(Misael Tamayo Hernández,
in memóriam)
Este domingo 1 de septiembre, el presidente Andrés Manuel López
Obrador llegó a su primer informe de gobierno, en el que dio cuenta de los
primeros 8 meses de su gestión.
Los logros han sido muchos, sobre todo en la reestructuración de
la administración pública, y el combate a la corrupción, con lo cual el país
viene ahorrando 500 mil millones de pesos, dijo el mandatario este sábado
durante su gira por Puebla.
Pero hay dos asignaturas pendientes, y que preocupan mucho: la
seguridad y la economía. Como nunca, el crimen está desatado. Los grupos
delincuenciales están ante una nueva ofensiva a lo largo y ancho del territorio
nacional, enfrentándose entre sí y dejando una estela de muertos, mientras que
el despliegue de la Guardia Nacional no se concreta porque la certificación de
sus mandos es muy estricta. De acuerdo con el comandante de la GN, Luis
Rodríguez Bucio, a la fecha ha sido imposible dar el nombramiento que se
necesita a los 12 coordinadores territoriales y 32 estatales, debido a que
estos deben contar con el rango de general brigadier o bien, general de
brigada; sin embargo no se cuentan con tantos de ellos.
Y si a eso le agregamos que la reforma administrativa trajo como
consecuencia despidos, retraso en los proyectos de construcción de obras
públicas, y recortes a gobiernos estatales, ya podemos imaginar el
estancamiento económico en la base social.
Claro que los economistas alegan también que hay un entorno
internacional harto difícil, que no tiene nada que ver con los factores
externos. Y se alegran de que por lo menos, pese a todo lo que está pasando
allá afuera, donde el fantasma de la recesión ronda en varios países, México no
ha entrado en una crisis económica grave, como sucedió al inicio del gobierno
de Enrique Zedillo.
El presidente, sin embargo, está optimista. No lo vemos
arrinconado ni nada por el estilo, como en su momento vimos a Peña Nieto, que
tuvo que recurrir a un abultado endeudamiento para hacer frente al cuantioso gasto
de su gobierno, así como a la imposición de un impuesto especial en las
gasolinas, que en este momento suma 6 pesos por litro.
Siempre diremos que eso nos dio el tiro de gracia, porque ese
impuesto (IEPS), se tragó cualquier ganancia que las empresas conseguían, y
empobreció aún más a las familias, que están viviendo un drama horrendo, al
grado de que conozco gente que muere irremediablemente, sin atención médica,
pues no tienen ni siquiera para pagar el pasaje al hospital más cercano.
Los mexicanos también guardan la calma. Según el INEGI, hay un
alto nivel de contento entre nosotros, lo cual significa que aunque le nivel de
aceptación para el presidente bajó un poco, si lo comparamos con el del inicio
de su gobierno, tiene aún un holgado 69 por ciento (aunque hay encuestadoras
que lo suben hasta 74 por ciento) de aceptación.
Esto significa que las críticas le han hecho al presidente lo
que el viento a Juárez. La luna de miel del pueblo mexicano con el presidente
sigue, y la esperanza de un cambio se mantiene, al grado de que la gente acepta
incluso la crisis económica que están viviendo, y asume que algún precio se
tenía que pagar.
Eso es cierto. Ningún cambio viene en automático y siempre hemos
dicho que para comer omelete, hay que quebrar los huevos.
El presidente ha dicho que no endeudará al país. “De eso no se
habla, pero cuando llegó Fox, hizo el gobierno y dejó una deuda de un billón
700 mil millones, 1.7 billones; Calderón la aumentó más de 200 por ciento, la
dejó en 5 billones 200 mil millones; y Peña nos la deja en 10 billones. Nada
más para pagar intereses de esa enorme deuda, este año tenemos que destinar del
presupuesto más de 600 mil millones de pesos, sólo para pagar intereses de esa
enorme deuda”, refirió el mandatario en Puebla, al lado del gobernador Miguel
Barbosa.
Combate a la corrupción y austeridad, han sido sus dos
principales armas de control económico y político. Sus adversarios acuden
perplejos a este cambio. Ven cómo la pala se está metiendo muy profundo, al
grado de que al Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda
sostiene que las investigaciones de corrupción apuntan directamente al ex
presidente Enrique Peña Nieto.
El presidente le apuesta al desarrollo, más que al crecimiento.
Dice que son dos cosas distintas. Que no importa si la economía nacional
crezca, si eso no se refleja en el bienestar de las mayorías. Hay mucho
entonces qué hacer, comenzando por desmantelar los privilegios que crearon a la
casta de los súper ricos de este país, que amasaron fortunas mientras aumentaba
el pobrerío.