Dr. Trinidad Zamacona López.
“Ningún funcionario de elección popular puede sentirse digno del cargo cuando llegó haciendo trampa para obtenerlo.”
La magistrada Mónica Soto, presidenta del TRIFE, reconoció que sí estaba acreditada la existencia de acordeones; contó en la sesión tres de los acordeones y señaló: “Este es el bueno. ¿Quién lo hizo, dónde se hizo, cuándo se hizo, a quién se le repartió, quién lo entregó para traerlo como prueba y qué puntaje representa en la elección?”. Estas interrogantes se las realizó la magistrada presidenta al magistrado ponente, Reyes Rodríguez, quien le dijo que ojalá no le hayan entregado uno para votar. Ella le pidió que respetara al pleno y a ella misma como titular del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
En México tenemos una máxima autoridad que resuelve todos los asuntos en materia electoral: el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que desechó, por mayoría de tres votos contra dos, los proyectos de los magistrados Reyes Rodríguez y Janine Otálora que proponían invalidar la elección judicial para ministras y ministros de la Suprema Corte, debido al uso de los llamados “acordeones”, aun cuando la misma presidenta del máximo tribunal electoral reconoció en la sesión pública la existencia de estos documentos.
A la vista de todo el mundo, la misma Sala Superior del TRIFE resolvió que los proyectos se basaban en conjeturas y carecían de pruebas plenas, y que quienes los propusieron solo se basaron en una opinión política y no jurídica.
Con esta decisión de la Sala Superior del TRIFE, el caso será turnado a otro magistrado o magistrada que deberá elaborar un nuevo proyecto para validar los resultados. Por supuesto que no serán los mismos: será un magistrado afín a la mayoría que propone validarla. Aún falta una sesión para que quede formalmente validada la elección judicial; con eso ya no habrá nada que hacer respecto a todas las trampas que se hicieron para ganar.
Ya lo dije: el voto es de buena fe. Ahí radica el verdadero valor del voto: en la libertad de votar sin presiones, sin chantajes, sin comprarlo, sin amenazas de ninguna índole, sin acordeones para inducir el voto hacia una persona.
En eso radica el valor del voto. Ahora que lo han prostituido con los acordeones, es cuando el voto vale una despensa, un programa federal, un kilo de arroz, unos lentes, una tarjeta rosa, un puesto en la administración pública y, recientemente, los acordeones. Con todo eso se robó la libertad del voto: no se votó de manera libre, fue por inducción de por quién votar y para qué cargo.
Los ganadores como ministros —los nueve— estaban en los acordeones. Llegaron a ese cargo de elección judicial por el fraude: el fraude a la libertad, a la equidad, a la igualdad y a la integridad de la elección. Ni el INE ni el TRIFE tuvieron el valor de decir quién los elaboró, quién los diseñó, quién los mandó a distribuir, quién pagó por su impresión. Pero si a alguien le interesaba que llegaran estos personajes, eran los que están en el poder. Les interesaba quién impulsó la reforma para que fueran electos los juzgadores a través del voto popular. Les interesaba a todos aquellos que sembraron el odio y el rencor hacia los que estaban, y los que se quedan. A ellos sí les interesaba. Entonces, si a mí me interesa algo, voy a luchar por eso hasta que se realice o se haga realidad.
El efecto de los acordeones —que también insisto fue la forma más antidemocrática de robarse la elección judicial— es tal que los organismos internacionales recomiendan no imitar ni implementar este tipo de procesos, por lo violatorio que representó a la democracia de nuestro país.
Los acordeones sí tienen padre y madre, y eso fue hecho de una manera estratégica, sistemática, premeditada, para apoderarse de lo único que tenía autonomía e independencia. El INE y el TRIFE no fueron capaces de investigar y dar respuesta a todas las interrogantes de Mónica Soto, presidenta de la máxima autoridad en materia electoral.
Es una propaganda huérfana, la de los acordeones en 26 entidades del país, en donde estaban los nombres de los ministros con el fin de favorecer sus candidaturas de forma específica y alterar los principios de legalidad, certeza, equidad e igualdad. Ahí aparecían los nueve nombres de los ganadores, que al final fueron quienes salieron ganadores, y ahora nadie se hace responsable de ella. Pero existen: todos los vimos nacer. Según ellos, los del TRIFE, nadie va a saber quién es el padre y la madre de esa propaganda. Ahora que validen en su totalidad la elección, entonces pasaremos a la historia como unos tramposos en las elecciones y traidores a la democracia.
El proyecto de Reyes Mondragón acreditaba 3,017 acordeones físicos y digitales. Estaba respaldado con 324 pruebas documentales, 189 fotos, 82 videos y 53 audios, todas estas pruebas individualizadas y georreferenciadas, pero eso no fue valorado para anular la elección. La razón es sencilla: obedecen al poder y no a la Constitución, ni mucho menos a la ley. Quizás al proyecto le faltó acreditar el tiempo, modo y lugar, así como los sujetos autores intelectuales y materiales de los mismos, para anular la elección judicial.
Las evidencias documentales son incuestionables. La misma presidenta Soto admite que existen; eso es incuestionable. La inducción al voto mediante los acordeones no solo existió físicamente o electrónicamente, sino que fueron utilizados por personajes como el propio Andrés Manuel López Obrador, el esposo de Claudia Sheinbaum Pardo y el gobernador de Puebla, Alejandro Armenta. Entonces, eso fue lo que rompió con los principios constitucionales en materia electoral.
Los acordeones eran idénticos en todo el país. En el caso de los ministros, los que ganaron son los que estaban en ellos. Los números y nombres que aparecieron en los acordeones: 03 Batres Guadarrama Lenia, 08 Esquivel Mossa Yasmín, 16 Herrerías Guerra Sara Irene, 22 Ortiz Ahlf Loretta, 26 Ríos González María Estela, 34 Aguilar Ortiz Hugo, 41 Espinosa Betanzos Irving, 43 Figueroa Mejía Giovanni Azael, 48 Guerrero García Arístides Rodrigo (Ministro Chicharrón). En el acordeón eran las cinco mujeres las que ganaron: los números 03, 08, 16, 22 y 26 —Lenia Batres Guadarrama, Yasmín Esquivel Mossa, Sara Irene Herrerías Guerra, Loreta Ortiz Ahlf y María Estela Ríos González—. A eso se le llama inducción del voto aquí y en cualquier parte del mundo.
De los hombres, salieron ganadores los números 34, 41, 43 y 48: Hugo Aguilar Ortiz, Irving Espinosa Betanzos, Giovanni Azael Figueroa Mejía y Arístides Rodrigo Guerrero García. Para el caso de los hombres propuestos en los acordeones, la coincidencia entre el acordeón y los resultados electorales del INE también es del 100%. Es decir, que los nuevos ministros del máximo tribunal del país serán los perfiles propuestos en el folleto: Aguilar Ortiz, Espinosa Betanzos, Figueroa Mejía y Guerrero García coinciden en nombres y números. Entonces, ¿dónde estuvo la libertad para votar? En ningún momento. Incluso en algunos apareció la leyenda: “Vota por los de Claudia. Recuerden que (PE) son de la 4T, del Poder Ejecutivo, del gobierno de AMLO y Claudia Sheinbaum”.
Estas acciones rompieron con los principios de igualdad y equidad, pues los otros que participaron pero no estuvieron en los acordeones se vieron vulnerados y en desventaja al no aparecer en ellos. No tuvieron el respaldo del poder o del partido en el poder para ser incluidos.
Ahora bien, en el caso de los candidatos a magistrados, los acordeones eran idénticos por circuito; en el caso de jueces, eran idénticos en cada distrito. ¿Y eso obra de la casualidad? Fue una operación sistemática y bien organizada. Y eso no es casualidad. En política no hay casualidad ni causalidad, porque hubo coincidencia en más del 95% en todo el territorio del país.
Pero lo más grave fue que varios periodistas nacionales publicaron los resultados. ¿Quién les filtró la información? ¿Quién los enteró y en qué día se enteraron de quiénes iban en los acordeones? Porque lo hicieron con una exactitud del 100%, hecho que no ocurre en ninguna democracia del mundo. Sin embargo, esto sienta un precedente negativo para la democracia. Pero no importa quién lo haya hecho. Para el INE y el TRIFE no les importa, porque se deben al poder y a quienes están en el poder: una justicia servilista que solo va a ser buena cuando se les diga a quién beneficiar y a quién perjudicar.
Las elecciones sí se pueden anular cuando atenten contra los principios de la democracia. Un caso de anulación de una elección fue en julio de 2024, cuando el Tribunal Electoral local de Guerrero anuló la elección en Ayutla de los Libres por una campaña sistemática y coordinada de violencia política de género contra una candidata, manifestada en pintas en bardas que inhibieron su participación libre en la contienda y desequilibraron las condiciones electorales. Esta decisión del tribunal local fue un paso importante contra la violencia de género en procesos electorales, buscando proteger los derechos de las candidatas y fortalecer la democracia.
Bastó solo que se exhibieran las fotos de las bardas pintadas, sin buscar a quienes las pintaron. El órgano electoral arropó la protección de la democracia, y la anulación fue por violencia política de género. La campaña de pintas en contra de la candidata fue considerada como una forma de violencia política de género, que va en contra de la dignidad, igualdad y equidad en la contienda electoral.
Entonces, ¿por qué no hicieron lo mismo con la elección judicial? Los acordeones afectaron la igualdad y la equidad, porque quienes no aparecieron sufrieron discriminación y desventaja ante quienes sí aparecieron. Este tipo de actos amenaza a la democracia, que va muriendo en cada voto fraudulento que se hace válido a través de los magistrados que están al servicio del poder y de un solo partido.