La xenofobia es como un virus que se ha esparcido sin darnos cuenta; es más grave que el virus del papiloma humano o el virus de la influenza, ya que éste aún no tiene cura y porque pocos son los interesados en curarse.
Lo preocupante y atípico de este virus es que su cura no depende de terceros, depende de uno mismo, del enfermo.
En junio pasado, la casa encuestadora Mitofsky analizó el virus a través de una encuesta donde dejó en evidencia su esparcimiento y una posible pandemia, ya que el 70.8 por ciento de los encuestados está a favor de que México endurezca sus políticas contra migrantes y el 52.9 por ciento consideró que la postura de México frente a los migrantes debe ser “presionarlos para que regresen a sus países”, sin importar que el regresar a sus países de origen les ocasione la muerte.
Lo grave del virus de la xenofobia es que el contagiado puede causar la muerte de terceros que se encuentren sanos, con esperanzas de vivir y de luchar por una vida mejor como es el caso de miles de migrantes.
Se advierte que este virus es sumamente contagioso y que muchos mexicanos han sido contagiados a través de discursos xenofóbicos de los Estados Unidos, por lo que nos indica que el virus viaja en las palabras, notas y opiniones.
Hace tiempo, en 1882, sucedió algo parecido cuando los Estados Unidos promulgó una Ley de Exclusión de Chinos (algo parecido a las actuales políticas antimigrantes de Estados Unidos), ése era un asunto meramente del vecino del norte pero, sorpresivamente, el virus encontró dónde alojarse en el norte de México, donde de la nada se generó un clima antichino y derivado de eso se mataron más de 300 chinos inocentes en Torreón, Coahuila.
A organizaciones como Sin Fronteras IAP nos preocupa el virus, ya que junto a otras organizaciones nos hemos roto la cabeza pensando en cómo hacer campañas de vacunación contra la xenofobia que sensibilicen, pero el resultado no ha sido suficiente.
Se cree que la xenofobia surge del miedo… ese es su vehículo, un miedo que se alimenta de estereotipos y prejuicios, quizás la cura se encuentre en entender al otro, ya que todos en algún momento de nuestras vidas hemos sido el otro, la otra, el extraño, la diferente.
Quizás nos sería útil, recordar las palabras de Octavio Paz cuando decía que “Usted puede haber experimentado ser ‘otreado’. Si usted ha sentido que debería ser diferente de lo que es (a pesar de sus esfuerzos), que usted no pertenece (a pesar de estar donde está), que usted y su familia no se merecen tener sueños o aspiraciones (a pesar de tenerlas en el fondo de su corazón), es muy probable que usted esté experimentando ser ‘otreado’ por las ideologías de los grupos dominantes”.
Quizás, si nos esforzamos a encontrar afinidad con el otro y comprender que no somos tan distintos, que dar a unos no tendría que suponer quitarle a otros, y que el día de mañana nosotros podemos ser el otro, el migrante que huye de su casa, entonces quizás así nos curemos todos. (María Fernanda Rivero Benfield)