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Un tren que esta arrasando con todo

No soy ninguna experta en infraestructura ni en ambiental como para hablar de este tema con certeza, pero sin duda es un tema que a todos nos debería importar mucho más, el famosísimo y controversial Tren Maya, ¿es en realidad una obra que traerá progreso al país? Muchos dicen que no, que es todo lo contrario, que de hecho será para México un icono de su posición tercermundista a nivel internacional por malas decisiones que se han tomado alrededor de este proyecto como la última que es hacerlo a base de diésel y no eléctrico como se había planteado en un principio, otros opinan que es un capricho del Presidente solamente, pero, ¿qué es el Tren Maya?

Parece que en el papel, como proyecto, el Tren Maya es una buena idea, bajar los 20 millones de turistas que llegan a las playas de Quintana Roo desde todas partes del mundo hacia los estados vecinos del sur de México que históricamente han sido olvidados por los gobiernos y detonar con nodos de progreso su economía suena muy bien, ser un rehabilitador de los ecosistemas degradados y promover el uso responsable de las áreas naturales en el sur del país, ¡vaya que suena bien!, ¿o no?

Sabemos que una de las características de nuestro querido México y su Gobierno son desgraciadamente las malas prácticas y la corrupción, entonces… ¿Hasta dónde podemos confiar en que el proyecto termine siendo ese sueño que se plantea? Como lo dije antes no soy ninguna experta en estos temas, pero sí soy una experta siendo mexicana y desgraciadamente la historia nos dice que (espero que no) terminaremos con una obra que nos recordará el tan esperado monorriel de Springfield, aquel protagonista de la serie animada Los Simpsons, en donde un embaucador hace creer que el progreso de esta ciudad llegará si construyen un monorriel (algo así como un metro elevado) y termina siendo un verdadero desastre con vagones comprados de una feria de otro pueblo y una familia de zarigüeyas como copiloto inauguran esta obra, que a cada paso que da se va desarmando y destruyendo parte de la ciudad, mientras que vemos al embaucador escapar con maletas llenas de dinero.

La obra promete mucho para los pueblos olvidados por el progreso en Yucatán, Chiapas, Campeche y Tabasco, incluso para los ecosistemas de la zona, pero algo que nos preocupa a todos es el impacto ambiental que tendrá una obra de este calibre, según el Gobierno existen los estudios ambientales suficientes para respaldar que la invasión será mínima, pero según los opositores al proyecto no existen los estudios suficientes para determinar el impacto, lo cierto es que cualquier obra que el hombre hace termina perjudicando el entorno y no creo que esta sea la excepción. Aunque promete contar con un número considerable de pasos de fauna, la ruta que recorrerá el Tren Maya parte la selva en dos y especies como jaguares, monos araña entre otra mucha fauna estará como siempre a la suerte de no ser arrollado ese día por una máquina bestial como es un ferrocarril, creo que el progreso nunca debe dejar de lado a los verdaderos habitantes de un lugar. ¿Cuántos animales morirán por construir este “avance”? ¿Cuántos ríos, cuántos ecosistemas tendrán un nuevo invasor?

Veo a muchas personas indignadas por el impacto ambiental de este tren, veo que muchas personas voltean al sur donde nunca habían mirado antes con excepción de alguna vez que quisieron sentirse “aventureros” y tener unas vacaciones por aquellos lados, y sí, tienen razón, el Tren Maya impactará e impactará duro a esta zona, al menos en cuanto al ambiente, más gente, más consumo, más basura, más necesidad de ofrecer servicios, menos espacio para que la naturaleza siga su curso. Precisamente escribo esto pensando en todos aquellos que hoy están en contra del Tren Maya, todos aquellos que les preocupa el jaguar, el árbol y el río, que con el sentimiento de protectores ondean la bandera de ambientalistas, y les llamo y les pido que sean coherentes porque en cada plato de carne y en cada vaso de leche que disfrutan hay un Tren Maya mucho más monstruoso y devastador que el que la mayoría queremos detener.

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