Rubén Martín
Gracias al activismo valiente
de una adolescente sueca, Greta Thunberg, desde hace un año ha crecido la
conciencia de que el planeta está al borde del colapso ambiental, de que ya
pasó el tiempo de hablar de cambio climático, para asumir que ya padecemos una
crisis climática de graves consecuencias para toda la humanidad y todas las
especies vivas.
Como se sabe, un día de agosto del año pasado Greta Thunberg
(entonces de 15 años) decidió que en lugar de ir a clases, cada viernes saldría
a protestar. “Me senté en las puertas del Parlamento sueco, nunca imaginé que
esto se haría tan grande”, dijo en un documental de Vice.
Nació así Fridays for Future, y otras organizaciones más, integradas
mayoritariamente por adolescentes y jóvenes que han tomado conciencia de que si
no actúan ahora, de adultos no tendrán un planeta donde vivir dignamente. Su
movilizaciones pretenden ser más un grito de rabia que una sugerencia de tomar
conciencia. En palabras de Greta Thunberg: “Estamos ante la mayor crisis de la
humanidad. Si tu casa está ardiendo no te sientas a hablar. Quiero que la gente
sienta pánico”.
Y en efecto, muchos han
sentido pánico. Gracias a movimientos como el de Greta Thunberg, y a otros
muchos que empezaron años atrás, la conciencia individual sobre la
responsabilidad en la producción de esta crisis climática ha crecido
significativamente.
Millones empiezan a tomar
pequeñas acciones para impactar lo menos posible a la salud del planeta. Con
acciones como transportarse en bicicleta en lugar de vehículos de motor de
combustión, dejar de utilizar plásticos, separar la basura, comer comida no
industrializada o dejar de usar popotes se piensa que se contribuye hacia un
mundo menos contaminado y nocivo para la vida. Todas estas acciones son
necesarias y legítimas.
Sin embargo esto diluye la
responsabilidad de la crisis climática que padecemos. Pareciera que todos somos
igual de responsables, pero no es así. Hay algunos más responsables que otros.
En abril el colectivo de cartografía alternativa The Decolonial
Atlas, presentó un peculiar mapa con el título siguiente: “Nombres y lugares de
las 100 personas que asesinan el planeta”. En el mapa aparecen los nombres y
lugares de residencia de los dueños o CEO’s de las compañías que más
contaminan, las que más emisiones de efecto invernadero arrojan a la atmósfera
y por tanto son más responsables de la crisis climática en la que estamos
metidos. Para elaborar el mapa, sus creadores cruzaron información de Carbon
Majors Report, Climate Accountability Institute, Carbon Maps, y la lista
de Forbes con los hombres más ricos del mundo.
Por estas razones los creadores del mapa tomaron una frase del
cantante y activista Utah Philips que dice: “La Tierra no está muriendo, está
siendo asesinada, y aquellos que la están matando tienen nombre y dirección”.
El mapa y el texto fue retomado por El
Salto Diario (portal español de información alternativa). En el mismo
se detallan las 100 empresas más contaminantes y se llega a una conclusión: que
el capitalismo exacerbado y el cambio climático van de la mano. Entre las
empresas más contaminantes del mundo están las carboníferas, con las chinas a
la cabeza, seguidas de las petroleras estatales (como Aramco de Arabis Saudita
y Pemex de México).
Retomo el mapa de las 100
personas o empresas más contaminantes del mundo para alegar que es importante
tomar medidas individuales para mitigar la contaminación y devastación
ambiental, pero igual de importante es no olvidar que los principales
responsables son grandes empresas que producen la energía para que el
capitalismo se mueva.
Gracias a publicaciones y
estudios como este, se sabe ahora con claridad los nombres de las grandes
corporaciones o principales naciones responsables de la crisis climática por la
que ahora atravesamos.
Seis años antes de publicarse este mapa, el experto Richard
Heede publicó en la revista Climatic Change, en
noviembre de 2013, una investigación central sobre el tema. Su estudio se llama
“Seguimiento de las emisiones antropógenas de dióxido de carbono y metano a los
productores de combustibles fósiles y cemento, 1854–2010”, y en él encuentra
que 90 entidades (empresas o gobiernos) son las responsables de emitir 63 por
ciento de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera.
Así lo explicó el mismo
Richard Heede: “Este análisis rastrea emisiones por un total de 914 GtCO2e (63
por ciento de las emisiones mundiales acumuladas de CO2 y metano industriales
entre 1751 y 2010) a las 90 entidades ‘principales de carbono’”.
Del total de 914
gigatoneladas de CO2, 315 gigatoneladas han sido emitidas por corporaciones
privadas, 288 gigatoneladas por empresas estatales y 312 gigatoneladas de CO2
por estados nacionales.
El registro de Richard Heede
abarca de 1751 a 2010, es decir, todo el periodo del capitalismo
industrialista, pero encontró que la mitad de emisiones de dióxido de carbono
se han emitido a partir de 1986. Dicho de otro modo, su registro abarca 259
años, de los cuales apenas en 24 años se emitieron la mitad de dióxido de
carbono que ha envenenado la atmósfera.
En la lista incluidas en el
estudio de Richard Heede, se incluye 90 compañías de las cuales 50 son empresas
de propiedad de inversores, principalmente compañías petroleras como Chevron,
Exxon, BP y Royal Dutch Shell y productores de carbón como British Coal Corp,
Peabody Energy y BHP Billiton. En tanto 31 de las empresas que figuraban en la
lista eran empresas estatales como Arabia Saudita Aramco de Arabia Saudita,
Gazprom de Rusia, Statoil de Noruega y la mexicana Pemex.
“(…) Según el cálculo de Heede, las compañías de petróleo y
carbón administradas por el gobierno en la antigua Unión Soviética produjeron
más emisiones de gases de efecto invernadero que cualquier otra entidad, algo
menos del 8.9 por ciento del total producido con el tiempo. China ocupó el
segundo lugar con sus entidades administradas por el gobierno que representan
el 8.6 por ciento de las emisiones globales totales. ChevronTexaco fue el
principal emisor entre las empresas propiedad de los inversores, causando el
3.5 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero hasta la fecha,
con Exxon no muy lejos en el 3,2 por ciento. En tercer lugar, BP causó el 2.5
por ciento de las emisiones globales hasta la fecha”, según un resumen
del estudio publicado
por The Guardian el 20 de noviembre de 2013 . La
nota de The Guardian aporta un gráfico interactivo
imperdible, que resume todo el trabajo de Richard Heede. El gráfico se puede
consultar aquí: https://bit.ly/2cUPlSE.
Estos estudios, gráficos y
mapas nos ayudan a tener una mayor comprensión de los principales responsables
de la crisis climática que tiene al planeta al borde de la extinción de la
vida, no nada más de la especie humana.
Con esto vuelvo al argumento
expuesto antes: está bien que tomemos conciencia de modificar hábitos
personales para contribuir a una menor contaminación, pero no basta con dejar
de usar popotes para salvar el planeta. Las críticas se deben centrar en contra
de un puñado de empresas (privadas o estatales) sus dueños y el modelo
socio-histórico que las hace necesarias y posibles.
Lo dicen de esta manera los autores de The
Decolonial Atlas, “Mientras tanto, dirigimos mal nuestra
indignación hacia nuestros vecinos, amigos y familiares por usar pajitas de
plástico o no reciclar. Si hay alguien que merece la indignación de todos los 7
mil 500 millones de nosotros, son estas 100 personas aquí mismo [las listadas
en el mapa]. Combinados, controlan la mayoría de los derechos minerales del
mundo: el ‘derecho’ a explotar el petróleo, el gas y el carbón no extraídos
restantes. Deben saber que no los dejaremos solos hasta que acepten mantenerlo
en el suelo. No solo sus empresas, sino ellos. Ahora es personal”.
Si se quiere salvar el
planeta y evitar una crisis climática que nos lleve a la extinción,
necesariamente se tiene qué discutir el fin del capitalismo y crear otro
sistema social que no tenga una racionalidad depredadora contra la naturaleza y
todos los seres vivos.