El presidente es mezquino
Raymundo Riva Palacio
¿Se puede afirmar que el presidente Andrés
Manuel López Obrador ejerce un poder mezquino? Definitivamente sí. La definición de mezquino de la Real Academia Española, incluye ser “falto de
generosidad y nobleza de espíritu”. El presidente lo ha sido de manera clara y
sistemática. No es generoso salvo con sus fieles y sus clientelas electorales,
por lo que ha polarizado el país como lo hizo en Tabasco en los 90’s, en la
Ciudad de México a principio de siglo, y en 2006 a nivel nacional, tras perder
la elección presidencial, derrota que nunca admitió.
López Obrador ha sido consistente, pero de
corta visión. No era lo mismo dividir a una sociedad tras haber perdido una
elección para gobernador, o luchar contra un desafuero infame, o incluso partir
las emociones durante una campaña electoral visceral –que dividió a familias
incluso- y un conflicto postelectoral tormentoso, que hoy, que es el Jefe del
Estado Mexicano, y con responsabilidad política no sólo con el 30% de quienes
votaron por él, sino también con el otro 70% que votaron en contra. López
Obrador es presidente, no jefe de una tribu, como se comporta.
A algunos les parecerá que la palabra mezquina
es dura. Lo es, aunque la pregunta es si también es injusta. La valoración
depende de varios factores como la ideologización, la capacidad de autocrítica,
el entorno, niveles de información, aptitudes para poder separar entre lo bueno
y lo malo del presidente y de sus antecesores, o de aspectos que tocan la razón
y el estómago, como si los agravios de gobiernos anteriores son todavía superiores
a lo que están experimentando en el país.
La reflexión es libre, como también descubrir o
rechazar si la mezquindad se ajusta a la actitud del presidente López Obrador.
Como botones de muestra:
1.- El fin de semana llegaron a México 52
estudiantes mexicanos que estaban en China, en vuelos comerciales. El gobierno
federal no los ayudó. El gobierno de Guanajuato cubrió los gastos. Otros 10
mexicanos fueron evacuados de Wuhan por el gobierno francés, y llegaron a un
aeropuerto militar en el sur de Francia, donde estarán en cuarentena durante
dos semanas por el coronavirus. Los primeros entraron sin recibir ninguna
atención de la Secretaría de Salud; los filtros sanitarios se los hicieron al
salir de China y en los aeropuertos donde hicieron sus conexiones.
La semana pasada el secretario de Relaciones
Exteriores, Marcelo Ebrard, dijo que sólo seis personas habían solicitado el
regreso a México, y advirtió que no todas podrían ser repatriadas. ¿Por qué? Las
razones no son claras, pero en medio de toda esta falta de información, lo que
tenemos hasta ahora es de alrededor de 70 que ya dejaron el país o están en ese
proceso, y el 90% aproximado, sin apoyo federal. Ebrard dijo que no se
justificaba enviar un avión por ellos.
Sí se justificó enviar un avión Boeing 737-800
de la Fuerza Aérea por las cenizas de José José, que tiene capacidad para 162
pasajeros. De haberlo utilizado tendría que haber hecho varias escalas, como
los vuelos comerciales, que no habrían resultado necesarias con el avión
presidencial que se rifará o rematará, por el cual mejor se sigue pagando un
millón de pesos mensuales por tenerlo estacionado, porque como es un símbolo de
corrupción para el presidente, es intocable. La seguridad de los mexicanos no basta
para que cambie de opinión.
2.- El 12 de enero se reunió el presidente con
miembros de la familia LeBarón-Langfod en Bavispe, tras sufrir el asesinato de
tres madres y seis menores, y días después que la familia buscó entrevistarte
con el presidente Donald Trump. López Obrador propuso levantar un memorial para
las víctimas –algo que no ha hecho con ninguna otra víctima, como los
masacrados en Minatitlán y Coatzacoalcos-, y prometió que habrá justicia. Ocho
días después, los LeBarón, junto con el activista Javier Sicilia, encabezaron
una caminata para pedir justicia y paz, y fueron agredidos en el Zócalo por
simpatizantes de López Obrador, y hubo actitudes xenófobas contra los LeBarón,
que tienen la doble nacionalidad estadounidense, como su nieto, por cierto. López
Obrador se negó a deslindarse de esa turba violenta, minimizando las agresiones
e insultándolos por reclamar el fin de la violencia y pedir justicia para sus
víctimas.
3.- El problema del desabasto de medicinas
llevó al extremo comprensible a los padres de niños con cáncer, que tomaron
acciones radicales para llamar la atención a la situación en la que se
encontraban, donde sus hijos están entre la vida y la muerte. La reacción del
presidente fue relegar el problema y enfocarse en acusaciones de corrupción,
señalando a directores de hospitales infantiles de conspirar contra el gobierno
y amenazar a funcionarios con meterlos a la cárcel acusándolos de sabotaje con
las medicinas.
En estos tres ejemplos, el presidente no ha
mostrado empatía, pero sí ha dejado claro que todo aquello que está fuera de su
agenda electoral, es visto como un virus político que hay que erradicar. El
caso de la familia LeBarón es lo más diáfano: cuando creció la presión en la
opinión pública y Estados Unidos por esa matanza, y ante la eventual injerencia
de Trump, entró rápido a controlar daños. Cuando esa presión bajó, los insultó.
El maltrato a los padres con los niños de cáncer entra en esa categoría, y la
doble moral política en el caso de los mexicanos que buscaban ser evacuados de
China, ignorados por su gobierno, se compara con la manera como se desplegaron
todos los recursos y un avión militar para ir por Evo Morales a Bolivia, a
quien le otorgaron un asilo que no solicitó y le dieron trato de jefe de
Estado.
¿Mezquino? Por supuesto.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: rivapa