(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Ahora que el PRD quedó dividido en 3 bloques, unos más
fuertes que otros, hay uno que es el tercero en discordia, y ese es
precisamente el grupo del ex gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero, que con
su corriente política, la Izquierda Progresista Guerrerense, inclinará la
balanza para uno u otro lado.
¿A qué nos referimos? Que adelantándose a los tiempos
electorales, tanto el unionense Carlos Reyes Torres, como el acapulqueño Evodio
Velázquez Aguirre, están lanzando ya sus proyectos políticos rumbo al 2021. El
primero, de ADG, aliado solamente con el grupo Democracia Social, del diputado
Raymundo García. El segundo, presume un gran frente democrático constituido por
7 de las 10 tribus que coexisten en el partido, y que aglutina a alcaldes, ex
alcaldes, regidores, síndicos y ex dirigentes del partido.
Por fortuna, el consejero presidente del IEPC, Nazarín
Vargas, ya dijo que todo este ajetreo político no se puede considerar como
campaña anticipada, porque los tiempos del proceso electoral aún no comienzan.
Debiera ser precisamente por ello, porque aún los tiempos electorales no
inician, que todo lo que quede fuera se considere campaña anticipada. Pero ya
sabemos, pues, que para todo hay mañas, y una de ellas es leer la ley a
conveniencia.
Continuamos.
Por donde se le vea, por ahora, el grupo de Evodio parece
más consolidado hacia dentro del PRD, aunque hacia afuera el que parece más
avanzado es el de Carlos Reyes Torres, quien descuidó la base partidista, para
tratar de meterse en la base social en general, que es de donde saldrán los
votos, pero olvidando que la primera batalla que tendría que lidiar sería la
interna.
Y aquí es donde entra el fiel de la balanza, la IPG de Ángel
Aguirre Rivero, quien tarde o temprano tendrá que decidir qué proyecto apoyar:
si el de Evodio, o el de Carlos Reyes.
Y como dicen en mi tierra: Hasta la pregunta es necia.
La relación entre Evodio y Ángel Aguirre parece
irreconciliable. Desde el momento en que Evodio se metió a chaleco a la
candidatura por Acapulco en 2015, y luego cuando se trató de nominar candidato
para 2018. Finalmente, en la derrota, no hubo más a quien acusar que a Evodio y
claramente lo dijo Aguirre, que fue por su gobierno caótico y lleno de
acusaciones de corrupción, que la elección se perdió.
La verdad es que el PRD no tenía nada que hacer en esa
elección, pues el tsunami llamado AMLO no sólo arrasó en el puerto, sino que
incluso se elevó la votación a tal grado, que aunque el priísta Ricardo Taja es
el candidato que más votos ha sacado de entre los tricolores, le fueron
insuficientes para contener la avalancha de sufragios que se alzaron a favor de
López Obrador, y que de refilón le alcanzaron a la alcaldesa Adela Román
Ocampo.
Cuando una vez se me explicó esto, no lo podía creer. De
modo que si no hubiese existido el efecto AMLO, Ricardo Taja sería el
presidente municipal de Acapulco, y no Adela Román.
Volviendo al tema que nos ocupa, el PRD se fragmenta
peligrosamente, pero hay uno que ya puso un cuerpo adelante a los demás. Sin
embargo, como estamos en tiempos de vacas flacas, todas las fichas son
importantes. Ni Evodio con sus 7 escuderos, ni Carlos Reyes con sus tres gatos,
ni mucho menos Aguirre y sus muchachos, podrá competir por sí solo, ni ganar nada,
más que lástima, si no se ponen de acuerdo.
Y aquí viene el pero…Aguirre es el que no tiene nada que
perder y sí mucho que ganar. Es un sobreviviente de la política, y eso es lo
que está haciendo ahora, respirando para sobrevivir más tiempo. Los conflictos
políticos le dan vida, lo nutren, porque al fin y al cabo, la decisión la
tomará él y de manera salomónica. Sabe, como siempre lo ha dicho, que hay
tiempo para todo: tiempo de tirar cuetes y tiempo de recoger las varas. Y
parece que éste es un tiempo precisamente de tirar cuetes y de hacer mucho
ruido. Él sabe, como dicen en su tierra, que santo que no es visto, no es
venerado.
Veremos cómo se desenreda este novelón, y de qué cuero sale
más correa.