(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Una nueva emergencia sanitaria llega al mundo y, obviamente
a nuestro país, ya que en esta era de la globalización ninguna nación está
exenta de sufrir lo que otras padecen, sobre todo tratándose de epidemias y
otros males.
Si ya desde la antigüedad, cuando los viajes y el tráfico de
personas entre países era limitado a los medios de transporte de la época, hubo
enfermedades que se transformaron en verdaderas pandemias (epidemias de alcance
global), entre ellas el cólera que ha dado 7 vueltas al planeta desde su
primera aparición, imaginemos con qué rapidez viajan ahora los virus y
bacterias en el planeta.
Pues da el caso que en coda de dos semanas, el nuevo
coronavirus detectado en China llegó a Estados Unidos, concretamente a la costa
Oeste, en la ciudad de Seattle, Washington, incubado en una persona que estuvo
en aquella nación recientemente.
Por lo tanto, es cuestión de tiempo para que la epidemia se
masifique y en ese país, que dicho sea de paso tiene los mejores controles
sanitarios del mundo.
Lo grave será cuando el coronavirus alcance alguna nación
latinoamericana, incluido México, en donde los sistemas de salud son tan
deficientes, que este nuevo jinete apocalíptico no tardará en extenderse.
Contrario a las enfermedades que se desarrollan en África,
como el ébola, donde generalmente logran atajarlo, con el coronavirus que
surgió en China, siendo ésta nación una de las que más viajeros envían al
exterior, así como también reciben –sea por cuestiones de placer o de
negocios-, el reto es distinto para todos los países y amerita mayores medidas
de control.
¿De qué se trata esta amenaza? De un nuevo tipo de neumonía,
que se transmite entre humanos, y que por el momento tiene causas desconocidas.
Se le llama coronavirus, porque al microscopio tiene una
forma redonda y coronada. Hasta el momento ha causado unos 300 casos de
infección, y seis víctimas mortales.
Surgió en la región de Wuhan, China, al sur de Pekín. Y ya
está presente en grandes ciudades chinas como Pekín y Shanghái y países como
Japón, Corea del Sur y Tailandia, y ahora también en Estados Unidos.
La OMS confirmó que el nuevo coronavirus es similar a otros
descubiertos en los últimos años como el síndrome respiratorio agudo grave
(SARS, por sus siglas en inglés), que apareció en China en 2002 y causó la
muerte de más de 700 personas en todo el mundo.
El organismo advirtió: “Nos enfrentamos a la amenaza
muy real de una pandemia fulminante”.
Lo sentimos por México y los mexicanos, que está en un
proceso de transformación de su sistema nacional de salud para población
abierta, conocido como Insabi, luego de desmantelar el corrupto Seguro Popular.
A fuerza de masivos desvíos de recursos en la Federación y
los Estados, el sistema de salud se quedó flaco, con infinidad de rezagos, sin
infraestructura suficiente, y sin recursos.
¿Qué hará México y las entidades federativas ante un reto
como el que tenemos enfrente? No estamos hablando de la gripe AH1N1, que se le
atribuyó a los cerdos, y que resultó ser más ruido que nueces. Tampoco estamos
ante las gripes que derivan de la exposición de humanos con aves, y que de
algún modo, al controlar las poblaciones de animales infectados, han podido ser
contenidas.
En este caso estamos ante una infección viral de origen
desconocido, pero que ya se sabe que tiene transmisión de persona a persona.
Las personas afectadas con ese virus experimentan fiebre,
tos, dificultad para respirar, neumonía y dolor en los músculos. Su letalidad
radica en que si se tarda en diagnosticar, el paciente cae en insuficiencia
pulmonar.
La alerta es sobre todo para los destinos turísticos de
México, que en esta época de frío reciben a visitantes de Estados Unidos y
Canadá, que gustan de pasar el invierno en zonas tropicales.
El gobierno estatal tiene una tarea inmediata en este
asunto, de lo cual estaremos al pendiente para informarles de manera oportunda.