(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Para no variar, las protestas en el marco del día
internacional de la mujer, vinieron a reventar muchos otros nichos de
impunidad, en donde las mujeres sufren de acoso y violencia de género.
Y la Universidad Autónoma de Guerrero no puede ser la
excepción, al grado de que el rector Javier Saldaña Almazán reconoció ayer que
investigan a profesores de 3 preparatorias de la entidad, por denuncias de
acoso contra las estudiantes.
Son las preparatorias 4 Pablo Neruda de Taxco, en la 27 de
Acapulco y de Iguala. Pero definitivamente no son los únicos planteles en donde
existen este tipo de abusos contra las chicas estudiantes, y ni tampoco el
sistema de la UAGro es el único que está contaminado con este tipo de prácticas
de parte de los profesores varones, pues este medio ha recogido quejas en otros
subsistemas de educación media superior y superior, en el mismo sentido.
Podrá ser el acoso una práctica más recurrente en la UAGro,
por falta de controles y también porque en esta institución operan los
amigazgos y compadrazgos que hacen que los acosadores sean inmunes a cualquier
castigo.
Sin embargo, algo parece estar cambiando en el ambiente, y
se tiene la esperanza de que estas prácticas sean erradicadas de los planteles
educativos, pues uno no manda a sus hijos e hijas a estudiar, para sufrir ese
tipo de abusos.
La verdad es que la escuela dejó de ser hace mucho aquel
lugar seguro en el que todos nos criamos, donde los profesores eran honorables,
y nos cuidaban y reeducaban. Todo lo contrario, el desgarriate es evidente, y
la descomposición también, pues se perdieron los límites entre profesores y
estudiantes, entre maestros y maestras, y también entre compañeros alumnos.
Ahí está la situación de la Universidad Autónoma de México
que todavía no puede salir de las protestas, paros y manifestaciones que
emprendieron estudiantes, precisamente en contra del acoso, que ya a ese nivel
se ejerce en todas direcciones, pues lo mismo acosan los profesores, que acosan
los estudiantes varones.
Las denuncias más recurrentes del nivel preparatoria para
arriba, son que los profesores venden calificaciones por favores sexuales. Y,
como decíamos, esto es más viejo que el caldo, aunque no había sido ni tan
obvio, ni tan generalizado. Tampoco era tan tolerado.
Pero definitivamente hasta en el nivel primaria y secundaria
se observan etas prácticas, de profesores que perdieron la vocación de docentes
y se volvierno pederastas.
Pero contra toda evidencia, hoy en día, denunciar a un profesor
violador o acosador, es enfrentarse a todo un sistema de protección y a una
gruesa red de complicidades, que comienza con el supervisor de zona. En lugar
de que la queja se atienda de inmediato, se separe el profesor y comience una
investigación real, retuercen la madeja, dicen que se trata de grilla, de
acusaciones falsas, infundadas, etcétera.
Y así el problema se hace un gran conflicto; se suman los
padres, toman las escuelas, piden la salida del profesor. Cuando intervienen
los delegados educativos, es que ya se tiene a Troya ardiendo. Entonces, la
salida más fácil es cambiar a los profesores acusados de escuela, o mandarlos a
oficinas, como agregados culturales o asesores. Pero nada de castigarlos,
encarcelarlos, y menos quitarles la plaza.
Volviendo al tema de la UAGro, el rector Saldaña afirmó que
se procederá de manera firma, para separar del cargo a quienes se les
comprueben los abusos.
Cuando eso suceda, cuando los acosadores comiencen a ver que
caen sus congéneres, y se les retiran sus privilegios, perdiendo sus plazas,
entonces comenzarán a cambiar de actitud.
Pero mientras nada de eso ocurra, estos sujetos se harán como el que robaba
gallinas, y al que le decían que el robo era un pecado, y que cuando muriera se
iría al infierno. Entonces, pensando que le faltaban muchos años de vía, decía:
para esa fecha, le echo más a mi costal.
Así estos cínicos, sabiendo que gozan de cabal impunidad,
siguen haciendo sus fechorías.