurre, seguimos en ayuno claro y efectivo de una política migratoria del Gobierno mexicano en las complejas circunstancias actuales. Da la impresión de que en este tema, AMLO y su equipo no saben qué hacer, salvo por ahora complacer las exigencias de Donald Trump en la materia con el uso de la Guardia Nacional. Pero, ¿hasta cuándo conoceremos una estrategia clara y sensata para enfrentar la inseguridad en el país?

Corrupción y nacionalismo, dos fuentes inapreciables para alimentar las políticas de la Cuatroté en el México de hoy. Y mientras esto aporta sus magros frutos, la persistente inseguridad exhibe poco a poco la incapacidad de AMLO y su gabinete para atajar sus enormes repercusiones. Por lo pronto, en febrero de 2020, tuvimos ya la emergencia de una movilización nacional contra el feminicidio y la exigencia de seguridad pública; un movimiento incubado espontáneamente y alimentado por el hartazgo ante la violencia; un movimiento que ha brotado sin la tutela del discurso obradorista y por esto el hombre de Palacio se afana en desacreditarlo y tildarlo de estar infestado por los conservadores para atacar su gobierno. Hay paranoia en Palacio Nacional, combinada con la soberbia asociada al poder del Estado. Mucho habremos de ver al respecto todavía.

EDITORIAL

Pancracio mañanero

En el prólogo a Las historias prohibidas de Pulgarcito del poeta salvadoreño Roque Dalton (Ed. Baile de sol. Islas Canarias, 2009), Rafael Menjivar Ochoa escribe: “el poder necesita gritar como predicador en iglesia de dudosa santidad: los feligreses no deben dejar de ver hacia el frente, hacia él, que cuenta historias de apocalipsis aterradores e improbables, pero fascinantes.  Una simple mirada de reojo al vecino de la izquierda propiciaría -por comparación- la revelación: los gestos del hombre santo son ridículos, su voz es ofensiva, sus palabras no llevan a ningún lado… Y en encanto se rompe”.

Y no, no estaba describiendo las mañaneras de los últimos días sino las formas de poder. Bastó que durante el ritual que oficia día con día el Presidente los feligreses voltearan a verse los unos a los otros y comenzaran a atacarse para romper el encanto. Lo habían advertido miembros del gabinete, analistas, críticos y seguidores del Presidente: gobernar con la palabra tenía enormes riesgos, aceleraría el desgaste y propiciaría el desencuentro. Sucedió.

El choque entre reporteros y paleros era inevitable. “Basto una mirada de reojo al vecino de la izquierda…” para darse cuenta de que lo que ahí sucedía era cada vez más  una manipulación que una rueda de prensa, que lo que menos fluye en las mañanas es información, aunque se hable durante dos horas de los asuntos nacionales. Las mañaneras tienen todos los días un tema a cargo de algún funcionario y el resto es una mezcla de preguntas a modo, choros lucidores, pequeñas trampas para ver si tropieza el Presidente y, por supuesto, alguna que otra pregunta seria y bien planteada que busca obtener información puntual sobre asuntos relevantes, pero son la excepción.

Lo que se rompió esta semana con la confrontación entre los periodistas y los pseudo periodistas no es el ambiente fraterno entre colegas de la prensa sino la confianza básica en que lo que ahí sucede es real. Nunca dudamos de la calidad como luchador del Perro Aguayo, pero todos sabíamos que el resultado era manipulado y establecido de antemano. Lo mismo comienza a sucederle a muchos mexicanos con la conferencia mañanera: ahí está el Presidente enfrentando día a día a representantes de algunos medios, pero eso cada vez parece más un pancracio que un rueda de prensa.

Con la popularidad a tope y el recurso fresco de los pésimos resultados del Gobierno anterior todos los días se podía salir a ruedo, enfrentar el toro “con historias de apocalipsis aterradores” y llevarse las orejas del enemigo como trofeo. Año y medio después, con la popularidad a la baja, resultados mediocres y la ineficiencia del Gobierno como marca de la casa, cada salida al ruedo la posibilidad de una cornada será mayor.

El público no quiere ver a los tancredos, quiere las faenas prometidas del matador. Pero, como en la escena descrita por Menjivar, hoy “sus palabras no llevan a ningún lado”.

EDITORIAL

¿De qué lado está el Poder Judicial?

Sin duda, en esta administración, se ha presentado un cambio en el poder Legislativo y en el Ejecutivo. No puede decirse lo mismo del Poder Judicial.

El amparo del sector empresarial, porque así debe describirse al amparo de CONCAMIN, contra la publicación del nuevo etiquetado, busca la suspensión de la publicación de las respuestas a los más de 5 mil comentarios que se presentaron en la consulta pública. La publicación de las respuestas a los comentarios es condición para publicar, en un periodo máximo de 15 días hábiles, la modificación a la norma 051 que contiene el nuevo etiquetado.

¿Por qué busca la industria suspender esta publicación? Sin duda, porque se expondría públicamente la evidencia científica que da sustento al nuevo etiquetado.

Por todos los medios, la industria buscará que ni estas respuestas, ni las actas de las sesiones del grupo de trabajo, firmadas por representantes de las empresas, en las que se da constancia  que se llegó a consensos en 175 numerales de 176, entre todos los sectores, sean hechas públicas.

El sector empresarial de las bebidas y alimentos ultraprocesados nunca enfrentó un proceso de normalización tan transparente y democrático. Acostumbrado a haber impuesto en 2014 un etiquetado a su gusto, sabiendo que no era entendible por la población; teniendo a su servicio, durante la administración de Peña Nieto, a la Secretaria de Salud, a Cofepris, a la Secretaria de Educación y, por supuesto, a la Secretaria de Economía, las grandes corporaciones desconocían ya lo que era un proceso democrático de normalización.

El proceso quedó registrado en actas firmadas por todos los sectores. Se avanzó en varios acuerdos, se formaron subgrupos para avanzar en temas de discusión que se presentaban al conjunto del grupo de trabajo. En varias ocasiones, los acuerdos fueron aplaudidos por todos los sectores.

Ante la referencia que se realizó en el pleno del grupo de trabajo a declaraciones de los líderes de las cámaras empresariales en el sentido que no eran escuchados durante estos trabajos, varios representantes de éstas cámaras empresariales tomaron la voz y reconocieron que no era así y que les había dado la participación requerida.

Es fundamental que la lista de asistencia a las sesiones del grupo de trabajo y las actas firmadas se hagan públicas. De existir grabaciones de estas sesiones, que al parecer si las hay, deben hacerse públicas.

Como puede verse, ante el amparo de CONCAMIN, qué busca la suspensión definitiva de la publicación del nuevo etiquetado, el Poder Judicial ha tenido todas las posibilidades de revisar los documentos que confirman que el procedimiento que se siguió para establecer el nuevo etiquetados fue totalmente transparente y democrático.

En la nueva norma de etiquetado han coincidido los organismos de Naciones Unidas, las principales instituciones académicas del país (UNAM, IPN, UAM), los institutos de salud, las entidades gubernamentales (SS, COFEPRIS, SE, PROFECO) y las redes de organizaciones civiles trabajando en salud (Alianza por la salud Alimentaria, Contrapeso). De hecho, los representantes de la industria llegaron a acuerdos con todos estos sectores. Quienes no llegaron a acuerdo fueron los líderes de las cámaras empresariales.

Las decisiones que no se tomaron en el pasado y las que no se tomen hoy, significarán más enfermedad y muerte, en un país que desde hace 4 años declaró emergencias epidemiológicas por obesidad y diabetes, en el que cada hora mueren alrededor de 22 personas por el deterioro de nuestra alimentación.

EDITORIAL

La democracia desesperada

En los últimos meses, para nuestra angustia y preocupación, hemos presenciado muchos ejemplos de lo que Klijn y Koppenjan (2016) llaman “complejidad substantiva”. Para estos autores, la complejidad substantiva se genera cuando un problema común produce percepciones que no son compatibles entre sí, en un entorno en el que la información no es confiable, y en el que el conflicto es alto. Piense Ud. en las discusiones recientes sobre los feminicidios y el movimiento del 9 de marzo. La sociedad se enfrenta a un problema gravísimo que pone en riesgo su sostenibilidad y existencia futura. Sin embargo, éste es percibido de muy diversas maneras y los(as) diferentes actores(as) políticos(as), económicos(as) y sociales involucrados(as) ofrecen explicaciones que parecen mutuamente excluyentes, y que compiten por recursos gubernamentales y no-gubernamentales. Cualquier propuesta de solución es descalificada por el bando opuesto; y los análisis técnicos, que deberían funcionar como árbitros que ayuden a discernir las posibles soluciones, se perciben con sospecha y cuestionamientos. Adicionalmente, las instituciones políticas y sociales que nos hemos dado para lidiar con la complejidad substantiva no están funcionando. El Presidente de la República polariza, en lugar de unir. Los(as) ciudadanos(as) privilegian la ideología sobre el bien común.

¿Qué hacer ante tal situación? Ciertamente se trata de un asunto complejo, que trae a la mente cómo se originó la democracia. En un magnífico capítulo que describe el asunto desde la perspectiva de las ciencias políticas, Ober (2007) argumenta que la democracia no nació como el resultado de aplicar un tipo ideal diseñado por filósofos o políticos; ni tampoco como consecuencia de decisiones de grandes líderes perspicaces que supieron interpretar al pueblo. Nació, más bien, como una solución práctica para un problema concreto, implementada de manera auto-organizada por un gran número de ciudadanos(as).

La democracia fue la respuesta de personas cansadas, horrorizadas ante la posibilidad de volver a vivir lo que ya habían sufrido. Era una respuesta pragmática, experimental y sujeta a ajustes -como nos dice Ober (2007)-, que tenía en el centro el principio de la absoluta igualdad de todos(as) los(as) ciudadanos(as). Es cierto que el modelo no era perfecto, y que la democracia ateniense tuvo defectos importantes que han sido señalados constantemente. Sin embargo, resalta el hecho que los(as) habitantes de esta ciudad-Estado decidieron no entregar todo el poder a una sola persona para que ésta los(as) rescatara de sus problemas. Escogieron la vía difícil, de construcción de un entramado institucional que dispersara la toma de decisiones entre un gran número de personas, combinándola con modalidades de democracia que, una vez desarrolladas en sus potencialidades, dieron por resultado lo que ahora conocemos como “democracia representativa”, “democracia participativa” y “democracia deliberativa”. El experimento ateniense también puso las bases para lo que después sería conocido como la “división de poderes” y los “balances y contrapesos”.

Maravilla que ante la crisis, los atenienses tomaron este camino. Nosotros(as) también estamos llamados a dar una respuesta pragmática, experimental y sujeta a ajustes que, sin embargo, parta del supuesto de la absoluta igualdad en valor y dignidad de cada uno(a) de nosotros(as). Sin este requisito, será imposible remontar la complejidad substantiva que parece haberse instalado en nuestro discurso político, lo que causa que (sin importar qué estemos discutiendo) terminamos más divididos(as).

EDITORIAL

La verdadera epidemia viene con la desinformación

En el marco de llegada de la nueva cepa del coranavirus (COVID-19) a México, información sin evidencia científica circula en redes sociales y genera desinformación. Esta semana, incluso, la Secretaría de Salud salió a contener una serie de rumores exagerados e infundados a fin de evitar que se anime la tensión social y la violencia.

En este sentido, desde ARTICLE 19 a nivel internacional hemos hecho hincapié en la necesidad de proveer información oficial y datos de manera oportuna y eficaz que permita combatir las teorías de la conspiración que tienen como objetivo difundir miedo, rumores y prejuicios con la intención de inhibir la colaboración entre distintos actores para prevenir y atender la enfermedad por este virus.

Frente a una contingencia sanitaria, requerimos el compromiso del Gobierno, los medios y de la sociedad con la verdad. El flujo de información útil y oportuna en estas situaciones es vital, no solamente para prevenir el contagio sino también para mantener la paz. El rumor y la desinformación pueden generar efectos aún más graves que la propia enfermedad. Es decir, la falta de apego a la ética y a la verdad en un contexto en el que la información se difunde rápidamente puede llegar a convertirse en el origen real de la epidemia.

Para esto es importante tomar en cuenta que la desinformación puede surgir de diversos lugares y, sin darnos cuenta, puede convertirnos en replicadores.

En principio hay que tomar en cuenta que una fuente de desinformación, de las más dañinas, puede venir de personas con “credenciales médicas” que tienen la intención de alimentar la paranoia sin contar con fundamento alguno. Otra forma a través de la cual se busca generar confusión, viene de aquellos que buscan sacar algún beneficio económico de la contigencia, a través de la venta de servicios, curas falsas, libros y cualquier otro producto. Estas personas magnifican la teoría de la conspiración a fin de hacerse de grandes ganancias. También, en un contexto polarizado como el nuestro, están aquellos oportunistas políticos que utilizan la contingencia como una forma para destruir a sus adversarios o, en este caso, al partido en el poder. Finalmente, estamos todas y todos los que contribuimos a fortalecer el rumor, justificarlo y esparcirlo.

Es importante que todos los actores se comprometan a combatir este tipo de prácticas a través de información veraz que permita al público decidir sobre su salud y su vida. En este sentido, es cierto que es necesario hablar de la medidas preventivas (lavarse o desinfectarse las manos frecuentemente, no saludar de beso o mano, estornudar o toser usando un pañuelo o en la parte interna del codo, entre otras recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud) pero también es imperante emitir información que genere confianza hacía los servicios de salud a fin de que aquellos que consideren que pueden estar infectados acudan inmediamente. También es importante, como lo han hecho otros gobiernos, abrir una línea de ayuda o comunicación que pueda apoyar a la ciudadanía a solventar las dudas existentes. Además, se deben impulsar una serie de estrategias que van desde materiales y recursos educativos y abordar las percepciones existentes más allá de tratar de promover un mensaje preconcebido a través de las campañas de salud. Es decir, es importante escuchar y generar mecanismos de diálogo con la ciudadanía, escuchar y responder.

En estos casos, como en aquellos de desastres naturales, es importante eliminar el ruido para que todas y todos podamos escuchar y hacer lo necesario para mantenernos a salvo. Por esto, aún cuando las teorías de la conspiración y mantener la polarización parezcan hacer “más interesante” la conversación, por nuestro bien, en este momento, es importante renunciar a ellas.

EDITORIAL

Coronavirus y Estado de excepción

Las compras de pánico, el desabasto de insumos como tapabocas o gel antibacterial, las polémicas en redes sociales son apenas algunas muestras del grado de miedo o de histeria que ha comenzado a extenderse en México ante la confirmación de que el coronavirus, o Covid-19 llegó a nuestro país. Incluso en ciudades como Guadalajara, donde no se ha reportado ningún caso hasta ahora, desde el viernes 28 de febrero se registró el desabasto de gel y tapabocas, insumos que se cree podrían servir para protegerse.

Pero la mejor protección es tener información verídica, científica; seguir las recomendaciones de cuidado de las autoridades sanitarias; y no caer en miedo o histeria que podrían dar paso a dispositivos de control social, hasta el virtual Estado de excepción como ya está ocurriendo en otras partes del mundo.

En ningún caso debe despreocuparnos el brote de una enfermedad que ya es una epidemia y puede convertirse en pandemia. Pero en el caso del coronavirus parece ser que se están magnificando sus consecuencias.

Ya varios expertos han llamado la atención sobre su letalidad al compararla con otras enfermedades con las que convivimos cotidianamente, como la gripe común, la influenza o el dengue, especialmente en el caso de México.

Con los casi 90 mil casos de coronavirus registrados hasta el momento, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado de que la tasa de letalidad esta enfermedad es de entre el 2 por ciento y el 4 por ciento en Wuhan, China, el epicentro del brote y de apenas 0.7 por ciento fuera de Wuhan. En China, 97 por ciento de los infectados encuentra cura, en tanto que fuera de China, se curan más de 99 por ciento de los casos.

Hay otras enfermedades con las que convivimos habitualmente que producen más muertes que las tendencias actuales del coronavirus. Esto escribió la experta en cuestiones medioambientales, Silvia Ribeiro: “Todas las enfermedades que se han considerado epidemias en las dos décadas recientes, incluso el Covid-19, han producido mucho menos muertos que enfermedades comunes, como la gripe –de la cual, según la OMS, mueren hasta 650 mil personas por año globalmente. No obstante, estas nuevas epidemias motivan medidas extremas de vigilancia y control”.

Ante estas cifras, algunos autores han llegado a preguntarse si son necesarias las drásticas medidas de contención de la enfermedad que han conllevado extremas medidas de aislamiento.

La semana pasada el filósofo político italiano, Giorgio Agamben, calificó de “frenéticas, irracionales y completamente injustificadas”, las medidas de emergencia desplegadas en Italia para contener el coronavirus. Dijo esto después de citar al Consejo Nacional de Investigación de su país que afirmó que “no hay ninguna epidemia de SARS-CoV2 en Italia”, sino que de todos modos “la infección, según los datos epidemiológicos disponibles hoy en día sobre decenas de miles de casos, provoca síntomas leves/moderados (una especie de gripe) en el 80-90 por ciento de los casos”. En el 10-15 por ciento de los casos, puede desarrollarse una neumonía, cuyo curso es, sin embargo, benigno en la mayoría de los casos. Se estima que sólo el 4 por ciento de los pacientes requieren hospitalización en cuidados intensivos”.

Si esta es la situación real, Agamben se preguntaba por qué autoridades y medios difunden un estado de pánico que lleva a implementar medidas equiparables a las de un Estado de excepción.

Sin poner en duda la necesidad de adoptar medidas de cuidado y protección a la salud, con las reflexiones de estos autores vale la pena preguntarse si son necesarias las drásticas medidas de aislamiento y control poblacional que se están implementando en otros países, creado virtuales estados de excepción.

EDITORIAL

La campañas no quitan lo macho

El Presidente sigue empeñado en resolver los problemas el país moralizando a sus habitantes. Falta nos hace sin duda ser mejores ciudadanos, los países exitosos no son los que tienen buenos gobiernos sino buenos ciudadanos, pero eso no se resuelve con campañas o no sólo con campañas.

López Obrador dio una vuelta de turca más al pésimo diagnóstico sobre el problema de seguridad, o al menos al discurso sobre el problema, que nos han repetido desde Fox para acá. Pasamos del “se matan entre ellos”, de los gobiernos neoliberales (cualquier cosa que ello signifique a estas alturas de la confusión) a “los matan por pachecos”, pues 60 por ciento de los asesinados el año pasado, dice el Presidente, estaban bajo el influjo del alcohol o las drogas. El axioma es extraño en sí mismo, pues implica que los jóvenes no hubieran muerto si no hubiesen estado bajo los efectos de dichas sustancias, sea porque en sus cinco habrían fácilmente evitado la bala asesina, sea porque fue la adicción la única causa que los llevó a las filas del crimen organizado. Sin embargo, más extraña aún es la resolución: por este motivo el Presidente ha decidido mejor retractarse de proponer la liberación de la marihuana para uso lúdico y en su lugar intensificar la campaña contra las adicciones. Liberar el consumo de la mariguana en todas su vertientes tiene como objetivo acabar con el mercado negro que hoy controla el crimen organizado no facilitar el acceso a la sustancia, que, por cierto, hoy es prácticamente universal.

Por otro lado, tras varias pifias en lo referente al temas de feminicidios, después de haber tirado a la basura el lugar de corregir los tres programas que empoderaban a las mujeres (estancias infantiles, casa de atención a víctimas de violencia y escuelas de tiempo completo) y  de haber ninguneado el paro del 9 de marzo porque, según él, está infiltrado por los conservadores (que al parecer de repente se pusieron a trabajar o el presidente descubrió su guarida secreta porque nunca los habíamos visto tan activos) no se le ocurrió mejor idea que hacer una campaña de publicidad contra el machismo.

Si las campañas no tienen una correlativo en políticas públicas (y hasta ahora no lo tienen) terminarán siendo una extensión de los sermones mañaneros, una forma más de moralizar a la sociedad con discursos sobre el comportamiento esperado y no un refuerzo a las acciones de Gobierno ni un mecanismo de información que nos permita a los ciudadanos acceder a programas gubernamentales.

No hay campaña publicitaria, por buena e intensa que sea, que supla la ineficiencia gubernamental ni los problemas que tenemos como sociedad; no hay, pues, campaña que quite lo macho.

Editorial

Oyen, pero no escuchan

“La mujer en casa y el hombre en la plaza,” dice el refrán que pretende expresar una supuesta sabiduría popular que confina a la mujer a los quehaceres del hogar y al hombre a las libertades y privilegios del mundo externo. La idea de que cada sexo tiene su propia esfera de acción.

Si bien datan de tiempos antiguos, cuando la evolución de las relaciones entre mujeres y hombres era impensable, las actitudes sociales de hoy exhalan el tufo machista de los refranes de ayer. A más de tres siglos de “Hombres Necios”, los cambios sociales y culturales que anheló Sor Juana Inés de la Cruz, la primera feminista de México, son una asignatura pendiente.

La discriminación contra las mujeres y las niñas y la desigualdad entre sexos tienen su expresión extrema en los actos de violencia machista. México atraviesa por una crisis nacional de feminicidios–concepto acuñado por María Marcela Lagarde para distinguir a la violencia común de aquella que se dirige a mujeres y niñas sobre la base de su género. En 2019, 3 mil 825 mujeres y niñas fueron asesinadas, un incremento de 6 por ciento respecto a 2018 y casi el doble de lo registrado hace tres años, según María Salguero, creadora del Mapa Nacional de los feminicidios en México.

Se multiplican las protestas y surgen brotes de descontento en varios puntos del país. Las feministas alzan la voz. La indignación parece desbordar las redes sociales. López Obrador ve “mano negra”. Las mujeres prolongan el clamor para que el gobierno promulgue políticas públicas diseñadas a la crisis de los feminicidios y deje de embutirlos en el mismo costal de los homicidios de la violencia generalizada. Oyen, pero no escuchan.

La respuesta “anémica, insensible y condescendiente” del Gobierno de López Obrador, según críticos, ha inyectado un sentido de urgencia en el debate de género, de machismo y de cómo debería responder el gobierno. Las mujeres demandan un cambio de paradigma y nada menos.

El problema de fondo es el orden patriarcal. El hombre sigue dominando. La fuerza y la brutalidad machista se siguen usando para demostrar hombría y poder de dominio, para imponer la voluntad y los deseos de un sexo sobre el otro. Acoso sexual, violencia y feminicidio.

Los estudiosos de las causas del feminicidio reconocen que es un problema complejo en el que intervienen factores económicos, políticos, culturales, filosóficos e históricos. No es sólo el neoliberalismo. Si así fuera, se limitara a los estratos más marginados de la sociedad. No es el caso. También hay acoso sexual, violaciones y feminicidio entre los más pudientes y en países fuera de la órbita neoliberal. El machismo no es monopolio de una clase o de un sistema particular.

La batalla contra la discriminación, el hostigamiento sexual y los feminicidios no es confrontación de géneros. Los hombres no son los adversarios. El machismo, sí. Vivir sin miedo, libres para entrar y salir de casa, es derecho no negociable. Por eso, el 8 de marzo, la marcha es en sentido inverso: “El hombre en casa y la mujer en la plaza”; el 9 de marzo, la mujer en casa y no en la plaza. Pero por su libre y soberana voluntad.

Editorial

Caso Miroslava: Gobernador en apuros

Chihuahua está procesando en estos días el juicio penal oral por el caso del homicidio de la periodista Miroslava Breach Velducea. Al final, la justicia la está impartiendo un tribunal federal y la Fiscalía General de la República, que ejercitaron la atracción del caso y que en circunstancias ordinarias estaría a cargo del fuero común.

Miroslava Breach fue una periodista muy activa en la escena chihuahuense, corresponsal, en diversos momentos, de publicaciones de la capital de la República. Fue una mujer que dejó huella en el ejercicio de su profesión y que supo, al alto precio de arriesgar su vida, meterse en camisa de once varas cuando se involucró el derecho a la información de la sociedad. Es, con otros y otras colegas, parte de esa cifra ominosa que ha convertido al periodismo en una profesión de alto riesgo, casi casi como corresponsal de guerra en un territorio inmerso en conflicto bélico.

Los edificios que albergan los tribunales federales en Chihuahua prácticamente están sitiados por un dispositivo policiaco que ha mostrado que las audiencias públicas, la máxima publicidad y la transparencia de estos casos son poco menos que nugatorias.

Adicionalmente a la causa penal, quien ha entrado en apuros es el Gobernador del estado Javier Corral Jurado, durante muchos años amigo cercano de Miroslava, ultimada por el crimen organizado del narcotráfico en una región de la que Miroslava era oriunda, lo que seguramente la dotó de mayores elementos cuando publicó cómo, durante las elecciones locales de 2016, los delincuentes se apoderaban, a través de candidaturas, de regiones de la zona serrana, donde hasta ahora se padece una especie de extraterritorialidad en la que estado y gobierno están ausentes.

Los apuros de Javier Corral tienen características tangibles, están a la vista. Lo más importante es que puede ser responsable por omisión al no haber prestado el auxilio y la protección para salvar la vida que se cegó, privando a la comunicación política de un activo inteligente y honrado. Se han mostrado evidencias de que el Gobernador sabía del peligro, de las amenazas, de los riesgos y no actuó con la diligencia debida que dicta, indiscutiblemente, el conocimiento que él tiene de lo que esto significa y, además, de los medios en sus manos para disuadir o evitar estos crímenes.

La evidencia es fuerte y se complementa al estar involucrados tanto su partido, Acción Nacional, como adherentes o militantes al mismo en la ciudad de Chihuahua, particularmente en la región del municipio de Chínipas. Se suma a esto una grabación de audio hecha por algunos panistas a Miroslava, que procesaron como una especie de prueba para mostrársela a los delincuentes, lo que finalmente produjo dos resultados: ponerse ellos, los panistas, fuera de riesgo por las filtraciones de información que los delincuentes les imputaban, y el asesinato a mansalva de la periodista. Estos son hechos duros y evidencias que difícilmente se podrán desvirtuar con los medios y las probanzas legales dispuestos por el Código de Procedimientos Penales.

La familia de Miroslava sostiene, con coherencia y vigor, que el Gobernador Corral estaba enterado de las amenazas, para deducir de eso que pudo haber tomado prevenciones protectoras y no lo hizo. La respuesta de Corral ha sido de ira, de considerarlas “embusteras” y de “mentir con todas las letras”, no sin antes expresar, casi con lágrimas de cocodrilo, una especie de lamentación porque se hayan decantado las cosas a ese grado.

En diversos círculos de Chihuahua se sostiene ahora que el Gobernador debiera pedir licencia y ser investigado, simultáneamente con sus correligionarios involucrados, porque de no ser así el vacío que dejaría la justicia en este caso sería mayor. Podrán decir mil cosas si se les llevara a juicio, incluso aducir la negligencia de su propio desempeño, aun si ocurrió en el contexto de no saber medir las consecuencias de actos frente a los cuales la única salida posible es la prudencia y la autocontención.

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