Cuauhtémoc Rea Salgado
TECPAN. Con dos máquinas de coser, de las que se usaban a mitad del siglo pasado, un hormador, botellas de pegamento, clavos, martillos y charrascas, son algunas de las herramientas que hay en el taller de Gregorio Galeana Barrera uno de los dos únicos zapateros que quedan en Tecpan, quien afirma que su oficio está en riesgo de desaparecer debido a la invasión de calzado hecho con materiales sintéticos, procedentes principalmente de Asia.
En una vieja
grabadora se escucha el tema Mambo del
Politécnico, de Dámaso Pérez Prado, melodía que alegra el pequeño taller
ubicado en un local de la calle Reforma.
Consultado mientras realizaba el cambio de
suelas y tapas a un par de zapatos bostonianos, – de los que asegura casi no
caen ya en su taller- recordó que en 1965, inició su contacto con el calzado,
cuando pidió empleo en el primer taller de zapatos y huaraches que hubo en
Tecpan, propiedad de Antonio Aguirre, que abrió sus puertas en 1955 en el
centro de la cabecera municipal.
Durante la segunda mitad del siglo pasado llegó a ser la empresa de calzado más importante de la región, con productos que, incluso, eran exportados a estados como Michoacán, Ciudad de México, Morelos y Estado de México.
Abundó que su trabajo en la
compañía fue por 20 años, hasta que decidió independizarse y optó por fundar en
1985 su propio taller, dedicado exclusivamente a la fabricación de huaraches de
llanta, como se conoció a ese tipo de calzado en las décadas de los 80 y 90 en
la región.
Sin embargo, la llegada al país de calzado hecho
de material sintético procedente de China, provocó que poco a poco se redujera
la venta de los huaraches tradicionales en la costa, lo que llevó al zapatero a
cambiar ligeramente de giro y ahora dedicarse a la reparación de calzado.
Narró que de aquel taller del señor Aguirre
varios de los trabajadores, incluido él, se dedicaron a la fabricación y
algunos también a la reparación de calzado, “por lo que en Tecpan hubo más
de una docena de talleres, los cuales poco a poco fueron cerrando sus puertas
porque reparar zapatos ya no fue negocio para ellos, ya que el calzado chino,
aunque es de mucho menor calidad, es zapato barato, y por lo tanto más
accesible para las personas que sufren la crisis económica que existe desde
hace varios años”, apuntó.
El hombre contó que la situación fue tan difícil para varios de sus compañeros que paulatinamente los talleres fueron menos, hasta quedar los dos únicos que actualmente hay en Tecpan.
Don Gregorio, como le llaman sus clientes, indicó que hoy en día debe adaptarse a los nuevos calzados para que el cliente quedé satisfecho, por lo que se ha visto en la necesidad de modificar su técnica y usar materiales que antes no había, “porque el cliente debe irse contento con el trabajo porque de eso depende que regrese o que nos recolie de con alguien”, asentó.
Después de reparar los zapatos, se pasó a una de las máquinas de cocer para dar el turno a unos tenis de basquetbol, ahí aseguró que los zapateros están en vía de extinción, porque el trabajo, a pesar de que no falta, cada vez es menos, sin embargo sostuvo que mientras tenga fuerzas seguirá en el oficio “el tiempo que Dios se lo permita”.