Lilia Arellano
Permanece invisible el
Estado de Derecho
Hay que darle la razón a las organizaciones civiles y a las de
periodistas en el extranjero cuando aseguran es en nuestro país en donde existe
un peligro mayor para los tundemáquinas, los analistas, los comunicadores,
locutores, editorialistas, fotógrafos, camarógrafos y, a diferencia de lo
registrado en las zonas de guerra, no puede sacarse ni un pañuelito blanco ni
portar el emblema de la Cruz Roja para evitar ser baleado.
Por un lado, vemos cómo han ido masacrando a decenas de
compañeros en los últimos años y, por el otro, es vergonzoso se multe con diez
millones de pesos a Sergio Aguayo al “perder” la demanda interpuesta por un
hombre honrado, honesto, probo, guapo, cantante, líder, maestro, ex dirigente
nacional de un partido cuya fuerza está en el sótano: Humberto Moreira.
Los pillos van encontrando la forma de evadir al gobierno y,
lo peor, al Estado de Derecho, a la aplicación de una justicia prevaleciente
solamente para los jodidos.
Exigen diputados y senadores la presencia de los integrantes
del gabinete de seguridad del gobierno actual para dar explicaciones amplias
sobre lo ocurrido en Culiacán, Sinaloa. Sin embargo, no han citado a nadie para
conocer, por lo menos para conocer, el rumbo de las investigaciones en torno a
los asesinatos en contra de periodistas.
Eso sí, han hecho modificaciones a las leyes con el fin de
castigar a quienes osan hablar de las trayectorias de los políticos con poder,
de los amigos, porque si se trata de contrarios hasta se patrocinan la publicación
de hechos vergonzosos y se entregan pruebas suficientes para respaldar lo difundido,
incluyendo los audios, siendo las escuchas un arma de inteligencia la cual requiere
de ordenamiento judicial y nada se dice respecto a este ilegal proceder,
inclusive, está permitido darlos a conocer a la opinión pública siempre y
cuando sea de grupos o personajes contrarios.
En las oficinas de prensa del gobierno federal, esperan las
instrucciones del vocero presidencial, la forma, el fondo, la redacción de todo
aquello empleado para justificar haber dejado en libertad a Ovidio Guzmán, lo
relacionado con el agradecimiento de los abogados defensores de toda la familia
e inclusive el reconocimiento del primogénito de ese clan sobre hacer
prevalecer por encima de cualquier cuestión o enfrentamiento o problema, la vida
humana y eso habla solamente de la existencia de los sinaloenses, de los
habitantes de la capital estatal, porque de las decenas de muertos diarios, de
homicidios dolosos, de secuestros, extorsiones, sobre la venta de protección o
pagar derecho de piso o lo relacionado con la trata de blancas, el secuestro,
la corrupción migratoria, la venta de autos robados, etcétera, para eso ni siquiera
hay una estrategia o tal vez sí existe pero… fallida.
A todo esto se agregan las grandes mentiras. Sabido es los
EU, su gobierno, nunca ha cedido ante las peticiones de terroristas o de
secuestradores, como tampoco ha modificado sus leyes para impedir la venta
abierta y sin mayores requisitos de armas al ser esta industria altamente
rentable.
Con ese armamento cada vez más sofisticado y mortal, comercian
con los países en donde existen guerras civiles o enfrentamientos a causa del control
perseguido por los mandos estadounidenses ya sea por petróleo o por drogas y,
esos ingresos, son el símil de los obtenidos a través del narco, les
proporcionan “dinero negro” para sus invasiones, para costear la apuesta de
conquistar la galaxia, etcétera. No se ve, ni se cree, lo dicho por el “carnal”
Marcelo Ebrard, extraídas sus expresiones de un encuentro telefónico entre AMLO
y DT.
El sentimiento, la sensación, la percepción de orfandad de
los mexicanos está latente. La molestia de ser testigos de la manera arbitraria,
grosera, haciendo gala de la violencia, las amenazas, la fuerza, con la cual
detienen a vendedores ambulantes, a quienes se ganan la vida comerciando con
comida, dando grasa al calzado, llevando en carritos fruta o mariscos, lo cual
habla de su deseo de, pese a todas las desgracias en su entorno, permanecer
dentro de lo honrado, de lo honesto para ganarse el sustento familiar. En
tanto, se deja libre a los delincuentes y no solamente se trata de los hijos de
Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, sino de los descendientes de funcionarios de
alto nivel, de líderes tanto políticos como sindicales o gobernadores o
presidentes municipales o legisladores, a quienes sigue sin vérseles frente a
la autoridad, a los fiscales, a los jueces. Por lo tanto…