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Ante la ONU

Ayer se realizó, de forma virtual, la 75 Asamblea General de las Naciones Unidas, un foro en el que tradicionalmente se registra una amplia participación de jefes de estado y de gobierno del mundo entero. Un foro que regularmente sirve para que los mandatarios fijen posición en torno a los aspectos medulares de la agenda multilateral.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien tiene como una de sus políticas no viajar al exterior, decidió aprovechar la posibilidad de comparecer ante este foro global mediante un video previamente grabado.

Y aunque no existe un formato preestablecido para estas comparecencias, ni se deben ajustar a una agenda temática estricta, el mandatario mexicano decidió aprovechar la oportunidad para “recetarle” a sus pares de todo el planeta lo que bien puede calificarse como “un condensado de la mañanera”.

Al ver el video parece claro que, fiel a su costumbre, López Obrador no redactó previamente lo que pensaba decir, sino que improvisó una explicación de las razones por las cuales él promociona su mandato como la cuarta transformación de la vida pública de México.

Es dable suponer que, en la perspectiva presidencial, los dignatarios del planeta “necesitan” entender el tipo de gobierno que él está ejerciendo en México, pues de otra forma sería imposible para ellos percibirlo. López Obrador debe calcular que a los presidentes del resto del mundo no les bastan los informes de sus legaciones diplomáticas en México, o que desestiman cualquier informe que conozcan a través de los medios de comunicación.

Por ello quizá, decidió convertir su comparecencia ante la Asamblea General de la ONU en una suerte de síntesis de la historia de México, misma que incluyó al menos dos referencias que no pueden ser calificadas sino como expresiones desafortunadas, por decir lo menos.

La primera de ellas ocurrió cuando decidió reforzar su referencia a Benito Juárez con una anécdota: “fue tan importante su proceder y su fama que Benito Mussolini lleva ese nombre porque su papá quiso que se llamara como Benito Juárez”, afirmó.

La segunda vino ocho minutos después, cuando decidió hacer una referencia al tema del avión presidencial: “Les comento que había un avión presidencial existe todavía, pero está en venta. Ya lo rifamos y todavía vamos a venderlo“, dijo el Presidente buscando hacer énfasis -es de suponerse- en las diferencias que separan a su administración de los excesos del pasado reciente de nuestro país.

Es cierto que López Obrador ha dicho en innumerables ocasiones que una de sus convicciones es que “la mejor política exterior es la interior”, pero su discurso de ayer ante la Asamblea General de las Naciones Unidas quizá implica llevar esa idea demasiado lejos.

Porque ubicar a México como un actor relevante en el concierto de naciones y convertir a la nuestra en una voz que resulte digna de ser escuchada requiere mucho más que pretender que el público del foro multilateral más importante del mundo puede ser tratado con la misma displicencia con la cual se trata a quienes asisten cotidianamente a “La Mañanera”.

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